miércoles, 16 de septiembre de 2009

Rosh Hashana לשנה טובה ומתוקה תיכתבו(IX): Reflexión previa a Rosh Hashaná

El punto intacto…donde comenzamos a sanar


En Rosh Hashaná, se arma una teoría con bases importantes para aquel que quiera lograr un equilibrio entre su mundo físico y su mundo espiritual.

En la Torá, Najmánides dice que la creación es a partir de la nada, ex nihilo, cuya importancia es que si tiene principio va a tener fin, o sea que la creación tiene sentido, porque un plan tiene que tener un inicio y un objetivo. Esto contradice a los griegos, como por ejemplo Tales de Mileto, que afirmaba que el mundo proviene del agua, y a nadie se le ocurría preguntarle de donde viene el agua.
La contradicción es que cuando abrimos los libros de Luzzato, dice que desde el cielo le permitieron revelar lo que al Arí Hakadosh no le permitieron, recordando que este no escribió nada, sino que lo que enseño lo escribió su alumno, Rabí Jaim Vital.

Luzzato dice que el mundo empezó mucho antes que lo que marca la Torá, antes de esto hay un proceso que comienza con la contracción del mundo, esa contracción deja una luz tenue, una presencia de una ausencia, y genera un espacio donde ahora sí el mundo se puede crear.
Cuando D´ ocupaba todo el espacio a partir de la luz de la divinidad nada podía existir a su lado, cuando él se contrae genera un ocultamiento de esta luz. (la palabra olam tiene la misma raíz que nehelam, que significa desaparecer)

Tomando en cuenta que el objetivo es crear un mundo material donde el hombre pueda existir, generar un pacto entre el espíritu y la materia, primero se generan vasijas, que son luz materializada, menos pura, y frente a la luz en estado de pureza empieza la materia.
Todo este proceso es, como dirían los sabios, una semana antes de la creación del mundo descripto por la Torá.

Estas vasijas están identificadas con las sefirot, las cuales van recibiendo luz, pero como no generan una agrupación de sefirot y no participan de modo colectivo, sino que cada una quiere determinar su propia energía, reciben demasiada luz y se rompen.

En el primer versículo de la Torá comienza la corrección de lo que se destruyó en los mundos espirituales anteriormente, por eso los sabios cabalísticos van a decir que la palabra Bereshit es la misma raíz que la palabra briut, salud.

En esa identidad de raíces idiomáticas, breishit y briut, se unen significados, por un lado la semana anterior a la creación como nosotros la conocemos, y por el otro la creación de los seis días del mundo, tal como la Biblia los describe.

Estos sistemas no se contradicen, se complementan.

Lo que vemos es que la creación del mundo implica corrección, según esta perspectiva, nuestra vida busca corregir a cada paso. No empiezo en una hoja en blanco, lo hago en una hoja que ha sido borrada, estoy trabajando con un pasado que incluye la ruptura de las vasijas.
La luz divina no actúa en el mundo, sino que trabaja a partir de ciertos filtros energéticos que son las sefirot. Según los sabios estos filtros se encuentran también en cada uno de nosotros.
La sefirá llamada keter se refiere, en mi persona, a mi voluntad, la sefirá de jojmá se refiere a mi capacidad de anulación positiva, la biná corresponde a la alegría, el jesed con el amor, el maljut con la humildad, el hod con la integridad y el iesod con la verdad.

La única importancia de estas sefirot es que en nosotros también encontramos estas etapas energéticas, si no logramos generar que nuestras energías trabajen en conjunto generamos vasijas que salen al mundo y se quiebran, nosotros estamos todo el tiempo recibiendo luz, interactuando con el medio.

Cualquier persona puede matar mi integridad, quitarme la alegría, despreciar mi amor, etc. Lo que me está pasando es que no estoy preparado para enfrentar la luz que recibo y por consiguiente mis vasijas se rompen.

Nosotros salimos al mundo e interactuamos con él, y acá se ve una realidad interna y una externa. Yo salgo por un andén muy angosto y recibo por uno muy grueso y hondo. Todo el tiempo estamos expuestos a la luz que viene de afuera, y si yo no he trabajado mi alegría, y tengo culpa al estar contento, la vasija de la alegría a la que puedo llegar a través de la Biná ya está agrietada, y tengo un problema.

Cuando esa vasija no responde a la voluntad que está por encima, ni al temor que está por debajo, no trabajan juntas. Soy un montón de energías mezcladas, respondo a fuerzas internas que funcionan sin dominio.

Esa luz permanente que recibimos desde el nacimiento hasta la muerte viene desde la realidad, y nosotros la aceptamos, no podemos cerrar la ventana.

