lunes, 22 de junio de 2009

Las Mitzvot(IV)

¿Quién se beneficia con las mitzvot?

En primer término podemos afirmar a la propia persona que las cumple, al respecto podemos mencionar las sabias palabras de Yehudá HaNasí (Sifrei, Shlaj 112): "El que ha cumplido con una mitzvá, por ella misma y no para obtener recompensa, no debe alegrarse de haberla cumplido sólo con ese propósito. Esa mitzvá acarrea otra tras sí. Tampoco debe apenarse el pecador sólo por el pecado que cometió. El deber acarrea otro deber y una transgresión, otra." Así mismo, podemos considerar la ganancia indirecta que propone el RaMBa"M, en su Iad Jazaká, cuando afirma que las mitzvot refinan el carácter de la persona.

Es evidente que en caso de ser una mitzvá dirigida a alguna otra persona, ésta también recibe el provecho directo (por ejemplo, el cuidado del enfermo, el enfermo se beneficia de que otro cumpla con la mitzvá).

Pero, podemos llegar a aseverar, tal como hiciera en su oportunidad el RaMBa"N, que la sociedad humana, el mundo en general también se benefician grandemente, ya que las mitzvot atraen el orden, la paz y la fraternidad entre las personas.

¿Hay qué esperar recompensa material por el cumplimiento de las mitzvot?

Nuestro jajamim enseñaron que en nuestra relación con H’ no hay que hacer como los empleados que trabajan a cambio de ganancias (ver Avot 1:3), sino que hay que servirLo con amor y respeto. Por lo cual no hay que esperar tener recompensas por el cumplimiento de las mitzvot. El mejor premio es haber cumplido la palabra de H’, y la oportunidad de hacer otra mitzvá derivada de la anterior, como ya anotáramos más arriba.

Sin embargo, los jajamim enseñan además de los beneficios por el aporte a la convivencia y a la concordia entre las personas, la verdadera recompensa la obtiene la persona luego de su defunción, en el Olam Habá, el Mundo Venidero. Por ejemplo, Pea 1:1 (también Talmud Bablí, Shabat 127a), enseña las acciones merced a las cuales la persona "goza de su realización en la vida terrena, mientras su rédito perdura en la Eternidad", por lo cual es fácil de entender que hay dos tipos de ‘ganancias’, una pasajera y efímera que se da en Este Mundo, y la principal que se obtiene Más Allá. Maimónides al comentar esta mishná afirma que cada acción positiva que la persona ejerce sobre el prójimo le trae recompensa en este mundo.

Más modernamente, tal como enseñara Rav Mitrani (‘Bet Elokim’) parte de la retribución por las mitzvot sociales se obtienen en este mundo, ya que posibilitan o facilitan la vida material.

Pero, para todas las mitzvot, aunque preferentemente las relativas a H’, la recompensa se halla el Mundo Venidero. Ya que, las mitzvot sirven también como ‘entrenamiento’, como aliento y fortaleza del espíritu humano, que a su tiempo retornará al Creador, como está dicho: "Y el polvo se torne a la tierra, como era, y el espíritu se vuelva a Dios que lo dio." (Kohelet 12:7). Éste es el afamado paraíso de los justos (de todas las naciones). El paraíso en el tiempo de retorno a H’, en una condición pura y ‘trabajada’ del espíritu. Pureza que se obtiene a través del correcto cumplimiento de las mitzvot en este mundo. Paraíso que es el espíritu que goza y aprehende la "Gloria de la Shejiná" (Rav Shneur Zalman, ‘Igueret HaKodesh, 17).

¿Qué necesidad hay de transferir la recompensa al Más Allá?

Sin cansancio se puede repetir junto al salmista (73:22): "Mas yo era ignorante, y no entendía: Era como una bestia acerca de Ti."

Y nunca es mejor momento que ahora para leer este mizmor (salmo) por completo.

Ahora, en nuestra ignorancia podemos presentar tres motivos para transferir el premio y castigo al momento posterior a la defunción, a la vida en el Olam Habá.

