jueves, 29 de abril de 2010

HISTORIAS PARA CONTAR EN FAMILIA (I)

1- Nunca es Demasiado

Una vez, cuando el Jafetz Jaim (Rabí Israel Meir Hacohén, 1839 - 1933) estaba en la ciudad de Viena, una persona distinguida llegó hasta la casa en donde él se estaba hospedando para hacerle una pregunta importante. En ese momento el Jafetz Jaim estaba en medio de su comida, y el dueño de la casa decidió invitar al visitante a comer con ellos, y le aseguró que al finalizar la comida, él le podría hacer su pregunta al Jafetz Jaim.

Mientras tanto, el Jafetz Jaim estaba recitando el Salmo 23, como solía hacer cuando comía. Cuando terminó de decir el último versículo: "Pero la bondad y la benevolencia me perseguirán todos los días de mi vida, y yo me sentaré en la casa de D'os por largos días", el Jafetz Jaim se dirigió al invitado, a quien él no conocía, y le preguntó: "¿No es asombroso que el Rey David diga: 'Pero la bondad y la benevolencia me perseguirán'?, pues comunmente asesinos y ladrones son los que persiguen a la persona, pero ¿cuándo es que la bondad y la benevolencia la persiguen?

"Nosotros podemos aprender de esto" - continuó el Jafetz Jaim - "que a la persona que está ocupada haciendo actos de bondad y caridad, pued e parecerle que la bondad y la benevolencia realmente lo están persiguiendo, puesto qu e para dedicarse a esas obras de bien él debe invertir dinero o debe sacarle tiempo a su trabajo, y su iétzer hará (impulso del mal) intenta convencerlo de que deje de hacer buenas acciones".

"¿Qué es lo que la persona debe hacer entonces?" - volvió a preguntar el Jafetz Jaim, a lo que respondió: "El Rey David le dice al hombre que en ese caso él le debe rezar a D'os para que la bondad y la benevolencia continuen persiguiéndolo el resto de su vida, para que de esa forma él pueda continuar haciendo actos de bondad y caridad. Él debe saber que si él hace eso, entonces D'os le permitirá concretar aquello que es prometido al final del versículo: 'y yo me sentaré en la casa de D'os por largos días'".

Cuando el invitado escuchó sus palabras, se levantó para retirarse, agredeciendo a su anfitrión y lo saludó. El anfitrión se quedó muy asombrado, y le preguntó al invitado por qué es que decidió irse antes de hacerle su pregunta al Jafetz Jaim. El invitado le explicó:

"El Jafetz Jaim me ha respondido sin que yo le preguntara nada. Hace algunos años, yo establecí un guemaj (centro de benevolencia) en mi ciudad, y en esta última época mi mujer se ha estado quejando de que la benevolencia que yo hago con los demás me está causando pérdidas en mis negocios, y que además me saca mucho de mi tiempo. Ella quiere que yo le pase el guemaj a otra persona, pero yo no quiero hacer eso, y es por eso que decidimos preguntarle al Jafetz Jaim qué hacer al respecto. Pero ahora el Jafetz Jaim ha contestado a mi pregunta, diciendo que incluso si la persona ya ha hecho actos de bondad y caridad en el pasado, ésto no es una excusa para dejar de hacerlos, y se debe continuar con ellos. Y es por eso que ahora yo quiero regresar rápido a mi casa para contarle esto a mi mujer".

2. Saber Alegrar a los Demás

Una pareja recién casada llegó hasta la casa del tzadik (hombre justo) Rabí Israel Abujatzira, para recibir de él una bendición para que tuviesen juntos un muy feliz matrimonio. Cuando el Rav escuchó que ellos se habían casado sólo dos días atrás, inmediatamente le pidió a su esposa que prepare una comida especial en honor de ellos, mandó a llamar a varios invitados para que participaran de la fiesta, y además pidió a todas las personas que estaban alrededor que se acerquen a la fiesta.

Durante toda la comida, el "Baba Sali" - como se lo acostumbraba llamar - estuvo con muy buen ánimo, y dijo muchas palabras de Torá y de fortalecimiento para la pareja.

Después de la comida, el hombre quiso darle al Rav Abujatzira dinero, así como era costumbre cuando se visitaba a una personalidad tan destacada, pero el Baba Sali se negó a aceptar el dinero y dijo: "Por el contrario! Tú debes estar con muchas deudas por causa de tu casamiento, y soy yo el que debo darte dinero a ti, y no tú a mí", e inmediatamente sacó una suma de dinero de su bolsillo y se la dió al jatán (novio, recién casado).

3. Pensando Sólo en el Prójimo

Una vez, cuando el Jafetz Jaim era el invitado en la casa del Rabino local, la Rabanit preparó una elaborada comida en su honor, y puesto que estaba apurada olvidó mencionarle a la sirvienta que ya había puesto sal a la sopa y es por eso que la sirvienta también le agregó sal a la sopa, como solía hacerlo habitualmente.

Cuando la sopa salada fue servida al Jafetz Jaim, él no expresó ninguna clase de insatifacción, sino que tomó la sopa hasta la última gota. Por otro lado, el Rabino, al probar la sopa salada mostró un gesto de mal gusto corriendo su plato hacia el medio de la mesa y miró sorprendido al Jafetz Jaim, quien aparentemente no había percibido el fuerte gusto de la sopa.

Calladamente, sin que nadie lo notara, el Jafetz Jaim tomó al Rabino de la manga y le rogó que terminara la sopa y no revelara que estaba muy salada. Él dijo: "Yo imagino que por el apuro en cumplir con la mitzvá de hajnasat orjim (recibir invitados), la sirvienta le puso sal dos veces a la sopa. Si ella se enterara de eso, se angustiará mucho y por otro lado, la Rabanit también se enojaría y llegarían a entrar en una desagradable discusión. No reaccione en absoluto, sino que por el contrario, alabemos la sopa y digamos que estuvo muy rica!".

miércoles, 28 de abril de 2010

Lag baomer - 33 de Omer. HILULA DE RABI SHIMON BAR YOHAI


Lag B’Omer marca la fecha del fallecimiento de Rabí Shimón bar Yojai. Entonces, ¿Por qué es una celebración tan grande?

13 Años en la Cueva

Rabí Shimón fue un sabio grandioso, que vivió durante la conquista romana de Jerusalem, hace 2000 años. Fue uno de los cinco estudiantes de Rabí Akiva que, a pesar de las terribles persecuciones, aseguraron que la Torá no fuera olvidada.

El Talmud (Shabat 33b) describe un evento germinal en la vida de Rabí Shimón:

Cuando los romanos prohibieron el estudio de Torá, Rabí Shimón habló en contra de ellos. Por esta razón, los romanos pronunciaron una sentencia de muerte en su contra, y tuvo que ocultarse.

Rabí Shimón y su hijo Eleazar huyeron a una cueva en la región norte de Israel. No tenían medios de subsistencia, pero ocurrió un milagro; en la cueva brotó un algarrobo y apareció además un manantial de agua.

Rabí Shimón y su hijo no tenían una muda de ropa. Para evitar que sus ropas se gastaran, cada uno de ellos cavó un pozo profundo, se sacaron sus ropas y se enterraron hasta la altura del cuello en la arena (por recato, querían estar cubiertos). Pasaban todo el día sumergidos en el estudio de Torá. Cuando llegaba el momento de rezar, se vestían, rezaban y luego retornaban a la arena.

Rabí Shimón y su hijo permanecieron en la cueva por 12 años, involucrados solamente en el estudio de Torá. Un día, Eliahu el profeta vino a la cueva y anunció que el César había muerto y que el decreto en contra de Rabí Shimón había sido levantado.

Rabí Shimón y si hijo se aventuraron y salieron fuera de la cueva. Vieron unos granjeros judíos trabajando en el campo. Rabí Shimón se sorprendió porque sus compañeros judíos no estaban ocupados continuamente en el estudio de Torá. “¿Cómo puede alguien darle la espalda a la vida eterna involucrándose en propósitos mundanos?”, él dijo. Rabí Shimón miró fijamente a los granjeros, ¡y ellos se vaporizaron inmediatamente!, a causa del poder de la estatura espiritual de Rabí Shimón.

En ese momento una voz celestial proclamó: “¡Mi mundo no existe para ser destruido! ¡Vuelve a tu cueva!”.

Rabí Shimón y su hijo volvieron a la cueva, para aprender mejor cómo controlar sus poderes espirituales. Al término de un año una voz celestial anunció: “¡Sal de tu cueva!”.

Rabí Shimón y su hijo salieron, y de nuevo encontraron personas involucradas en propósitos mundanos. Era viernes a la tarde, y vieron a un hombre corriendo con dos ramos de flores de mirto. “¿A dónde vas con esos dos ramos?”, preguntaron. “Son para honrar el Shabat”, dijo el hombre. “Pero, ¿por qué dos ramos?”, preguntaron. “Uno es por ‘zajor’, y el otro es por ‘shamor’”, dijo, refiriéndose a los dos aspectos de la observancia del Shabat mencionados en los Diez Mandamientos.

En ese momento, Rabí Shimón giró hacia su hijo y dijo: “Ahora veo el poder de un judío y sus mitzvot”. Shabat es un día dentro del mundo físico que nos conecta con la dimensión trascendente. En Shabat, hasta los placeres más físicos - ya sea una deliciosa comida o una siesta - conllevan un grado especial de santidad.

Rabí Shimón Revela el Zóhar

Rabí Shimón continuó hasta convertirse en el maestro de Torá más grande de su generación. Cuando llegó al último día de su vida, llamó a sus estudiantes y les dijo que prestaran mucha atención.

El Zóhar (3:291b) describe la escena:

Rabí Shimón pasó todo el día en un estado profético de conciencia, revelando los más profundos secretos místicos de la Torá. Le dijo a sus estudiantes: “Hasta ahora, he mantenido los secretos en mi corazón. Pero ahora, antes de morir, deseo revelarlo todo”.

Rabí Abba, un estudiante al que se le asignó el trabajo de transcribir las palabras de Rabí Shimón, reporta: “No podía siquiera elevar mi cabeza debido a la intensa luz emanando de Rabí Shimón. Todo el día la casa estuvo llena de fuego, y nadie se pudo acercar debido a la pared de fuego y luz. Al final del día, el fuego finalmente se apaciguó, y pude mirar la cara de Rabí Shimón: estaba muerto, envuelto en su Talit, yaciendo sobre su costado derecho - y sonriendo”.

¿Por qué Rabí Shimón estaba envuelto en luz y fuego? Porque la Torá es comparada al fuego - por ejemplo, “Aish HaTorá” (que significa: el fuego de la Torá). El fuego es el material que convierte la materia física en energía. De la misma manera, la Torá nos enseña cómo transformar el mundo material en energía trascendente. De hecho, el trabajo cabalístico de Rabí Shimón, “El Zóhar”, significa literalmente “luz resplandeciente”.

Celebrando Lag B’Omer, Hoy

Para celebrar Lag B’Omer, los judíos a lo largo de todo Israel encienden fogatas, para conmemorar el fuego que rodeó a Rabí Shimón. Durante las semanas previas, los niños israelíes buscan madera entre los desperdicios para acomodarlas como estructuras impresionantes - a menudo de hasta 8 ó 10 metros de altura. En Lag B’Omer, se realizan grandes celebraciones públicas y las torres y estructuras de madera son incendiadas.

Pero si Lag B’Omer marca la fecha del fallecimiento de Rabí Shimón, ¿Por qué es una celebración tan grande?

La razón es que los romanos habían condenado a Rabí Shimón por un crimen capital. Por lógica, él tendría que haber muerto antes de tiempo. Pero debido a un auto sacrificio tremendo (escondiéndose en la cueva) y una serie de milagros (el algarrobo y el manantial), Rabí Shimón pudo vivir una vida completa. El clímax de su grandiosa vida fue la revelación de los secretos más ocultos de la Torá. Todo esto es motivo de celebración.

En el día de Lag B’Omer hay un gran peregrinaje a la tumba de Rabí Shimón, en la ciudad de Merón, en Galilea. En tan solo un día, un estimado de 250,000 judíos visitan Merón - bailando, rezando y celebrando los maravillosos regalos espirituales que Rabí Shimón nos dejó. Algunas personas acampan allí por semanas antes de la fecha.

