jueves, 17 de septiembre de 2009

Rosh Hashana לשנה טובה ומתוקה תיכתבו(X): VIENDO LAS COSAS DESDE EL OTRO LADO DEL MOSTRADOR

Nos ocurre en distintos órdenes de la vida. En cierto momento vivimos una situación percibiéndola desde un ángulo, mientras que más tarde nos toca observar aquella misma circunstancia desde una perspectiva opuesta. El mismo escenario que creíamos ya conocer, habiéndolo abordado desde una posición, se ve tan distinto cuando debemos hacerle frente con un enfoque alternativo.

Por ejemplo: No es lo mismo cuando uno encara a sus propios padres, que cuando uno mismo ya es padre y ahora debe enfrentar a sus hijos...
¡¿Podemos, acaso, creer que en algún momento de nuestra vida habíamos sido capaces de comportarnos de aquel mismo modo que ahora recriminamos como “objetable” y “aberrante” cuando los protagonistas son nuestros hijos?!
Tampoco es lo mismo ser cliente que ser proveedor. Muchas veces (¿o casi siempre?) tenemos una conducta totalmente opuesta si nos toca un rol o el otro...

Lo mismo se podría decir de los maestros que fueron alumnos en algún momento de sus vidas, y - ¿por qué no? - no es raro que los políticos que están en la oposición actúen totalmente diferente ahora - que cuando ellos están en el poder: un día prometen y al otro día recriminan...

¿Y ahora?
Estamos frente a un nuevo Rosh HaShaná: nos presentamos en carácter de “clientes” - frente al mostrador de D”s. ¿Podemos intentar un ejercicio mental?

Desafiémonos (si estamos dispuestos a hacerlo): ¿por qué no fantasear e imaginar como si nos “pusiéramos en el lugar de D”s” - cuando nos presentamos ante Él con nuestros pedidos especiales de Rosh haShaná?

Pregunta Ud. justificadamente: “¿Para qué haría falta hacer eso?”

Bien. No es imprescindible, solo que nos daría la oportunidad de mirarnos tal como somos vistos “desde el otro lado del mostrador” y de ese modo ser algo más sinceros al momento de abrir nuestros Majzorim (libros de rezo de las Fiestas).

Pues nuestra capacidad de pedir lo que creemos necesario es limitada. Rezamos fervientemente por lo que creemos que es lo mejor para nosotros. Pero... ¿quién realmente sabe lo que es bueno, en medio de esta miopía de ver únicamente lo inmediato y sin saber qué ocurre detrás de las cortinas en las cuales se teje el futuro que puede ser tan, pero tan diferente a lo que pudimos imaginar? Y así, ignorando lo que para D”s es real, pedimos lo que en nuestra corta mente decidimos que “debe” ser. ¿Cómo llegué a esta clase de reflexión?

Hay una ponderación del Rav Daniel Movshovitz sz”l (HaShem yikom damó - fue asesinado por los nazis en el Holocausto) de Kelm. En el rezo de Avinu Malkeinu (nuestro Padre, nuestro Rey), que en la liturgia ashkenazí tiene un papel importante, entre los numerosos pedidos que lo componen leemos uno que no se comprende a primera vista: “Avinu Malkeinu, Inscríbenos en el libro de los Zejuiot (méritos)”.

Esta frase está inserta entre otros ruegos, tales como el de estar inscripto en los libros de la vida, del perdón y del bienestar. La pregunta evidente que surge, es: Uno puede entender que se le pida bienestar y perdón a D”s, pues Él y solo Él es Quien los otorga. Sin embargo, ¿cómo se puede pedir estar inscripto en el libro de los méritos? ¿No somos, acaso, nosotros, los que debemos producir aquellos méritos mediante nuestras acciones?

La respuesta que da, nos revela una manera de pensar totalmente distinta a la que estamos acostumbrados: Lo que pedimos en esta frase, es que D”s nos presente oportunidades de realizar Mitzvot (preceptos, deberes) y de ese modo lograr plasmar y acumular más mérito. Es decir, que todas las situaciones de adversidad con las que nos enfrentamos a diario, en lugar de considerarlas nocivamente como tales, juzgarlas - al contrario - como circunstancias creadas por D”s para darnos el medio de crecer espiritualmente con ellas.

