martes, 28 de diciembre de 2010

LA MARAVILLA QUE ERES TÚ


El cuerpo requiere más energía y más oxígeno, y asimismo, los músculos exigidos expelen más dióxido de carbono y ácido láctico que provocan molestias y deben ser descartados. El cerebro nota esto, y da la orden al corazón para que trabaje más rápido. Las arterias que irrigan a los músculos se dilatan, mientas que el resto de las arterias se contraen y estos órganos deberán seguir funcionando momentáneamente con menos sangre.

No pensamos que somos maravillosos. Pero eso se debe a que no nos conocemos.

Y eso de no conocernos, no se reduce solamente a un aspecto muy real de nuestras vidas, que ya hemos abordado en otras oportunidades, refiriéndonos a que (muchos de nosotros) ni siquiera hemos ahondado en nuestra conducta, y que creemos - y nos convencemos - que siempre tenemos las mejores intenciones, que hablamos con sinceridad, que actuamos con coherencia, etc.

La verdad es que no solamente no nos conocemos en lo referente a nuestras actitudes, sino que ni siquiera nos conocemos físicamente.

Quizás a Ud. le resulte extraño siquiera recapacitar sobre esto.

¡Cómo podemos no conocernos, si el hombre (ni qué hablar la mujer...) moderno se examina frente al espejo más tiempo que en cualquier otra época de la historia !

El espejo se encuentra en “la cartera de la dama, en el bolsillo del caballero”, frente al acompañante en el auto, en el ascensor, en el palier de entrada del edificio, en el baño, (todo esto aparte de muchos sitios adicionales que reflejan nuestra imagen, y en los que uno se mira a sí mismo en caso de urgencia, como p.ej. vidrieras, etc.).

Efectivamente conocemos nuestra imagen externa (a pesar que existen muchas personas a las que no les gusta su propia imagen, y por eso, al verse en una foto, de inmediato les surge el “que horrible que salí..”, para que otro responda: “¡de qué hablás, si saliste muy hermosa!”).

Sin embargo, esta visión de uno mismo se reduce a su aspecto exterior - y no a su funcionamiento corporal.

¿Y qué sucede en nuestro interior?

La mayoría de las personas recién se enteran del funcionamiento de su cuerpo, con el que conviven desde antes de nacer, cuando - D”s libre - tienen algún problema de salud, ellos o un ser allegado.

En aquel momento se interesan, averiguan, leen, preguntan - y se enteran de uno de los millones de detalles que hacen a que nuestro organismo tan complejo, funcione y cumpla las miles de funciones que lleva a cabo cotidianamente en armonía, e interactuando de manera simultánea.

Pero: ¿acaso no estudiamos todo eso en la escuela? Seguramente que sí.
Pues: ¿por qué no recordamos alguna clase de biología o de anatomía?

Esa es otra cuestión. Nuestro sistema escolar con sus infaltables exámenes, notas, boletines y presiones varias, que se suman a la actitud popular de “zafar” de las obligaciones, más la “ley del menor esfuerzo”, y el poco interés de la sociedad en general por las cosas serias y por el saber, todos juntos atentan contra el estudio que requiere tanto esfuerzo (y que deja tan poco en nuestros cerebros...).
Es así que para muchos de nosotros, la biología, al igual que tantas de las materias que hemos aprendido en la escuela, nos dejan solamente recuerdos de sinsabores de nuestra juventud, y uno de los aspectos más fascinantes de nuestra existencia, pasa desapercibido ante nuestros propios ojos.

Efectivamente, nuestro cuerpo constituye una maravilla. Es el obsequio que D”s le dió a cada persona para que se pueda desarrollar en este mundo y cumplir su rol.

En distintos lugares del TaNa”J y del Talmud se hace referencia a este concepto, e incluso recitamos una bendición en distintas ocasiones, alabando a D”s por la perfección y armonía de nuestro cuerpo.

Si bien a algunos les costará creerlo, no somos los dueños de nuestro cuerpo. Por el contrario, se nos considera responsables por su cuidado, tenemos prohibido ponerlo en riesgo innecesariamente y no lo debemos mutilar. (Respecto a las cirugías estéticas, se debe realizar una consulta halájica con expertos en el tema, y el tatuaje está directamente prohibido).

Volviendo a nuestro cuerpo, intentaremos analizar sus distintas partes, a fin de agradecer a D”s por haberlo dado y mantenerlo, y también para transmitir lo que los Sabios han enseñado a partir de su atenta observación de esta creación de D”s.

Mientras palpite mi fiel corazón

Cada miembro y cada órgano del cuerpo está diseñado de manera extraordinaria, y cumple su función de modo increíble. Aun si no somos médicos, biólogos o profesores de anatomía, verlo todo en conjunto funcionando, maravilla y deja pasmado al observador.

Comenzaremos analizando la actividad de nuestro corazón.

Nuestro organismo necesita alimentarse con los nutrientes que consumimos, y así también requiere que el oxígeno que entra a nuestros pulmones, llegue a cada parte de nuestro cuerpo.
Asimismo, el cuerpo genera muchos desechos que se deben descartar.

El medio por el cual estos elementos vitales alcanzan su destino es la sangre, que llega a los lugares más remotos del cuerpo mediante un sistema de arterias, venas y vasos sanguíneos capilares. Todas las células del organismo se encuentran a escasa distancia de estos vasos, de manera que siempre estarán provistas de los medios que las mantienen con vida.

Pero... ¿cómo llega la sangre a todos estos sitios distantes?, ¿quién la mueve?

No es otro, sino nuestro fiel corazón. Desde antes que nazcamos y por muchos años, trabaja durante el día y la noche, sin cesar. Este músculo jamás se toma un descanso, y bombea continuamente la sangre hacia sus destinos. La dirige hacia el pulmón para que se oxigene, al hígado para que se filtre, y la envía al resto del cuerpo para hacerle llegar los nutrientes. ¡Cinco a seis litros de sangre - toda la que tenemos - circulan por el cuerpo cada minuto!

Ahora bien, estos vasos capilares son muchísimos. Si quisiéramos hacer el ejercicio (no lo recomiendo), y los pondríamos a todos en forma lineal, uno al lado del otro - ¡esta vía se extendería varias veces alrededor de toda la tierra!

Y el corazón le envía sangre a cada uno de estos vasos a cada instante. ¿Entendemos, pues, por qué es importante cuidar de no excederse en el peso?
Porque esto agrega un número enorme de vasos adicionales a los que hay que alimentar - ¡pobre nuestro corazón! - aparte del peso adicional que cargamos y que lo obliga a trabajar mucho más.

La velocidad con la que se contrae y se relaja el corazón no es siempre la misma. Habitualmente, esto sucede unas setenta a ochenta veces por minuto, o sea, más de cien mil veces al día, o sea, cuatro mil trescientos veinte millones de latidos en la vida...

Y no creamos que su trabajo es liviano: equivale a levantar un peso de seis kilogramos a una altura de un metro cada minuto. Luego de apenas hacerlo unas veces, cualquiera de nosotros estaría extenuado y requeriría un merecido descanso. Pero el corazón ¡nunca se cansa! - casi...
En realidad reposa efectivamente - durante fracciones de segundos entre un latido y el próximo (vacaciones muy cortas, pero - algo, es algo...).

También cuando descansamos el corazón - obviamente - sigue latiendo, pero a un ritmo menos acelerado.

Sucede, a veces, que nuestro corazón necesita trabajar más: cuando corremos o hacemos ejercicios. En esas situaciones el corazón puede llegar a latir a una velocidad de hasta 180 latidos por minuto, y bombear muchos litros de sangre más que lo que haría normalmente.

¿Por qué?

El cuerpo requiere más energía y más oxígeno, y asimismo, los músculos exigidos expelen más dióxido de carbono y ácido láctico que provocan molestias y deben ser descartados. El cerebro nota esto, y da la orden al corazón para que trabaje más rápido. Las arterias que irrigan a los músculos se dilatan, mientas que el resto de las arterias se contraen y estos órganos deberán seguir funcionando momentáneamente con menos sangre.

El corazón está rodeado y protegido por una membrana llamada pericardio, y toda esta máquina brillantemente diseñada, está protegida por la caja torácica.

La sincronización

El corazón está compuesto por dos bombas que se encuentran una al lado de la otra, y cada una tiene una cámara superior y una cámara inferior. No hay conexión directa entre los dos lados del corazón. Su diseño se asemeja a una casa de dos pisos con dos habitaciones en cada piso.

Cada una de las “habitaciones” tiene una tarea claramente definida y altamente especializada. Y la sincronización es esencial. La sangre que transporta el oxígeno desde los pulmones, entra en la cámara superior izquierda (aurícula izquierda). Esta cámara se contrae, presionando la sangre a través de la válvula mitral hacia la cámara inferior izquierda (ventrículo izquierdo). A medida que el ventrículo se llena, la válvula se cierra por la fuerza de la presión.

Una fracción de segundo más tarde el ventrículo izquierdo se contrae, bombeando la sangre por la arteria principal del organismo, la aorta. Esta cámara es la más musculosa de todas, pues a través de esa contracción, envía la sangre a su recorrido de 100.000 Km.

La sangre hace todo el viaje desde el corazón hasta las últimas partes del cuerpo y de regreso al corazón en unos 60 segundos.

¿Le parece eficiente?

La sangre que vuelve, entra en la cámara superior derecha del corazón (aurícula derecha). Ésta se contrae, enviándola a través de la válvula tricúspide hacia la cámara inferior derecha (ventrículo derecho).

Una fracción de segundo más tarde, esta cámara ya llena y con la válvula cerrada por diferencia de presiones, se contrae y expulsa la sangre hacia los pulmones a través de la arteria pulmonar, para evacuar su carga de dióxido de carbono no deseado, y obtener nuevo suministro de oxígeno.
Entendemos, pues, por qué tiene que haber un retraso de fracciones de segundos entre la contracción de las cavidades inferiores y las cámaras superiores. Sería de poca utilidad que los ventrículos se contraigan si la sangre aún no ha llegado desde las cámaras superiores. De ahí lo delicado de la sincronización.

La fuerza que provoca que las cámaras se contraigan y lleven a cabo su tarea vital de bombeo es la carga eléctrica contenida en los mismos músculos del corazón: el impulso eléctrico cardíaco. Sin embargo, sin un control interno, el ritmo de los latidos del corazón, no sería suficiente para satisfacer las demandas hechas por la amplia gama de actividades del organismo.
De ahí la necesidad del marcapasos!

¿Quién marca el paso del corazón?

El marcapasos natural del corazón, el nódulo sinusal, marca el ritmo del corazón y se halla situado en la pared de la aurícula derecha. Envía impulsos eléctricos al nódulo aurículoventricular, y luego de un retraso de fracciones de segundo, continúa desde allí a todo el músculo cardiaco, haciendo que este músculo se contraiga y se relaje.

Pero... si la contracción seguiría directamente hacia los ventrículos, se contraerían demasiado pronto, porque aún no se habrían llenado de sangre!

¡No se preocupen, todo ha sido pensado!

Todo este complejo mecanismo es posible gracias a un tipo especial de músculo que sólo existe en el corazón. Se denomina miocardio, y combina las propiedades de las otras dos clases de músculos que se encuentran en el resto del cuerpo: el músculo estriado y el músculo liso.

Los estriados, como los que tenemos en los brazos y las piernas, son músculos voluntarios; se mueven con rapidez, siguiendo órdenes, pero también se cansan muy rápido. Los músculos lisos, como los del estómago y los intestinos, son músculos involuntarios; no pueden moverse a voluntad y son incansables. El músculo cardíaco es liso y estriado. Mantiene latiendo el corazón constantemente, pero puede cambiar de ritmo durante períodos de tiempo cortos cuando es necesario.

¡Increíble!

¿Nuestro corazón necesita “comer”?

Más bien que sí. Puesto que es el músculo que más trabaja, requiere alimentarse correspondientemente. Sin embargo, el corazón no se alimenta con la sangre que bombea, sino que tiene su propio flujo de nutrición por las arterias coronarias que se ocupan del tema.

Es dudoso que encuentre otra máquina en cualquier lugar del mundo donde la necesidad de la sincronización exacta sea tan importante.Es dudoso también si en cualquier parte del mundo se encuentra una máquina que requiera tal grado de complejidad y sofisticación en su construcción, y que, sin embargo, funcione tan eficientemente.

¿Por qué creemos que el corazón representa los sentimientos?