En Lag B’Omer, toda el sector se llena con antorchas y fogatas - en las calles y en los techos. Los pasajeros de aviones que sobrevuelan quedan perplejos, y los mapas satelitales de Israel cobran un brillo diferente. Simbólicamente, ellos iluminan los caminos de aquellos que entienden las verdades más profundas de la Torá, así como fueron reveladas por Rabí Shimón bar Yojai.

Si no puedes responder Si a estas 4 preguntas,no te cases.


1. ¿Yo respeto a esta persona lo suficiente como para querer ser como el/ella?

El respeto es crucial en cualquier relación, y particularmente en el matrimonio. La prueba de fuego acerca del respeto es determinar si tú quieres emular a esta persona. ¿Qué cualidades tú respetas de esta persona? ¿Serías feliz si tu hijo saldría como el/ella?

2. Si su personalidad y sus hábitos se mantendrían exactamente igual a lo que son hoy en día, ¿serías feliz dentro de 20, 30, 40 años?

Nunca te cases con el potencial.
Si no puedes ser feliz con esta persona así como ella es hoy en día,
no te cases. No esperes cambiarla. Te sentirás frustrado y el otro sentirá resentimientos. ¿Puedes aceptar a esta persona exactamente como es hoy, durante el resto de tu vida?

3. ¿Tenemos objetivos de vida y prioridades en común?

Seguro que la "química" y los intereses en común son importantes. Pero asegúrate de que comparten la profunda conexión de tener los mismos objetivos de vida. Para evitar crecer en caminos separados después del casamiento, investiga cual es tu meta mientras eres soltero, y luego encuentra a alguien que por su parte, llegó a la misma conclusión.

El matrimonio es la unión de dos personas que tienen el mismo objetivo de vida, comparten las mismas prioridades, valores y metas.

4. ¿Quieres ser un eslabón más de esta cadena milenaria?

Si eliges como pareja a alguien judío, estarás siendo parte de esa ininterrumpida cadena que lleva mas de 3500 años. Estas haciendo que el esfuerzo de miles de antepasados tuyos tenga sentido y continuidad. El alma judía de ellos viven en ti y se proyectara a través de tus hijos. Para ello es indispensable formar una pareja judía. Tienes una pesada decisión sobre tus hombros...

Hoy en día, la mayoría de los matrimonios terminan en el divorcio. Aquellos que respondan Si a cada una de estas 4 preguntas tendrán una gran posibilidad de construir exitosamente un matrimonio feliz.

martes, 27 de abril de 2010

CÓMO LLEGAR A SER MODESTO

Cierta vez le preguntaron a un Jajam: “¿Cómo es que llegaste a ser reconocido por todo el mundo como una gran persona?”

El Jajam respondió que él no se consideraba realmente una gran persona, pero si los demás así pensaban será porque jamás trató a nadie altaneramente ni se creyó más que otros.

Y agregó: "Nunca ví una persona que no tenga, por lo menos algo, que me obligue a pensar que es superior a mí".

Si veo a uno que sabe menos Torá que yo, pienso: “Puede ser que a él le irá mejor que a mí en el día del Juicio Final. Porque (aunque es mejor saber que no saber), yo peco a sabiendas, y él peca sin querer”.

Si es más anciano que yo, debo respetarlo, porque, en relación a su edad, alcanzó a acumular más méritos que yo. Y si es más joven que yo, pienso: “Sin dudas, tendrá menos pecados que yo”.

Si tiene más dinero que yo, merece mi respeto, porque seguramente destina más dinero a la beneficencia que yo. Y si es más pobre que yo, poenso: “Su pobreza hace que se sienta más humilde que yo, y por lo tanto es mejor que yo”.

Y cuando encuentro a alguien que es casi igual que yo (en edad, situación, etc), pienso: “Quizás su corazón es más puro que el mío. Porque mis faltas ocultas yo las conozco, en cambio de él no puedo decir que tiene las mismas faltas, mientras no las vea.

El Jajam concluyó diciendo: “Mediante estos juicios, siempre respeto a todo el que se presente delante de mío. Y será por eso que la gente me respeta también a mí…”

(Jobot Halebabot – Shá-ar Hakeni-á X)

lunes, 26 de abril de 2010

HILULA DE RABI MEIR BAAL HANES.(14 Iyar 5770 - 28 Abril 2010)


Rabí Meir - El Hacedor de milagros

Rabí Meir fue el más grande de los tanaítas de la cuarta generación, el más importante de los alumnos de Rabí Akiva, pertenece al grupo de sus cinco últimos alumnos, nuestros maestros del sur (Rabí Meir, Rabí Yehuda, Rabí Iosi, Rabí Shimón y Rabí Eleazar) que “llenaron todo Israel de Torá”, (Breshit Raba 61:3), después de los malos edictos romanos, de la rebelión de Bar Kojva, que prohibieron su estudio y su observancia.

Estudió también con Rabí Ishmael. Uno de sus maestros fue Elisha ben Abuya, conocido bajo el nombre “ajer” (el otro), que también después de haber abandonado el camino de la Torá, Rabí Meir siguió escuchando sus enseñanzas, diciendo: “Una granada comió, la cáscara tiró y su contenido ingirió”.

Por cuestiones de seguridad fue Rabí Iehuda ben Baba quien lo ordenó como Rabino, junto a los otros cuatro estudiosos.

En la época de la persecución de los romanos, al prohibirse la intercalación del año, lo enviaron a Asia a realizarlo (Meguilá 18:2).

Después de la nefasta época romana, al regresar la tranquilidad al país, se formó un consejo bajo la presidencia de Raban Shimon ben Gamliel, Rabí Natan era el presidente del Sanhedrín y Rabí Meir fue nombrado jajam (sabio) (Horaiot 13:2). Por una discusión que irrumpió entre Rabí Natan y Rabí Meir y el presidente, tuvo el segundo que abandonar su lugar y emigrar a Asia, pasando allí sus últimos días.

Rabí Meir tuvo un papel importante en la recopilación de la Mishná según la tradición “Stam Mishná Rabí Meir” (una Mishná sin el nombre del que emitió los conceptos), sabido es que pertenece a Rabí Meir (Sanhedrín 86:1).

Rabí Meir se destaco por su sagacidad e inteligencia privilegiada, dijeron. “Todo el que ve a Rabí Meir en la casa de estudios, es como si sacase las montañas de su lugar y moliese una con otra”. (Sanhedrín 24:1).

Fue admirado por sus congéneres y por las generaciones que le siguieron. Rabí Iosi ben Jalafta, su compañero, lo presentó ante la gente de Tzipori diciendo: “Un gran hombre, un hombre santo, un hombre modesto” (Ierushalaim Moed Katan (3:5) Resh-Lakish llamó a Rabí Meir: “la boca santa”. (Sanhedrín 23:1).

En la última generación fue colocado en la misma línea que Ezra, el escriba, Hilel y Raban Iojanan ben Zakai (Vaikra Raba 2:11).

A pesar de su grandeza, no ameritó que fuese fijada la ley según su opinión, sobre eso se expresa Rabí Aja bar Janina: Sabido es ante quien dijo: “el mundo fue creado tal que no hay en la generación de Rabí Meir un sabio de su nivel”, y ¿por qué no fijaron la ley como él? Porque sus compañeros no podían precisar sus ideas, ya que sobre algo puro probaba que era impuro por medio de ciento cincuenta argumentos (Eruvin 13:2).

Rabí Meir se destacó también en la Hagadá. Era un gran orador y querido por todas las capas sociales. Su discurso lo dividía en tres partes: Halajá (ley), Hagadá (leyenda) y fábulas, dijeron los sabios. Al morir Rabí Meir desaparecieron los fabulistas (fin de Sota).

Rabí Meir era un escriba. Escribía “rollos de Torá y “megilot”, se destacó en su trabajo, especializándose en la caligrafía, para lo cual él mismo preparaba la tinta.
Conocía las sagradas escrituras de memoria y, una vez, a falta de texto, escribió el rollo de Esther de memoria (Meguilá 18:2).

Sobre su origen y su familia no tenemos conocimientos, lo contrario a sus otros compañeros alumnos de Rabí Akiva, que fueron siempre mencionados con el nombre de su padre. Rabí Meir no fue llamado nunca con el nombre de su padre y nuestras fuentes no lo mencionan.

Según una opinión, su nombre era Rabí Nehoray y su sobrenombre era Meir porque alumbraba (Meir) los ojos de los sabios con sus explicaciones.

Su mujer se llamaba Beruriá, la hija del Tana Rabí Janina ben Teradión, que era famosa por sus conocimientos de Torá, su sabiduría y buenas acciones. Tuvo dos hijos que murieron a temprana edad, como nos relatan nuestros sabios.

Rabí Meir estaba en la casa de estudios un día sábado, a la hora de la oración de la tarde. Fue entonces cuando murieron sus dos hijos. Beruriá, su madre, los acostó en la cama y los tapó con una cobija.

Al terminar el sábado, Rabí Meir regresó del Bet Hamidrash (casa de estudios) y preguntó a su mujer: “¿Dónde están los dos niños?” Ella contestó: “Fueron al Bet Hamidrash”. Él replicó: “Los estuve esperando en el Bet Hamidrash, pero no los he visto”.

Ella le ofreció comida a su esposo. Rabí Meir volvió a preguntar: “¿Dónde están los dos niños?”, y ella contestó: “A veces van a tal lugar, pero pronto regresarán”.

Beruriá ofreció comida a su esposo. Cuando había dicho la bendición de después de la comida, ella le dijo: “Rabí, tengo que hacerte una pregunta”.

-Habla

-Rabí, hace mucho tiempo vino un hombre y me confió un depósito. Ahora ha vuelto. ¿Tenemos que devolverle su depósito o no?

-Hija mía, el que recibe un depósito está obligado a devolvérselo a su dueño.

-Yo no lo hubiera devuelto, sin habértelo dicho antes.

Entonces tomó a su esposo por la mano, lo hizo subir a la recámara, se acercó a la cama, y quitó la cobija que estaba extendida sobre sus dos hijos. Al verlos, Rabí Meir comenzó a llorar y a lamentarse. Beruriá le dijo: “Dios nos los había confiado por cierto tiempo; ahora su dueño los ha vuelto a pedir, ¡qué su nombre sea bendecido!”. En esta forma, su mujer consoló a Rabí Meir (Midrash Mishle 28).

Por sobre todo, colocó, Rabí Meir, el estudio de la Torá al más alto nivel, porque es ella quien educa a la persona, afina su espíritu y da forma a su manera y comportamiento. Y así se expresa en Pirke-Avot Cap. 6:2.

Rabí Meir dice: “Todo aquel que se ocupa de la Torá por la Torá misma, se hace merecedor de muchas cosas, y no sólo ello, sino que el universo entero justifica su existencia por él. Es llamado amigo, amado, que ama al Omnipresente, ama a las criaturas, es revestido de humildad y reverencia, lo prepara para ser justo, piadoso, recto y fiel, lo aleja del pecado y es acercado al mérito, es posible recibir de él, consejo, criterio, intuición y fortaleza, pues fue dicho: “Mío es el consejo y el criterio, intuición soy, mía es la fortaleza”. (Mishle 8:14), le es otorgado el reinado, el dominio y el escrutinio de la Torá, le son revelados secretos de la Torá, se hace como un manantial que fluye sin cesar y como río, que no aminora su curso, tiene recato y paciencia, perdona las ofensas y lo engrandece y eleva por sobre todas sus hechuras”.

Como el ocuparse de la Torá es lo más importante, Rabí Meir nos apremia a estudiar, y nos previene de no desatender el estudio: “Sé parco en ocupaciones mundanas y dedícate a la Torá, sé humilde ante todas las personas. Si desatiendes la Torá, tendrás muchos obstáculos opuestos a ti; pero si te ocupas de la Torá, hay una gran recompensa para serte otorgada”. (Pirkei-Avot 4:10).

Rabí Dostay en nombre de Rabí Meir dice: “Todo aquel que olvida una palabra de lo que aprendió, la escritura le considera como si hubiera perdido su alma”. (Pirke-Avot 3:8).

No sólo estudiar debe la persona, sino también enseñarla a otro, y el que estudia Torá y no la enseña es considerado: “Que desprecia el verbo de HaShem” (Sanhedrín 99:1).

Cuán odiada es la ignorancia, porque si no hay Torá, no hay educación y respeto, y los ignorantes actúan groseramente, sin pena y vergüenza. Por eso todo el que casa a su hija con un ignorante, es como si la atase y la colocase frente a un león (Pesajim 49:2).

Junto a su gran amor por el estudio de la Torá, nos aconseja no dejar el trabajo a un lado, y así enseña en el Tratado de Kidushin 82:a.

Rabí Meir dice: “debemos enseñar a nuestro hijo un oficio digno, y luego rogar a Aquel que posee la riqueza, pues todos los oficios pueden conseguir que el obrero siga siendo pobre o bien que se enriquezca; ni la pobreza ni la riqueza dependen del oficio, todo depende del mérito del obrero”… Pero agrega: Rabí Nehoray dice: “dejo de lado todos los oficios del mundo, y sólo enseño a mis hijos la Torá, ciencia cuyos frutos se comen en este mundo, pero cuyo capital queda íntegro para el mundo futuro”.

Todas las cualidades que enumeró Rabí Meir en la persona que se ocupara de la Torá por la Torá misma se cristalizaron en él. Era amigo, amado, amó al Omnipresente y amó a las criaturas. Su gran amor por las personas sale a relucir en la siguiente fuente talmúdica:

“Rabí Meir acostumbraba dar una clase, todos los viernes a la noche en la sinagoga de Jamta. Una mujer solía participar, viernes tras viernes, para escuchar las sabias palabras del Rabí. Una vez el Rabí tardó más de la cuenta y la señora regresó a su casa cuando la vela estaba ya apagada.

No entrarás a mi casa (dijo el esposo) hasta que vayas y escupas en la cara del Rabí.

Cuando Rabí Meir tuvo conocimiento del asunto, le pidió que escupiera en su ojo para sacarle el “ain hara” (mal de ojo), y que lo repita siete veces consecutivas. Cuando lo hizo, le dijo el Rabí: Ve y dile a tu marido: “Tú me dijiste escupir una vez y yo lo hice siete”. (Ierushalmi Sota 1:4).

Como amaba a las personas no escatimaba esfuerzos para hacer las paces entre el hombre y su prójimo. (Gitin 52:1). Amaba tanto a judíos como gentiles, malos y buenos, porque el santo bendito ama a todas las criaturas.

Su amor por Eretz Israel no tenía límites, proclamaba: “Toda clases de plantas crecen en Eretz Israel, y no falta nada en Eretz Israel” (Berajot 36:2).

“Las piedras de Eretz Israel todas son santas” (Kidushin 54:1). Un gran mérito es habitar en Eretz Israel, grande fue su pena cuando tuvo que emigrar a Asia, decía todo aquel que habita en Eretz Israel, la tierra expía sus pecados (Sifri Haazinu).

Antes de su muerte ordenó subir sus restos a Eretz Israel, y hasta el momento de hacerlo habrían de colocarlo a la orilla del mar de Eretz Israel, para que sus aguas tocaran su ataúd (Ierushalmi, Kilayim 9:3).

A pesar de su grandeza, era muy humilde y predicaba a adquirir esta cualidad: “sé humilde ante todas las personas” (Avot 4:10). Cuando discutía con sus condiscípulos a nivel de “Halajá” (ley) decía: “Nunca me dio mi corazón por desentenderme de las palabras de mis compañeros” (Shabat 134:1). Se levantaba en honor a un anciano, por ignorante que fuera (Ierushalmi Bicurim 3:3).

Como Rabí Akiva, su maestro, recibía todo evento por malo que sea, con amor y solía decir: “Todo lo que hace el misericordioso es para bien” (Berajot 60:2).

Solía decir Rabí Meir: “Estudia con todo el corazón y con toda el alma, para conocer mis caminos y estar atento a las puertas de la Torá. Guarda mi Torá en tu corazón, y que mi temor esté ante tus ojos. Aparta tu boca del pecado y purifícate y santifícate de tus culpas y las violaciones y estaré contigo en todas partes”. (Berajot 17:1).

En este pensamiento, hablando en nombre de HaShem, nos transmite Rabí Meir un modelo de conducta para cada hijo de la nación hebrea.


La Pishke (alcancía): Historia de Rabí Meir

En muchas alcancías de Tzedaká (caridad) encontramos escrita la frase “por zejut” mérito de Rabí Baal Hanes (El Hacedor de Milagros). Los que pertenecen a las generaciones pasadas seguro lo recuerdan de su niñez en Europa y en los países del norte de África. Casi en cada vivienda judía se encontraba la alcancía de Rabí Meir Baal Hanes.

Hace quinientos años comenzaron mucho de nuestros hermanos judíos a volver a Eretz Israel, lo cuál al principio era un despertar religioso de hombres y mujeres que querían observar en completo la Torá y sus preceptos, y hacer realidad lo que leemos en la Hagada de Pesaj, Leshama Habaa Bil/Ierushalaim (el año que viene en Ierushalaim). Eretz Israel estaba entonces desierta y desolada, pantanos y enfermedades cubrían muchas de sus regiones, era difícil encontrar el sustento y muchos sufrían de hambre.

Los grandes Rabinos – líderes de esta generación Rabí Iosef Caro (El autor del Shuljan Aruj) y Rabí Moshé Alshij – se dieron cuenta de la grave situación que reinaba en el país, por lo cual decidieron abrir una campaña especial dirigiéndose a los judíos de la golá para que, con su aporte monetario, ayudarán a sus hermanos en la tierra de Israel. (Responsas, Yehuda Lael Adas 1era parte Iore Dea, 315) La campaña fue abierta por el “Zejut” (mérito) de Meir Baal Hanes, aunque la halaja (ley) dicta que la obligación de cada persona es preocuparse por los pobres de la ciudad (Baba Metzia 71:1).

Con respecto a los pobres de Eretz Israel la ley es diferente, porque ella, la Tierra Prometida, nos pertenece a todos por igual. Cada judío es considerado habitante de la Tierra ancestral y es ésa la razón por la cual aquellos que no pueden vivir por ahora en Israel tienen la obligación de ayudar a los que si la habitan. Y así fue como los pushkes (alcancías) de tzedaká pro-Israel se encontraban en cada hogar judío de la Diáspora y los Rabinos advirtieron no cambiar esta ordenanza (Jatam Sofer 6ª parte, Cap.27)

Rabí Meir Baal hanes fue el más grande de los Taanitas de la cuarta generación, el más importante de los alumnos de Rabí Akiva. Perteneció al grupo de los últimos cinco alumnos, nuestros maestros del sur (Rabí Meir Yehuda, Rabí Iosi, Rabí Shimón y Rabí Elazar) que “llenaron todo Israel de Torá” (Breshit Raba 61:3), también estudió con Rabí Ishmael. Uno de los maestros de Rabí Meir fue Elisha ben Abuya, conocido con el nombre ajer (el otro). A pesar de que el Rab Elisa ben Abuya había abandonado el camino de la Torá, Rabí Meir siguió sus enseñanzas diciendo: “Una granada comió, la cáscara tiró y su contenido ingirió”.

Después de la rebelión de Bar Kojba, los romanos prohibieron al Sanhedrín el estudio de la Torá y la observancia. Entre las costumbres que prohibieron se encontraba la decisión respecto a la fijación del año y de los meses, o sea, la compaginación del calendario anual. Debido a la persecución por parte de los romanos, Rabí Iehuda ben Baba ordenó por cuestiones de seguridad a Rabí Meir como Rabino y junto con los otros estudiosos que fueron enviados al Asia a cumplir esta costumbres (Meguilá 18:2).

Después de la nefasta época romana, al regresar la tranquilidad al país se formó un consejo bajo la presidencia de Raban shimón ben Gamliel, donde Rabí Natan era el presidente del Sanhedrín y Rabí Meir fue nombrado “jajam” (sabio) (Horaiot 13:2). Por una discusión que se produjo entre Rabí Natan, Rabí Meir y el presidente, tuvo el segundo que abandonar su lugar y volver al emigrar a Asia.

Rabí Meir tuvo un papel importante en la recopilación de la Mishná. Según la tradición, Stam Mishná Rabí Meir (una Mishná sin el nombre del que emitió loa conceptos) pertenece a Rabí Meir (Sanhedrín 86:1).

domingo, 25 de abril de 2010

El escudo de la Neshamá



El autor del libro “Shomer Emunim” describe las palabras de despedida con las cuales el ángel Gabriel aconseja a la neshamá justo antes de su descenso a este mundo material.

Querida neshamá, hija piadosa del Rey de reyes, ahora debes dejar este reino Celestial y descender a un mundo inferior, para cumplir la función que el Rey te ha asignado, corrigiendo y arreglando los mundos superiores que dependen de ti y del éxito de tu misión en el mundo material. Ésta será tu función en el mundo al cual estás por llegar.

Debo advertirte, querida princesa, que serás sometida a muchas pruebas difíciles, y estarás en contacto con muchos fuegos que te acecharán por todos lados. El cuerpo físico que te asignarán será un fuerte oponente para el éxito de tu misión; también lucharán contra ti el yetzer hará y sus fuerzas del mal, que ocupan todas las esferas del mundo inferior. Estas fuerzas intentarán seducirte para que te alejes del camino correcto, para que te doblegues ante los bajos deseos de ese mundo material. ¡Y tú deberás ser extremadamente precavida de no caer en sus trampas, jas beshalom!

Pero te daré un escudo para que puedas defenderte. Como un regalo de Hashem, te entregaré cien perlas sagradas, que son las cien bendiciones diarias, las cuales no pueden compararse con ningún bien terrenal. Estimada hija del Rey Celestial, si haz de ser cuidadosa en recitar estas cien bendiciones sagradas; si vas a pronunciarlas de la manera adecuada, con la debida concentración y con sentimientos sinceros, con amor y reverencia hacia tu Ds, recibirás una gran recompensa, así como también mucha alegría y mucha luz, más de lo que se pueda describir. Todo esto se te otorgará en recompensa por pronunciar estas sagradas bendiciones.

Y no sólo eso, sino que en mérito de estas bendiciones Divinas, también se abrirán para ti cien tesoros de luces Celestiales, a la vez que todos los mundos superiores recibirán una abundancia de luz a causa de estas bendiciones. Y todo ellos se esforzarán para ayudarte a cumplir con las tareas que te ha asignado nuestro Padre sagrado. Tu cuerpo, que es tu hogar y tu compañero, también será purificado. Y cunado él se complazca en la luz sagrada de estas bendiciones, el yetzer hará admitirá su derrota y ya no intentará persuadirte para que sigas deseos extraños. Y te santificarás y te purificarás en todos los sentidos.

Y equipada con este “arsenal”, la sagrada neshamá parte de la morada Ceslestial rumbo a este mundo inferior, dispuesta a cumplir con su misión.

viernes, 23 de abril de 2010

Pesaj Sheni. 14 Iyar (28 Abril 2010)


Pesaj Sheni (el Segundo Pesaj) se celebra el 14 de Iyar, un mes después de la víspera de Pesaj.

La Tora relata que, en el primer año, luego del Éxodo, cuando el pueblo judío se estaba preparando para traer el sacrificio de Pesaj: Había(ciertos) hombres que estaban impuros porque (habían tomado contacto con) cadáveres humanos y no podían traer la ofrenda de Pesaj ese día. Fueron a ver a Moisés y dijeron “Estamos impuros (pero) ¿por qué deberíamos mantenernos a distancia, y no traer el sacrificio de D´s en su tiempo? Y Moisés les dijo:”Párense y escuchen lo que D´s les ordenará”.

D´s dijo…”Si hubiere algún hombre impuro o en algún lugar distante (en el día de la ofrenda de Pesaj)…, él sacrificará la ofrenda de Pesaj a D´s, en el segundo mes, en el 14º día al atardecer”.

