jueves, 1 de octubre de 2009

SUCOT(VIII):Sucot...una vivencia

Una particularidad de Sucot que complejiza su explicación es que básicamente Sucot, no tiene nada que ver con una comprensión simple del texto bíblico, sino que toda su esencia apunta a otro lado.

Detrás de Pesaj, a nivel simple, hay un acontecimiento histórico claro que es la salida de Egipto; detrás de Shavuot, hay otro acontecimiento importante que es todo lo referente a la entrega de la Torá en el Monte Sinaí; detrás de Januka, está la victoria de los Macabeos; detrás de Purim, está la salvación del primer holocausto histórico; etc., etc.

¿Qué hay detrás de Sucot, desde una perspectiva llana?

Si la respuesta desde lo simple es que el pueblo de Israel se sentó en cabañas después de que salió de Egipto, ya sabemos que en realidad, este hecho ya había sucedido en Pesaj, por lo tanto, no hay ninguna razón para que nosotros seis meses después (de Pesaj) festejemos Sucot como la fiesta de las cabañas en el 15 del mes de Tishréi.

O sea, Sucot no se corresponde con la lectura simple del texto bíblico.

Vamos a tratar avanzar por alguna de sus facetas, con la dificultad de que es una festividad muy lejana al pshát (nivel llano de interpretación de la Torá).

El Gaón de Vilna, nos enseña que existen únicamente dos mitzvot, que se cumplen con todo el cuerpo, con toda la existencia de la persona.

Por ejemplo colocarse Tefilím, es una mitzvá que el hombre la cumplo con la cabeza y con el brazo; respecto de comer Matzá, la ingiero, etc.

Pero las dos miztvot que se cumplen con todo el cuerpo son:

1. Habitar en la Sucá durante los días de Sucot.
2. Habitar en la tierra de Israel, asentarme en ella.

Para tratar de comprender esta relación que marca el Gaón de Vilna, entre la Sucá y el habitar la tierra de Israel, vamos a recordar el calendario hebreo de las festividades:

Empezamos a partir de Pesaj: el 20 % del pueblo de Israel es sacado de Egipto y el objetivo de la salida de Egipto era doble, por un lado recibir la Torá al pie del Monte Sinaí y por otro, entrar a la tierra de Israel.

Más aún, era necesario recibir una Torá que debía ser practicada, ejercida en la tierra de Israel.
No sorprende entonces que Shavuót (la entrega de la Torá), que en realidad es la otra cara de la moneda de Pesaj, no tiene una fecha propia, sino que es el día 50 a partir de la salida de Egipto.

Los sabios místicos nos dicen que, si la generación que salió de Egipto hubiese recibido la Torá en el Monte Sinaí (en Shavuót) y acto seguido hubiese entrado a la tierra de Israel, nunca nos hubiesen podido sacar de allí porque nos hubiésemos apegado de un modo tan esencial a esta tierra que el exilio (geográfico al menos) no hubiese existido jamás.

Sin embargo, los planes se modificaron a partir del pecado del becerro de oro, entonces surge el 17 de Tamúz, y el 9 de Av en donde el pueblo de Israel alcanza su punto máximo de desviación cuando los espías no quieren entrar a la tierra de Israel.

O sea, se podría decir que el intento de salir de Egipto y entrar a la tierra de Israel, falló.

Entonces se declaran los 40 años para que la generación que salió de Egipto muera en el desierto, en pocas palabras, aquellos que salieron de Egipto no entrarían a la tierra de Israel.

Después vienen Rosh Hashaná, Iom Kipur y Sucot.

¿Cómo continua el relato?

Es importante que podamos entender los acontecimientos y los sucesos porque hay un proceso, un camino, un sistema, y en ningún caso se trata de fechas separadas sin ninguna relación entre una y otra.

En los Shlóshet Haregalím (las tres festividades de peregrinación: Pesaj, Shavuót y Sucot), la palabra regalím comparte raíz con la palabra pie (reguel), es decir que, estamos yendo hacia algún lado, nos están mostrando un camino.

Podemos notar que el primer período que planteamos en este proceso de fracaso y de caída, se expresa físicamente con el hecho de que no entramos a la tierra de Israel.

