lunes, 12 de diciembre de 2011

Januka: Alejandro Magno y los Judíos


Manteniendo el espíritu de Hollywood, las películas se enfocan en la impresionante carrera militar de Alejandro, sus batallas colosales con el Imperio Persa y su sórdida vida personal. Lo que no verás en ninguna parte serán las fascinantes interacciones que Alejandro Magno tuvo con el pueblo judío y las complejas relaciones que se desarrollaron entre los griegos y los judíos que establecieron el escenario para la historia de Januca.

Un Poco de trasfondo

Alejandro Magno, nacido en 356 AEC, fue el hijo de Felipe II (382-336 AEC), el Rey de Macedonia en Grecia del norte (considerado un bárbaro según las ciudades de Grecia del sur). Felipe creó un poderoso ejército profesional, que unió en base a la fuerza a las fragmentadas ciudades-estado de Grecia en un sólo imperio.

Desde temprana edad, Alejandro demostró un enorme talento militar y fue nominado comandante en el ejército de su padre a la edad de 18 años. Habiendo conquistado toda Grecia, Felipe estaba a punto de embarcarse en una campaña para invadir al archienemigo de Grecia, el Imperio Persa. Antes de invadirlos, Felipe fue asesinado, posiblemente por Alejandro, quien luego se convirtió en rey en el año 336 AEC. Dos años más tarde en 334 AEC, cruzó el Hellespont (Turquía hoy en día) con 45.000 hombres e invadió al Imperio Persa.

En tres colosales batallas – Granices, Issus y Gaugamela – entre los años 334 y 331, Alejandro brillantemente (y a menudo temerariamente) condujo a su ejército a la victoria frente al ejército persa que los superaba en número por diez a uno. En 331 AEC, el Imperio Persa fue derrotado, el Emperador Persa Darío murió, y Alejandro era el gobernante indiscutido del Mediterráneo. Su campaña militar duró 12 años y lo llevó a él y a su ejército 10.000 millas hasta el Río Indus en India.

Solo el agotamiento de sus hombres y la inoportuna muerte de Alejandro el 332 AEC a la edad de 32 años, pusieron fin a la conquista griega del mundo. Se dice que cuando Alejandro observó su Imperio, lloró porque ya no había nada más que conquistar. Su vasto Imperio no sobrevivió a su muerte, sino que se fragmentó en tres grandes trozos con centros en Grecia, Egipto y Siria, y controlados por sus antiguos generales.

En su máxima expansión, el imperio de Alejandro se estiró desde Egipto hasta India. Construyó seis ciudades griegas, todas llamadas Alejandría. (Sólo la Alejandría de Egipto sobrevive hasta el día de hoy). Estas ciudades, y los griegos que se asentaron en ellas, llevaron la cultura griega al centro de las antiguas civilizaciones de Mesopotamia.

Los griegos no sólo eran imperialistas militares sino que también imperialistas culturales. Los soldados y los pobladores griegos llevaron sus formas de vida – su lenguaje, arte, arquitectura, literatura y filosofía – al medio oriente. Cuando la cultura griega se mezcló con la cultura del medio oriente, se creó un nuevo hibrido cultural – Helenismo (Hellas es la palabra griega para Grecia) – cuyo impacto sería mucho más grande y duraría mucho más que el corto periodo del imperio de Alejandro. Ya sea a través de las fuertes batallas, el arte, la arquitectura o la filosofía, la influencia del Helenismo en el Imperio Romano, en el Cristianismo y en el Oeste fue monumental. Pero es la interacción entre los judíos y los griegos, y el impacto del Helenismo sobre el judaísmo lo que queremos ver más en profundidad.

Desvío Hacia Israel

Durante su campaña militar contra Persia, Alejandro se desvió hacia el sur, conquistando Tiro y luego Egipto, pasando por lo que hoy en día es Israel. Hay una historia fascinante acerca del primer encuentro entre Alejandro y los judíos de Israel, quienes se encontraban bajo el dominio del imperio persa.

La narración respecto a la primera interacción entre Alejandro y los judíos se encuentra registrada tanto en el Talmud (Yomá 69a) como en el libro "Antigüedades Judías" del historiador judío Flavio Josefo (XI, 321-47). En ambos relatos el Sumo Sacerdote del tempo de Jerusalem, temiendo que Alejandro fuera a destruir la ciudad, salió a su encuentro antes de que llegara a la ciudad. La narración describe como Alejandro, al ver al Sumo Sacerdote, se bajó de su caballo e hizo una reverencia (Alejandro raramente, quizás nunca, se postraba ante alguien). En el relato de Flavio Josefo, cuando el general Parmerio le preguntó la razón, Alejandro respondió: "No hice una reverencia ante él, sino ante el Dios que lo ha honrado con el Sumo Sacerdocio; pues he visto a esta misma persona en un sueño, con esta misma apariencia".

Alejandro interpretó la visión del Sumo Sacerdote como un buen presagio, y por tanto se apiado de Jerusalem, absorbiendo pacíficamente a la tierra de Israel en su creciente imperio. Como tributo a su conquista apacible, los sabios declararon que los primogénitos de aquella época fueran llamados Alejandro – el cual sigue siendo un nombre judío hasta el día de hoy. Y el día de aquel encuentro, 25 de Tevet, fue declarado una festividad menor.

