jueves, 1 de abril de 2010

Viviendo cada día: la cuenta del omer


Bendito eres Tú, Señor nuestro Di-s, Rey del universo, que nos ha santificado con Sus mandamientos y nos ha instruido sobre la cuenta del Omer (bendición diaria entre Pascuas y Shavuot).

Entre los muchos milagros del Exodo, no fue el más pequeño la transformación de un pueblo que había estado en esclavitud por centurias, viviendo con una mentalidad esclava, en un pueblo que fue un "reino de sacerdotes y un pueblo sagrado" (Exodo 19:6). ¿Cómo fue lograda esta transformación?
Desde el Exodo de Egipto hasta la revelación en Sinai, transcurrieron siete semanas. Paralelo a eso, nosotros tenemos la mitzvá de contar el Omer desde el día después de la celebración del Exodo hasta el día en el cual celebramos la revelación en Sinai. Por siete semanas nosotros contamos cada día: Hoy es el primer día del Omer, hoy es el segundo día del Omer, etc.
Desarrollar una nación espiritual de entre un grupo de recién emancipados esclavos es una tarea que parece rayar en lo imposible.
Pero es sólo imposible si uno trata de abrazar demasiado, demasiado pronto. Si uno puede trabajar sobre la espiritualidad "un día a la vez", y lograr hoy sólo lo que necesita ser logrado hoy, lo imposible se torna posible.
Como con la generación del Exodo, así es con nosotros. Nosotros debemos dividir el tiempo en segmentos manejables, y vivir un día a la vez.

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Sea Tu voluntad que en virtud de mi cuenta del Omer este día, haya una corrección de los defectos que yo he causado, y que sea purificado y santificado por la Santidad de lo alto (Plegaria que sigue a la cuenta del Omer).

Nosotros reconocemos que como humanos tenemos muchas imperfecciones, y que es nuestra responsabilidad mejorar nuestros rasgos de carácter.
Cuando nos damos cuenta cuán lejos estamos del ideal, podemos exclamar: "¡Qué mandamiento!" Podemos estar tan abrumados por la enormidad del desafío de mejorarnos nosotros mismos que podemos desesperar de lograrlo, y simplemente no hacemos nada.
Mientras contamos el Omer un día a la vez, se nos ayuda a darnos cuenta que la tarea no es tan abrumadora como pensábamos. No se nos requiere lograr perfección, y lo que hacemos, podemos hacerlo en entregas diarias. El mejoramiento del carácter puede ser en pequeños trozos, y no necesita ser en montones.
A pesar de que no podemos lograr perfección por nuestro propio esfuerzo, si sinceramente hacemos lo que podemos, todo lo que nosotros podemos, la perfección para la que nos esforzamos nos será concedida como un obsequio de lo alto.

(Rabbi Twersky. Extraido de Viviendo cada día)

http://www.tora.org.ar/

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