Espiritualmente, la Torá nos relata que los Ananéi haKabód (las nubes que acompañaban al pueblo de Israel a partir de la salida de Egipto) se alejan, abandonándolo con el pecado del becerro de oro.

O sea, la caída incluye la desvinculación o ruptura de la cercanía entre el pueblo de Israel y la Presencia Divina, pues las nubes indican Su presencia.

Esta es la descripción física y espiritual de lo que nos pasa desde la salida de Egipto hasta el 9 de Av.

¿Cómo ingresan Rosh Hashaná y Iom Kipur en este proceso?

Evidentemente, después de una caída tiene que haber un tiempo de análisis, de reflexión y balance, con la intención de corregir.

Identificar el error y corregirlo constituyen el espíritu de esos días.

Históricamente, las Tablas que no recibimos en ese período de caída y fracaso, al fin y al cabo las recibimos en Iom Kipur.

Moshé sube al Monte nuevamente el primero de Elul, permanece en la cima durante 40 días y 40 noches, D'os lo perdona el día 10 de Tishréi y ese es el día del perdón; entonces Moshé baja las Tablas que no logró bajar en el intento que comienza en Shavuot. Por consiguiente, Iom Kipur corrige de algún modo la corrupción del intento que comienza en Pesaj con la salida de Egipto.

Dice el Gaón de Vilna:

· Moshé baja del Monte el día 10 de Tishréi, D-os le indica construir el Mishkán (tabernáculo),

· Moshé se lo anuncia al pueblo al día siguiente el 11 de Tishréi,

· el 12 y el 13 el pueblo trae donaciones para poder construir el Mishkán,

· el 14 se lo prepara,

· el 15 las nubes vuelven y cubren al pueblo de Israel y ese mismo día, el 15 de Tishréi, es la festividad de Sucot.

Sucot, es en realidad, la expresión de corrección de lo que acontece desde Pesaj hasta el 9 de Av.
Sucot corrige lo que se corrompe en el primer intento. Si entendemos el primer intento como el gran fracaso de no poder llegar a la tierra de Israel, a nivel físico, la corrección de esto aparentemente, dice el Gaón, es el poder habitar en la Sucá (cabaña), que es el proceso de corrección o recomposición de lo que no pudimos hacer cuando salimos de Egipto.

Por consiguiente, ahora es posible entender la relación que marca el Gaón de Vilna, que hay dos mitzvot muy parecidas y están íntimamente vinculadas:

1. Habitar en la tierra de Israel.

2. Habitar en la Sucá.

Si el proceso Rosh Hashaná- Iom Kipur- Sucot corrige el proceso Pesaj- Shavuot- 17 de Tamuz- 9 de Av, significa que cuando habitamos la Sucá corregimos el hecho de no poder entrar a la tierra de Israel.

Esta es la primera parte.

¿Por qué la dinámica Pesaj- Shavuot y entrar a la tierra de Israel hubiese cerrado un proceso?, ¿dónde está sugerida la completitud entre estos hechos?

Evidentemente que, cuando se señala que hay un proceso, significa que: si hay 3 puntos en el proceso es porque el punto máximo se alcanza al final y en el primer paso estamos alejados todavía de la proyección; significa que estamos yendo. No obstante, ¿dónde está el defecto de Pesaj, por qué le falta Shavuot y le hubiese faltado entrar a la tierra de Israel?

En la sabiduría de la Torá el mundo viene del silencio y, cuando D'os genera la imperfección, nos da un lugar, un mundo imperfecto para que nosotros lo podamos corregir, o sea, genera la posibilidad de la palabra.

Que el mundo viene del silencio significa que D'os dijo y el mundo fue. O sea, el verbo ya es una creación. D'os habitaba solo y esto incluye el silencio, la palabra es siempre el límite, limita porque cuando selecciono una palabra, dejo afuera todas las demás.

El mundo viene de lo ilimitado, pasa por el límite y va a volver a lo ilimitado.

Frente al silencio la palabra es defectuosa. El mundo viene del silencio, pasa por la palabra y el objetivo es, regresar al silencio.