Judíos y Griegos

Así comenzó una de las más interesantes y complejas relaciones culturales del mundo antiguo. Los griegos no habían conocido nunca antes a nadie como los judíos, y los judíos nunca habían conocido a nadie como los griegos. La interacción inicial parecía ser bastante positiva. Para los judíos, los griegos eran una nueva y exótica cultura del oeste. Tenían una profunda tradición intelectual que producía filósofos como Sócrates, Platón y Aristóteles (quien fue el tutor de Alejandro por dos años). Su amor por la sabiduría, la ciencia, el arte y la arquitectura los separaban de otras culturas con las que los judíos habían interactuado antes. El idioma griego fue considerado tan hermoso, que el Talmud lo llamó en cierta forma el más hermoso de todos los idiomas y los Rabinos declararon que un rollo de la Torá incluso podría ser escrito en griego.

Los griegos nunca habían conocido a nadie como los judíos – la única nación monoteísta que tenía un concepto único de un Dios infinito, que ama, que se preocupa por su creación y que actúa en la historia. Los judíos tenían tradiciones legales y filosóficas increíblemente profundas y complejas. Tenían una tasa de alfabetización y una infraestructura de bienestar social nunca antes vista en el mundo antiguo. Los griegos estaban tan fascinados con los judíos, que fueron los primeros en traducir la Biblia en otro idioma cuando el Rey Ptolomeo II (c. 250 AEC) obligó a 70 Rabinos a traducir la Biblia hebrea al griego (conocida como la "Septuaginta", que significa "70" en griego).

Dos imperios griegos emergieron en el medio oriente después de la muerte de Alejandro: Los Ptolomeos en Egipto y los Seléucidas en Siria. La tierra de Israel se encontraba en la frontera entre estos dos imperios. Inicialmente, los judíos se encontraban bajo el control de los Ptolomeos, pero luego de la batalla de Panias en 198 AEC, Israel pasó a estar bajo el dominio de los Seléucidas, y su rey Antíoco.

Mientras que la alta esfera de la sociedad judía, junto con el resto de la población del mundo mediterráneo, adoptó rápidamente la cultura helenista (algunos hasta el punto de renegar su identidad judía), la vasta mayoría de los judíos se mantuvieron leales al judaísmo. Este "rechazo" del estilo de vida helenista fue visto como una gran hostilidad por muchos griegos y fue considerado como una forma de rebelión. Las exóticas diferencias que alguna vez sirvieron como fuente de atracción entre las dos culturas, crearon ahora un quiebre que llevaría a una guerra civil. Para complicar las cosas, Israel era el estado fronterizo entre estos dos imperios griegos rivales, y los judíos, que rehusaban asimilarse, eran vistos como una población desleal en partes vitalmente estratégicas del Imperio Seléucida.

Sería errado ver el conflicto simplemente como Grecia contra los judíos. Tensiones internas en la comunidad judía contribuyeron de forma significativa al conflicto. Muchos de los judíos helenizados tomaron el asunto en sus manos, e intentaron "ayudar" a sus hermanos más tradicionalistas, "arrastrándolos" fuera de lo que ellos percibían como creencias primitivas, para introducirlos así al "moderno" mundo de la cultura griega. (Este patrón se ha repetido en varias ocasiones dentro de la historia judía – en Rusia en el siglo 19 y en Alemania, por nombrar algunos ejemplos). Para lograr su propósito, estos judíos helenizados solicitaron la ayuda de sus aliados griegos, incorporando finalmente al mismísimo rey, Antiocus IV Epifánes, al conflicto.

Milagro de Januca

A mediados del siglo II AEC, Antiocus publicó un decreto, que hasta ese entonces nunca había sido escuchado en el antiguo mundo multicultural y religiosamente tolerante: Derogó la religión de otras personas. El prohibió la enseñanza y la práctica del judaísmo. El libro de los macabeos (probablemente escrito por un judío cronista a principios del siglo I AEC) lo describe de la siguiente forma: mucho después, el rey mandó un senador ateniense para obligar a los judíos a abandonar la ley de sus padres y para que dejaran de vivir según las leyes de Dios, y también para profanar el Templo de Jerusalem y llamarlo el Templo del Zeus Olímpico". Macabeos 6:1-2).

Las brutales persecuciones griegas provocaron la primera guerra religiosa/ideológica en la historia – la rebelión de los macabeos. La revuelta fue liderada por la familia sacerdotal de Matatías y sus cinco hijos, de los cuales el más famoso fue Yehudá. Contra todas las probabilidades, el diminuto ejército guerrillero de los macabeos venció al profesional, más grande y mejor equipado ejército griego. Luego de tres años de batalla, Jerusalem fue liberada. El templo, que había sido profanado, fue limpiado y dedicado nuevamente a Dios. Fue durante este periodo de limpieza y re-dedicación del Templo que ocurrió el milagro de Januca. Un pequeño frasco de aceite utilizado por el Sumo Sacerdote para encender la menorá del Templo, que debería haber sido suficiente tan sólo para un día, milagrosamente duró ocho días.

El conflicto se extendió durante varios años más y cobró la vida de muchos judíos, incluyendo Yehudá el macabeo y varios de sus hermanos. Finalmente, los griegos fueron vencidos y el judaísmo sobrevivió.

Discutiblemente, la victoria militar de los judíos por sobre el imperio griego, fue un milagro mucho más grande que el aceite que duró durante ocho días. Pero la luz de Januca simboliza la real victoria – la supervivencia de la luz espiritual del judaísmo. Su milagrosa subsistencia permitió que los judíos generaran un monumental impacto en el mundo que ha excedido por mucho el minúsculo tamaño del pueblo judío, entregándole al mundo el concepto de un Dios único y los valores de la santidad de la vida, la justicia, la paz y la responsabilidad social, que son los cimientos morales/espirituales de la civilización occidental

Rab Ken Spiro. http://www.aishlatino.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario