A continuación plantearemos la grandeza de una mujer tzadéket que gracias a su inteligencia hoy toda Bat Israel es educada por el buen camino. ¿Cuál fue la obra de la tzadéket Sarah SchenirerZ.L.?
Anteriormente, el lugar natural donde cada hija de Israel recibía la educación judía era en su propio hogar. Mientras que los padres e hijos se elevaban en los caminos de la Torá en las yeshibot y baté kenesiot, las mujeres permanecían en el hogar ocupándose de las necesidades normales de una casa y ayudando económicamente a sus esposos, tejiendo o realizando trabajos caseros. Las hijas eran educadas por las madres y las abuelas con las bases que ellas mismas habían recibido de sus predecesoras. Así se cuidaron generaciones y generaciones de hijas correctas y recatadas que absorbieron en sus hogares santidad y pureza. Pero las épocas fueron cambiando. Nuevas corrientes ajenas a nuestras raíces empezaron a soplar en Europa y poco a poco fueron contagiando a muchos de nuestros hermanos y comenzaron movimientos laicos que pregonaban el liberalismo y la asimilación entre las naciones.
Los jóvenes que estudiaban en las yeshibot y quienes de una u otra forma estaban conectados directamente con la Torá, pudieron superar la enorme dificultad que se presentaba gracias en gran medida al mérito del propio estudio de la Torá que les daba la base necesaria. Pero las jóvenes de Israel empezaron a tropezar con esa corriente extraña. Ellas no tenían el estudio necesario que las protegiera, ya que sólo existían hasta ese momento escuelas judías liberales o las escuelas oficiales del país. ¿Cómo se salvaron de asimilarse e ir por el mal camino?
La educación que las jóvenes recibían en sus hogares era muy débil como para poder enfrentar la nueva corriente que amenazaba. El resultado fue terrible: Hijas de Israel que se asimilaban entre las naciones y otras que perdían toda la base de cumplimiento aun de los preceptos más elementales. Los Sabios de la generación clamaron por el peligro que acechaba. Ellos entendieron que si la mujer de Israel no tenía su lugar en la educación judía, no habría futuro para el pueblo. Pero, lamentablemente, no había reacción y la epidemia de la asimilación llegaba a las casas incluso de los que más cumplían Torá. Hasta que una mujer, una madre de Israel llamada Sarah SchenirerZ”L, una mujer común y sencilla, pero con un alma especial y un corazón fervoroso lleno de entusiasmo y entrega, hizo una revolución que llegó hasta nuestros días y salvó a esa generación y a las posteriores del desastre. Ella fundó la cadena de seminarios “Bet Yaacob”, donde las jóvenes fueron educadas con los conceptos de Torá y temor a Di-s continuando así el legado recibido en el monte de Sinai. Su lema era precisamente: “Bet Yaacob (hijas de Israel) encamínense en la luz de Hashem” (Yeshaya 2).
Bajo esa bandera recibieron la educación pura de la Torá miles de alumnas, gracias a su fuego interno y convicción, pese a todas las dificultades que se le presentaron para poder conseguirlo.
Los cientos de “Baté Yaacob” que existen en la actualidad son testimonio de la llama encendida por Sarah Schenirer, Z”L, en sus cincuenta y dos años de vida y que sigue alumbrando e intensificándose día tras día.
Cuando comenzó la primera guerra mundial y el ejército alemán invadía Polonia, los yehudim de Kraca escapaban para Austria y muchos de ellos se radicaban en Viena. Entre ellos, estaba la familia de Sara Shnirer. En el Bet Hakenéset al que concurrieron en Janucá, el Rab del lugar, Rab Flesh, Z”L, comenzó a disertar con un lenguaje claro y puro que conmovía al público y sobre todo a esta tzadéket, que se encontraba en el sector femenino. En un momento, el Rab se refirió a la figura de Yehudit en relación con el milagro de Janucá. Se dirigió a las mujeres diciendo: Hijas de Israel, tomen como ejemplo a Yehudít, sigan sus pasos incluso en ésta época y devuelvan a su lugar la corona de las hijas de Israel.
