viernes, 2 de octubre de 2009

SUCOT(IX): La alegría de Sucot

Pese a que el precepto indica regocijarse en todas las festividades, durante la fiesta de Sucot el regocijo era extremo en el Templo, como está escrito: “Os regocijaréis ante el Eterno, vuestro D-s, siete días (Levítico XXIII, 40). ¿Cómo se hacía? En la víspera del primer día de fiesta instalaban en el Templo un lugar para las mujeres en lo alto y para los varones abajo, para que no se entremezclaran unos con otros, y comenzaban a alegrarse desde la finalización del primer día de fiesta. Y así en cada uno de los días de Jol Hamoed: Comenzaban después de haber ofrendado el sacrificio diario después del atardecer, y seguían alegrándose el resto del día y toda la noche.
¿En que consistía el regocijo? Sonaba la flauta, tocaban arpas, liras y címbalos, y cada cuál tocaba el instrumento que sabia ejecutar. Los que solo sabían cantar con su boca, lo hacían. Danzaban, palmeando las manos y pataleando, cada cual lo mejor que sabía, y entonaban himnos y alabanzas. No obstante, ese júbilo no estaba permitido en Shabat ni en primer día de fiesta.

Es un precepto celebrar lo posible ese júbilo. No lo festejaban los ignorantes, ni el que quisiera, sino lo más grandes sabios y estudiosos judíos, los jefes de academias, los miembros del Sanhedrín, los ancianos, los hombres piadosos, y los de buenas obras. Ellos eran quienes bailoteaban, palmoteaban, tocaban y se regocijaban en el Templo durante la fiesta de Sucot; pero todo el pueblo, hombres y mujeres, venían todos a ver y a escuchar.

La alegría de una persona de cumplir los preceptos y de amar al D-s que los dictó, es una gran manera de servir a D-s. Quienquiera que se abstenga de esta alegría, merecerá castigo, pues está escrito: “Porque no serviste al Eterno, tu D-s, con alegría y el corazón contento” (Deuteronomio XXVIII, 47. El que por arrogancia insiste en preservar su dignidad en esos lugares, es un pecador y un estúpido, contra el cuál nos previno Salomón, que tiene escrito: “No te des aire delante del Rey” (Proverbios XXV, 6). Por otra parte, el que se rebaja y se toma a sí mismo a la ligera en esos lugares, es realmente grande, honroso, y sirve a D-s por amor. Así dijo David Rey de Israel: “Me haré aún más insignificante que eso, humillándome en mis propios ojos” (II Samuel VI, 22). No hay grandeza ni honra verdaderas sino las que se alcanzan regocijándose ante el Eterno, pues está escrito: “El Rey David brincaba y bailoteaba delante del Eterno” (II Samuel VI, 16). (Leyes del Lulav, Cáp. 8)

El camino recto es de la medida intermedia en cada uno de los rasgos que son propios del hombre, o sea, el rasgo que dista igualmente de ambos extremos. Es por ello que los antiguos sabios ordenaron que el hombre calculara y dirigiera siempre sus preferencias por la vía intermedia para mantener la salud de su cuerpo. ¿Cómo hacerlo? Pues no siendo un iracundo fácil para la cólera ni como un muerto insensible, sino lo intermedio: encolerizarse solo por cosas grandes que merecen la cólera, para que no se vuelvan a repetir. Igualmente no apeteciendo sino las cosas que el cuerpo necesita, y sin las cuales no se puede vivir, como está escrito: “El hombre justo, come para saciarse” (Proverbios XIII, 25). También no afanándose en su trabajo sino para alcanzar lo que le es menester para su sustento, como está escrito: “Al hombre justo le viene bien lo poco que tiene” (Salmos XXXVII, 16). Así no se ha de escatimar demasiado ni prodigar el dinero, sino dar caridad de acuerdo a sus medios y prestar razonablemente a quien lo necesite. No se ha de ser liviano y despreocupado ni lúgubre y taciturno, sino estar siempre placenteramente alegre y con expresión acogedora. Así los demás rasgos. Está es la vía de los sabios. Todo hombre cuyos rasgos son intermedios y alejados de lo extremo, es un sabio.
(Leyes Éticas Cáp. 1:4)


¿Qué entiende la Torá sobre la alegría?


Todos los años pasamos por las mismas etapas: Elul con Shofar, Slijot, Rosh HaShaná, Shmini Atzeret y Simjat Torá.

Entendemos que la festividad de Sucot viene a continuación de Iom Kipur y por otro lado, sabemos que Sucot a una de las tres fiestas catalogadas como las tres fiestas del peregrinaje (Pesaj, Shavuot y Sucot) en los cuales los judíos convergían en Ierushalaim para festejar en conjunto y traer sus ofrendas. Así mismo, las tres fiestas tienen relación por la llegada de la cosecha y la recolección de los frutos respectivamente.

¿A cuál de los dos pertenece?

Rosh Hashaná, tiene asignados en la Torá , un solo día en cambio Sucot tiene un período de tiempo que representa un ciclo (una semana).

Aparentemente el significado de Sucot (nuestra alegría) requiere más tiempo y dedicación.

¿Será tan difícil la elección?

Preguntaron al Gaon de Vilna, ¿cuál - en su criterio - era la mitzvá más difícil de observar? Contestó: Estar alegre ininterrumpidamente los 8 días de Sucot.

Al margen de todo esto ¿cómo se puede “ordenar” a una persona estar alegre? ¿Acaso es posible obligar una persona a sentir un estado anímico? ¿Y si las cosas no van como uno desea?

¿Qué entiende la Torá sobre la alegría?

Simja, es uno de los ocho sinónimos, que el idioma hebreo tiene para determinar un estado anímico.

Simja – a diferencia de los demás, es un estado constante de alegríaque no depende de los factores externos coyunturales, que varían, no requiere estímulos de ninguna índole, ni bebidas alcohólicas, ni chistes, ni música, ni bailes. Simjat, es producto de una reflexión intelectual.

Esta reflexión está relacionada, con la comprensión de que HaShem bendito, vela y esta cercano, unido a nuestro destino individual y colectivo y que nada sucede si no fuese aprobado por Él.

Si es así, lo contrario de la Simja, sería la incertidumbre, la ansiedad, la preocupación la angustia por el futuro, la frustración, porque las cosas no van como uno quiere, el ver que no se puede determinar el futuro, ni siquiera el más cercano ni el más inmediato.

Bitajon (seguridad), en cambio, es la tranquilidad íntegra de quién confía plenamente en HaShem.

Hablando de Sucot, la Torá nos ordena no solo alegrarnos durante la fiesta, como cita la Torá: ... y te alegrarás en tu festividad..., sino que nunca debemos valernos de medio externos nosotros y nuestras familias para estar alegres.

¡No olvidemos!

La Shejina, Divina Providencia reside solo en un corazón simple y alegre.


http://www.torahenfamilia.com/

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