viernes, 11 de junio de 2010

HISTORIAS PARA CONTAR EN FAMILIA (VI)


19.La Bondad Más Grande

Rabí Israel de Salant fue visto una vez en las calles de Vilna, hablando y riendo de una manera aparentemente frívola con una de las personas de la ciudad. Las personas que lo vieron notaron que el Rab de Salant estaba tratando de hacer reír al otro hombre con sus bromas.

Los que observaban se quedaron muy asombrados por el comportamiento tan extraño del Rabino, pues como todos sabían, él era un hombre lleno de temor de D'os, que continuamente cuidaba su hablar, y nunca decía una palabra innecesaria. Y de repente, contrariamente a su costumbre, allí estaba el Rab Israel hablando palabras aparentemente vanas y bromeando!

Uno de sus estudiantes no pudo aguantar su curiosidad, tomó coraje y le fue a preguntar al Rab sobre su extraño comportamiento. Rabí Israel le contestó: "La persona con la cual yo estaba hablando estaba deprimida y amargada. Yo sólo estaba intentando levantarle los ánimos. No hay jesed (bondad) más grande que alegrar a un alma triste".

20. La Humildad Es Nuestro Honor

El Rab Eljanán Wasserman, el Rosh Ieshivá de Baranovitz, era una persona de verdadera modestia. Una vez, cuando alguien le pidió una bendición (es una conocida costumbre pedir una bendición a un tzadik (justo)), la contestación del Rab Wasserman fue: "Créame, si usted me conociera de la manera que yo me conozco, no me pediría una bendición".

Sus estudiantes cuentan que él rogaba que no le den una aliá a la Torá en Rosh Hashaná. Los estudiantes sorprendidos le preguntaron: "Pero, Rabino, la halajá (ley) dice que una persona debe tratar de obtener una aliá durante los Diez Días de Arrepentimiento. Entonces, ¿cómo usted puede negarse a ella?".

El Rabino les contestó modestamente: "Yo tengo miedo de estar parado sobresaliendo, durante los Días del Juicio, pues es posible que se me haga una inspección minuciosa. Yo prefiero pasar desapercibido, así como está escrito: 'En medio de mi nación yo moraré' (Melajim II 4:13)".

Rabí Moshé Blau contó sobre la oportunidad en la cual se encontró con el Rab Wasserman en la conferencia de Agudá de 1937, durante uno de los encuentros de los Sabios de la Torá. Un problema fue presentado a los grandes rabinos, y un rabino anunció: "Yo pido que cualquiera que no sea un rabino o admor, por favor abandone el recinto".

Para la sorpresa del Rab Blau, el Rab Wasserman comenzó a caminar hacia la puerta para dejar el recinto. El Rab Blau le preguntó: "¿Qué es lo que el Rosh Ieshivá está haciendo? Ahora se discutirá un tema muy importante y su opinión es de gran necesidad".

El Rab Wasserman contestó con mucha simplicidad: "Reb Moshé, ¿usted no ha escuchado el anuncio de que cualquiera que no sea rabino o admor debe abandonar el recinto? Yo no soy ni rabino ni admor!".

21. Shabat

Cuando el Jafetz Jaim estaba en Varsovia, él invitó a que se reunieran con él, todos los conductores judíos que manejaban publicamente en Shabat para llevar mercadería de los depósitos a los negocios, y cuando estubieron todos reunidos, les contó la siguiente parábola:

"Es un hecho bien conocido que cuando hay una guerra y muchas personas mueren y son heridas en el campo de batalla, se hace un alto el fuego periodicamente, en función de evacuar a los heridos a los hospitales y de enterrar a los muertos, para que no sean presas de los animales salvajes. Cada persona caída en el campo de batalla es rápidamente examinada. Si sus pies, manos o incluso sus ojos están heridos y parece posible que se recuperará, se lo lleva al hospital. Algunos tienen que pasar por una operación, e incluso hay quienes deben tener algunos de sus miembros amputados, para salvar así sus vidas. Pero si alguien está herido en la cabeza, su cerebro quebrado y la sangre fluye de sus heridas, a él se lo pone junto con los cuerpos que serán enterrados, puesto que no hay ninguna posibilidad de que se recupere, ya que la cabeza no puede ser amputada.

Lo mismo se aplica al Shabat. En nuestra Torá hay muchas leyes que una persona puede llegar a transgredir. Algunos pueden transgredir mandamientos positivos o mandamientos negativos, siendo esto un tema bastante severo, pero el alma en sí no depende de la mayoría de estas leyes. Pero cuando alguien publicamente transgrede las leyes del Shabat, su acción se asemeja a la idolatría, y eso es similar a haber sido severamente herido en la cabeza. Él debe ser tirado con todos los cuerpos en la tumba!

Es por eso que yo les aconsejo que dejen de transportar mercadería antes de que se ponga el sol el día viernes. Entonces ustedes serán bendecidos con las bendiciones del Shabat, así como está escrito: 'Y D'os bendijo al séptimo día'".

22. La Maleta Perdida

Después de que los comunistas llegaron al poder en Rusia, comenzaron a atormentar violentamente a los rabinos del país. Rabí Meir Stelovitz, el Rab de Jeslovitz, trató de obtener un persmiso para salir de Rusia. Viajó hasta Moscú para pedir el permiso y después de mucho esfuerzo logró obtenerlo.

En su viaje de vuelta a Jeslovitz, su maleta - la cual contenía el pasaporte y el permiso para salir del país - fue robada. Esto fue una gran tragedia para él. Él se bajó en la ciudad de Novobrisov, en donde vivía el Rab Baruj Eliézer Luria. Él llegó hasta la casa del rabino y le contó la terrible tragedia y también le dijo que el problema le podía costar la vida, pues ahora no tenía permitido quedarse en Rusia ni tampoco para salir del país. Rab Luria entendió la gravedad de la situación y le dijo al Rab Stelovitz que vaya a recostarse y descansar mientras él iba a buscar la maleta perdida.

Rabí Luria se puso en un terrible peligro al ir a las oficinas de la policía secreta, la KGB, cuya sola mención ponía a las personas en un estado de terror, pues era bien sabido que muchos judíos habían desparecido y eran torturados y asesinados en manos de ellos. Sin embargo, Rabí Luria se acercó a ellos sin miedo alguno, y les contó sobre el anciano rabino que llegó a la ciudad, y de su maleta robada, y que el rabino podía morir de angustia a causa de eso.

Para la sorpresa de todos, ellos no le hicieron nada al Rab Luria, e incluso le prometieron que iban a atender el caso de la maleta robada. Después de unas horas pudieron encontrar la maleta con el pasaporte y el permiso intactos. Rabí Meir continuó su viaje hacia Israel y tiempo más tarde fue nombrado Rabino del barrio de Zijrón Moshé en Jerusalem.

Rabí Luria vió que Rabí Meir estaba terriblemente extenuado y estresado por la situación, y es por eso que hizo todo lo posible para ayudarlo a encontrar paz - incluso arriesgando su propia vida.

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