viernes, 5 de febrero de 2010

Shabat y el Hombre Moderno


Moshé reunió a toda la congregación de los hijos de Israel, diciéndoles: “Estas son las cosas que ordenó el Eterno hacer: Seis días será realizado el trabajo, más el día séptimo será para vosotros consagración. Sábado de descanso al Eterno” (Shemot 35:1-2)

A pesar de que había creado el mundo, de todas maneras no se completó la Creación, porque faltaba algo. ¿Qué? El descanso. “Vino el Shabat y con él el descanso....” (Meguilá 9a)

Durante siglos, consideramos los judíos al Shabat como un día de descanso, una institución social. Los días hábiles eran días de largas horas de largo trabajo, agotadoras y llenas de tedio... Y por eso el Shabat llegaba como una posibilidad de equilibrio físico y espiritual.

Intelectuales judíos de las últimas generaciones lo pregonaron como “un alcance social que defendía al pueblo trabajador” y lo veían como un “domingo” o un feriado de la sociedades occidentales. Pero toda esa concepción cambió a raíz del desarrollo de la técnica y de la ciencia de la civilización moderna, en cuyo marco se encuentran inmersos los judíos.

La “sociedad de la abundancia” sufre de “tiempo libre” y no de horas de trabajo.

Con excepción del Shabat, muchas son las oportunidades de descanso y esparcimiento: las “salidas” después del horario de trabajo, las vacaciones, los “días de enfermedad” asegurados por las agrupaciones sindicales, etc.

El “sábado laico”, como el domingo de occidente, en vez de ser un día de descanso se convierte en un correr sin fin de carreteras, es una pérdida de energías y a un cúmulo de nerviosismo que llevan al hombre al fin del asueto a sentirse cansado, enfermo. Estadísticamente, esto queda comprobado por el número de obreros y empleados que faltan a sus trabajos el domingo en Israel o el lunes en los países occidentales.

El Shabat es su simiente, en significado sicológico profundo en si dimensión espiritual, no es diferente a nosotros hijos del siglo XX.

Puede que aquel psicólogo moderno que creó la tesis de la “pausa creadora” comprendió algo del espíritu sabático.

La esencia del Shabat es permitir el balance espiritual, renovarse espiritualmente, crear y recrear, salir de las corridas en pos de lo material para reencontrarnos con la familia alrededor de la mesa....

Dicen nuestros sabios en el Talmud: “No es igual la luz de la casa de un hombre en los días de Shabat que en los días comunes. No será igual tu comportamiento en Shabat que en los días de la semana y tampoco será tu hablar igual en Shabat que en los días de la semana”.

El principio del esparcimiento sabático es la renovación espiritual del ser humano.

Como dice Maimonides: “Por intermedio del Shabat se verifica la renovación del mundo”. El Shabat complementa la Creación. Implica un “tiempo” distinto al de los días hábiles. El Sabio Maharal de Praga dice: “Como Israel es el pueblo que brega por la perfección, tienen el Shabat”

La satisfacción sabática es entablar un diálogo con nuestros hijos y con nuestros padres en reencontrarnos con nosotros mismos. Es en resumen, lo dicho por Rabí Levi Itzjak de Berdichev: “Shabat deriva de la palabra “shiva”, cuyo significado es regreso a las raíces propias del pueblo judío”

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