Por último, sabemos que la expectativa ante algo especial que creemos que está por suceder también provoca palpitaciones: al sentir miedo, o la excitación por encontrarnos con alguien, lo sentimos en los latidos acelerados de nuestro corazón. También este fenómeno tiene su explicación fisiológica, pero no vamos a ahondar en ella ahora, sino en su significado.

Como veremos a continuación, en las palabras de la Torá y luego de los Sabios, el corazón es efectivamente el símbolo de los sentimientos humanos, de sus intenciones y designios, de su voluntad y tesón, de sus inclinaciones y pasiones y de su intelecto. Citaremos, pues, algunos ejemplos que avalan algunos de estos conceptos.

En primer lugar, nos enseñan la importancia de identificarse con el dolor ajeno: “Del mismo modo que el corazón que se identifica con el prójimo, siente su dolor en el corazón, así también se sienten las alegrías primero en el corazón, y (por tal motivo) en el futuro, en el momento de la redención, D”s consolará al corazón antes que a los demás miembros del cuerpo” (Midrash Rabá, Shmot 19:1).

Así también las personas que se solidarizan con el sufrimiento del otro, son las primeras que oportunamente serán reconfortadas y revividas por la Presencia Di-vina.

Así entendemos también la conclusión a la que llegó Rabí Iojanán ben Zakai cuando entre todas las respuestas que dieron sus alumnos al pedirles: “Salgan a analizar cuál es la cualidad que debe procurar el hombre”, eligió como más valiosa y abarcativa la de Rabí Eleazar ben Araj, que dijo: “un buen corazón” (Pirkei Avot 2:9).

En este contexto, no podemos dejar de mencionar la famosa frase de los Sabios: D”s requiere el corazón (de la persona - Sanhedrín 106:)

Asimismo, nos señalan al corazón como asiento de la voluntad de la persona: “Los malvados están en manos de su corazón, mientras que los tzadikim tienen su corazón en sus manos” (Midrash Rabá, Bereshit 34:10).

Lo cual se entiende - en otras palabras - que la gente sin escrúpulos morales está entregada desenfrenadamente a sus pasiones, sin poder impedir caer presa de sus impulsos, mientras que los justos que actúan según sus convicciones, dominan sus inclinaciones y propensiones, canalizándolas según lo que entienden correcto.

Por lo tanto, en el Shmá diario se nos advierte sobre no desviarnos tras “los ojos y el corazón”, pues “el corazón y los ojos son los dos espías al (servicio) de la persona” (Midrash Rabá, Bamidbar 17), si no están correctamente encaminados.

Todos los días colocamos los Tefilín. Aquel que se ubica en el brazo, se sitúa por ese motivo a la altura del corazón.

También en el Shmá, cuando la Torá nos exige amar al Todopoderoso, se manifiesta con la expresión: “con todo tu corazón”, duplicando la letra “Bet” en la palabra “levavjá”. Esto se entiende en el sentido de servir a D”s con ambas inclinaciones: la propensión hacia lo espiritual, y la atracción hacia lo material. Es así, que se nos requiere ser íntegros en nuestra devoción hacia el Todopoderoso: “D”s advierte a Israel: ‘cuando ustedes recen, no lo hagan con doble corazón’” (Midrash Tanjumá, Ki Tavó 1).

Únicamente respecto a los ángeles (quienes no poseen una opción moral como la tenemos los seres humanos), se habla en términos de “lev” (corazón) con la “bet” única: “Satisfagan vuestro corazón” (Midrash Rabá, Bereshit 48:11).

No solamente se habla del corazón como sede de los sentimientos, sino como “residencia” del intelecto, y se nos hace saber que distamos en nuestro entendimiento y capacidad respecto a las generaciones anteriores: “El corazón de las generaciones anteriores era (grande) como el portón de la antesala (del Bet haMikdash - Ulam), el de las siguientes (era grande) como la puerta del Santuario (Heijal), y el de las actuales es (pequeñísima) como el orificio de una aguja (Eruvin 53.).

Reconociendo este fenómeno, debemos actuar con reverencia y deferencia en cuanto a las enseñanzas de quienes nos precedieron.

Dejamos por hoy, pues el tema es muy largo. Les deseamos todo lo mejor - de todo corazón.

Daniel Oppenheimer .http://ajdut.com.ar/

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