viernes, 12 de junio de 2009

Hablando con Di-s

Cuando pensamos en la palabra "oración", pensamos en nuestras necesidades y peticiones, en una lista sin fin: "Cúrame", "Ilumíname", "Dame riquezas", "Dame Tu redención", "Glorifícame", "Dame Tu perdón".

Quizás tenemos un concepto errado de la oración. Cuando niños pedimos a D'os que satisfaga nuestros deseos así como instamos a nuestros padres a llevarnos a ciertos lugares y comprarnos juguetes: "¡Por favor, papá, llévame a...!, ¡Por favor, mamá, cómprame ese...!, ¡Por favor, D's, dame este...! " Veamos qué es y ha sido siempre la oración. Nos daremos cuenta entonces que el mandamiento de orar no ha perdido vigencia todavía sino que, por el contrario, sentimos en nuestros días, tal vez, mayor necesidad de sus beneficios que nunca.

¿QUE ES LA ORACIÓN?

La oración no es una lista de peticiones. Es un proceso i ntrospectivo, una clarificación, un proceso en el que uno va descubriendo cada vez más lo que es, lo que debiera ser, y el modo de lograr esa transformación. La Tora expresa esta mandamiento como un "servicio del corazón" (avodat halev) y no de la boca (Taanit2a).

Al ir perfeccionándonos mediante la oración, logramos absorber la bendición del Creador, pero el conquistar estas bendiciones dependerá de cada persona. Unos pueden tener como destino el actuar como "tesoreros" de D's, o sea, acumular riquezas y distribuirlas para causas nobles; otros, el de dar el ejemplo de no corromperse con riquezas. Otros pueden tener como misión ser un modelo de modestia. Meyer Amshel Rothschild llegó a ser rico porque su destino fue constituirse en banquero de los monarcas y patrón de los pobres, y el Rabino Zusha de Anipoli permaneció entre los menesterosos porque su misión era subsistir con un mendrugo de pan y un plato de porotos, y él siempre dijo: "soy feliz" ¡porque no había pasado nunca un mal día en su vida! Todos ellos recitaron la oración para prosperidad financiera en el "Shemoneh Esré" (oración silenciosa, el más importante de nuestros rezos) y obtuvieron la mejor respuesta que les correspondía.

La sociedad moderna nos ha enseñado que la gente se "agota" si no se detiene nunca para relajarse, compenetrarse y volver a adquirir fuerza interior. ¿Qué nos hace pensar que podremos librar la guerra moral que D's nos exige si no salimos de las trincheras para volver a adquirir una perspectiva sobre el propósito y estrategia de la batalla? La oración nos da la oportunidad de replegarnos sobre nosotros mismos y obtener así una mayor perspectiva sobre el propósito de nuestras vidas.

FUNCIÓN DE LA ORACIÓN

La palabra hebrea para oración es “tefilá”, un término que nos permite discernir mejor el concepto de plegaria según la Tora. La raíz de tefilá es "pilel" (juzgar, diferenciar, clarificar, decidir). En la vida estamos constantemente separando la evidencia del rumor, la opción válida de especulaciones sin fundamento, el hecho de la fantasía. Este ejercicio, este juicio, se llama pelilá. La palabra pelilim se usa respecto de los jueces que integran una corte rabínica. (Éxodo 21:22), ¿y cuál es la función de una corte sino analizar la evidencia y tomar una decisión? Deducimos como extensión lógica de pilel, la raíz pele que significa una clara separación entre dos cosas. Por lo tanto, la oración es el anhelo del alma por definir qué importa realmente e ignorar trivialidades que frecuentemente pasan por esenciales (Sidur Avodat HaLev).

La gente siempre pone en duda la necesidad de orar, ¿no conoce D's acaso nuestras necesidades sin tener que recordárselas?

Claro que sí, y mejor que nosotros mismos. Si la oración sólo tuviese como propósito informar a D's sobre nuestros deseos y carencias, no sería necesaria. Su finalidad es elevar el nivel de aquellos que imploran, ayudándolos a desarrollar verdaderas percepciones de la vida, para poder así merecer Su bendición.