Estando la real consecuencia de nuestras acciones en una existencia no perceptible, tenemos a nuestra disposición la plena libertad de elegir nuestra conducta. Es decir, si fuera evidente la real consecuencia de nuestros actos: ¿quién se atrevería a traspasar los mandatos del Eterno? Por lo cual, H’ en su infinita Sabiduría, prefirió la existencia del escepticismo, de la duda, por Amor a su Creación; para que los creados pudiéramos aproximarnos a Él por Amor y convicción, y no por temor supremo. Así se expresa Rabí Iojanán ben Zakai (Kidushin 22b): "H’ no puede ser servido sino por hombres moralmente libres y no por esclavos".

Cualquier recompensa en este Mundo es despreciable en comparación con la recompensa de adherirnos al Eterno en el Olam Habá (al respecto Rav Yehuda HaLevi, ‘Sefer HaCozarí’, 1:126; también otras citas en este mismo texto). Por lo tanto, cualquier placer, lujo o satisfacción que el malvado posea; y cualquier dolor, escasez o desilusión que sufra el justo, son muy importantes, son cosas buenas y malas, respectivamente; pueden aparecer como incomprensibles, verdaderas injusticias de parte de H’, o aun llevar al ateísmo; pero, son bienes y males momentáneos, pasajeros y efímeros. En tanto que la adherencia al Eterno...es eterna...

H’, en su infinita Sabiduría y Misericordia, impuso al Universo sus leyes físicas, y entre las creaciones vitales permitió la existencia de leyes sociales (entre insectos, animales ‘inferiores’ o el hombre). Pero, en su infinito Poder se restringe para no interferir constantemente con Su creación. Es decir, el mantiene la existencia, pues sin Él no hay existencia posible; pero no afecta ni interrumpe Sus leyes, sino que permite que la Naturaleza y la Sociedad se rijan por las leyes primordiales (o evolucionadas socialmente) por Él concedidas. Si bien es cierto que confiamos en Su constante vigilancia (Bereshit 15:1; Tehilim 121:4), en los milagros, no podemos dejar de reconocer que los mismos se dan o de forma ‘natural’ o muy esporádicamente interceptando las leyes ya establecidas (al respecto Maimónides en ‘Iad Jazaká’). Es Su aceptación y restricción a Sus propias leyes lo que convierten a nuestros ojos a H’ en Todopoderoso, Justo y Misericordioso, y no un proceder extraviado y errático. Sabemos que el "Juez de toda la Creación hace Justicia" (parafraseando a Avraham Abinu en Bereshit 18:25), por lo cual, no hay más Justicia que cumplir las propias leyes.

¿Es suficiente cumplir con la mitzvot negativas (de abstenerse)?

En muchas oportunidades se argumenta que el fundamento y finalidad de las mitzvot es hacer de la Humanidad un conjunto de personas morales, éticas, que tienen un correcto proceder hacia los demás. Y se continúa, en esta lógica, sosteniendo que para lograr estos elevados fines es suficiente con abstenerse de perjudicar al prójimo, por lo tanto, realizando o cumpliendo solamente las mitzvot negativas, las de abstención.

Sea este el argumento o cualquier otro, todas las mitzvot son para ser cumplidas.

La misma Torá (Tehilim 37:27) estipula que: "Apártate del mal, y haz el bien" con la promesa de que así "vivirás para siempre."

Las palabras del salmista merecen un breve comentario. No es suficiente con apartarse del mal, sino que se nos induce a hacer el bien. Es decir, una actitud abstencionista, de negarse a acometer erróneas empresas no llega a prevenir nuestras vidas del pecado, o peor aun, no colma las expectativas para las que fuimos creados. Para llegar a la ‘shlemut’ (completud) debemos también hacer lo que se nos dice que es bueno.

Por lo cual, resulta ya reiterativo afirmar que no es la renuncia al mal el camino correcto, sino que hay que equilibrarlo con las acciones llamadas buenas.