Sara Shnirer sintió que las palabras estaban dirigidas a ella. Decidió levantar el guante y enseñar y transmitir los conceptos del judaísmo auténtico a las mujeres de Israel. A partir de ese instante, fue escuchando todas las clases del Rab y anotaba en sus cuadernos las futuras disertaciones que ella daría cuando regresara a Kraca.
Cuando la guerra concluyó y retornaron a Polonia, comenzó la obra que Hashem le había destinado. En principio citó a las madres, luego a las hijas, y la luz de la Torá comenzó a alumbrar el camino. Sus palabras profundas y claras penetraban en los corazones, pero ella sabía que no alcanzaba con disertaciones para cambiar las conductas equivocadas. Se debía llegar a un cumplimiento natural de las mitzvot y para eso había que empezar desde muy temprano, cuando aún la pureza de las pequeñas estaba intacta. Debía enseñarles el idioma hebreo y las letras para que pudieran desarrollarse solas en el futuro. El desafío era grande, pero ella lo aceptó. En su propia casa comenzó a enseñar a niñas los conceptos básicos del judaísmo, hasta que con la ayuda económica de dirigentes de la ciudad pudieron alquilar un lugar para formar la primera escuela para niñas “Bet Yaacob”. Temas tales como historia judía, tefilá, halajot y todo lo concerniente a una Bat Israel se enseñaban en la escuela, hasta que el número de alumnas creció cada vez más. No tuvo el zejut de tener hijos, pero todo su potencial lo dedicó a sus alumnas, a las que engrandeció con Torá y mitzvot.
No se conformó solamente con la ciudad de Braca: se encargaba de despertar la conciencia de nuestra Torá en todo lugar. Enviaba maestras a las que ella misma había enseñado para que los “Baté Yaacob” se abrieran por toda Europa.
Al estallar la segunda guerra mundial muchas alumnas del seminario Sara Shnirer, Z”L, se vieron obligadas a quedarse en Cracovia sin posibilidades de volver a sus casas. Las morot estimulaban a sus alumnas y las preparaban a entregar sus almas por Kidush Hashem.
En el mes de Ab del año 5702, la directora del seminario reunió a sus 93 alumnas y les dijo: “Queridas hijas, todos los días pedimos a Hashem que no nos envíe pruebas, y que si las hay, las pasemos sin tropezar. Momentos difíciles vivimos. Debemos recordar las palabras de Moshé: “Hazur Taamim Paoló”, “Las obras de Hashem son íntegras”. Llegará el día en el cual tendrán que aplicar todo lo que estudiaron siendo fieles Benot Israel para Hakadosh Baruj Hú”.
A los pocos días, llegaron al seminario los soldados de la gestapo imaj shemam y ordenaron a las jóvenes que se bañaran y se vistieran con sus mejores ropas. Avisaron a la directora que al día siguiente, 93 soldados vendrían a buscarlas.Al escuchar estas palabras, la directora se dio cuenta de que llegaba el momento de la prueba. Enseguida ordenó la menhaélet a sus alumnas que fueran a bañarse y vistieran sus mejores ropas... Pero antes que llegaran los soldados, las reunió nuevamente y les dijo: “Queridas alumnas, yo sé que ustedes están preparadas para morir por Kidush Hashem, pero sepan que los soldados que en un rato vendrán, no sólo quieren exterminarnos físicamente, sino también, espiritualmente... Sus alumnas se estremecieron, y ella continuó: “... tengo en mis manos píldoras venenosas. Si alguno de los soldados, quiere tocarlas, deberán ustedes tragarlas, y no les permitan ensuciar sus neshamot.
Una luz de Emuná y fortaleza iluminó a las 93 jóvenes. De a una se iban acercando hacia la Menahélet y le extendían la mano. Al día siguiente, antes que llegaran los nazis al lugar, se reunieron todas en el salón del seminario y juntas pronunciaron: “He aquí que estamos dispuestas a entregar nuestras almas por Kidush Hashem”. Inmediatamente, tomaron cada una su pastilla y, junto con la Menahélet, alzaron sus voces, llegando hasta el Trono Celestial el“Shemá Israel...” y devolvieron sus almas a su Fuente Divina.