Esta es la función de la tefilá (oración); es un proceso en que se aprende a evaluar y a tomar decisiones. El verbo hebreo para orar es hitpalel, una palabra refleja, que indica que el sujeto actúa sobre sí mismo. La oración es un proceso de autoevaluación, auto discernimiento; un proceso que nos permite retraernos del tumulto de la vida hacia un pequeño rincón de verdad, y reforzar los lazos que nos unen al propósito de la vida.

PETICIÓN DE D'S

El Talmud nos cuenta que cuando el Rabino Yishmael Kohén Gadol, (Gran Sacerdote) estaba en el Sanctosanctórum un Yom Klpur, D's le pidió una bendición. El Rabino le contestó:

"Sea Voluntad delante de Ti, Señor, para que Tu Misericordia conquiste Tu Ira y Tus Piedades prevalezcan sobre Tu justicia estricta. Condúcete con Tus hijos con Misericordia y júzgalos con indulgencia". (Berajot 7a)

Este trozo es asombroso, tanto por lo que dice como por lo que no dice ¿Por qué necesitaba D's la bendición del Rabino Yishmael?

¿Por qué el Rabino Yishmael no obedeció y bendijo a D's? ¿Cómo la petición de que D's trate a Israel con bondad puede conformar una bendición al Creador? ¿Qué damos a D's cuando lo bendecimos?

Rashbá (Rabbí Shelomo Ben Addéret) (Teshuvot 5:51) deriva de palabra "beraja" (bendición) de "bereja" (manantial). Un manantial corre constantemente y sus aguas crecen. Cuando bendecimos a D's, estamos expresando nuestra esperanza de continuar haciendo crecer algo, ¿pero qué cosa? D's mismo es infinito, sin comienzo ni fin; no podemos y no nos atreveríamos ni siquiera a sugerir que El pueda seguir creciendo.

Aunque es cierto que el hombre no puede captar ni en lo más mínimo la esencia de D's, podemos sin embargo percibirlo cuando se acerca a nosotros. Nuestra próspera sociedad lo "ve" como el D's Beneficiente; el individuo acongojado sufre con Su juicio; el erudito de la Tora se estremece con Su sabiduría. O el hombre puede ser tan tonto como para pensar que el poder viene del cañón de un fusil y la prosperidad de los filos de una segadora.

Cuando rogamos por un "crecimiento" en D's, estamos implorando que se acerque más a nosotros, que se nos revele. Estamos pidiéndole una mayor Presencia en nuestro mundo, de tal manera que toda la humanidad pueda reconocerlo. Es imposible bendecir a D's en el sentido de proporcionarle mayor esencia puesto que El es Infinito. Pero, por otra parte, es factible que D's tenga una mayor presencia en nuestro mundo y por lo tanto, que el hombre logre conocerlo mejor. Y esta es la finalidad de nuestras plegarias. El grado de revelación de D's en el universo depende de la capacidad espiritual de Israel de recibiría. Cuando Israel estuvo en su apogeo, D's se reveló en el Monte Sinaí, con un esplendor sin precedente; cuando Israel cayó en el exilio y en la confusión espiritual, permaneció tan oculto que Israel se preguntó si aún éramos la nación de D's. Oramos para que nuestro nivel espiritual se eleve hasta alcanzar un grado en que merezcamos tener ante nosotros a D's con todo Su poder y grandeza.

En este sentido, el Rabino Yishmael Kohén Gadol dio a D's su bendición máxima. Tener éxito en nuestra oración es permitir a D's aproximarse más a Israel. El Rabino Yishmael deseó que las plegarias tuviesen ese resultado - aumentar la presencia de D's entre nosotros. Era entonces la bendición perfecta. (Néfesh Hajaim).

ORACIÓN HABLADA

Tefilá es una función únicamente humana, porque combina la inteligencia e imaginación del hombre con su habilidad para transformar conceptos en palabras. La capacidad para poder emitir un habla inteligente distingue al hombre de los animales. La Tora nos dice que D's introdujo un hálito de vida en Adán y el hombre se convirtió en un ser viviente (Génesis 2:7). Onkelós -autor de la versión aramea del Pentateuco- dice: el hombre se convirtió en un espíritu hablante. Onkelós parece igualar el habla con la vida.

