jueves, 23 de julio de 2009

Parashá Devarim (Palabras). 4 Av 5769 (25 de Julio 2009)

Rabí Israel Baal Shem Tov enseñó que de cada cosa que uno ve o escucha debe tomar una enseñanza para su servicio a Di-s.

“EL PALACIO Y LAS PALOMAS”
Escribí esta carta a un joven judío que viajaría a la India, en busca de espiritualidad.

Había una vez un rey cuyo palacio fue destruido por hordas bestiales. Por la madera y la piedra, el rey no derramó lágrimas. Pero por la pérdida de las joyas de la corona, que habían pasado a través de las generaciones, no hallaba consuelo.

El rey reunió a sus consejeros y ninguno le brindó alivio. Las joyas estaban diseminadas por todos lados. Las más preciosas fueron llevadas a los puntos más remotos del globo. El rey tenía una hija muy querida. Ella con su inteligencia vio lo que debía hacerse. El rey y su hija entrenaron muchas palomas para que supieran retornar al palacio, reconocer las joyas de la corona y traerlas de nuevo. Cada día, liberaban a las palomas y algunas descubrían las joyas que estaban dispersas y las traían de vuelta a casa. El rey estaba feliz. La hija del rey las envió más lejos, y nuevamente regresaron, trayendo consigo algunas de las joyas que su padre había perdido. Pero las más valiosas, que se hallaban en los rincones más lejanos, todavía no se habían recuperado. Las palomas no se aventuraban lo suficientemente lejos como para encontrarlas- estaban ansiosas por retornar. La hija del rey sabía qué era lo que debían hacer, pero no podía decírselo a su padre, pues era algo muy duro, peligroso, horrible. Pero él miró en los ojos de su hija y supo. El rey destruyó su palacio otra vez, lo demolió hasta la base, removiendo cada centímetro. Cuando las palomas trataron de retornar, no encontraron nada, sólo una pastura vacía con piedras dispersas y maderas ardiendo. Estaban hambrientas y extrañaban mucho su hogar. Hasta que las palomas más osadas viajaron muy lejos, y encontraron otros palacios, y en ellos hallaron las más preciosas joyas ocultas del rey, las tomaron, las lustraron y las guardaron bajo sus alas. Y a la noche lloraron, pues sabían que ese no era su hogar. Ahora llegó el momento de que retornen.

***

El gran cabalista Rabí Itzjak Luria, el Ari Hakadosh, nos enseñó que no existe nada en el mundo que no posea una chispa Divina. Aún la oscuridad más profunda que hace todo lo posible para enfrentarse a su Creador, contiene una chispa Divina. Y la necesita, pues sin ella, no podría existir siquiera por un instante. ¿Por qué hay maldad? Pues esa chispa es tan oculta, que su única forma de expresión es ser el opuesto de lo que realmente es. Pero el Maguid de Mezritch enseñó que se trata de las chispas más elevadas que cayeron en el lugar más alejado a su fuente. El Arí describe a la Torá y a los judíos como el vehículo a través del cual estas chispas se reconectan con su fuente.

En nuestra historia, el patrón de la destrucción y exilio se repitió. Comenzamos en el exilio, en Egipto. Luego sufrimos la destrucción del Templo y el destierro a Babilonia. Después se destruyó el Segundo Templo, y sobrevino un largo exilio en el que aún permanecemos. No existe otra nación que haya sido diseminada entre tantos puntos lejanos y que haya mantenido su identidad, siempre con la esperanza de regresar. Todo ello es parte del Plan Divino, para restituir todas las chispas Divinas. Y es lo que hemos hecho, pues en cada sitio donde estamos, vivimos de acuerdo a las enseñanzas de la Torá.

Antes, si un judío buscaba un guía para encontrar su camino a Di-s, o hallar espiritualidad, estaban los grandes Tzadikim, justo a la vuelta de la esquina. Pero desde que este desvío bizarro comenzó, cuando un alma judía desea encontrar sentido, va a beber de manantiales ajenos. Mas nunca se sentirá satisfecha, pues no son propios. Un alma que ha vivido por más de 3300 años inmersa en la espiritualidad, no puede soportar el seco y lejano territorio. Y, por más insondable que sea, este es en realidad el propósito.

Pero ahora, ha llegado el momento de retornar a casa.

(Rabbi Tzví Freeman).

¿Qué Aprendemos esta Semana de la Parshá?

“EL REPROCHE ESTÁ OCULTO, EL AMOR REVELADO”
“Estas son las palabras que habló Moshé” (Devarim 1:1)


El Libro de Devarim abre con las palabras de reproche por parte de Moshé hacia los israelitas, por los pecados que transgredieron durante los cuarenta años de su deambular por el desierto. Relata los episodios que tuvieron lugar con el pueblo, y palabras de amonestación.