Pero, ¿cómo sabemos que las mitzvot positivas pueden ser consideradas como ‘hacer el bien’?

Ya hacia el final de los Cinco Libros de Moshé, el gran líder profetiza diciendo: "Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal: Porque yo te mando hoy que ames a Hashem tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos y sus estatutos y sus derechos, para que vivas y seas multiplicado, y Hashem tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para poseerla." (Devarim 30:15,16).

Como apreciamos, primero se asemeja la vida al bien, y un poco más adelante se asegura que el seguir los caminos indicados por el Eterno es lo que atraen la vida, la dicha y la bendición. Así, pues, no es adecuado simplemente apartarse del pecado y de las acciones malas, sino que hay que atraer el bien, a través de acciones materiales y concretas sobre el Mundo.

Y, sólo de esta manera se cumple lo proclamado en la profunda tefilá de ‘Aleinu leshabeaj’: "Para componer el Mundo bajo la égida del Todopoderoso". ¿Cómo componer al Cosmos? Pues, con el cumplimiento de TODAS las mitzvot.

Los jasidim entendieron que la persona no siempre es lo suficientemente fuerte, o esta naturalmente apta, para llegar al estado de adherencia al Eterno con facilidad; por eso enseñan que se puede ir alcanzando de dos maneras complementarias: por reverencia (temor) y por amor.

Por intermedio de la reverencia a H’ la persona se abstiene de los pecados, es decir, cumple las mitzvot de no hacer.

En tanto que por amor a H’ hace las positivas.

De similar manera, y siguiendo a Ieshaiá Leibovitz, podemos colegir como la primera parashá de la Keriat Shemá está imbuida de Amor a H’, por lo cual se nos ordena cumplir las mitzvot sin manifestar razones, motivos ni recompensas.

En tanto, la segunda parashá ordena similares mitzvot, pero hace pesar el tema del castigo y de la recompensa. ¿Por qué? Pues, seguramente porque el Autor en su infinita Sabiduría, al redactar Su Torá conocía la debilidad del corazón del hombre, por lo cual, a manera de didáctica escala en pos de la perfección, permitió la existencia del eslabón, infantil, del premio y castigo, pero en dirección a la adherencia por Amor y sólo por Amor al Eterno.

Se cuenta que el Rav Shneur Zalman, fundador de Jabad, en sus momentos de éxtasis exclamaba: "No quiero Tu Gan Eden, no quiero Tu Olam Haba; sólo te quiero a Ti, a Ti y nada más." Seguramente un honesto y sabio de esta talla no argüía la eficacia del exclusivo cumplimiento de las mitzvot negativas...

¿Cómo el cumplimiento de las mitzvot aporta al bien del Mundo?

Ieshaiá (45:7) nos recuerda que H’ es el "Que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo el mal. Yo Hashem que hago todo esto."

Es decir, H’ es el origen de Bien y del Mal.

Y en Su grandiosa Sabiduría hizo al Mundo de tal manera que el hombre tuviera la oportunidad de elegir entre ambos caminos, entre ser bueno o no. Ya que de existir solamente una de estas tendencias el hombre no sería más que un refinado autómata, sin posibilidad ni capacidad para enfrentarse a retos decisivos o fatuos.

H’ también nos proveyó de armas para enfrentarnos al Mal, y atraer más bien a la Creación.

Esas armas son Sus mitzvot.

Con ellas el judío esta pertrechado para fortalecerse contra el Mal, y para elevarse en el Bien (tal como podemos inferir de lo que escribiera Rav Eliahu Dressler en su ‘Mijtav MiEliahu’, tomo 3).

Y en el Talmud (Avot 4:13), "Rabi Eliezer ben Iaacov solía decir: El que cumple con una mitzvá, adquiere para sí un defensor y el que comete una transgresión, se ha procurado un acusador. La penitencia y las buenas obras son el escudo contra el castigo", y podríamos agregar, que las mitzvot son una defensa que se va extendiendo por toda la sociedad, como reflejo de los que las cumplen, impregnando al resto de las personas en su santidad y brillo.