Puesto que, como hemos visto anteriormente, la oración es el anhelo más profundo del alma, debe expresarse de la forma más representativa para la mente humana por medio del habla inteligente. El hecho de que tefilá requiera una clara enunciación de la palabras se deriva de la oración de Janná -profetisa judía que vivió hace 2879 años- (I Samuel 1:15). Los Sabios consideran su devoción y la expresión de su aflicción como el compendio mismo de la grandeza de la oración. Vaciaba su corazón en silencio, los demás no escuchaban su voz pero sus labios se movían. Aprendimos de sus oraciones que el Shemoné Esré debe decirse en silencio. Sin embargo, incluso la oración silenciosa debe ser hablada, porque esto simboliza el mayor grado de elevación del alma humana (Netivot Olam).

Partiendo del origen de Shemoné Esré podemos llegar a una gran conclusión sobre su significado. No es una oración particularmente larga - sólo dieciocho bendiciones en su formulación inicial más una que se agregó posteriormente - y sólo unos cientos de palabras juntas. Tampoco es un tema misterioso; fue hecha en un hebreo simple y rústico de manera que pudiese dominarse fácilmente su contenido. Y sin embargo, el Shemoné Esré fue compuesto por uno de los cuerpos rabínicos más ilustres de la historia, el Anshé Kenesset Haguedolá (los hombres de la Gran Asamblea), S.IV A.E.C. que guió espiritualmente a Israel al inicio de la era del Segundo Templo. Esta Asamblea estaba integrada por ciento veinte sabios, incluyendo a muchos profetas. Israel poseía sin duda una gran cantidad de buenos poetas y escritores. ¿No podía acaso habérsele pedido a alguno que compusiese las oraciones necesarias? ¿Tenía acaso que asumir esta tarea el máximo cuerpo religioso y legislativo de la nación?

Por supuesto que sí. Cada sílaba y cada palabra tienen miles de efectos inimaginables. Incluso las interpretaciones místicas de Rabbí Isaac Lurya Z"L (ARIZ"L) -el Gran Cabalista, S. XVI, Safed- quien dio a conocer muchas de las intenciones Cabalísticas que aparecen dentro del texto de la tefilá, apenas si logró captar una ínfima parte de los tantos significados en que pensaron los Hombres de la Gran Asamblea. Cada palabra del Shemoné Esré, es esencial, tanto por separado como por dentro del contexto de la plegaria en sí. Su contenido era tan profundo y sus efectos tan metafísicos y extraordinarios, que no podía atribuirse a poetas sino sólo a profetas. Tratemos de comprender por qué.

LA LENGUA SAGRADA

El hecho de que la oración sea "el habla del alma", que represente al hombre en la cumbre de sus aspiraciones para elevarse a niveles mayores, nos ayuda a comprender por qué el hebreo es la lengua de las plegarias. Es cierto que los Sabios permiten que se rece en cualquier idioma (Sota 33a), pero no es algo generalizado, ni iguala el hebreo, nuestra lengua sagrada, con otros idiomas. Las autoridades Halájicas desaprueban la oración en otros idiomas (ver "Mishná Berurá" y "Aroj Hashulján" a Oraj Jaim -Cap. 62 a 101). El Rambán -Rabbí Moshé Bar Najmán S. XII. España- (Éxodo 30.13) muestra que el hebreo es la lengua que D's usó al crear el universo y la lengua de la profecía. Es por ello, explica, que se la llama nuestra Lengua Sagrada. Esto nos hace ver por qué los rezos adquieren mayor santidad cuando se dicen en hebreo. Los comentaristas sostienen que ninguna traducción puede captar todos los matices de la oración, ni las palabras proféticas de D's, ni las composiciones sagradas de los Hombres de la Gran Asamblea y sus grandes sucesores a través de los tiempos.

Pero esto va aún más allá. Si uno reza en otro idioma no está cumpliendo con su obligación a menos que comprenda lo que está diciendo; sin embargo, si ora en hebreo, está cumpliendo con su obligación aunque no entienda las palabras (Ver Beur Halajá Oraj Jaim 62). ¿Por qué? Lashón Hakodesh (la lengua sagrada) tiene virtudes que trascienden el hecho de ser simplemente el lenguaje original de las oraciones.

Al referirse a la santidad original del Aleph-Bef (alfabeto hebreo) HaJyDa -siglas de Rabbí Jayyim Yoseph David Azulay. S. XVI- responde a una pregunta que nos deja bastante perplejos. ¿Por qué debemos pronunciar las oraciones? ¿No sabe D's acaso qué hay en nuestros corazones? ¿No sería mayor santificación de Su Nombre si El cumpliera los deseos tácitos (no hablados) de los hombres? HaJyDa explicó que las combinaciones de las letras -así como las formularon aquellos maestros que compusieron las oraciones- tienen el poder de hacer surgir fuerzas que sobrepasan nuestra imaginación. Así, pueden crearse nuevos alcances espirituales por medio de la expresión verbal de los seres humanos. Para lograrlo debemos articular las oraciones. ("Shem Hagedolim", artículo sobre el Rabino Yitzjak de Ako).

Se aplica la misma explicación al lenguaje de la oración. Los Hombres de la Gran Asamblea tenían la habilidad y capacidad de combinar letras, versos e ideas de tal forma que abrían las puertas del cielo. Su composición de la Tefilá es equivalente a un acto de creación; es por eso que es tan importante no desviarse de su lengua y de su formulación. Esto no tiene como intención menoscabar la importancia de la comprensión y emoción que se experimenta en esos momentos. Los mismos Sabios aprueban la oración en la lengua que uno comprende, y es sin duda mucho más valiosa una oración bien entendida que una plegaria en que se articulan sonidos sin entenderlos. Pero esto no disminuye en absoluto la importancia de rezar en nuestra lengua sagrada; sólo recalca la responsabilidad que tenemos de comprender las oraciones en su forma original más sagrada.

ORACIÓN PLURAL

Cuando el Rav Yishmael Kohén Gadol bendijo a D's, le pidió que todo el pueblo de Israel gozara de Su misericordia.

La naturaleza plural de su oración se refleja en todas nuestras súplicas, principalmente en Shemoné Esré, en el que imploramos por todos y no sólo por el individuo que reza y sus seres queridos.

Cuando oramos en plural estamos en nuestro punto más sublime de oración porque sólo rezando por el bien de Israel y del mundo entero podemos lograr plenamente que D's otorgue Su beneficencia a toda Su creación. Incluso, cuando imploramos por necesidades personales las incluimos dentro de una petición general.

Pueden romperse nuestros corazones por enfermedad o pobreza, pero queremos que todo Israel prospere y tenga buena salud. Y si debemos orar por nosotros, hagámoslo con la esperanza de que nuestro beneficio servirá para engrandecer la Gloria del creador, no la nuestra. Esto no significa que debamos menospreciar la oración del individuo solitario que reza por su esposa, su hijo, sus cuentas o por sí mismo. Alguien que está en los primeros peldaños de una escalera imaginaria para llegar al cielo no debe sentirse avergonzado porque la meta parezca muy lejana. Dejemos que se sienta más bien orgulloso y agradecido por haber cortado los lazos del poder terrenal y por haber elevado sus miras.

¿Tiene el hombre moderno menos necesidad de orar porque ha logrado controlar su medio ambiente? No, por el contrario. Debido a que se ha tornado tan poderoso, el hombre pierde de vista el hecho de que la obtención de tanto poder obedece exclusivamente al deseo de D's. La oración es un don de D's para ayudarnos a captar fragmentos de verdad que nos permitan comprendernos y entender nuestro rol en el mundo, y así posibilitar el cumplimiento de Su deseo de beneficiar al hombre. Bendigamos a D's como lo hizo el Rav Yishmael Kohén Gadol, creando las condiciones que Le permitan colmar a Sus criaturas de bendiciones.

El primer paso para conocer a fondo la Tefilá es estudiarla y aprender el significado de sus palabras. Una persona no debe sentirse avergonzada porque no sabe reza como judío, pues siempre tiene la oportunidad de aprender a hacerlo.

Extraído de la revista El Kolel con permiso de su editor

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