Sin embargo, nuestros Sabios z”l1 dicen que las palabras de reproche están insinuadas ya en el primer versículo que parecería sólo indicar el lugar donde habló Moshé 2: “estas son las palabras que habló Moshé... en el desierto, en la llanura, frente al Suf, entre Parán y Tofel, Laván y Jatzerot y Dí Zahav” Estos lugares especificados en el texto aluden a los diferentes pecados de los israelitas, y parte de los nombres no son nombres de lugar alguno, sino tan sólo alusión a pecados cometidos.

EXPOSICIÓN DE UNA DEFENSA

Por ejemplo, uno de los lugares mencionados es “Di Zahav”. No encontramos lugar alguno con esta denominación en todo el relato de los viajes de los israelitas por el desierto, puesto que no hubo lugar llamado “Dí Zahav”. Por ello, Rashi explica que este nombre alude al pecado del becerro de oro: “los amonestó por el becerro que hicieron a causa del numeroso oro que tenían en su poder”3 (dí en hebreo: suficiente, Zahav: oro)

Moshé escoge recordar todos estos pecados sólo con insinuaciones como Rashi explica: “los mencionó disimuladamente en aras del honor de Israel”. Puede agregarse que Moshé no se dio por satisfecho sólo con hacer alusión a los pecados de manera velada, sino que también eligió insinuaciones tales que incluyan una defensa del pueblo de Israel.

DURAS PRUEBAS

El término “en el desierto” utilizado en el texto alude a “por lo que lo encolerizaron en el desierto”, pero esto también incluye implícitamente una defensa: siendo que los israelitas se encontraban en el desierto, definido como “el gran y terrible desierto, (lugar de)víbora y escorpión, y de sed, donde no hay agua”4, situación que coloca al hombre frente a una dura prueba, por ende no se debe culparlos tanto por haber enojado ahí al Altísimo.

A continuación dice Moshé: “en la llanura”. Rashi explica: “Por la llanura donde pecaron con el (ídolo de) Baal Peor, en Shitim, en las llanuras de Moab”. Sabemos que el pueblo Moabita traza su ascendencia hasta la hija mayor de Lot, la que “no era recatada” y “publicitó que él provenía de su padre”5. Está claro que ese era un lugar propicio para la inmoralidad, y por ende la prueba era muy grande, y hay ahí una defensa de los judíos.

A continuación, Moshé prosigue: “frente al Suf”. Esto alude “a lo que se rebelaron frente al Mar del Suf, cuando llegaron al Mar Rojo” Está claro que aquí había implícita una defensa, puesto que los judíos se encontraban en una situación extremadamente difícil, donde no se vislumbraba posibilidad alguna de salvarse por la vía natural, y puede que por ello “se rebelaron en el Mar Rojo”

EL HONOR DE LOS JUDÍOS

También en referencia al pecado del becerro de oro Moshé insinuó una defensa, al aplicarle el término “Dí Zahav”. Cuando Moshé suplicó frente al Altísimo que perdone al pueblo de Israel por el pecado del becerro dijo: “Tú fuiste el causal, que les brindaste oro y todos sus deseos. ¿Qué pueden hacer para no pecar?” Resulta entonces que también en esto hay una defensa: el pecado fue causado por el numeroso oro recibido, que hizo perder la cabeza a Israel.

Aprendemos de esto hasta qué punto debe uno ser cuidadoso del honor de los judíos, que también cuando se los reprocha por sus transgresiones, debe hacérselo veladamente, e incluso encontrar argumentos en su defensa, puesto que también el descenso espiritual del pueblo de Israel es en aras del ascenso que sigue, un ascenso que alcanzará su perfección con la verdadera y completa redención a manos del Mashíaj.
(Likutei Sijot Tomo 14, Pág.1)

NOTAS: 1.Son citados sus comentarios en la explicación de Rashi sobre el versículo 2.Devarim 1:1 3.Ver Rabenu Bejaie aquí 4.Devarim 5:15 5.Explicación de Rashi Bereshit 19:37


¡AHORA COMPRENDO!

Es conocida la anécdota que relata que Napoleón salió una noche vestido de hombre simple, y caminando llegó al barrio judío. Para su sorpresa, encontró a todos los judíos reunidos en la Sinagoga, sentados en el piso, libros en sus manos, de los cuales leían en voz baja, con una triste melodía. Algunos sollozaban, otros suspiraban. Napoleón no salía de su asombro. Sabía que no había expedido ningún decreto en contra de los judíos. Cuando preguntó acerca del por qué de la tristeza y el llanto, le explicaron que este duelo es guardado por la destrucción del Beit HaMikdash, sucedida hace casi dos mil años. Al escuchar esto, el emperador exclamó: “¡Ahora entiendo por qué son un pueblo eterno. Han visto pasar grandes imperios, que estuvieron en la cima de su grandeza, sin embargo cayeron sin volver a levantarse. Estoy seguro de que ustedes permanecerán a través de las épocas y finalmente retornarán a la Tierra de Israel, reconstruyendo el Templo. No sé cuando sucederá. Quizás en un año, un siglo o dos, pero estoy seguro de así será!”

* por el Rav Iosef I. Feigelstock

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