Para las personas confiadas en la mística, el cumplimiento de mitzvot ejerce otro tipo de efectos sobre la Realidad. Argumentan que todas las acciones acá ‘abajo’, en este mundo de materialidad tienen su directo reflejo en el mundo de ‘arriba’, en el espiritual. Por lo cual una mitzvá cumplida en este mundo, una acción material, es simultáneamente realizada en el mundo del espíritu, ejerciéndose así una acción amplificada de ‘corrección’ del Mundo. Como ejemplo, podemos leer en el Talmud Bablí (Berajot 6ª) que H’ se ata todos los días tefilín, seguramente esto es una alegoría, o una metáfora o una imagen antropomórfica de H’, que nos auxilia para que nosotros podamos comprender algo; pero, el hecho en sí es que se asegura que H’ cumple con Sus mitzvot, tal como nosotros debemos hacer...

También, reconocen los místicos en las cosas creadas dos manifestaciones de la Energía divina, una que sería la formadora (makif o sovev), mientras otra es la vital (memalé). El Hombre es el poseedor de la mayor energía vital, en comparación al resto de las cosas creadas en nuestro Mundo. Es con el cumplimiento de las mitzvot que el Hombre libera la energía formadora de los elementos materiales. Por ejemplo, al comer no es solamente la energía en el sentido científico que integramos o asimilamos a nuestro organismo, sino que también, y procediendo de acuerdo a la halajá, podemos asimilar la energía formadora contenida en ese alimento. Así, un simple pan puede servir solamente como nutriente corporal, o ser elevado a liberación de energía formadora, a elevación de la Creación. Y consideremos que los elementos que estimamos como más primitivos, y menos animados, en realidad están más próximos a la Energía original de la Creación, pues fueron hechos antes que el Hombre. Bien para servirlo, bien para que el Hombre les sirva con sus acciones positivas ejercidas sobre ellos.

Es decir, a través del cumplimiento de las mitzvot cumplimos con nuestra original naturaleza humana, la de relacionarnos con nuestro medio tanto en un plano físico como en uno espiritual.

¿Quién está libre de cumplir mitzvot?

Obviamente las personas que no están dentro del pacto de Avraham Abinu, aunque existan las siete mitzvot universales de los Benei Noaj (ver más adelante).

Los esclavos hebreos; los menores de edad de mitzvá (mujeres antes de los doce años, y hombres antes de los 13 años); las personas discapacitadas intelectuales / emocionales de gravedad; los sordos.

Existe una libertad relativa para mujeres y esclavos hebreos en lo que respecta a las mitzvot positivas que dependen de un tiempo determinado para su cumplimiento y no tengan un fundamento histórico (tal como las festividades) o una expresa orden dictada por la Torá (como el Shabbat).

Estas son las mitzvot shehazman graman, y las más comunes que podemos mencionar son las de Talit y Tefilín, mitzvot que las mujeres y esclavos hebreos pueden llevar a cabo si así lo desean (aunque socialmente pueda ser considerado como una transgresión, históricamente se sabe que grandes mujeres justas usaron Talit y Tefilín, pero por más detallas hay que referirse al rabino local).

Personas que tienen un familiar cercano fallecido y aún no enterrado, están exentos del cumplimiento de las mitzvot positivos, no así de las relativas al duelo y sepelio, como a las negativas.

Las personas que por motivos de imposición, fuerza mayor, peligro, etc., se ven imposibilitadas de cumplir mitzvot no deben ser juzgadas ni condenadas por sus acciones, según Bemidbar 22:26,27.

¿Es factible cumplir todas las mitzvot?

Por mejores intenciones, por más amor al Eterno, la totalidad de las mitzvot está vedada de conseguirse.

Hay varias razones. Una es la necesidad del Beit HaMikdash, el Templo, para ejercer varias mitzvot relativas al mismo, a los sacrificios, a las leyes de pureza, a las de sacerdocio.

Otras mitzvot dependen de si se habita en la Tierra de Israel, pues son de estricto cumplimiento en ella (ejemplo: año sabático, Iovel, diezmo, etc.)

Otras más son exclusivas para determinados sectores de la sociedad que no dependen de la voluntad y albedrío humano (ser sacerdote, ser rey, etc.)

Algunas son prerrogativa de mujeres y otras de hombres (ejemplo: relativas a la menstruación, a la polución nocturna, Brit Milá, etc.)

Hay algunas para ciertas esferas de la actividad comercial, productiva, laboral o financiera, que no todas las personas les interesa o efectivamente se ocupan (ejemplo: préstamos, pesos y medidas, patrón, amo de esclavo, juez, etc.)

Están también las relacionales (hacia padres, hijos, empleados, alumnos, siervos, enemigos, etc.)

Están las situacionales (en batalla, de viaje, enfermo, con un familiar difunto, etc.)

Están las determinadas por tiempo (festividades, ofrendas, plegarias, etc.)

Están las mitzvot comunitarias y las individuales.

Hay otras que deben ser cumplidas a cada instante, o que no tienen situación dada previamente o momento, a estas mitzvot activas el RaMBa"M las denominó como ‘inevitables’, y suman un total de sesenta.

Por lo cual podemos cotejar que el número de mitzvot efectivas para cumplir se reduce, o se modifica dependiendo de la persona y su circunstancia.

¿Es posible derogar mitzvot, agregar nuevas o modificarlas según el propio deseo?

Como hemos visto, las circunstancias o condiciones materiales llevan a que el número de mitzvot ejercibles sea bastante menor al total, empero, no es permitido añadir o derogar mitzvot por propia voluntad, tal como ordena la Torá (Devarim 13:1). Por lo cual la postura de la Reforma no se puede sostener, sobre bases lógicas, ya que o toda la Torá es obra divina y por lo tanto respetable; o nada de la Torá es realmente obra de H’, por lo cual es totalmente desechable. La Torá no permite términos medios, ni medias tintas.

Así mismo no está permitido categorizarlas por importancia, ya que no sabemos si tienen distintos niveles de prioridad, así como no debemos desechar algunas por propia comodidad o ideas de beneficios secundarios. "Ben Azai solía decir: Apúrate para cumplir con la mitzvá de la más mínima importancia [a tu entender] y aléjate de la transgresión. Porque una acción meritoria lleva otra detrás de sí, y una transgresión a otra. La recompensa de una buena acción es otra buena acción, y el pago del pecado es otro pecado." (Avot 4:2).

Distintos pensadores de distintas épocas han intentado resumir las mitzvot a unas pocas ordenanzas (Ver Talmud Bablí, Makot 23b), como por ejemplo que los pilares de la Torá son la mitzvá de Amar a H’ y la de Amar al prójimo; otros intentaban ver en la unicidad del Eterno y la búsqueda de la justicia, apoyados en las palabras del profeta Mijá (6:8): "Oh hombre, Él te ha declarado qué es lo bueno, y qué pide de ti Hashem: solamente hacer juicio, y amar misericordia, y humillarte para andar con tu Dios."

Pero, la verdad es que el espíritu recto acepta la totalidad de la Torá y de sus mitzvot, sin menoscabos ni enmiendas de último momento.

Otro punto a considerar es la escasa penetración del entendimiento humano en lo que respecta a la infinita Sabiduría del Eterno.

¿Cómo autorizarnos a decidir que es más sabio o no cuando nos ponemos a juzgar, desvergonzadamente, al Eterno?

¿Podemos considerarnos "más perfectos que el Creador" (Maimónides, ‘Moré Nevujim’ 3:31)?