Todo aquel que no trajera un sacrificio, sea por hallarse impuro o incluso por haber transgredido intencionalmente el deseo de D´s, se le otorgó la oportunidad de compensar esta falla, por medio de la ofrenda en Pesaj Sheni.

Pesaj Sheni enseña que “Nada se pierde para siempre. Nunca es demasiado tarde”.

Nuestra conducta puede ser rectificada. Todo individuo, no importa cuál sea su situación, siempre tiene el potencial de dar un salto hacia delante (que es la traducción literal de la palabra hebrea Pesaj) en su servicio a D´s.

Uno podría preguntarse: ¿Por qué fue instituido un mes después? ¿No podría haber sido mejor para expiar nuestro déficit, en la oportunidad más cercana? Podemos responder esta pregunta comparando las características espirituales de los meses. Nisan es el mes de la revelación, el mes durante el cual D´s reveló Iyar es el mes del esfuerzo individual. Iyar, el auto-refinamiento iniciado por el individuo mismo, tiene que ver con la naturaleza de Pesaj Sheni, la festividad en la que a un individuo que no estuvo motivado por Pesaj, se le concede una oportunidad adicional para elevarse.

El concepto de teshuva (arrepentimiento) ayuda a entender otra diferencia entre Pesaj Sheni (7 días en Israel y 8 en la diaspora) y Pesaj Rishon (un dia). Una semana representa el ciclo de cambio que gobierna nuestro mundo material. La experiencia espiritual de Pesaj Rishon requiere una semana completa porque abarca el ciclo de crecimiento y cambio que debe tener lugar dentro del marco de nuestra existencia en el mundo. El sacrificio de Pesaj tenía la intención de motivar a cada individuo a dejar su Egipto personal, a realizar una partida radical de su estado espiritual previo y acercarse a un nuevo y más alto nivel de servicio divino. La salida de Egipto es un proceso continuo, no importa cuál sea el nivel alcanzado, la persona no debe permanecer contenta con el nivel obtenido y debemos siempre buscar avanzar más. El potencial divino dentro nuestro es infinito.Por tanto, en el mes de Iyar, el sacrificio traido en Pesaj Rishon se torna insuficiente y es necesario traer otra ofrenda en Pesaj Sheni.

http://www.cidipal.org

miércoles, 21 de abril de 2010

Parashá Shavua: Ajaré Mot (Después de Morir) - Kedoshim (Santos) 10 Iyar 5770 - 24 Abril 2010: ENFOQUES


"Tras la muerte de los dos hijos de Aharón..." (Vayikrá 16:1)

La persona que oye las malas lenguas y no realiza ninguna objeción o, por lo menos, demuestra desagrado, en realidad está de acuerdo con lo que se dijo. Es como si ella misma hubiera pronunciado esas palabras, y por lo tanto, es merecedora del mismo castigo.

Cuando los Bnei Israel viajaban por el desierto, Moshe y Aharón los conducían, seguidos por Nadav y Avihu, y, luego, por el resto de la nación.

Una vez, Nadav le dijo a Avihu: "¿Cuándo van a fallecer estos ancianos, así podremos llegar al liderazgo?" Entonces Hashem dijo: "Veremos quién entierra a quién". Y Él dejó que ellos cayeran, y finalmente fueran castigados con una muerte Divina.

Se entiende que Nadav haya sido castigado, pero ¿cuál fue la culpa de Avihu? Él se quedó callado. Avihu fue castigado porque no reaccionó con el desagrado que merecían las palabras de Nadav. Y por eso, era tan culpable como su hermano.

(Najal Kadomim)

"Y él (Aharón) colocará el incienso en el fuego delante de Hashem" (Vayikrá16:13)

En la primera parte del servicio de Yom Kipur, en el Beit HaMikdash, el Cohén Gadol quemaba incienso en el Santo de los Santos.

Los Tzedukim (seduceos), quienes negaban la autoridad de la Tora Oral, afirmaban que el incienso primero debía colocarse en el fuego, en un brasero afuera del Santo de los Santos, y recién entonces el Cohén Gadol debía llevarlo adentro. El Talmud (Yoma 53) cita el versículo antedicho como prueba de lo contrario: que el incienso debía colocarse en el fuego "delante de Hashem".

En cada generación, el pueblo judío tiene sus "tzedukim", los que desean introducir todo tipo de novedades al judaísmo a partir de lo que vieron "afuera", imitando el mundo secular y trayendo "mejoras", "ajustes" y "modernizaciones" a la santidad de Israel. Los Sabios de la Torá de cada generación libran una batalla amarga y constante contra dichas "mejoras".

Lo cual no significa que la Torá se haya estancado en una época pasada. Por el contrario, la Torá le habla a cada generación acerca de todos los aspectos de la vida: a veces, introduciéndose en los más rebuscados detalles de la ciencia, a fin de expresar el modo en que se aplica la Halajá a todo lo que pertenece al mundo moderno. Pero esa perspectiva se extrae de la esencia interna de la Torá, no al revés.

La Torá se dirige al mundo moderno, no en términos de un compromiso formal, no aplaudiendo la ideología de la hora, no siguiendo los dictados de las modas del mundo. La Torá ve al mundo a través de principios intrínsecos conservados dentro de criterios inalterables.

(Basado en Hadrash ve ha Iyun)

"No imitéis las prácticas de la tierra de Egipto, en la que habitasteis..." (Vayikrá 18:3)

Un grupo de gente vive en la cima de una montaña que culmina en un brusco peñasco, tras lo cual hay un abismo de enorme profundidad. Un ciudadano con sentido cívico, por propia iniciativa, construye un vallado de seguridad para evitar que las personas se acerquen demasiado al borde del peñasco y, sin darse cuenta, se caigan al precipicio. ¿Acaso alguien va a quejarse de que esta persona está limitando su libertad de movimiento al reducir la probabilidad de que se caiga al precipicio y muera? Cuántas veces oímos decir, a aquellos que no comprenden la verdadera naturaleza de la legislación rabínica, que nuestros rabinos restringieron nuestra vida a través de leyes y prohibiciones adicionales, innecesarias y complicadas. Sin embargo, la persona que entiende la gravedad de transgredir la ley de la Torá, los devastadores efectos que tal acción tendrá en su neshamá, en su vida eterna, y en el mundo en general, se siente mucho más seguro de saber que se erigieron vallas de seguridad para evitar que caiga en el precipicio espiritual.

(Rabí Zev Leff)


“Habla a toda la congregación de los Hijos de Israel y diles: Santos habréis de ser, ya que Santo Soy Yo Hashem, vuestro Di-s” (Vayikrá 19:2)

Frecuentemente pensamos que santidad es algo que solo pocos individuos pueden aspirar tener. Sin embargo, el hecho de que Di-s dio esta Mitzvá a Moshe Rabenu diciendo "Habla a toda la congregación..." nos enseña que no solo la excepción entre nosotros es capaz de obtener santidad, sino que a cada uno de nosotros se nos ha ordenado ser Santo. Cuando fue dada la Torá en el Monte Sinai, el Midrash comenta que el versículo "Y todo el pueblo vio las voces" nos quiere decir "La Voz salió y fue dividida en muchas diferentes voces, y cada uno escuchó de acuerdo a sus fuerzas". En otras palabras, cuando una persona escuchó "no matarás", entendió que quería decir: "¡No tomes un arma y mates!" Mientras que otra entendió que si un cuerpo muerto es encontrado en los alrededores de su ciudad, se le adjudicará la responsabilidad por no haberle dado suficiente protección, comida y escolta, como si él mismo lo hubiese matado. Otro entendió no avergüences a alguien en público, porque cuando la sangre drena de su cara y se pone blanco, es como si lo hubiesen matado. Cada persona escuchó la Voz de acuerdo a su propia fuerza y talento particular. Similarmente se espera que cada judío sea santo en su nivel, porque el es una chispa individual de la santidad de Di-s.

(Rab Shlomó Yosef Zevin)

“Habla a toda la congregación de los Hijos de Israel y diles: Santos habréis de ser, ya que Santo Soy Yo Hashem, vuestro Di-s” (Vayikrá 19:2)

Generalmente el método utilizado para transmitir las Mitzvot al Pueblo Judío era el siguiente: Primero Moshé enseñaba la Mitzvá a Aharón privadamente. Luego se unían los hijos de Aharón, Nadav y Avihu. Moshé repetía la Mitzvá otra vez. Los Sabios entraban luego y Moshé la repetía por tercera vez. Finalmente, la enseñaba a todo el pueblo. Sin embargo, la Mitzvá de ser santos fue enseñada en el orden opuesto. Todos estaban reunidos y Moshé primero enseñó la Mitzvá a toda la comunidad. Esto fue para acentuar que la santidad que se le pide al judío no es la del ermitaño o el recluso, sentado en la cima de la montaña, perdido en meditación y contemplación. Por el contrario, el solo puede alcanzar la santidad de Israel a través de ser parte del grupo - la comunidad del Pueblo Judío.

(Basado en Torat Moshe)

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo - Yo soy Di-s” (Vayikrá 19:18)

Rabí Akiva afirma que este es el principio fundamental de toda la Torá. Pero, ¿cómo es posible amar a otra persona como uno se ama a si mismo? Toda la visión de una persona sobre el mundo tiende a ser egocéntrica, y aun cuando se comporta de una manera altruista, esta basado, en general, en el deseo de sentirse bien respecto de si mismo, eso no es amar a otro como a ti mismo, eso se llama ¡amarse a si mismo! Pero si leemos el final del versículo encontraremos la respuesta. "Yo soy Di-s": Cuando una persona se pone a si misma como el centro del universo en lugar de Di-s, entonces todas las otras creaciones estan a anos luz de el, porque se siente que el es unico, el centro de todo. Pero cuando sabe que el no es Di-s sino que "Yo soy Di-s" -Hashem es Di-s, entonces, como una Creacion de Di-s, el se ve a si mismo conectado con su prójimo. No existe diferencia entre “yo” y “tu”. Como todos somos expresiones de la voluntad del Creador, todo el amor que yo puedo sentir por mi mismo, podré sentir por mi prójimo.

(Rabí Mordejai Perlman)

“Ustedes deben ser santos porque Yo Soy santo” (Vayikrá 19:2)

Una persona no puede exigir que otra viva un estilo de vida correcto cuando él mismo no cumple con sus expectativas. Aun cuando las personas le escucharían él todavía no tendría el derecho de juzgar a aquellos que no siguieron las directivas que impuso. A pesar de que uno debe escuchar el consejo del doctor aunque el doctor mismo no lo siga, las exigencias morales no son las mismas que las médicas. Nuestro comportamiento debe ser consistente con los valores que nuestros hijos están aprendiendo de la Torá si queremos que ellos desarrollen su judaísmo correctamente. Similarmente Hashem dice que Él espera que nosotros seamos santos porque Él es Santo, y si no fuera por esto, Él no hubiera requerido que Israel sea santo.

(Rab. Moshe Feinstein)

“Ustedes deben ser santos... Un hombre debe respetar a su padre y a su madre” (Vayikrá 19:2-3)

La Torá yuxtapone la Mitzvá de respetar a los padres de uno con la Mitzvá de ser santo, para indicarnos una metodología para prevenir encuentros ilícitos. Los Sabios dicen que Yosef HaTzadik evitó un tropiezo fatal con la seductora esposa de Potifar porque él vio la imagen del rostro de su padre. Los cabalistas dicen que la imagen de un padre aumenta el poder de santidad en un niño y lo ayudan a sobreponerse a sus deseos por encuentros ilícitos. Por eso, una persona cuyo deseo por lo prohibido es fuerte debe imaginarse la imagen de sus padres o ancestros y esto le puede ayudar a alejarse de una trasgresión.

(Or Hajaim HaKadosh)

“Un hombre (adulto) debe respetar a su madre y a su padre” (Vayikrá 19:3)

Es comprensible que cuando somos niños, que necesitamos a nuestros padres para proveernos de comida y vestimenta, debemos honrarlos y respetarlos. Sin embargo, aún como adultos independientes que no necesitamos de su asistencia del todo, estamos obligados a tratarlos con el mismo honor y respeto que ellos merecieron de nosotros cuando niños.