Pesaj es la fiesta de la palabra, y a partir de poder vivir la palabra, o la enseñanza, de algún modo yo recupero el silencio porque vivo de un modo tal que, marca una continuidad, una relación, una dinámica. Intentaremos explicarlo a partir de un ejemplo:

Cuando un niño aprende a leer, ve conjuntos de letras separadas, cuando una persona ya sabe leer no percibe el límite, lee de un modo fluido y dinámico. O sea que, la salida de Egipto que es la fiesta de la palabra, de la enseñanza, la única fiesta del año donde el que más relata es el alabado, allí en Pesaj estábamos muy lejos de vivir lo que íbamos a recibir en el Monte de Sinaí y cuando decimos que no pudimos entrar a la tierra de Israel significa que, la sabiduría quedó a un nivel abstracto, de enseñanzas sueltas, que no tocaron en ningún caso a la realidad, por consiguiente, no pudieron perder el status de letras sueltas y separadas.

También está escrito que, cuando Moshé rompió las Tablas de la Ley, las letras, las palabras, volvieron a los cielos: si no podían ser ejercidas, no tenían ningún sentido.

Vivir con todo el cuerpo, como dice el Gaón de Vilna, el habitar la tierra de Israel, significa: cuando como e ingiero un elemento, cuando lo incorporo pasa a ser parte de mi vida, cuando la sabiduría se incorpora, pasa a ser un modo de vida y ya no es tal enseñanza o tal palabra, o tal frase, o tal versículo, es un modo que fluye y se transforma en mi persona. No soy una persona que sé sabiduría sino que, soy una persona que vivo la sabiduría.

¿Cómo la Sucá, en este caso, corrige y alcanza el nivel del silencio?

El proceso opuesto a Sucot es Pesaj, esta exactamente del otro lado (6 meses antes).

Si lo entendemos como una dinámica, el proceso de Pesaj termina en Sucot.

En Pesaj lo que se hace es leer la Hagadá. Lehaguid significa relatar, decir, explicar, o sea, todo lo relacionado con Pesaj (lo opuesto a Sucot) es absolutamente detallado y explicado, hay muchísimas leyes minuciosas relacionadas a esto, inclusive el hecho de buscar el jamétz, buscar una miguita en un lugar, otra en otro, es buscar el detalle.

Nos centamos en lo individual, en el detalle, en lo separado, en lo limitado.

Es perfectamente claro por qué comemos matzá, por qué no comemos jamétz, etc., es la fiesta en la que los niños son los principales protagonistas porque hay que explicarles todo y preguntan, etc., es la fiesta didáctica, por naturaleza.

El opuesto de esto es Sucot que es la fiesta del silencio.

Significa (sin entrar en todos los detalles), que si bien los sabios nos explican en los midrashím los arbat haminím (las cuatro especies) que tomamos y el balanceo que hacemos con el etrog (citron), con el lulav (rama de palmera), con el hadas (mirto) y con la arava (sauce), según nuestra lógica esto no tiene ninguna explicación.

Las explicaciones que nos dan son un estuche, un envase, cualquiera que, más o menos ha estudiado algo de Torá, entiende que por detrás de esto hay una relación en la cual existe una profundidad tal que supera la palabra.

El habitar en la Sucá, es una mitzvá que se percibe de un modo vivencial.

Es una vivencia y cómo tal significa que no la puedo explicar; el punto central, elemental de una vivencia es que puedo contar acerca de lo más superficial pero, resulta imposible transmitirla.
Todo pedazo puro de vida es ilimitado, y la palabra, no puede limitar una vivencia ilimitada.
Todo lo que tiene que ver con Sucot es una vivencia.

Entrar a una Sucá es una vivencia, así cómo lo es el habitar en la Sucá durante 7 días, y también es una vivencia el balancear las 4 especies, y, todas las explicaciones que les puedan dar lograrían dar cómo resultado un Sucot revestido de Pesaj, pero el objetivo es ir de la palabra de Pesaj al silencio de Sucot donde lo que ahí sucede es absolutamente vivencial.

Por supuesto hay un contenido, pero es un contenido que lo distingue aquél que salió de Egipto, recibió la Torá en el Monte de Sinaí, no recibió las Tablas de la Ley, cometió el pecado del becerro de oro, fue detrás de los espías el 9 de Av, comenzó su corrección en Rosh Hashaná, la terminó en Iom Kipur, percibió la vuelta de la presencia Divina y la construcción del Mishkán.

