miércoles, 21 de septiembre de 2011

ENTREGAR LA VIDA EN VIDA


Los Dayanim (Jueces) del Bet Din Hagadol (Supremo Tribunal Rabínico) de la ciudad de Tzefat (Safed, Israel) se quedaron perplejos. El hombre que, acababa de entrar era bien conocido como uno de los más rebeldes, inmorales y malvivientes de la Comunidad. Estaba considerado como el peor, de tal manera, que nadie dudaba que así también era visto por el Cielo. Decían de él que no hubo pecado de la Torá que no cometió. ¿Qué tenía que hacer, entonces; un hombre de esa calaña dentro del Bet Din Hagadol?

El asombro de los Dayanim ya llegó al límite, cuando escucharon lo que salió de los labios de aquel extraño visitante.

- ¡Por favor!- les suplicó- ¡Recíbanme como Báal Teshubá (Retornante camino de la Torá): ¡Estoy totalmente arrepentido!

Los Dayanim, que conocían al hombre y todas sus malas artes, no le creyeron, pensando que ésta sería otra de sus trampas. "Seguramente pretende poner en ridículo al Bet Din y burlarse de él. No podemos arriesgarnos...", fue lo que dijeron antes de decidirse a rechazarlo.

El hombre salió del Bet Din y se encaminó directamente a la casa de Rabenu Ar"í Za”l.

- ¡Rabí! -le imploró- Muéstreme el sendero de la Teshubá. ¡Usted sí debe creerme!

- Ve. Ve a tu casa.- lo tranquilizó el Ar"í -Y debes saber que cualquier persona está capacitada para hacer Teshubá . La Teshubá es un acuerdo que se concreta entre la persona y Su creador. No se necesita de ningún intermedio.

Pero el hombre no cedía.

- Por favor, Rabí -insistía- Dígame algo que deba hacer para arreglar todos mis actos y no me negaré en absoluto. ¡Es que hice esto y aquello...! - y ahí fue cuando comenzó a detallar frente al Ar"í, quien quedó realmente impresionado. No se imaginó que un Yehudí pudiera llegar a semejante bajeza.

- Hijo mío: -le dijo- Por lo que veo, no te alcanzarían ni mil años de vida para hacer una Teshubá tan grande, capaz de borrar todo lo malo que hiciste. Sólo tienes una alternativa: La pena de muerte. Únicamente quitándote la vida lograrás que se perdonen todos tus pecados.

-Acepto! -dijo inmediatamente el hombre -¡Me pongo en sus manos!

¡Ejecúteme, si es que así quedaré limpio de mi horrible pasado!

Llegó el día anterior a Iom Kipur, y el Báal Teshubá se hizo presente en el Bet Hamidrash (Centro de Estudios de Torá) de Rabenu Ar"í, para saber cuál era el veredicto y qué merecía recibir. La decisión de aquel ocasional Bet Din fue la de condenar al pecador a morir con "Serefá. ¿En qué consistía? En verter en la boca del culpable una cucharada de plomo fundido hirviente. Cuando el elemento atraviese su garganta, viajará por su cuerpo incinerando todos sus intestinos.

Era un fallo muy severo, pero el Báal Teshubá. lejos de amilanarse, lo aceptó con alegría.

-Ojalá que de esta manera, encuentre la expiación de mis pecados - dijo. Prontamente, se dispusieron todos los Jajamim del Bet Hamidrash a complementar las indicaciones de Rabenu Aruí: Amarraron las manos y los pies del hombre, y mientras observaba la cuchara con el plomo fundido en ebullición, le fue colocada una venda sobre sus ojos.

-¡Confiésate! ¡Pronuncia el Viduy ("Anna") y luego mantén tu boca abierta! -le ordenaron.

El hombre comenzó a decir el Viduy palabra por palabra, con una profunda concentración, demostrando verdadero arrepentimiento. Cuando llegó, el momento, abrió su boca esperando la caída del flujo ardiente...

Sin embargo, en lugar de recibir fuego mortal, lo que se introdujo en su boca no fue otra cosa que un bocado de una dulce mermelada de frutas. Rabenu Ar"í, mientras el hombre no miraba, cambió la cuchara de plomo por una de mermelada dulce y agradable al paladar. Y mientras se la daba de tragar le decía:

- Se apartó tu pecado, y tu transgresión fue perdonada...

Aquel hombre permaneció unos instantes en silencio... ¿Será posible? ¿Qué fue lo que sucedió? Y cuando estuvo con los ojos libres se percató de la situación.

- Por favor, Rabenu! -clamaba- ¡Cumpla mi sentencia! ¡Quiero que mis pecados sean perdonados de una vez!

- No te preocupes -le dijo Rabenu Ar"í, calmándolo -.Ya nos Dijo Hashea en el Pasuk: "...Porque El no desea la muerte (del pecador)'`. Y los Jajamirn, que nos enseñaron los caminos de la Teshubá, afirman que la imposición de la pena de muerte es sólo una de las maneras con las que quedan limpios los pecados de la persona. Y todo, para que la Teshubá se manifieste de todo corazón: para obtener una Teshubá sincera, acompañada de un auténtico arrepentimiento. Un arrepentimiento de esta naturaleza, seguramente carcome el corazón del pecador; su alma y todo su interior experimentan unos tormentos tan terribles, que resultan más fuertes que todas las muertes del mundo. Sin dudas, esta persona no pecará nunca más en toda su vida...

- También tú- concluyó Rabenu Ar"í sus palabras -obtuviste el Zejut (Privilegio) de que tu Teshubá sea considerada una Teshubá completa. ¡Dichoso de ti! ¡Con lo que demostraste, no hay ninguna necesidad de quitarte la vida!

(Ma-ase-em Shel Tzadikim - Ki Tetzé)(“HAMAOR”; Tomo 2; Kolel MAOR ABRAHAM-KÉTER TORÁ; Ediciones HAMAOR)

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