Mirando nuestro entorno y sus coyunturas desde esta óptica, uno está - en realidad - observándolas desde el otro lado del mostrador, como adelantamos al comienzo de este capítulo.
El Ba’al Shem Tov citaba una parábola para describir esta situación. Un papá quiere enseñar a su bebé a caminar. A tal fin lo para delante suyo y lo suelta por unos segundos. El bebé intenta acercarse al papá para sentirse seguro al sujetarse de él, pero le cuesta aún alternar los pies para caminar. Después de realizar un esfuerzo mental y espontáneo y estar a punto de aferrarse a su padre, este se aleja unos pasos para que el bebé repita el ejercicio. Visto desde el ángulo del bebé, no se entiende: “¿Por qué papá se aleja cada vez que lo busco?” Sin embargo, el objetivo del padre es claro: Quiere que su hijo camine.

La mayoría de nosotros tenemos incorporado en nuestro intelecto que el objetivo principal de la Tefilá de Rosh HaShaná es pedir - en este gran día en el cual se adjudican los recursos (para todos los países en general y para cada uno en particular) - aquello que creemos necesario para nuestra vida. Habitualmente los seres humanos solamente nos percatamos de lo que creemos que nos falta - precisamente porque falta. Sin embargo, si fuéramos más concientes, reflexionaríamos y llegaríamos a la conclusión de que aun aquello que (a D”s gracias) “funciona bien” - razón por la cual nos olvidamos de agradecer y pedir que “siga funcionando bien” - es gracias a la Asistencia Di-vina, motivo por lo que debemos apreciar y rezar por nuestra vida, tranquilidad, salud, inteligencia, gracia a ojos de las personas, sustento material, etc. aun si “todo anda bien”.

Sin estos nuestra vida, simplemente, no funciona.

Sin embargo, debemos ir un paso más y reconocer que, no obstante, estos solamente son recursos: medios para poder acceder al cumplimiento de un propósito ulterior. Desafortunadamente, poca gente vive con la idea de un objetivo claro - parcial o general. Gran parte de nuestra vida pasa por la preocupación de sobrevivir más que la del mismo vivir.

Cuando vamos a comprar en el supermercado, a solicitar un crédito o cualquier cosa que vayamos a gestionar en cualquier instancia, está implícito que lo que pedimos o adquirimos está relacionado con un objetivo preciso. Aquella intención es la que va a determinar cuándo y cuánto necesitamos.

Con la misma lógica, los pedidos y rezos de Rosh HaShaná no pueden estar divorciados de la realidad de aquello que proyectemos para la vida.

Todo esto puede ser muy racional en el día a día, pero cuando nos acercamos al Majzor y estudiamos el texto de lo que vamos a rezar en Rosh HaShaná, nos encontramos con una gran sorpresa: muy poco está dedicado a pedidos personales puntuales.

Por otro lado, lo que sí se repite de varias maneras son pedidos “amplios”: “Que todos los seres humanos reconozcan y respeten la Autoridad de D”s y acepten que todos fuimos creados por D”s..., armonía entre la humanidad, reconocimiento para el pueblo de Israel, alegría para los justos cuando se acabe la maldad en el mundo...”.

En hebreo, el término con el cual se denomina esta aspiración, es “Maljuiot”, o sea, coronar al Todopoderoso mediante nuestro reconocimiento absoluto y nuestro cumplimiento de Sus leyes.

¿Existe relación entre ambos temas: lo personal y lo universal - lo propio y lo cósmico - el plan particular y el programa de D”s?

La respuesta es afirmativa. Nuestro “pequeño” proyecto personal no puede ni debe estar alejado del Gran Sistema por el cual D”s creó el universo en primer lugar.

En la medida que intentemos observar el mundo desde la perspectiva por la que D”s lo creó, también veremos cómo nosotros mismos somos parte de aquel plan, e intentaremos ubicarnos proporcional - y adecuadamente. Claro es: dejando un espacio merecido para “los otros” que fueron creados - al igual que yo - como parte de ese magno plan.

Y sí: la Tefilá, entonces, cobrará otro sentido.

Rab. Daniel Oppenheimer

http://www.ajdut.com.ar

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