Aquél que pasó todo este proceso no necesita explicaciones para poder vivenciar Sucot.

Lo que está por detrás son explicaciones cabalísticas que evidentemente nos superan.

Inclusive el que alguna vez estudió mística judía sabe, que la fuerza de la mística no está en la palabra, sino en la vivencia del mensaje místico que es absolutamente trascendental.

Por eso también el estudio de la mística, es un estudio que se tapa, que se encubre, donde la vivencia es más fuerte que el contenido.

La palabra la necesitamos y la utilizamos básicamente como un medio de comunicación con los otros, o de comunicación con el mundo que sería el pensamiento: cuando me enfrento ante el mundo pienso, intento entender el mundo que me rodea, por consiguiente, surgen en mi mente palabras y cuando me enfrento con un hombre hablo.

O sea, la palabra tiene que ver con la comunicación con el ente concreto, con el ser, donde no hay seres y no hay creación, la palabra no es necesaria.

Si analizamos por ejemplo las leyes para la construcción de la Sucá, vamos a notar que no hay leyes con respecto al piso, muy pocas que tienen que ver con las paredes y lo principal de la Sucá es el techo.

El techo tiene que ver con la comunicación con lo trascendente, con lo que está más allá. Las nubes Divinas que nos cubrían y nos guiaban en el desierto (en realidad la Sucá representa a estas nubes), son la captación de la cercanía de la presencia Divina.

Cuando mi relación con un hombre es lejana (y lo mismo sucede respecto de la presencia Divina), la palabra es más necesaria, cuanto más fuerte es mi relación con el prójimo, la palabra se diluye, sobra. Cuando la relación es íntima, es una relación de fusión, la palabra molesta, es absolutamente necesario el silencio.

Las relaciones verdaderas pueden medirse en base a la necesidad de hablar o a la necesidad de callarnos que tenemos. Una relación verdadera, es una relación cautivada por el silencio, no es necesario hablar para comunicarse con las personas con las que estamos realmente unidos, la palabra molesta, está de más.

Llevemos esto a la Sucá. Si lo principal en la Sucá es la comunicación con la Presencia Divina (representada por las nubes), mi objetivo es alejarme de lo material, salir de mi casa estable e ir a vivir en la sucá, percibiendo la protección Divina. Y si mi comunicación es fuerte, es una comunicación que tiene que aspirar al silencio, y en una relación de silencio, inclusive el pensamiento molesta…( siempre y cuando la relación con la Divinidad se transforme en una relación mínimamente cercana).

Si el objetivo de Sucot es el poder percibir la presencia Divina, o la vuelta de las nubes después que se marcharon el 9 de Av, si el objetivo es una relación cercana, íntima de 7 días de convivencia, el silencio es lo que marca esta relación.

Rosh Hashaná y Iom Kipur tienen que ver con revolvernos en nuestras transgresiones.

La trasgresión básicamente es dañina porque marca un muro una separación entre nuestra persona y la presencia Divina. El pecado genera un exilio entre nosotros y nuestro Creador. La distancia genera tristeza, cuando estamos lejos de quien consciente o inconscientemente necesitamos, si es que amamos, entonces estamos tristes y eso es lo opuesto a la alegría.

En Iom Kipur podemos sentir que nos sacamos de encima todas estas barreras, y otra vez, la Sucá genera la presencia absoluta a partir de la vivencia. Por eso si bien Sucot es el punto máximo a partir de Pesaj, Simját Torá, es el punto máximo dentro de Sucot.

No sorprende entonces, que el punto máximo del año sea la fiesta de la alegría, porque la alegría verdadera también es la máxima expresión del silencio.

La alegría no se puede explicar con palabras, ante todo es una experiencia de completitud, de integridad, de cercanía, de comunicación y con todo esto es una experiencia de soledad.

Y soledad es de a uno, de a dos, o de a diez; soledad aquí también quiere decir fusión, tiene que ver con el haberme quitado de encima el peso de la traición de mi mismo, de mi vida, de mi camino, de mi mapa, de mi plan, o de mi misión, de haber corregido la senda.

Esto genera por un lado silencio, y ese silencio nos lleva al punto máximo que es la alegría.

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