(K'sav Sofer)

“No odies a tu hermano en tu corazón; debes, sin duda alguna, regañar a tu compañero judío y cargues pecado por cuenta suya. No guardes rencor y no cobres venganza... y ama a tu vecino” (Vayikrá 19:17-18)

La Torá nos aconseja que no debemos odiar a alguien en nuestro corazón cuando él hace algo contra nosotros. Mas bien debemos regañarlo haciéndole una pregunta discretamente: "¿Por qué me has hecho esto a mi?" Esto evitara que "carguemos con el pecado" y transgredir la orden "no odies a tu hermano en tu corazón". También, al decirle como nos sentimos, él se disculpará o explicará su comportamiento, lo que evitará que lo odiemos del todo. Sin embargo, después de todo esto debemos estar seguros de "no guardar rencor" o "tomar venganza" pues es posible que a pesar de que ya no lo odiemos, aún podemos tener rencor en nuestro corazón. Asi pues, la Torá nos dice que borremos todo sentimiento negativo de nuestro corazón, a modo de "amarlo como a nosotros mismos".

(Rambán)

“Amarás a tu vecino como a ti mismo, Yo Soy Hashem” (Vayikrá 19:18)

La Torá nos ordena amar a nuestro vecino como a nosotros mismos porque "Yo Soy Hashem". Ya que todos fuimos creados igualmente a la imagen de Hashem, se deduce que es nuestro deber procurar el bienestar de cada ser humano y preocuparnos por el asi como lo hacemos por nosotros mismos.

(Rab Yaacob Neiman)

“Ama a tu prójimo como a ti mismo, Yo soy Hashem” (Vayikrá 19:18)

Había una vez dos amigos. Rara vez se ha visto una amistad semejante. Literalmente hablando, no había nada que uno no hiciera por el otro, tan grande era su mutuo afecto.

Un día, uno de ellos fue acusado falsamente de cometer un pecado capital. Fue arrestado y encarcelado en el calabozo del rey. Tras un breve juicio, fue sentenciado a muerte. Su amigo no escatimó esfuerzos, ni de día ni de noche, para que lo liberaran e indultaran. Pidió audiencias con personalidades de poder e influencia. En vano.

Se fijó la fecha de la ejecución. Una mañana gris, ese hombre inocente fue caminando tristemente a la horca. Una multitud de rostros; algunos truculentos de deleite, otros llorando, se amontonaron en su ruta a la muerte. Y allí estaba tambien su amigo, con una mirada de indescriptible tristeza en el rostro.

El condenado ya estaba parado en el cadalso. El verdugo, con una capucha negra, colocó el lazo alrededor del cuello y, como un macabro sastre, lo ajustó a medida.

Varios centímetros al costado del condenado había una trampa. El verdugo probó a ver si la trampa se abriría eficientemente bajo los pies de ese pobre judío. El acusado contempló el abismo hacia donde se había abierto la trampa. Su entrada al otro mundo.

De pronto, hubo una interrupción desde la multitud. Un hombre grita: "¡¡Detengan la ejecución!! ¡¡Detengan la ejecución!!" Era su amigo. Incapaz de soportar la escena, fue corriendo hacia la horca gritando "¡¡Detengan la ejecución!! ¡¡Detengan la ejecución!!" Estan por colgar al hombre equivocado. Yo soy el verdadero culpable. ¡¡Cuélguenme a mi, no a él!!"

La multitud murmuró, sobresaltada. Era más de lo que podían imaginar. Cuando el acusado vio que su amigo estaba tratando de salvarlo sacrificándose el mismo, empezó a gritar: "¡¡No le hagan caso!! ¡¡No le hagan caso!! ¡¡Yo soy el culpable, no el, cuélguenme a mi!!" A lo que el otro respondió: "¡¡No es verdad!! ¡¡Yo fui el que lo hizo!! ¡¡Cuélguenme a mi!!"

Los dos le gritaron al verdugo, que estaba en medio de los dos. Con el grito de cada uno, la cabeza del verdugo giraba de acá para allá, y cuando los gritos escalaron en velocidad y volumen, parecía que si el verdugo llegaba a girar la cabeza mas rápido, ¡él sería el primero en perderla!

Sea como fuere, quedó en claro que ese día no habría ejecución. La multitud, decepcionada, se dispersó lentamente. El asunto llegó a oídos del rey, quien ordenó que los dos hombres se presentaran ante él.

"Muy bien, ¿qué es lo que en verdad ocurre?, preguntó el rey. ¿Por qué los dos quisieron que los colgaran? Si me dicen la verdad, los indultaré a ambos". "La verdad es que ninguno de nosotros es culpable del delito, su majestad. Somos amigos. Yo no soporté ver como mi amigo iba derecho hacia la muerte. Y decidí que daría mi vida para que el pudiera vivir". "Lo mismo ocurre conmigo", dijo el otro.

El rey contempló a ambos. Obviamente, estaba muy conmovido por lo que había oído. Entonces dijo lo siguiente: "Mantendré mi palabra y los indultaré a ambos. Pero con una condición: que también sean amigos míos".

La Torá nos enseña: "Ama a tu prójimo como a tí mismo. Yo soy Hashem". Cuando una persona ama a su amigo tanto como a sí misma, entonces "Yo soy Hashem": el Propio Hashem Se hace amigo de ambos.

Un amigo en apuros.

(Maiana shel Torá)


lunes, 19 de abril de 2010

EL VALOR DEL JESED


Un grupo de estudiante salieron un día a dar un paseo con un maestro a quien los alumnos consideraban su amigo, debido a la bondad que mostraba para quienes seguían sus instrucciones.

Mientras caminaban, vieron en el camino un par de zapatos viejos y supusieron que pertenecían a un anciano que trabajaba en el campo de al lado, que estaba por terminar sus labores diarias.

Uno de los alumnos dijo al profesor:

 Hagámosle una broma; escondamos los zapatos y ocultémonos detrás de esos arbustos, para ver su cara cuando no los encuentre.

 Mi querido amigo – dijo el profesor --, nunca tenemos que divertirnos a expensas de los pobres. Tú eres rico y puedes darle una alegría a este hombre. Coloca una moneda en cada zapato, y luego nos ocultamos para ver cómo reacciona cuando las encuentre

Eso hizo el alumno y ambos se ocultaron entre los arbustos cercanos. El hombre pobre terminó sus tareas y cruzó el terreno en busca de sus zapatos y su abrigo.

Después de ponerse el abrigo deslizó el pie en el zapato, pero al sentir algo adentro se agachó para ver qué era y encontró la moneda. Pasmado, se preguntó qué podía haber pasado. Observó la moneda, le dio vuelta y volvió a mirarla.

Luego miró a su alrededor, para todos loados, pero no se veía a nadie. La guardó en el bolsillo y se puso el otro zapato; su sorpresa fue doble al encontrar otra moneda.

Sus sentimientos lo sobrecogieron; levantó la vista al cielo pronunciando un ferviente agradecimiento en voz alta, hablando de su esposa enferma y sin ayuda, y de sus hijos que no tenían pan y que, gracias a una mano desconocida, no morirían de hambre.

El estudiante quedó profundamente afectado y se le llenaron los ojos de lágrimas.

 Ahora – dijo el profesor --, ¿no estás más complacido que si le hubieras hecho una broma?

El joven respondió:

 Usted me ha dado una lección que jamás olvidaré. Ahora comprendo algo que antes no entendía: es mejor dar que recibir.

Aprendemos de esta historia que aquel que hace el bien desinteresadamente sin pensar en el elogio o la recompensa, al final de cuentas tendrá ambas cosas.

viernes, 16 de abril de 2010

Parashá Tazría (Concibiere) - Metzorá (Leproso). Shabat 3 de Iyar 57 (17 de Abril 2010).Enfoques sobre la Parashá


“...Una mujer cuando engendrare y diere a luz a un varón...” (Vayikrá 12:2)

Después de las leyes de pureza espiritual respecto de los animales, la Torá se dirige a las leyes de pureza espiritual en el hombre. Así como la creación del hombre viene después de la creación de los animales, asi tambien sus leyes son explicadas después de las de los animales.

Si un hombre es merecedor, si él hace que su alma sea la esencia de su ser, entonces él precede a toda la creación, porque fue su espiritu que flotó sobre las profundidades aún antes de la creación de la luz; pero si no es merecedor, si se glorifica en su dimensión física, entonces en términos de precedencia física, aun el mosquito lo precede...

(Basado en el Midrash y Rashi)

“Y en el día octavo, habrá de ser circuncidada la carne de su prepucio” (Vayikrá 12:3)

La costumbre en un Brit Milá es decirle a los padres "Que así como el hijo ha sido llevado al Pacto (Brit), asi sea llevado a la Torá, al matrimonio y los buenos actos". En otras palabras: Que así como se lo ha llevado al Brit, que es ahora una parte inseparable de él, también todas las otras Mitzvot de la Torá formen una parte inseparable de su persona.

(Iture Torá)

“Cuando una mujer concibe...” (Vayikrá 12:2)

Si el Hombre es digno, si hace que el alma sea la esencia de su ser, entonces antecede a toda la Creación. Pues era el espíritu del Hombre el que flotaba por sobre los abismos antes de que se creara la luz.

Pero si no es digno, si glorifica su dimensión física, entonces, en términos de precedencia física, hasta el mosquito lo antecede... Es por eso que la Torá trata de las leyes de pureza del Hombre luego de las leyes de pureza de los animales: asi como la creación física del hombre vino después de la de los animales, sus leyes se explican con posterioridad a las leyes de los animales. Esto ocurre únicamente cuando el hombre se comporta como nada más que un animal sofisticado. Sin embargo, si él relega su lado físico al alma, si cumple con el propósito de la Creación, reconociendo y sirviendo a su Creador, entonces es el que antecede a toda la Creación.

(Basado en el Midrash y Rashi)

“Y al octavo día, la carne del prepucio será circuncidada” (Vayikrá 12:3)

La grandeza del Shabat puede apreciarse a partir del hecho de que no se realiza el Brit Milá al niño hasta que no cumple ocho días de vida, vale decir, hasta que no pasa su primer Shabat. En otras palabras, la razón por la cual el Brit Milá se realiza recién al octavo día de vida es para que el bebé pueda experimentar el Shabat antes que el Milá. Únicamente al sentir la santidad del Shabat, puede alcanzar el nivel en que es apto de ingresar en la santidad del Pueblo Judío, a través del Brit Milá.

(Yalkut Yehudá)

“El Cohén mirará y he aquí que la mancha no cambió de color” (lit. no cambió su ojo) (Vayikrá 13:55)

Denme una palabra en castellano que equivalga a "chic" en francés. Chic es algo tan pero tan francés que para traducirlo al castellano haría falta un cargamento entero de adjetivos. Los rasgos de un país se evidencian en su idioma. En cada idioma hay palabras que no pueden traducirse directamente a ninguna otra lengua.

En Yidish (y en hebreo) hay una palabra: fargin. Fargin significa sentir placer cuando a otra persona le va bien, sin sentir ni una pizca de celos.

La felicidad depende del modo en que se mira la vida.

El vaso puede parecernos medio lleno o medio vacío. Depende de cómo uno utilice los ojos.

En la parashá de esta semana hay una detallada descripción de una enfermedad espiritual denominada tzaraat. Una de las faltas que produjo está aflicción fue no saber fargin; el ojo angosto, la constricción de la visión.

Cuando una persona enfoca la realidad del modo correcto, se da cuenta de que no hay nada en este mundo que sea mera coincidencia. Por ejemplo, pongamos por caso que mi vecino y yo compramos billetes de lotería. El compró el No. 17756233/a/th/567 y yo compré el No. 17756233/a/th/568. Dos semanas más tarde me levanto y oigo que mi vecino grita con todos sus pulmones: "¡¡¡Me gané diez millones!!! ¡¡¡Me gané diez millones!!!".

Si mis ojos enfocan en la realidad del modo correcto, de inmediato voy a sentir una inmensa felicidad por mi vecino, porque yo no tenía ninguna chance de ganar la lotería. Aunque yo tenia el billete siguiente, hubiera dado exactamente lo mismo si hubiese tenido el billete 0001. La misma diferencia. La felicidad es entender que lo que Hashem decreta para una persona es de esa persona y siempre fue suyo.

No hay "cerca" de lo que les toca a los demás. El que piensa lo contrario se está engañando a sí mismo. Y darse cuenta de eso es uno de los secretos de la felicidad en este mundo. Cabe destacar que en hebreo, las palabras "aflicción de tzaraat" (nega) y "placer" (oneg) se escriben exactamente con las mismas letras: nun, guimel, ain. La única diferencia entre ambos términos es donde se coloca la letra ain. En hebreo, ain significa "ojo". Si uno coloca el ojo en el sitio equivocado, termina sufriendo una enfermedad espiritual, nega. Pero si coloca el ojo en el lugar adecuado, uno siente placer, oneg. El placer que viene de "farginear". El placer que viene de mirar el mundo a través de la lente de la realidad.

(Mesilat Yesharim, Jidushei ha Rim)

“Una mujer, cuando diere a luz...” (Vayikrá 12:2)

Cuando un primogénito viene al mundo, ocurren dos creaciones: el niño, y los padres. El equipo de tres socios que conforman Hashem y los dos padres crean al niño, pero el niño tambien "creo" a los padres. Hasta ahora eran simples personas. Ahora son padres. El Midrash dice que si el hombre es digno "precede a toda la creación". ¿Cómo el hombre va a preceder a toda la creación, cuando fue creado último, el sexto día?

En la ley judía, el padre le lega a su primogénito una porción doble. ¿Por qué? Porque ese hijo fue el que lo convirtió en padre.

El Pueblo Judío es llamado "Mi hijo, mi primogénito, Israel", porque el Pueblo Judío fue el que, por decirlo de alguna manera, "convirtió a Hashem en el Padre del mundo". Ellos son los que atestiguan Su existencia.

Todos los israelitas son los primogénitos de Hashem. Si, a causa de nuestras acciones, hacemos que el nombre de Hashem sea querido en este mundo, si la gente nos mira y ve que hay un Di-s que rige el mundo, entonces somos considerados dignos. Y entonces "precedemos a toda la Creacion". Cuando hacemos a Hashem el Padre del mundo, nos hacemos dignos de ser los "primogenitos".
(Meshej Jojmá)


“Esta es la ley que rige para el Metzorá” (Vayikrá 14:2)

Metzorá: Motzí - sacar, (shem) ra - (un) mal (nombre): Hablar mal sobre alguien.

Hubo una vez un vendedor ambulante que viajaba de ciudad en ciudad. Él llamaba a las personas diciendo "¿Quién quiere comprar la esencia de la vida? ¿Quién quiere comprar la esencia de la vida?. Rabí Ianai lo escuchó y quiso comprar un poco de su poción. "Usted no necesita mi esencia, ni aquellos que son como usted"-contesto el vendedor. Pero Rabí Ianai presiono al vendedor y finalmente el vendedor saco un "Libro de Tehilim"(Salmos), y le leyó a Rabí Ianai: "Quien quiere vida..."- "Cual es la siguiente línea?" - pregunto el vendedor. Contesto Rabí Ianai "Cuide su lengua del mal!... Yo he leído este versículo toda mi vida y nunca me di cuenta de su significado hasta que este vendedor me lo enseñó!!".

(Midrash)

“Y será traído al Cohén” (Vayikrá 14:3)

Cuando una persona habla lashón hará (malas lenguas), demuestra que no tiene idea del poder del habla. Demuestra que para él las palabras son insignificantes en comparación con los actos. Al hablar las malas lenguas, se despierta a un acusador en el Cielo, no solamente contra el objetivo de su lashón hará, sino también contra sí mismo. Un ángel, provisto de un "grabador stereo" se para al lado de cada uno de nosotros y graba cada una de las palabras que pronunciamos. Y para enseñarles a los que hablan lashón hará el poder que tiene hasta una sola palabra, la Torá ordena que el trasgresor sea traído al Cohén. Pero, inclusive cuando va a ver al Cohén, con todo el cuerpo lleno de tzaraat, para que todos lo vean, y hasta que el Cohén pronuncie la palabra "Impuro", se lo sigue considerando totalmente puro. Del mismo modo, no puede retornar a su antigua situación, a pesar de que la enfermedad se haya curado por completo, hasta que el Cohén pronuncie la palabra "Puro". Así, el trasgresor aprende el poder que tiene hasta una sola palabra. Porque con una sola palabra, se lo segrega, y con una sola palabra, se lo redime.

(Basado en Ohel Yaacob)

“Hashem le habló a Moshé, diciendo: Esta será la ley del Metzorá” (Vayikrá 14:1)

Metzo-ra ---Motzi-(shem)-ra----hablar mal de alguien (lit. "sacar un mal nombre", implica mentir).

Sobre gastadas ruedas de acero, las puertas de la fábrica se abrieron de par en par. Allí, bajo la luz gris del alba, estaban las máquinas. Una detrás de la otra, en una larguísima fila cuyo fin se encontraba lejos, muy lejos. Eran grises y azul opaco. Majestuosas. Maravillosas. Las 248. Una máquina tras otra máquina tras otra máquina. El supervisor condujo a su nuevo empleado por el pasillo central. Pasaron junto a todas ellas en reverente silencio. Después de lo que pareció como un siglo, llegaron al final. Y allí se pararon, juntos, al final de este vasto despliegue de poder industrial, contemplándolo.

Allí estaba, diferente del resto de las maquinas igual que Moby Dick era diferente del resto de las ballenas. Enorme, imponente, sola, formidable. "Es esta" dijo el supervisor. "Esta. Sin esta máquina, todas las otras máquinas no valen absolutamente nada. Nada de nada. De esta máquina penden la vida y la muerte".

La lengua es la máquina más poderosa del mundo entero.

En esta vasta fábrica llamada el Hombre, hay doscientas cuarenta y ocho máquinas, cada tendón corresponde a una Mitzvá. Pero la lengua tiene un poder mayor que el resto.

Una palabra puede matar a distancias que ni siquiera el más poderoso cohete puede alcanzar. Una palabra puede causar una plaga más nociva que el ántrax. Y aún así, una palabra puede curar con más poder que una cirugía a corazón abierto. Una palabra puede decir más que el más brillante y colorido ramo de flores.

El mundo fue creado con palabras: "En el comienzo Di-s creó los Cielos y la Tierra...". Él creó toda la existencia con las dos veintidós letras del alfabeto hebreo. Y le dio al hombre esa máquina tan increíblemente poderosa: la lengua. No hay ningún animal en el mundo que pueda hablar. Podrán hacer ruidos, si. Pero hasta la fecha, ninguna ballena publicó un libro de poemas.

El Hombre es el único Hablador de toda la existencia. A él se le confió una máquina muchísimo más poderosa que el átomo, y además, mucho más peligrosa. Porque con una sola palabra se pueden destruir mundos y con una sola palabra se los puede crear.

(Jafetz Jaim)

Una carta para Hashem


Algunos entienden muy poco; otros, mucho. A veces, una persona que no entiende mucho se ilumina de repente.
Moshé, el leñador, era de ésos que comprendía muy poco. Su padre y su abuelo habían sido leñadores y Moshé había crecido en el bosque.

La pequeña choza en que vivía, y que llamaba su hogar, estaba lejos de todo pueblo o ciudad. Era un bosque muy grande e, incluso, las granjas más cercanas estaban a muchos kilómetros de distancia. Además, no pasaba mucha gente por ahí.

Moshé había salido tres veces del bosque en su vida. La primera, que ni siquiera recordaba, cuando su padre lo llevó a la ciudad para que le hicieran el Brit-Milá. La segunda, para su Bar-Mitzvá. La tercera, para su matrimonio. Sus padres habían muerto años después y Moshé vivía solo en el bosque con su esposa y sus tres hijos.

Cortaba leña todo el año, salvo en esos crudos días de invierno. Dos o tres veces al año venía un comerciante de la ciudad con sus carros a buscar la leña y pagaba a Moshé con provisiones.

Era prácticamente la única persona que él veía, además de su familia. Una que otra vez aparecía algún extranjero perdido. No era muy seguido.

Y así, como Moshé vivía apartado del resto del mundo, comprendía muy poco. Cuando uno no se junta ni habla con otras personas no aprende mucho. Por supuesto, hay excepciones; pero la mejor forma de cultivarse es intercambiando ideas con los demás.

Moshé era un judío religioso. Es decir, cumplía todas las mitzvot que le habían enseñado: tefilín, tzitzit, oraciones diarias, comida kasher y oraciones especiales para Shabbat y otras festividades. Su padre lo había instruido muy bien al respecto y podríamos decir que Moshé era un buen judío.

Pero aún así Moshé comprendía muy poco. Esto sucedió una vez antes de Pésaj.


Moshé era pobre, no vale la pena negarlo
Después de todo, lo único que sabía hacer era cortar leña, y el comerciante que se la compraba lo sabía muy bien y podía entonces pagarle como quisiera. ¿Qué podía hacer Moshé? ¿Vender su madera a otra persona? Ni siquiera sabría cómo iniciar el negocio.

Por eso, Moshé era pobre y seguiría siéndolo.
Esto ciertamente lo entristecía mucho. Pensaba en ello cada vez que tenía que caminar penosamente por el bosque acarreando un pesado atado de leña y ramas sobre su espalda. Pensaba cuan injusto era que él no pudiese tener nunca nada, ni buena comida ni ropa nueva. Pero lo peor era que culpaba a HaShem (D's) de su desgracia. ¡Es culpa Suya, toda la culpa es Suya!.

Un día, como un mes antes de Pésaj, Moshé se puso a pensar en la festividad mientras caminaba por el bosque. No tendrían una comida de fiesta ni un hermoso Séder; sólo matzot. Tampoco podrían reemplazar su vieja loza de Pésaj que ya está toda saltada. No sería posible ofrecer ropa nueva a su esposa e hijos. Entonces se le ocurrió que debía hacer algo al respecto. Basta de pensar. ¡Hay que actuar! ¡Escribiría una carta a HaShem!

Esa noche Moshé terminó rápidamente su cena. Se acercó luego con cautela al escritorio y sacó del cajón un lápiz, una hoja de papel y un poco de tinta. Sopló encima para quitarles el polvo. Ya casi ni recordaba cuándo los había usado por última vez. Moshé se sentó frente a la mesa, se subió las mangas para darse importancia y, después de algunos movimientos con el brazo para calentar los músculos, comenzó a escribir.

Una Carta de pura Emuná

"Querido HaShem: ¿Por qué me haces ser tan pobre? ¿Te has olvidado de mí? ¿No estás acaso cuidándome constantemente como me prometió mi padre? Pésaj se aproxima, esa época en que una vez cuidaste y recordaste a Tus hijos de Israel. No tengo nada para celebrar ahora este maravilloso Pésaj. ¿Por qué no me ayudas?

Moshé, el leñador que vive en el bosque de Loyodin (no se sabe)”

Moshé se demoró dos horas en escribir esa carta. Cuando terminó estaba agotado, pero se sentía feliz. Mañana se la enviaría a HaShem.

Esa noche durmió profundamente.

A la mañana siguiente, tomó la carta, que había doblado con cuidado, y se dispuso a enviarla. ¿Pero cómo mandar una carta a HaShem?

No había pensado en ese problema. Moshé estaba perplejo. Sin embargo, su esposa Rebeca le dio una idea.

¿ "Dónde vive HaShem?", preguntó en voz alta. "¡En el Cielo! Los pájaros viajan al cielo, ¿verdad? ¡Entonces, amarra tu carta a la pata de un pájaro y listo!"

A Moshé le gustó mucho la idea e hizo exactamente lo que Rebeca le dijo. Agarró un hermoso pájaro azul y ató la carta a su pata. El ave salió volando y Moshé retomó a su trabajo.

Pero la carta impedía al pájaro azul volar bien. Este entonces bajó a tierra en el bosque y se puso a brincar entre las ramas bajas de los árboles.

El Barón Tovlev (Buen corazón) estaba cansado. El día anterior había cabalgado sin parar del amanecer al atardecer, yendo de un pueblo a otro. En ese momento iba cruzando el bosque de Loyodin para llegar a los pueblos de ese lado. Todos los años en la misma época, el Barón Tovlev, quien era un hombre rico y respetado por todos, solía viajar de pueblo en pueblo, con el fin de recolectar dinero y comprar para los pobres matzot y otras cosas que necesitaran para el Yom Tob. Se pasaba un mes entero antes de Pésaj haciendo eso. Se olvidaba de sus negocios y otros asuntos para cumplir con esa gran mitzvá.

Aunque andaba cabeceando, se resistía a quedarse dormido en la montura. Sin embargo, de repente notó algo extraño en el suelo: Era un pájaro azul que brincaba de un lado a otro con una hoja de papel amarrada a su pata. Se bajó rápidamente del caballo. Como el pájaro también estaba cansado y molesto, lo agarró fácilmente. Y es así como el Barón Tovlev encontró la carta que Moshé le envió a D's.

Apenas terminó de leerla, supo inmediatamente qué debía hacer. Se subió a su cabalgadura y dio media vuelta.

Al día siguiente, el Barón volvía a atravesar el bosque de Loyodin. Pero tras su caballo llevaba a otro cargado con una infinidad de cosas que Moshé seguramente necesitaría para Pésaj: vino, carne, loza nueva, ropa y muchos otros regalos. Avanzaba lentamente buscando la choza del leñador. Anduvo dos días vagando por el bosque hasta que por fin la encontró.

Llegó a casa de Moshé al atardecer. Rebeca le dijo que su esposo volvería luego. El Barón decidió entonces no decirle nada hasta que Moshé retornara a su hogar.

Una petición verdadera no vuelve vacía

"Moshé", le dijo el Barón, "traigo la respuesta a tu carta".
¿ "Qué carta?, preguntó Moshé en voz alta. "¿Y cómo sabe que me llamo Moshé"?
¡ "Encontré tu carta para D's y traigo Su respuesta conmigo"!

El Barón entonces descargó el caballo y puso ante ellos todo lo que les había traído para Pésaj.
Moshé se sentó y colocó tristemente su cabeza entre sus manos. Miraba fijamente al infinito.

"Entonces HaShem no recibió mi carta", dijo suspirando. "Debería habérmelo imaginado".
¡ "Pero, Moshé", insistía el Barón, "claro que escuchó tu plegaria. Yo te traje Su respuesta"!.
Moshé se sentó entonces bien recto y miró al Barón fijamente a los ojos:
"Usted es un hombre de mundo y yo soy un simple leñador. Pero no puede engañarme así. Me dijo claramente que había encontrado mi carta y por eso me traía todas esas cosas. ¿Piensa acaso que voy a creerle ese cuento de que ésta es la respuesta de HaShem a mi carta"?

El Barón Toviev se acercó a Moshé y se sentó a su lado. Le puso la mano en el hombro y lo miró con franqueza:

"Mi querido Moshé, soy ciertamente lo que podríamos llamar un hombre de mundo y tú un simple leñador. Pero en algunas cosas somos todos muy simples. Por ejemplo, en cuanto se refiere a comprender los actos de HaShem. ¿Cómo hace las cosas? ¿Por qué? Sólo sabemos que las hace, nada más.

"No creas que Él no te vio escribir la carta.

Por supuesto que sí, porque siempre vela sobre ti. Además, también te vio amarrar la carta a la pata del pájaro azul, porque también cuida de él. El hizo que el pájaro volara hasta donde yo estaba para que pudiera encontrar tu carta, porque El siempre dirige y guía todos nuestros actos. Y también es Él quien me indujo a traerte rápidamente todos estos regalos".

"Ves, amigo mío, HaShem leyó tu carta y la respondió. Porque Él siempre vela sobre nosotros y nos protege, así como lo hizo con los judíos de Egipto, a quienes finalmente liberó de la esclavitud. Muchas veces no nos damos cuenta de que Él hace todo eso. Pero es así. ¿Comprendes, Moshé?"

Moshé se quedó callado unos instantes. Estaba pensando. Finalmente dijo:
"Comprendo, entiendo muy bien. ¡Comprendo muchas cosas ahora, cosas que no había entendido nunca antes!"

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jueves, 15 de abril de 2010

La vida después de la muerte


Una de las cosas que la mayoría de la gente se pregunta es ¿qué hay después de la muerte?. ¿Existirá algún tipo de vida tras el fallecimiento físico?

La respuesta a esta cuestión es brindada por el Talmud. Allí se narran varios hechos que dejan en claro este dilema.

En el tratado de “Berajot 18a”, se narra un suceso acontecido entre dos eruditos. Se trata de Rabí Jía y Rabí Ionatan, caminaban por los pasajes de un cementerio, mientras los flecos de la túnica de Rabí Ionatan se arrastraban entre los sepulcros.

Rabí Jía solicitó a su compañero: “Alza los flecos de tu indumentaria, para que los que yacen aquí enterrados no digan: próximamente estos vendrán con nosotros, ¿y ahora nos avergüenzan de esta manera, mostrando que cumplen con el precepto de colocar flecos a las prendas de vestir y nosotros no podemos?”.

Rabí Jonatan le sugirió: “¿Acaso saben los fallecidos lo que sucede a su alrededor?”. Y mencionó un versículo para apoyar su teoría: Está escrito: “Porque los vivos saben que morirán, y los muertos no saben nada” (Proverbios 9: 5)

Rabí Jía le explicó: “Porque los vivos saben que morirán” se refiere a los justos, los cuales también después de la muerte son llamados vivos. Pese a ello, piensan en el día de la muerte, y al tener eso presente, no cometan faltas. “Y los muertos no saben nada”, se refiere a los malvados, los cuales aun en vida son llamados muertos. Es decir, se hacen los que no saben que les sobrevendrá la muerte y por eso infringen la ley sin reparo. (Berajot 18ª, Rashi)

Para completar su explicación, Rabí Jía citó versículos:

Un versículo que prueba que los justos son llamados vivos aun después de la muerte es este: “Benaiahu ben Ioiadá, el hijo del vivo -ben ish jai-”. (2 Samuel 23: 20).

Se pregunta: ¿Acaso todos son hijos de muertos que dice “hijo del vivo”?.

Se responde: Esto no es posible, por lo tanto debemos decir que la intención de esta declaración es, enseñarnos, que incluso después de muerto, el justo –en este caso Ioiadá, que en vida fue un hombre sumamente recto y jefe del Sanhedrin- es llamado vivo.

Luego Rabí Jía explicó por qué los malvados son llamados muertos aun en vida.

Para ello citó este pasaje: El profeta Ezequiel dijo al rey Jizkiahu: “Y tú, cadáver malvado –jalal rashá-, ministro de Israel” (Ezequiel 21: 30)

Apreciamos que Jizkiahu es llamado en la Biblia muerto en vida –cadáver malvado-.

Aprendemos que los malvados son llamados muertos en vida. Aunque para que no queden dudas de ningún tipo, citaremos un versículo más: “Según el testimonio de dos testigos o de tres testigos, morirá el muerto” (Deuteronomio 17: 6)

Se ve de aquí, que tras el testimonio que lo declara malvado, en ese momento ya se lo considera muerto. Por eso, está escrito: morirá el muerto. Apreciamos que los malvados son llamados muertos aun en vida.

MÁS EPISODIOS

Hemos visto que Rabí Jía y Rabí Ionatan divergieron acerca de los muertos, si estos saben cuando se los ofende. Por eso el Talmud continúa abordando este tema, buscando ahora esclarecer si los muertos saben lo que acontece entre los vivos.

Se cuenta que los hijos de Rabí Jía salieron para ocuparse de la herencia recibida. En ese momento, no podían concentrase en el estudio. Por eso se esforzaban en recordar.

Uno dijo al otro: ¿Nuestro padre –Rabí Jía- sabe la aflicción nuestra que sufrimos en estos momentos y no podemos recordar el estudio?.

El hermano le respondió: ¿De dónde va a saber, (ya falleció)?. Y está escrito: “Los hijos (del muerto) serán honrados y el no sabrá”. (Job 14: 21)

El otro hermano le preguntó: “¿No sabrá?”. Fíjate que a continuación
está escrito: “Pero su carne le dolerá, y su alma estará de duelo”. Y he aquí que Rabí Itzjak dijo: la disolución de la carne es tan horripilante para el fallecido como una aguja en la carne de un vivo. Resulta que los muertos sienten dolor. Por lo tanto nuestro padre –Rabí Jía-, sabe de nuestro sufrimiento.

SE OBJETA

Los sabios del Talmud presentan una objeción.

Propusieron: “Del sufrimiento de ellos saben, pero del sufrimiento que acontece a los demás no saben”.

A los que objetaron, se les respondió de la siguiente manera:

Estudiamos en una baraita (así se llaman los anexos de la Mishná): En cierta ocasión, un piadoso -Rabí Iehuda bar Ilai- dio una moneda -Dinar- a un indigente. Esto aconteció en vísperas de Rosh Hashaná.

El año en que el rabí dio la moneda al indigente fue muy magro. En el mismo no llovió, y la población sufría el efecto, ya que no disponían de víveres suficientes, ni dinero.

Por tal razón, cuando la esposa del rabí tomó conocimiento de la actitud de su marido, se enojó. Pues ellos mismos eran muy pobres, y el único Dinar que tenían era el que su marido entregó al menesteroso. (Maarshá Brajot 18b)

El erudito se retiró de delante de la presencia de su mujer y pernoctó en el cementerio.

Allí había dos espíritus, que pertenecían a un par de niñas, las cuales habían perecido a temprana edad.

El rabí oyó que una decía a la otra: “salgamos y escuchemos que es lo que dicen detrás de la cortina -pargod- que separa el mundo este, del lugar sagrado de El Eterno, en las alturas celestiales. Así nos enteraremos que desgracia recaerá sobre la tierra”.

La compañera respondió: “No puedo, pues fui enterrada con vestimentas elaboradas con juncos”. (Este tipo de material obstaculiza la rápida descomposición del cuerpo, lo cual impide al espíritu abandonar el mismo, hasta que el proceso concluya. Es por esta razón, que se estila enterrar a los difuntos con prendas de lino, que prácticamente no impiden la acción). (Tzla”j en tratado talmúdico de Berajot 18)

Por lo dicho, el espíritu de la otra joven le respondió: Ve tú, y lo que escuchas, me lo dices”.

LA EXCURSIÓN

El espíritu de la otra niña salió, acudió al lugar, escuchó y regresó. En ese momento el espíritu de la que se había quedado le preguntó: “¿qué oíste detrás de la cortina?”.

Entonces le respondió: “Escuché que todo el que siembra durante el primer período de descenso de las lluvias (en la tierra de Israel tiene lugar el día 17 del mes Mar Jeshván), el granizo arruinará sus sembrados.

Al escuchar esto, Rabí Jía decidió posponer la fecha de siembra de sus tierras hasta el segundo período de descenso de las lluvias.

En ese año, las plantaciones de todos los agricultores fueron afectadas por el granizo. Fue porque éste cayó en el segundo período de descenso de las lluvias, y para ese entonces, las plantas ya habían crecido y sus tallos se hallaban fuertes y duros. Por eso el granizo destruyó las plantaciones. Sin embargo lo que sembró Rabí Jía no fue afectado, porque sus plantas recién germinaban y los brotes permanecían tiernos y flexibles, dado que realizó su sembrado mucho más tarde que los demás.

SE REITERA EL SUCESO

Al año siguiente, el rabí regresó al cementerio, pernoctó allí y escuchó esos mismos espíritus que hablaban entre ellos. Uno decía al otro: “salgamos y escuchemos que es lo que dicen detrás de la cortina que separa el sitio sagrado de El Eterno, en las alturas celestiales, así nos enteraremos que desgracia recaerá sobre el mundo”. (El espíritu de la joven que hablaba supuso que los juncos de su mortaja ya se habían deshecho, permitiendo al cuerpo hacer lo mismo).

No obstante, esto no ocurrió, por lo que le respondió: “¿No te dije ya que no puedo, pues fui enterrada con vestimentas elaboradas con juncos?. Ve tú, y lo que escuchas, me lo dices”.

