miércoles, 10 de junio de 2009

¿Qué significa para nosotros Di-s (Hashem)?

Respuesta: "Shemá Israel Hashem Elokeinu Hashem Ejad."

Esta conocida frase: "Oye oh Israel, Hashem es nuestro Di-s, Hashem es Uno", constituye la base misma de la fe judia.
Desde hace siglos los judíos de todo el mundo la recitan tres veces por día. Fueron las últimas palabras pronunciadas por los mártires judíos antes de dar sus vidas para salvaguardar su fe. Es una poderosa afirmación del vínculo de los judíos con el Todopoderoso.
¿Pero quién es Hashem?
¿Qué queremos decir cuando nos referimos a Di-s?
¿Es análogo el Di-s adorado por los judíos a las deidades mitológicas de los griegos?
¿Queremos decir con ello las centenares de divinidades de los hindúes, para quienes cada dios es responsable de un poder distinto?
¿O debemos considerar a Di-s sinónimo de la Naturaleza, tal como lo han afirmado los panteistas?
En absoluto.
El judaísmo no acepta los relatos mitológicos de dioses que retozan neciamente en los cielos. No ve a Di-s como un todo compuesto de poderosos elementos distintos, por cuanto si así fuera, ¿Cómo podría ser un Ser todopoderoso? El judaísmo también rechaza la idea de que Di-s sencillamente forma parte de la naturaleza, por cuanto considera que Di-s es el Amo de la naturaleza.

En cambio el judaísmo pide al hombre que piense en su Ser Supremo todopoderoso.

Ve a Di-s como el Planificador, el Creador y el Amo Eterno de todas las fuerzas, la materia y la vida del cosmos: Aquél que ordena toda existencia y le da significado.

Ve a Di-s como un Ser Espiritual absoluto e ilimitado. Cree que Di-s se encuentra en todas partes y trasciende el tiempo, el espacio y la naturaleza, y todo lo sabe.

Y alienta al hombre a que piense en El como en un Padre Celestial. Di-s se interesa personalmente en todas las criaturas. Fija normas objetivas de vida para todos los hombres, especialmente Su Pueblo Elegido.

Para los judíos, Di-s no es un concepto imaginario, sino una realidad omnipresente. Es Alguien a Quien todos pueden vincularse directamente. Es el sumo guardián. Es Alguien a Quien recurrir en momentos difíciles. Es Alguien a Quien expresar nuestros sentimientos más profundos. No hay necesidad de intermediarios para comunicarse con Di-s.

Eso significa para nosotros Hashem.

¿Pero podemos acercarnos algo más a la esencia de Di-s? ¿Podemos definirlo más concretamente, o componer un retrato de El que tenga dimensiones definidas? ¿Podemos formarnos una rápida idea de El?, ¿Cómo podemos responder a la afirmación formulada por el cosmonauta ruso que dijo que Di-s no puede existir pues no lo vio mientras giraba alrededor de la Tierra?

¿Por qué no es Di-s más visible y más fácilmente conocible al hombre?

Para responder a estas preguntas, en primer término debemos considerar al hombre mismo.

El hombre es, desde luego, un ser maravillosamente complejo. Es una entidad asombrosa compuesta de células que, en su conjunto, son capaces de tremendas hazañas físicas y extraordinario pensamiento abstracto. Sin embargo, el hombre tiene capacidad limitada. Podrá considerarse un gigante al compararse con una ameba, pero es pequeño junto a una montaña alta; y, por suerte que sea, no puede mover esa montaña por si sólo. Sin ayuda, no puede volar como un pájaro, ni producir alimentos como una planta; y sin oxigeno, alimentos, ni agua, ha de morir.

Su capacidad para pensar también tiene sus limites. Una persona de inteligencia media podrá resolver ciertos problemas matemáticos, pero probablemente no pueda multiplicar dos números de cincuenta digitos en pocos segundos sin ayuda externa. Sus limitados sentidos le permiten abarcar únicamente un limitado número de sensaciones y dimensiones. Ningún hombre puede afirmar con certeza saber todo lo que ocurre, hoy o predecir con exactitud todo lo que ha de ocurrir mañana.

El hombre no es un superhombre. El cuerpo humano, si bien es sumamente dúctil, está compuesto de un número limitado de células que finalmente se deteriorarán y morirán. Del mismo modo, el cerebro humano, si bien es increíblemente hábil, funciona según modalidades limitadas definidas por reacciones eléctricas y quimicas fijas.

Por consiguiente, al examinar la esencia de Di-s, nos vemos frente a un importante problema. Nos vemos obligados a emplear nuestra limitada capacidad mental para procurar comprender una fuerza omnipotente e ilimitada.

Esto no es del todo posible. Es como esperar que una mosca emplee su "cerebro" a fin de resolver un problema algebraico o de comprender la psicología humana. Estos fenómenos trascienden las dimensiones de comprensión de la mosca. Del mismo modo, las dimensiones de Di-s trascienden la comprensión del hombre. Ya bastante le cuesta al hombre tratar de comprender conceptos como el de infinitud y relatividad. ¿Cómo puede entonces esperar comprender cabalmente al Di-s que es responsable de ello? Ni siquiera Moshé Rabeinu, cuyo intelecto espiritual judío era supremo, pudo discernir en su totalidad a Di-s y Sus sendas. Si no podemos comprender todos los aspectos de Di-s, ello es a causa de las limitaciones humanas, no de Di-s.

Por consiguiente, es absurdo decir que Di-s no existe porque no puede verse. Sólo las entidades físicas pueden ser vistas mediante la limitada visión del hombre, y Di-s no es un ser físico.

Si Di-s tuviera una forma física fija, ésta lo limitaría y no sería una Deidad ilimitada y omnipotente.

Di-s, pues, no puede verse ni tocarse. Sin embargo, ello no significa que no esté presente. No podemos ver el amor, ni tocar el odio, mas el amor y el odio indudablemente existen en el mundo. No podemos tomar en nuestras manos la corriente eléctrica aislada o ponerla en un plato. Sin embargo, podemos ver los efectos de esta corriente, tales como el calor y la luz que puede producir. De ese modo sabemos que existe. Del mismo modo podemos probar la existencia de Di-s por medio de Sus manifestaciones: Sus creaciones materiales, Su orientación de la historia, aunque no podamos ver al propio Di-s.

Otra percepción de las sendas y la naturaleza de Di-s surgen de Su santa comunicación con el hombre: Su Torá. Las muchas referencias que figuran en la Torá sobre los supuestos atributos físicos de Di-s, Su "brazo extendido" o Sus emociones, posiblemente resulten enigmáticas. Como lo acabamos de mencionar, Di-s es ilimitado, por lo tanto no puede tener cuerpo. De manera pues, que según dicen nuestros Rabanim, en la Torá se describen Di-s en términos físicos a fin de hacerlo más comprensible al hombre. De este modo el hombre puede por lo menos formarse un concepto limitado de Di-s en el marco de su propio nivel de comprensión. (Del mismo modo, describimos fuerzas inanimadas en términos humanos: "Madre Naturaleza", "Padre Tiempo", a fin de hacerlas más comprensibles a los niños.) Y, mediante el análisis que se hace en la Torá de las ""características" y los "sentimientos" de Di-s, el hombre puede inspirarse y comportarse del modo en que Di-s quiere que lo haga. Si Di-s se describe como un ser modesto, bondadoso e indulgente, éstos son los atributos que El desea ver en el hombre.

En este sentido el hombre fue creado a "imagen de Di-s", según lo dice la Torá. La noción de que el hombre sea exactamente igual a Di-s no puede ser correcta, por cuanto Di-s no tiene cuerpo. En cambio, dicen nuestros Sabios, el hombre se parece a Di-s en el sentido espiritual. El hombre está dotado de libre albedrio, de la capacidad de discernir entre el bien y el mal, de ser bondadoso o insensible. Las plantas o los animales no tienen elección sobre cómo comportarse; el hombre sí. De él depende comportarse con rectitud. Si lo hace, puede comenzar a tener cierta noción acerca de la esencia de Di-s.

¿Como puede probarse la existencia de D-s?

Probar que Di-s existe no es en modo alguno un proceso corriente. No es lo mismo que probar la existencia de algo como las bacterias. Después de todo, para ver las bacterias, puede lo, utilizarse un microscopio y puede entonces tenerse la certeza de que están ahí!.

Di-s, en cambio, no es una entidad física. No puede arrastrarse al laboratorio de un científico y estudiarse bajo un microscopio o un proyector. Di-s trasciende las leyes del tiempo y del espacio y por ello no puede aplicarse el método científico para probar su Existencia. Si Di-s no puede ser totalmente conocido por el hombre, como ya lo mencionamos, ¿cómo puede entonces el hombre demostrar que lo incognoscible es un hecho conocido?

Sin embargo, aunque la prueba directa de la existencia de Di-s pueda estar más allá de la capacidad del hombre, es sin duda posible aplicar un criterio indirecto. Consideremos aquello que podemos observar: el mundo que nos rodea. Podemos examinar su contenido, sus habitantes, sus leyes naturales, y su historia. Todo esto permite suponer la existencia de un Ser Supremo, que podemos llamar Di-s.

En suma, la prueba indirecta puede anunciarse del siguiente modo: Supongamos que nos hallamos frente a un rascacielos de cincuenta pisos, que nos deslumbra por su complejidad. Observamos que cada ladrillo, cada ventana, han sido puestos en su sitio adecuado y funcional; cada piso ha sido construido de manera tal que es lo suficientemente amplio como para dar cabida a las oficinas en que se trabaja, que las instalaciones eléctricas y sanitarias funcionan satisfactoriamente, y que el techo ha sido construido de manera tal que no se derrumbe. Podemos decir entonces, sin dudarlo, que el edificio debe de haber sido cuidadosamente planeado por un arquitecto y levantado por un equipo de construcción. Nadie afirmaría que los ladrillos y las ventanas han caído en su sitio por azar y casualmente formaron un edificio adecuado al uso humano. Ello seria demasiado absurdo como para considerarlo siquiera. No; el edificio debe de haber sido deliberadamente planificado y construido por aquéllos que poseen la capacidad física e intelectual para hacerlo.

El mundo es indudablemente más grande y complejo que un simple edificio, muestra el mismo cuidadoso diseño, el mismo orden, los mismos adecuados servicios que un rascacielos. En consecuencia, debemos llegar a la conclusión de que el mundo también fue planeado, diseñado y creado por un Arquitecto Supremo. Este es Di-s.

No obstante, siempre habrá personas que rechacen estas pruebas. "No aceptaremos a Di-s hasta verlo directamente", dicen. Sostienen esta actitud aunque Di-s no sea un Ser visible, como ya lo mencionamos.

En última instancia, entonces, la aceptación de la existencia de Di-s es cuestión de fe. Algunas personas insisten en que no creen en Di-s. Sin embargo, otras sienten que todo lo que entraña la vida, el mundo, y el cosmos, robustece su convicción de que, sin duda, Di-s existe.



Rabbi Eliezer Gevirtz

http://www.tora.org.ar/

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