Por lo cual, si aceptamos la Autoridad del Autor, poco podemos nosotros decir acerca de la conveniencia o no del cumplimiento de las mitzvot. Podemos hablar de conveniencias momentáneas nuestras, de placeres fugaces, de opiniones insulsas, pero nunca, jamás, de saber, en lo que respecta a H’ y a sus mitzvot.

Un inteligente, pero extraviado, pensador contemporáneo (Martín Buber) ponía las mitzvot como obstáculo real de la relación plena entre el hombre y Dios, aduciendo que quizás en su época fueran adecuadas, o para aquel que las analizara a conciencia y llegara a la convicción que éstas eran el medio de relacionarse con el Tú.

Empero, el más grande pensador ¿puede ponerse a enseñarLe a H’ qué es lo más conveniente para relacionarnos con Él? Claro, siempre existe la posibilidad de renegar, y de atribuir la creación de las mitzvot a sabios ancianos de la antigüedad, o bien, a salvajes primitivos represores y dominantes...esa es la opción que H’ nos entrega a nosotros.

¿Son ‘evolutivas’ las mitzvot?

Si seguimos atentamente la lectura hasta este punto, fácilmente podemos asegurar que para el creyente en la divinidad de las mitzvot, la evolución de las mismas no sólo es un impensable, sino un pecado (por ejemplo, Devarim 4:2) proscrito por la Torá.

Sin embargo, podemos argumentar que las condiciones sociales y materiales de existencia humana si son variables y mutables. En nuestra época podemos aseverar que las numerosas mitzvot referidas a los esclavos y siervas hebreas están fuera de uso, y que presumimos jamás volverán a ser necesarias. Esto no nos habilita a eliminar su presencia en el conjunto, en la estructura más bien, de las mitzvot. Las sociedad cambian, las culturas, las condiciones y las ideologías, por lo tanto, lo que varían son las perspectivas, los puntos de vista que las personas pueden tener acerca de las mitzvot.

Esas perspectivas, merced al contexto, pueden promover a un desuso de alguna mitzvá, pero no a su derogación.

De esta manera, cada generación tiene sus intérpretes de la Torá, sus explicaciones acerca de las mitzvot; pero lo que no tiene es un cuerpo legislativo, o un organismo válido que promulgue o derogue las mitzvot de la Torá.

En todas las épocas los sabios de la Torá hallan los mecanismos para hacer de la Torá un modo de vida para los judíos, por lo cual, podríamos decir que ‘actualizan’ la comprensión de alguna mitzvá; pero, sin cambiar nada de ella. Tenemos un ejemplo histórico y accesible de evolución de una mitzvá, sin modificar la propia mitzvá, y es los tzitzit. En Bemidbar 15:38 la Torá ordena que a todas nuestras prendas de vestir que posean cuatro esquinas le atemos los tzitzit. Los jajamim prestamente nos enseñaron que son, como se anudan, cuantos flecos debe haber como mínimo y máximo en cada punta, la berajá por usarlo, su modo de uso, etc. Pero, un hecho socio – histórico, el talit que nosotros conocemos no surgió en la historia sino hasta muchos siglos después de haberse entregado la Torá.

Claro, hoy en día decir tzitzit es casi asociarlo al talit (gadol o catán, da lo mismo), sin embargo durante mucho tiempo decir talit, era no decir nada significativo.

¿Esto por qué?

Pues, en la antigüedad los tzitzit se anudaban a las ropas que eran típicas de los habitantes de la región del Medio Oriente, similares a las que visten algunas tribus beduinas de la actualidad, por lo cual, el judío ataba sus tzitzit a sus ropas cotidianas. Con el desarrollo social, las modas en vestimenta variaron, con los traslados y las dispersiones mucho más, por lo cual, los jajamim al percatarse que la moda en ropa estaba eliminando esta importante mitzvá y símbolo recordatorio, decidieron crear el talit y prescribir su uso.

Tenemos, pues, un exacto y bonito ejemplo de ‘evolución’ de una mitzvá, pero sin modificarla.