El espíritu de la otra niña así lo hizo, y cuando estuvo de regreso, la que había quedado le preguntó: “¿qué oíste detrás de la cortina?”.

Entonces le respondió: “Escuché que todo el que siembra durante el segundo período de descenso de las lluvias (en la tierra de Israel tiene lugar el día 23 del mes Mar Jeshván), una tormenta calurosa y seca arruinará sus sembrados.

Rabí Jía tras escuchar se retiró, y sembró en el primer período en que deben descender las precipitaciones. En tanto los demás lo hicieron en el segundo periodo.

Aconteció que los sembrados de todos fueron destruidos por la tormenta, ya que las plantas aun permanecían tiernas y frágiles, y no pudieron soportar el brusco golpe de calor. Aunque los sembrados del erudito no fueron afectados, pues las plantas ya estaban robustas y fuertes.

Al contemplar este extraño suceso, su esposa le preguntó: “¿Por qué causa el año pasado, todos los sembrados de los agricultores fueron destruidos por el granizo, mientras que al tuyo no le aconteció lo mismo. Y por que razón, ahora, todos fueron presa de la tormenta de calor, mientras que tú no fuiste afectado en lo más mínimo?”.

En ese momento Rabí Jía contó a su esposa lo que había acontecido.

DÍAS MÁS TARDE

Transcurrieron algunos días, y surgió una riña entre la mujer del sabio, y la madre de la pequeña que yacía en aquel cementerio enterrada con ropa hecha de juncos.

En medio de la disputa, la esposa de Rabí Jía, dijo a la otra mujer: “Ven y te mostraré a tu hija, que está enterrada con vestimenta de juncos”.

EL SUCESO VUELVE A ACONTECER

Al año siguiente, nuevamente Rabí Jía pernoctó en el cementerio, y escuchó a esos mismos espíritus que hablaban entre ellos. Uno decía al otro: “salgamos y escuchemos que es lo que dicen detrás de la cortina que separa el sitio sagrado de El Eterno, en las alturas celestiales, así nos enteraremos que desgracia recaerá sobre el mundo”.

La otra le respondió: “Compañera ¡Déjame!. Lo que acontece entre tú y yo, ya fue oído en el mundo, entre los vivos”.

Este suceso narrado en el Talmud revela claramente la existencia de la vida después de la muerte. Pues se ve de aquí, que la niña enterrada sabía lo sucedido entre su madre y la esposa del rabí. Apreciamos que los muertos saben que sucede entre los vivos.

OTRO RELATO

Los sabios del Talmud en su anhelo de llegar al fondo del asunto, y averiguar todos los detalles, presentan una objeción. A través de ésta, cuestionan lo dicho, planteando una posibilidad de que los muertos no saben lo que sucede entre los vivos.

Dijeron: es posible que alguien escuchó la disputa entre la madre de la joven enterrada y la mujer del erudito. Luego este individuo que oyó murió, y le contó al espíritu de la niña sepultada.

Por eso ellas sabían lo que sucedió en la tierra. O sea, no es obligado decir que una de ellas salió y escuchó lo que sucede, por lo tanto no hay aun pruebas concretas de que los muertos saben lo que sucede en el mundo con los vivos.

BUSCANDO LA RESPUESTA

Para esclarecer este punto, el Talmud narra lo acontecido al famoso sabio “Zeiri”, quien solía depositar su dinero en manos de la dueña del lugar donde se hospedaba.

Un día, Zeiri se encontraba en la casa de estudio, como era usual en él, y la señora falleció, sin que el erudito sepa donde guardó su dinero.

Se dirigió entonces al sitio donde la mujer fue sepultada, y preguntó: “¿Dónde está mi dinero?”.

El espíritu de la finada respondió: “Tómalo del orificio que hay debajo de la bisagra de la puerta. Además, dile a mi madre que me envíe a través de fulana que fallecerá mañana, mi peine y cosméticos (Dijo estas palabras, porque estaba angustiada al haber perecido joven, y los muertos sienten placer de realizar lo mismo que hicieron en vida. Aunque, son solo eso, deseos, pues no está en su poder llevarlo a la práctica, al carecer de un cuerpo físico).

De todos modos, al saber que tal persona se encuentra moribunda, es una prueba concreta que conocía lo que sucede en el mundo, entre los vivos. Vemos que los muertos saben lo que acontece entre los vivos.

UNA NUEVA OBJECIÓN

Pese a que la prueba presentada es contundente, en el Talmud se plantea una nueva objeción. Los sabios sugieren la posibilidad de que el ángel encargado de los muertos -Duma-, informa a los demás fallecidos de la nueva alta que acontecerá en el mundo de los muertos, antes de que el que perecerá llegue. Pero las demás cosas que suceden entre los vivos, no las saben.

Debido a esta hipótesis, el Talmud cita una nueva prueba para demostrar que los muertos saben que sucede entre los vivos.

Nueva prueba

Se cita lo acontecido con el padre del popular sabio Samuel, en cuyas manos depositaban el dinero de los huérfanos para que lo cuide.

Sucedió que el padre murió antes de poder transmitir a su hijo el dato que revela donde guarda el dinero de los huérfanos. Esto provocó que se despierten sospechas, y la gente comenzó a llamar a Samuel: “El hijo del que consumió el dinero de los huérfanos”.

Samuel se dirigió al cementerio, y halló a los espíritus de los fallecidos sentados en círculo, fuera de sus sepulcros. Les dijo: “Busco a mi padre, cuyo nombre es Aba”.

Los presentes le respondieron: “Hay muchos Aba en este lugar”.

Sugirió: “Mi padre se llama Aba hijo de Aba”.

Le respondieron: “También hay aquí muchos que se llaman Aba hijo de Aba”.

Finalmente dijo: “Busco Aba hijo de Aba, el padre de Samuel. ¿Dónde está?”.

Al escuchar eso le informaron: “Partió hacia la academia de estudios que hay en los cielos”.

Entretanto, Samuel alcanzó a divisar al renombrado erudito Levi, quien ya había perecido, y se hallaba sentado fuera de la ronda.

Le preguntó: “¿Por qué tú te sientas fuera del círculo?. ¿Cuál es el motivo por el que no fuiste a estudiar a la academia que hay en los cielos?”.

Levi le respondió: “Me dijeron, que fue por todos los años que no ingresé a la academia de Rabí Afes, provocándole con esa actitud aflicción. Por eso se estipuló que durante esa misma cantidad de años debo permanecer al margen de la academia que hay en los cielos”.

En eso llega el padre de Samuel (el espíritu conecta en vida el alma con el cuerpo, y también después que la persona perece, prosigue haciéndolo. Por eso a veces suele estar arriba en los cielos, y en ocasiones en la tierra - Maarshá)

Al verlo, el hijo pudo apreciar que su progenitor lloraba y también reía. Le preguntó: “¿Por qué lloras?”.

Su padre le respondió a su hijo: “Porque en breve perecerás”.

Tras la respuesta Samuel prosiguió: “¿Por qué reíste?”.

El padre le respondió: “Porque eres considerado como alguien muy importante en el mundo”.

Samuel respondió: “Si soy considerado importante, en ese caso ingresen, en mérito mío, a Levi a la academia de estudios que hay en los cielos”. (El motivo por el cual Levi no se hallaba en la ronda con los demás espíritus, se debía a que reunía por mérito propio las condiciones necesarias para ingresar a la academia. Solo que había un breve obstáculo, que es el que mencionamos antes. Pero los demás, no estaban en condiciones de ingresar).

Tras la solicitud de Samuel, hicieron ingresar a Levi a la academia que hay en los cielos.

Luego preguntó a su padre: “¿El dinero de los huérfanos dónde está?”.

Su padre le informó: “Ve y tómalo de debajo del molino. El dinero que hay en la capa superior e inferior es nuestro, y el que está en el medio, es de los huérfanos”.

Samuel le sugirió: “¿Por qué causa lo dispusiste en ese orden?”.

El padre le explicó: “Porque pensé: Si vienen ladrones y roban el dinero, hallarán el nuestro que está en la capa superior, y se salvará el de los huérfanos. Y si se produce algún efecto corrosivo, afectará a nuestro dinero que está abajo, y no al de los huérfanos”.

CONSECUENCIA

Este suceso nos permite saber, que los fallecidos continúan con vida luego de perecer y saben lo que sucede con los vivos. Pues el padre de Samuel sabía que su hijo es considerado importante en el mundo.

Sin embrago, pese a la contundencia de la prueba presentada, los sabio se empecinan en llegar al fondo del asunto y descartar todas las posibilidades posibles. Ellos plantearon:

Es cierto que el padre de Samuel sabía que su hijo es considerado un hombre importante y está próximo a morir. Pero es factible, que se debe a que en el Cielo pregonan con antelación la muerte de alguien importante. Pues antes de producirse la llegada de alguno de renombre, pregonan: “Háganse a un lado, que llega fulano”. (Ketubot 77b)

Al ser que acontece de esta manera, podemos pensar que el padre de Samuel escuchó el pregón y comprendió que su hijo es considerado importante en el mundo. Por lo tanto, se puede decir que de ahí lo sabía, y no porque los muertos saben que sucede entre los vivos.

CONCLUSIÓN

El hecho de que los muertos saben que sucede entre los vivos es algo evidente. Y si bien es cierto que en todos los casos presentamos es posible presentar una cuestión, con todo eso es difícil refutar esta teoría.

Es más, Rabí Ionatán, que como mencionamos arriba, arrastraba sus flecos entre los sepulcros sin reparo, pues pensaba que los que allí descansan no saben nada, finalmente se retractó. Este gran sabio finalmente aceptó que los fallecidos hablan entre ellos, e incluso colaboró aportando un dato contundente para probar tal cosa.

EL DATO

Rabí Samuel bar Najmaní, escuchó de Rabí Ionatán la postura adoptada por él luego de ese suceso. Así dijo:

“¿De dónde se sabe que los fallecidos hablan entre ellos?. Eso se aprende de lo que está dicho: “Dijo a él El Eterno (a Moshé): esta es la tierra que Juré a Abraham, Itzajak y Iaakov, para que digas...”. (Deuteronomio 34: 4) E inmediatamente a continuación está escrito: “Murió allí Moshé, el siervo de El Eterno” (Deuteronomio 34: 5)

Teniendo en cuenta que Moshé se encontraba en los últimos instantes de su vida ¿qué significa “para que digas...”?. ¿A quién le debía decir lo que El Eterno le encomendó en ese momento?.

Evidentemente, el versículo debe comprenderse de esta manera: “Dijo a él El Eterno”: Ve luego de tu fallecimiento y diles a Abraham, Itzajak y Iaakov: el juramento que formulé a vosotros, al mismo ya lo cumplí con vuestros hijos (pues por entonces ya habían comenzado a conquistar la tierra prometida).

SE PREGUNTA

Si Rabí Ionatan se retractó y considera que los perecidos saben lo que acontece, los patriarcas sabían lo que El Eterno había hecho con los hijos de Israel. ¿Qué necesidad había de comunicarles la noticia de la conquista de la tierra prometida a través de un enviado -Moshé-?.

Se responde:

Lo que sucede es, que si bien es cierto que los patriarcas tenían conocimiento de lo acontecido, de todos modos, El Eterno les envía la información a través de Moshé, para que estos consideren el brillante desempeño suyo en la tierra. Pues Moshé fue guía espiritual de los hijos de Israel, y llevó el pueblo a destino.

INFERENCIAS

Hemos visto que el Talmud revela la existencia de la vida después de la muerte. Para alcanzar ese dato, fue necesario acudir a sucesos acontecidos a los sabios de Israel con espíritus de personas ya fallecidas.

Respecto a la manera en que se comunicaron, hay varias opiniones entre los sabios. Algunos, como Maarshá, sostienen que las vivencias fueron efectuadas a través de un sueño. Otros, como Agrá, sostienen que los rabinos se proyectaron a un lugar espiritual para recoger los datos aquí citados, y no se hallaban en un cementerio físico.

De esta manera, se evita pensar que incurrieron en mandatos de la Torá que prohíben consultar a los muertos, o a los sacerdotes impurificarse en un cementerio.

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