jueves, 30 de abril de 2009

Parashá Ajaré Mot (Después de Morir) - Kedoshim (Santos) 8 Iyar 5769 - 2 Mayo 2009

Ajarei Mot - Kedoshim – Hacércela más fácil a los retornantes.

En el párrafo bíblico semanal, la Torá nos advierte del no robar la propiedad del prójimo: “No retengas lo que es de tu compañero y no robes”.

Este pecado es de tal magnitud que Maimónides dictamina que “todo el que roba a su compañero por el valor de ‘una prutá’ (la moneda talmúdica de menor valor) es como si lo hubiese despojado de su alma”.

Esta gravedad está determinada específicamente en el robo y no en el hurto, a pesar de que en ambos casos tiene lugar una apropiación ilícita de los bienes de una persona. En el segundo caso, el ladrón es consciente de la propiedad de la persona sobre sus bienes y por ello carece de la osadía de enfrentar al dueño, apropiándose de su bien a través del hurto. A diferencia de ello, quien roba se apropia abiertamente del bien ajeno y con ello ataca un aspecto fundamental del alma humana, el derecho de propiedad de los propios bienes, y con ello lo “despoja de su alma”.

QUITAR EL ALMA

La enmienda de este pecado es un precepto de la Torá “devolverá lo que robó” El ladrón está obligado a devolver el bien robado a su dueño y a través de ello se considera como que le hubiera “restituido el alma” del despojado arreglando el pecado de “despojar el alma” implícito en el acto de robar.

Pero ¿cómo es la ley cuando el objeto robado ya no existe? Maimónides dictamina: Si lo robado ya no existe y el ladrón desea arrepentirse y vino por iniciativa propia y devolvió el valor de lo robado, dispusieron los Sabios que no debe aceptárselo, sino que debe ayudársele y perdonarlo, para acercar el camino recto a los retornantes” (No así quién hurtó, es decir, robó a escondidas, que siempre debe pagar)

ARREPENTIMIENTO SINCERO

La explicación de ello es la siguiente: mientras que existe la posibilidad de devolver el elemento robado, es una mitzvá hacerlo, ya que a través de ello se enmienda lo más grave del acto de robar- “el despojo del alma” .

Pero cuando el bien ya no está, no puede arreglarse este aspecto del robo y lo máximo posible es indemnizar al damnificado por el daño sufrido con el robo. En este caso decretaron los Sabios la “disposición para el arrepentido”, para hacer más fácil el camino del retornante.

Pero esta disposición se instauró sólo en caso de que “el ladrón quiso arrepentirse y vino por propia iniciativa y devolvió lo robado. Con este acto, el ladrón demostró la sinceridad de su arrepentimiento y el reconocimiento de la potestad del dueño del objeto robado. Así el ladrón rectifica su pecado, y por ello nuestros Sabios vieron apropiado hacer accesible el camino del arrepentimiento y ordenaron no aceptar dinero por lo robado.

SIN INTENCIÓN DE GANAR

De esta ley aprendemos hasta qué punto debe uno esforzarse para ayudar a un judío a retornar a la buena senda, y hacer Teshuvá. Si para “acercar el camino recto a los arrepentidos” dispusieron los Sabios que la persona resigne a su dinero, cuánto más debemos esforzarnos para ayudar el acercamiento de un judío a su Padre Celestial.

El activar en acercar a los judíos a la Torá debe hacerse sin intención de rédito personal- ni material o espiritual (por la recompensa en el mundo Venidero y similares), el único interés debe ser lisa y llanamente: acercar al judío a Di-s, incluso a costa de pérdida “personal”. Y cuando los judíos retornan a Di-s de inmediato son redimidos en la verdadera y completa redención a manos del Mashiaj.

(Likutei Sijot Tomo 32, pag. 112)
Kedoshim - Amar a otro iehudí: ocupación y tarea

"AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO" (Levítico 19, 18)

En esta parshá figura el precepto Divino de amar al prójimo como a uno mismo. Rabí Akiva expresa sobre ello: " es una regla principal de la Torá". Rabí Israel Baal Shem Tov, colocó este mandato como uno de los pilares del movimiento que fundó, el movimiento Jasídico. Rabí Levi Itzjak de Berdichev era conocido por el intenso Ahabat Israel ,amor a otro iehudi, que ardía en su corazón. Inclusive ganó el título de "abogado defensor del pueblo judío". Rabí Levi Itzjak reveló que esta visión y actitud se instaló en su ser como consecuencia de una enseñanza especial que escuchó de su maestro Rabí Israel Baal Shem Tov.

No permanecer en casa esperando

Dicha enseñanza es sobre la Mishná de Pirkei Avot (Cáp. 2 Mishná 2) que dice: "todo estudio de Torá que no está combinado con un trabajo, cesará", el Baal Shem Tov explicó que "trabajo" se refiere a la dedicación en el amor al prójimo. Para que la Torá tenga fundamento, debe unírsele Ahabat Israel. El énfasis está en el término "trabajo", es decir, que el cumplimiento de este precepto debe transformarse en una ocupación, cuya dedicación debe ser similar a la de un profesional en su área, o un comerciante a su trabajo. Así como el vendedor no se queda sentado en su hogar aguardando que alguien se entere de la existencia de su mercadería y venga a comprarla, sino abre un negocio en un punto estratégico, cuelga un cartel en la puerta e invierte toda su energía para difundir la mercadería que ofrece a través de diferentes medios, para que vengan a adquirirla.

Saber qué falta

De la misma forma, debemos ocuparnos del amor al prójimo. No debemos esperar hasta que nuestro compañero venga a nosotros y nos pida ayuda, sino debemos pensar y buscar la forma de ayudarlo, averiguar qué necesita, tanto material como espiritualmente, y entregarse con todo el ser para cubrir esa necesidad. Esta es la forma correcta de "trabajar" en del amor al prójimo.
El Baal Shem Tov enseñó que la forma de acercar a otro judío al espíritu de la Torá y las Mitzvot es, haciéndole un bien en el plano material.

Además de cumplir con el precepto de amor al prójimo, esto provoca en el espíritu de nuestro prójimo un acercamiento, hasta convertirlo en un recipiente para espiritualidad.

El hacer un bien a otro no debe existir un fin oculto, sino debe hacerse el favor incondicionalmente, sólo que la ayuda material logra también una cercanía hacia lo espiritual por parte del receptor.

La tarea completa

La perfección en la Mitzvá de Ahabat Israel se logra cuando se consolida completamente al compañero hasta que él mismo puede ayudar a otros.

Lo mismo, en el plano espiritual del cumplimiento de la Torá y sus preceptos, cuando se ha logrado que nuestro compañero esté en condiciones de transmitir y ayudar a otros, entonces hemos alcanzado la excelencia en esta Mitzvá.

Hay quienes argumentan que no se sienten capaces de enseñar a otros. Deben saber que no es así. Nuestros Sabios nos dicen en Pirkei Avot: "¿Quien es sabio?. Aquel que aprende de toda persona". De aquí que cada cual posee algo único, y eso puede transmitirlo a otros. En ese punto es "rico" y debe ayudar compartiéndolo con los demás.

Cuando un iehudí ayuda o enseña a su prójimo, se cumple con ambos el versículo de Mishlei: "Di-s Ilumina los ojos de ambos", el Todopoderoso otorga a ambos, al dador y al receptor, un sinfín de bendiciones del Cielo.

(Likutei Sijot, tomo 1 Pág. 260.)

http://www.jabad.org.ar

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