sábado, 12 de septiembre de 2009

Aseret Yemei Teshuva (Los 10 días previos a Iom Kipur)(I)

Los Tres Defensores

Estos solemnes días son calificados por nuestros sabios como la "Antesala de la Sentencia final". En ellos nos preparamos anímica y espiritualmente para llegar al santo día de Kipur. Generalmente, cuando un individuo tiene que presentarse delante de un juez para responder ante la justicia por una acusación penal, contrata a un buen abogado para que éste lo represente y defienda sus intereses. Sería una locura presentarse solo ante el magistrado, sin saber los mecanismos y procesos que el juicio lleva en sus distintas fases. El abogado, además de enseñarle cómo debe contestar las preguntas del juez; le asesora el camino que debe tomar y las atenuantes que le conviene presentar, a fin de ganar el juicio. En Kipur, todos los humanos, sin excepción, nos presentamos ante el Juez supremo, el Rey de los Reyes, el Señor nuestro D-os, para recibir la sentencia final sobre los actos que realizamos durante el año.

Cabe preguntar: Ante esta difícil circunstancia que se nos presenta, ¿quiénes son nuestros abogados?; ¿quiénes defienden nuestros intereses?

Nuestros santos sabios con su refinada sabiduría nos aconsejaron centrar nuestras fuerzas y dedicarnos en estos días especificamente, a la practica de tres preceptos. Ellos, además de poseer la facultad de borrar íntegramente el pecado, también pueden anular los malos decretos a los que ya nos hicimos merecedores. Como abogados son infalibles y como defensores invencibles.

Claramente lo expresaron: "El ayuno, el rezo y la caridad anulan el mal decreto" (Midrash Rabá Kohelet 5-4).

El tema requiere un detenido análisis. Si bien es aceptable que estos preceptos (ayuno, rezo y caridad) sobresalen en el terreno de la moralidad y la fe, es difícil comprender su relación con el pecado, pues, ¿qué particularidad poseen que por su medio se expía el pecado?. Además, ¿por qué los demás preceptos como los son: El cuidado del Shabat, el Tefilín, el Kashrut, etc. no tienen la misma fuerza de anular los malos decretos?.

Podríamos explicarlo de la siguiente manera.

Estos tres preceptos contrarrestan especificamente los tres móviles que incitaron al hombre a cometer el pecado. El ayuno debilita la fuerza corporal y mitiga el entusiasmo y el vigor que se empleó en el acto del pecado. El rezo recubre la falta de fe que hubo en el momento de cometerlo, y la caridad reordena la escala de valores, haciendo del medio, medio y de la finalidad, finalidad. Expliquemos uno a tino.

AYUNO: Relata el Profeta en Melajím. En ese entonces el pueblo de Israel pecó contra D-os adorando a los ídolos. Se dejó arrastrar tras las pasiones del Rey Aj-ab y su esposa, la Reina Izebel, quienes, además de colocar ídolos en cada esquina de Jerusalém, persiguieron cruelmente a los profetas de D-os para aniquilarlos. Este terrible acoso maquiavélico, tenía como propósito erradicar la fe monoteista, de los corazones de Israel e implantar formalmente el servicio y la sumisión a la idolatría. El profeta Eliahu, quien en esa época fungía como mensajero de D-os, luchaba incansablemente en contra de Aj-ab y sus secuaces, desnudando por un lado a los "sedicentes profetas", y por el otro, infundiendo en el pueblo la fe milenario, la fe que los había mantenido hasta ese entonces como pueblo. Cuando se enfrentó Eliahu con Aj-ab, además de culparlo categóricamente por descarriar al pueblo, le anunció la decisión de D-os de no mandar las lluvias. Relatan los versículos: "Entonces, Eliahu el Tishbita de los habitantes de Gil-ad dijo a Aj-ab: Vive el Señor, D-os de Israel, delante de quien yo sirvo, que no habrá en estos años ni rocío ni lluvia, sino conforme a mi palabra" (Melajím I-17/1).

Con esta advertencia, Eliahu supuso que Aj-ab daría su brazo a torcer; sin embargo, éste se empecinó y continuó difundiendo la idolatría en el seno de Israel. El hambre había comenzado a hacer estragos dentro del pueblo, los ríos se secaron, los sembradíos se perdieron y los animales morían frente a los ojos de sus dueños, sin que éstos pudieran hacer nada para salvarlos. Después de tres años de sequía, volvió Eliahu a enfrentarse con Aj-ab, más esta vez era solo para ofrecerle un desafío abierto frente a los ojos de todo Israel. Le dijo Eliahu: "Ve y reune a tus profetas en el monte Carmel, yo pues, estaré solo frente a ellos. Ambos acercaremos un sacrificio en el altar, y será el D-os que responda por medio del fuego (que consuma al sacrificio) el verdadero D-os". Aj-ab, que se sentía presionado por el pueblo, pues de hecho no había caído una sola gota de agua durante los tres años, tuvo que aceptar forzosamente el desafío.La prueba se llevó a cabo y D-os contestó al sacrificio de Eliahu. El pueblo reconoció la supremacía de D-os, mataron a los profetas falsos e inmediatamente comenzó a llover, volviendo el pueblo a su estado de normalidad.

Preguntaron los santos exégetas: ¿Por qué se esperó Eliahu tres largos años para comprobarle al pueblo, que D-os es el único que gobierna en el universo?. Si de todos modos tenía planeado hacer el reto, ¿por qué no lo hizo desde un principio, evitándole a Israel todo ese sufrimientos?.

Es que mientras el cuerpo esté en estado de placidez, mientras se le satisfagan todos sus deseos y pasiones, el hombre jamás verá la verdad claramente; jamás comprenderá los perjuicios que se le avecinan y lo desestabilizan. Un cuerpo sosegado bloquea la razón y el juicio recto, y ello le impide al hombre juzgar la realidad con parcialidad. Así pues, lo confirma el versículo que reza: "Mas cuando engorda Yeshurún (Israel) entonces desecha a D-os su hacedor...... (Debarím 32-15).

Por esa razón esperó - Eliahu tres años, consideró que durante ese lapso, el pueblo ya se apartaría de la idolatría; se desprendería del materialismo en que estaba inmerso y entonces comprendería la grave situación por la que estaba pasando.

Esta es la razón del ayuno, y de esta manera, se repara el primer móvil que llevó al individuo a rebelarse contra su creador. El hombre cometió el pecado porque su cuerpo estaba satisfecho, tranquilo, lleno de energía. El ayuno en cambio, debilita al cuerpo, lo apacigua, le regulariza los sentimientos; a la vez que lo llama a la toma de conciencia; a la mejora de conducta, y ello, definitivamente, le facilita en parte, la difícil tarea ,que "significa retornar a D-os con sinceridad.

REZO: El fundamento del rezo es la Fe. Al orar, el hombre acepta categóricamente que su vida, sus actos, su sustento y su salud dependen de la voluntad del Creador del universo; a El se somete y en El. deposita su esperanza. En relación con el tema del rezo, comenta el Midrash Rabá (Matot 22-2): "Cuando D-os pidió a Moshé que vengara a los hijos de Israel de los Midianitas, Moshé reunió treinta y seis mil soldados y los dividió de la siguiente manera: Doce mil cuidaban los campamentos, doce mil rezaban y doce mil, guerreaban".
Resulta diffcil comprender la necesidad de los doce mil orantes, pues, si el origen de la guerra estaba basado en la orden Divina, y así como le dictó D-os: "Venga a los hijos de Israel"; ¿para qué era necesario que rezaran por su triunfo?.

Aquí se encierra el secreto de la fe.

Si no estuviera el grupo rezante, los soldados podrían llegar a pensar en un momento dado, que ellos fueron quienes ganaron la guerra con su fuerza; que gracias a su valentía y estrategia, lograron derrotar al enemigo. Por esa razón, en ese preciso momento, mandó Moshé al grupo rezante, con el propósito de reforzarles el principio de que: "El éxito y la proeza provienen solamente de D-os, el Rey del Universo". El hombre es solo el mensajero, más quien gana las guerras es la supremacía del amo del mundo. En el momento de cometer el pecado, el hombre olvida los principios de la fe; omite en forma indirecta la autoridad de D-os, pues, si reflexionaría un momento antes de cometer la falta, no la haría; bien sabría que D-os está observando y escribiéndolo en el libro de las deudas. Esta falta de fe se sana con el rezo, y de ésta manera se enmienda el segundo móvil que llevó al individuo a la rebeldía. Por medio de la oración, el hombre vuelve a aceptar el dominio de D-os en el universo; le pide perdón y lo implora que le de fuerzas para no repetir la misma falta.

CARIDAD: Cuando D-os puso a Adam el primer hombre en el jardín del Edén, le ordenó que lo cultivara, que lo cuidara, que sirviera solo a su creador y se deleitara con el resplandor de la Divinidad. Adam desaprovechó la oportunidad, se dejó seducir por Javá; ignoró la orden de D-os y comió del árbol de la sabiduría. D-os inmediatamente lo castigó, lo expulsó del jardín y lo maldijo: "Con el sudor de tu frente comerás pan" (Bereshit 3-19).

Analizando a fondo el suceso, surgirá la siguiente interrogante:

Si el objetivo de D-os era que Adam permaneciera en el Edén y lo sirviera; ¿para qué entonces lo expulsó del jardín?; de esta manera menos lo serviría, pues al estar más alejado, menos reconocería Su poderío y magnificencia. En su caso, le hubiese dado cualquier otro castigo aleccionador que le sirviera como instructivo para su conducta; ¿dónde se encuentra en ésta sanción la proporción a su falta?

La intención de D-os fue la siguiente:


Estando Adam en el Edén confundió la escala de valores. La meta era apegarse a D-os, servirlo con devoción y deleitarse con el resplandor de la Divinidad. Los árboles del jardín eran solo su medio de existencia. En ellos, no tenía que ocupar su mente, su tiempo y su sagacidad; y sin embargo, Adam se equivocó, comió del árbol del bien y el mal. Invirtió los valores, e hizo del medio una finalidad. Para remediar esa anomalía, D-os lo expulsó del jardín a la tierra de donde había sido sacado, a fin de que trabajara la tierra con sudor y esfuerzo; con perseverancia y esmero, y comprendiera finalmente que, los frutos que habría de cosechar le servirían solo como instrumento para servir a D-os. De haber permanecido en el Edén, Adam jamás hubiese comprendido su error, pues, para su suerte, ahí dentro todo lo tenía, de todos los privilegios gozaba; lo que deseaba lo obtenía con facilidad y abundancia.

La expulsión, fue precisamente la que lo llevó a meditar sobre su estado. La lejanía del paraiso era la mejor opción para que supiera distinguir entre los valores, ahi fuera haría de la finalidad, finalidad y del medio, medio. En el momento de cometer el pecado, el hombre confunde la meta. Obedece y satisface sus deseos corporales haciendo a un lado la voluntad de D-os.

El acto de la caridad remedia esta irregularidad. El hombre invierte mucho esfuerzo para ganar dinero. Sus sueños, anhelos, desvelos y meta, son asegurar su futuro económico y el futuro de sus hijos. Al entregárselo al pobre como caridad, convierte la finalidad, -de acuerdo con su concepto- en medio. El ceder y desprenderse de lo que considera ideal y significativo, lo hace entender que el dinero no es la finalidad, por el contrario, solo es un medio que lo hace merecedor del mundo venidero. Estos días de reflexión deben llevamos a mejorar nuestra conducta y elevar el nivel de nuestro estado espiritual.

La mejor defensa que podemos presentar ante el Juez Supremo en el día de Kipur es, precisamente, la practica esmerada de estos tres preceptos (el ayuno, el rezo y la caridad), los cuales, además de dejamos fabulosas ganancias espirituales, sin duda alguna, nos servirán como soporte para salir triunfantes del temeroso juicio.

(selección extraída del libro "Fechas y conmemoraciones" por Shelomo Sued, © Shelomo Sued)

http://www.tora.org.ar/

No hay comentarios:

Publicar un comentario