Vivimos trabajando con antenas que captan toda irradiación que viene de afuera hacia adentro, y nuestras vasijas sufren traumas muy serios, a veces parecen estar íntegras, y otras destrozadas.
Nosotros vivimos en un derrumbre de vasijas permanente, nadie puede decir que nunca atentaron contra su voluntad, ni le aplastaron la alegría, ni le vendieron orgullo por humildad y él no la compró.

El que lo reconoce está partido en dos. Si no junta pedazo por pedazo y la vuelve a armar está condenado a seguir profundizando su grieta. A veces ama, pero se siente inseguro, trabaja su humildad, pero no sabe cuál es la verdad de su vida. Así no logramos nada, porque arreglamos una parte y se quiebra otra.
Para solucionar esto tenemos que hacer un riguroso balance, nadie puede vivir sin amor ni humildad, que en nuestro lenguaje significa conocer mi lugar.

No se puede vivir sin alegría, pero antes debe poder ejercerla, no como una reacción de cosas que le pasan, sino como un ejercicio propio. Me estoy refiriendo a la alegría que tiene que ver con un trabajo personal, a pesar de lo que me pasa estoy alegre, porque mi alegría no se toca, es mía, y lo mismo pasa con la humildad y el amor, no dejo de amar por lo que me hacen, pobre de aquel que solo conoce el amor que depende de cómo uno actúe.

Pobre de aquel que no tenga una verdad propia, aunque contradiga a los demás y me quede solo.
El que no tiene una integridad trabajada es asesinado de afuera, lo primero que hace el mundo es destruirte la integridad, hoy podemos decir que la mayoría de nosotros no cree en nada.

La pregunta es cómo se hace para solucionar el trauma en el que estamos. El hombre moderno es un improvisado espiritual que confunde sus energías, no tiene dominio de nada. Esa melancolía con la que nos movemos, ese orgullo falso que a lo mejor es pedantería son columnas de un edificio, cuando están flojas el edificio termina cayendo, nosotros nos movemos con un edificio caído.

La pregunta es cómo se sale de este tema, y acá está el punto de salud mental, que probablemente sea el modelo de salud espiritual que proviene de la Torá, y me gustaría llamarlo el punto intacto. Por más que un edificio alto se derrumbe, en su base hay algo que queda intacto, y todo cae sobre eso. Nuestros sabios dicen que hay un hueso en el cuerpo que se llama lus, y nunca se desintegra. A partir de este hueso el hombre se va a reconstruir cuando venga el Mesías y resuciten los muertos.

Ese punto exacto es lo que nosotros, en nuestro sistema de autoconocimiento, hemos llamado voluntad primaria. Esta voluntad es el punto intacto bajo la montaña de basura o de voluntades secundarias y aprendidas, el que pueda entenderlo tiene un tesoro para empezar esperanzado el próximo año.

Nosotros dividimos las voluntades en voluntad secundaria o aprendida y voluntad primaria o esencial, y tenemos cinco parámetros para llegar a esta última. Si una persona estudia ingeniería lo hace por voluntad, pero este estudio no responde a una voluntad primaria, nosotros por ejemplo manejamos parámetros de permanencia, la voluntad primaria perdura a lo largo de mi vida, por ejemplo el pintor, que puede llegar a interrumpir su arte pero cuando pueda retomarlo lo hará.

Otro parámetro tiene que ver con la sensación de vacío interior. Aquella persona que satisfaga todas sus voluntades aprendidas del medio puede igualmente sentirse vacío, mientras que una persona que ejerce su voluntad esencial, aunque haya fracasado en su tarea de voluntades aprendidas, puede sentirse con una paz interior muy grande.

El tercer elemento indica de donde proviene, si mi voluntad viene de adentro para afuera o de afuera para adentro. Toda voluntad tiene un origen, hay que reflexionar y determinar si llegó a mi persona porque alguien me lo propuso o realmente nace en mi persona y a partir de mí la desarrollo.

El punto intacto se puede aplicar a todo, aunque me destruyan la voluntad, yo puedo, con mucho trabajo, llegar a mi punto intacto y a partir de ahí reconstruirla.

No puedo reconstruir sobre un edificio destruido, porque se me va a caer nuevamente. Para reconstruir una pareja también hay que buscar el punto intacto, porque quizás no se entienden en algún piso, pero el punto siempre está.

El equipo de rescate es tuyo, la responsabilidad recae sobre cada uno, pero necesitas una sabiduría. Un buen maestro es aquel que te indica el camino hacia el punto intacto, no el que te dice dónde está. Cada cual puede encontrar SU punto, aunque yo lo mire no lo voy a encontrar.

Este punto primario en realidad es la esencia de cada uno, y a partir de ahí podemos reconstruir.

Extraído de material de clase del Rab Daniel Ben Itzjak y editado por Ruth Shira

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