El hecho es que para acompasar el cumplimiento de las mitzvot a las generaciones no es suficiente con el deseo personal, o la voluntad de algún que otro sabio o rabino, sino que es imprescindible la existencia de lo que antiguamente se llamaba Sanhedrín, o Asamblea de Notables; reunión que en la actualidad es virtualmente irrealizable. Si bien es cierto que algunas corrientes modernas del judaísmo impulsan estas evoluciones amparados en aquellos antiguos y nobles precedentes, y en asambleas de rabinos actuales.

En definitiva, es un tema que en la actualidad roza intereses que son eminentemente políticos y no tanto ‘religiosos’, por lo cual, una solución que satisfaga a la mayoría (sino a todo) Israel, si existe, debe ser ardua de hallar y poner en práctica.

Mitzvot y forma

Podemos pensar a las mitzvot como:

- informar, entonces nos quedamos en el conocimiento superficial y vacuo, casi sin sentido;
- o formar, y así hay judíos que cumplen mitzvot, pero sin hallar un camino seguro hacia la adherencia a H’;
- o conformar, y entonces tenemos judíos acostumbrados a satisfacer lo que ya conocen, o sus expectativas que les brindan algún tipo de seguridad;
- o reformar, y de esta manera las mitzvot ni tienen forma ni sustancia, ni existencia, tal como el judaísmo de aquellos que esto pregonan
- o transformar, es decir hacer trascender la forma de lo ya conocido (la persona, la sociedad) en pos de aquello que no tiene forma (H’), y así tenemos verdaderos judíos que son fieles cumplidores de las mitzvot, transformando su existencia, su circunstancia, su mundo (perfeccionando el Mundo bajo la égida de H’, como dijera el Aleinu).

¿Cuándo hay que pretender que H’ no existe, para ser justos y honrar Su Santo Nombre?

Cuenta un relato jasídico:" un jasid se vanagloria frente a su rebe por haber salvado el alma de otro judío. Un pordiosero le había pedido comida, a lo cual accedió, pero con la condición que antes rezara Minjá. A lo cual el famélico menesteroso consintió. Antes de servirle su comida le obligó a hacer el lavado ritual de manos, con su correspondiente berajá, lo cual el pobre hombre no tuvo más remedio con aceptar. Y, ya con la comida servida, le exigió que recitara las correspondientes bendiciones antes de llevar el bocado a la boca. El rebe manifestó su desencantada sorpresa: ‘A veces, hijo, debemos actuar como si H’ no existiese’. El discípulo molesto inquirió vehemente: ‘¿Cómo puedo yo, un jasid, actuar como si D’ no existiese?’ El rebe replicó: ‘Cuando alguien urgido por la necesidad se acerca a ti, como lo hizo aquel mendigo, actúa como si no hubiera Dios en el Mundo, como si tú fueras el único en el universo que pudiera auxiliar al necesitado, tú y nadie más.’ El empecinado jasid protestó: ‘Pero, ¿no soy acaso responsable por su alma, tal como enseña la Torá?’ A lo que el rebe enseñó: ‘Tú, cuida de TU alma y de SU cuerpo, no viceversa.’"

Moshé Leib de Sasov dijo que H’ creo el escepticismo en Su existencia para que "no dejemos morir de hambre al pobre, ilusionándolo con la felicidad del más allá o simplemente diciendo que confíen en que H’ les ayudará, en vez de facilitarle los alimentos."

Señales del pacto:

Hay cinco señales del pacto (que son mitzvot) y que por lo mismo nos recuerdan todas las mitzvot, estas son:

1.- Brit Milá (circuncisión)
2.- Talit
3.- Tefilín
4.- Mezuzá
5.- Shabbat y moadim.

Según los jajamim el estudio de la Torá equivale al cumplimiento de todas las mitzvot.

Según otros jajamim es habitar en la Tierra consagrada de Israel lo que equivale a todas las mitzvot (ver Yalkut Shimoní, Ree).

Empero, todas las mitzvot están para ser observadas por igual.


http://www.masuah.org/

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