jueves, 10 de diciembre de 2009

Haftarat Parashá Vayéshev

Amós 2:6 - 3:8

Para la lectura de la haftará de esta semana fue escogida una sección del libro del profeta Amós (s. VII a.e.c.) - pertenciente al libro Teré Asar (los doce profetas que por ser sus libros de pequeñas dimensiones, fueron recopilados en un solo libro).

"Así ha dicho D'os:
Por tres pecados de Israel (no los he castigado),
pero por cuatro no habré de revertirlo (el castigo);
por haber vendido por dinero al justo,
y al pobre por un par de zapatos.
Los que aspiran a (apoderarse de) el polvo de la tierra
que está sobre la cabeza de los menesterosos,
y el camino de los humildes desvían,
y un hombre y sus padre van con la misma muchacha,
para profanar Mi Nombre Sagrado".

(2:6-7).

El Rav Mendel Hirsh en su libro "Séder Hahaftarot" comenta que las palabras de nuestro profeta al comienzo de la haftará, son en realidad una continuación de la profecía que Amós profetizó para el reino de Iehudá en los dos versículos que preceden al comienzo de nuestra haftará.

"Así ha dicho D'os:
Por tres pecados de Iehudá (no los he castigado),
pero por cuatro no habré de revertirlo (el castigo);
por haber despreciado la Torá de D'os,
y porque Sus leyes no han cumplido,
los hicieron desviarse las mentiras
que han ido sus padres detrás de ellas.
Mandaré fuego en Iehudá
y consumirá los palacios de Ierushalaim".

(2:4-5).

De estas dos profecías aprendemos acerca de una idea, que dentro del judaísmo no tiene lugar: la separación de la Torá de D'os Todopoderoso en mitzvot (preceptos) que relacionan al hombre con D'os, por un lado, y mitzvot que relacionan al hombre con su prójimo, por el otro.

En la época que vivió el profeta Amós, el pueblo de Israel estaba dividido en dos reinos: el reino de Iehudá y el reino de Israel. En el reino de Iehudá se creía que había que prestarle más atención a las mitzvot que relacionan al hombre con D'os, que a los preceptos que relacionan al hombre con su prójimo. El Templo de D'os estaba construído con todo su esplendor, allí se llevaban todo tipo de sacrificios, el recinto estaba constantemente colmado de personas en los shabatot y las fiestas. Se cuidaban las leyes referidas a la alimentación, y las referidas a la pureza e impureza ritual despertaban un particular interés.

Por otro lado, en el reino de Israel preponderaba el "iluminismo" y la penetración de ideas vanas provenientes de los pueblos no judíos que los circundaban. En general, allí se alejaron de los asuntos particulares de los judíos, de las leyes referidas a la alimentación y a la pureza e impureza ritual, y sólo se respetaban reglas generales de urbanidad, que regulaban la relación entre las personas.

De todas maneras, a pesar de las diferencias ideológicas, vemos que D'os quiso castigar a los dos reinos por igual:

"Escuchen esta cosa que ha hablado D'os
sobre ustedes, hijos de Israel,
sobre toda la familia que hice ascender
desde la tierra de Egipto, diciendo:
Solamente a ustedes he amado
de todas las familias de la tierra,
es por eso que os castigaré
por todos vuestros pecados".
(3:1-2).

Es muy interesante ver la enseñanza eterna que nos enseña el profeta. El reino de Iehudá ponía "cara de justo", ofrecía muchos sacrificios, rezaba, festejaba las fiestas y el shabat. Sin embargo, su servicio a D'os era incorrecto. A pesar de haber elegido cumplir con los preceptos entre el hombre y D'os, y haber decidido abandonar las mitzvot entre el hombre y su prójimo, Amós los criticó "por haber despreciado la Torá de D'os y porque Sus leyes no han cumplido".

Pero respecto del reino de Israel, a pesar de que habían decidido aceptar los preceptos "humanistas" y abandonar los "teológicos", el profeta no se quejó porque despreciaron el Templo, por haber profanado las fiestas y los shabatot, o por no respetar las leyes de la alimentación. A él se le reprocha por las tremendas aberraciones y la degeneración, casi imposible de describir con palabras. Por la completa putrefacción de las relaciones humanas en la nación en general, y en la familia en particular. Se habían rebajado todos los valores sociales hasta el punto de comportarse peor que los animales, ellos "aspiran a (apoderarse de) el polvo de la tierra que está sobre la cabeza de los menesterosos, y el camino de los humildes desvían, y un hombre y sus padre van con la misma muchacha".

Quien piense que puede preferir un tipo de mitzvot en lugar de otro, deteriora la base de la enseñanza de D'os no sólo en el campo de lo legal, sino de lo real. Un abandono completo de la Torá será la consecuencia última de esa predilección. Él no se alejará solamente de las mitzvot que cree que debe alejarse porque se "contradicen con sus principios" o porque su cumplimiento "es problemático", sino que abandonará también aquellos mandamientos a los que piensa tenerles fidelidad.

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