viernes, 16 de septiembre de 2011

UNA MITZVÁ QUE ALARGA LA VIDA DE QUIEN LA CUMPLE


Uno de los más grandes personajes del Talmud era Rabí Tarfón. Para él casi no habían secretos en la Torá, y en aquella época, plena de grandes Jajamím (sabios de la Torá), Rabí Tarfón era considerado un gran erudito y Tzadik (Justo).
Cuenta la Guemará (Maséjet Kidushín 31. y Talmud Yerushalmí Peá I1), que la madre de Rabí Tarfón era una mujer anciana, débil y un poco enferma. No tenía fuerzas ni para subirse a la cama. ¿Qué hacía Rabí Tarfón? Se ponía de cuclillas frente a la cama de su madre, para que ésta se apoye en su hijo y no le resulte incómodo subir a su lecho. La actitud de Rabí Tarfón se acrecentaba, si tenemos en cuenta que este Jajam era muy rico, y no le faltaban sirvientes que puedan reemplazarlo. También tenía infinidad de alumnos, que seguramente se ofrecerían a atender a su madre, en demostración de afecto y respeto, tanto hacia él como hacia ella. Sin embargo, la espalda de Rabí Tarfón hacia las veces de escalón para su anciana madre, cada una y una de las tantas veces al día que la mujer necesitaba acostarse o bajarse de su cama.
Un día Shabat, Rabí Tarfón acompañaba a su madre en un paseo por la calle. Hacía tiempo que la mujer no salía, y esa vez disfrutó mucho del sol y del clima agradable. De repente, algo amenazó con malograr el paseo: un zapato de ella se rompió. Es sabido que en Shabat no se permite arreglarlo, y tampoco podía caminar descalza. ¿Cómo iba a regresar aquella anciana a su casa? Rabí Tarfón se agachó y colocó una mano bajo el pie descalzo de su madre, y aunque al principio ella se negó, después tuvo que acceder a la insistencia de su hijo, quien poniendo su palma como suela, permitió que su madre caminara por la calle sin lastimarse hasta llegar a su casa.
Pasó un tiempo y Rabí Tarfón se enfermó gravemente. Vinieron los demás Jajamím a visitarlo, y fueron recibidos por su madre, quien les dijo:
- ¡Por favor! ¡Pidan por Tarfón mi hijo! Él es un verdadero Tzadik. ¡Me atiende y me honra más de la cuenta!
- ¿Más de la cuenta? ¿Por qué dice eso? - preguntaron los Jajamím.
La mujer les contó lo que hace Rabí Tarfón con ella cada día cuando se va a la cama, y lo que sucedió una vez en Shabat cuando se le había roto el zapato. Los Jajamím escucharon esto y le dijeron a ella
- Señora: Debe usted saber que su hijo no hizo ni la mitad del honor que se le debe prodigar a los padres.
De este relato del Talmud, aprendemos que la Mitzvá (el precepto) de Kibud Ab Vaem (Honrar al padre y a la madre) es ilimitada, y no por nada ésta figura en el quinto mandamiento, que leemos en la Perashá de la semana.
Lo que llama la atención es la respuesta que le dieron los Jajamím a la madre de Rabí Tarfón. Si bien es cierta, quizás no era el momento más adecuado para decirla, pues la mujer pidió que aboguen ante HaShem por su hijo, que se encontraba gravemente enfermo. Esta mujer mencionó en Rabí Tarfón la Mitzvá de Kibud Ab Vaem, pues sabía que la Torá recompensa dicha Mitzvá con larga vida, ¡y el comentario de los Jajamím aparentemente minimizó todo lo que había hecho Rabí Tarfón por su madre!
La verdadera explicación es la siguiente: De ninguna manera los Jajamím quisieron menospreciar el respeto y el honor que Rabí Tarfón le prodigaba a su madre. Al contrario: Con sus palabras le dieron a entender a ella que Rabí Tarfón se curará y vivirá muchos años más. Por eso le dijeron: "Lo que hizo, fue sólo la mitad. ¡Va a vivir el doble de lo que vivió hasta ahora, para cumplir la otra mitad...!” (Mipí Hashemu-a)

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