Para concluir este comentario, recordemos parte de la carta que la tzadéket Sarah Schenirer, Z”L, dejó no sólo a sus alumnas sino a todos nosotros también:
“Muchos son los pensamientos de la persona, pero sólo la idea de Hashem es la que se cumple” (Mishlé 19). Todo lo que Hashem hace es para el bien, Alabado sea Su Nombre. Yo, que toda mi vida me lamenté de no poder llorar en el momento de la tefilá, es difícil para mí contener las lágrimas en este momento, porque siento una unión espiritual hacia mis alumnas. Estoy segura de que ustedes también llorarán cuando lean mis palabras. Que sea la voluntad de nuestro Padre Celestial que nuestras lágrimas lleguen hasta Su Trono para pedir la salvación de Israel. Me dirijo a ustedes, hijas queridas, que salen al mundo para educar a las hijas de Israel y formar los hogares de Israel. Estoy segura de que ustedes saben bien su función, pero quiero advertirles sobre dos grandes peligros que se pueden presentar: cuídense, hijas mías, del orgullo y de la altivez que seducen a la persona haciéndole creer que es digna de respeto; pero por el otro lado, cuídense del extremo inverso, de creer que no tienen ningún valor porque eso trae tristeza, depresión e introduce dudas en el corazón de la persona sobre el éxito de su vida. La vida es difícil en muchas circunstancias, pero ustedes poseen los elementos claves que las ayudarán: Temor a Hashem, cariño a Hashem y el servicio a Hashem. Desde lo profundo de mi corazón, surge mi tefilá a Hashem: Señor del Mundo, ayuda a mis hijas en su difícil trabajo, no les presentes pruebas duras y que se cumpla en ellas el dicho de nuestros Sabios: “Quien desea purificarse, del Cielo lo ayudarán”. Fortalézcanse, hijas mías, en su trabajo sagrado, no debiliten sus manos ni se cansen en su entrega para servir a Hashem. Recuerdo ahora el suceso sobre aquel jasid que se presentó ante su Rab lleno de alegría: “¡Terminé el Shas íntegramente! El Rab lo miró con una sonrisa y le dijo: “¿Y a ti qué te enseñó el Shas?” Sí, hijas mías, disfruten del tesoro de la Torá que adquirieron, pero no olviden que no es el estudio lo principal sino el cumplimiento. Termino mis palabras con los versículos conocidos por ustedes: “Sirvan a Hashem con alegría” (Tehilim 100). “Puse a Hashem delante mío siempre” (Tehilim 16). “El comienzo de la sabiduría es el temor a Hashem” (Tehilim 111). “La Torá es íntegra y tranquiliza el alma” (Tehilim 19).
Que el ejemplo de esta tzadéket ilumine y guíe la vida de todas las hijas de Israel.
Amén.
Benot Israel Or Torá.Maasé Shehayá.Elías Askenazi
Anteriormente, el lugar natural donde cada hija de Israel recibía la educación judía era en su propio hogar. Mientras que los padres e hijos se elevaban en los caminos de la Torá en las yeshibot y baté kenesiot, las mujeres permanecían en el hogar ocupándose de las necesidades normales de una casa y ayudando económicamente a sus esposos, tejiendo o realizando trabajos caseros. Las hijas eran educadas por las madres y las abuelas con las bases que ellas mismas habían recibido de sus predecesoras. Así se cuidaron generaciones y generaciones de hijas correctas y recatadas que absorbieron en sus hogares santidad y pureza. Pero las épocas fueron cambiando. Nuevas corrientes ajenas a nuestras raíces empezaron a soplar en Europa y poco a poco fueron contagiando a muchos de nuestros hermanos y comenzaron movimientos laicos que pregonaban el liberalismo y la asimilación entre las naciones.
Los jóvenes que estudiaban en las yeshibot y quienes de una u otra forma estaban conectados directamente con la Torá, pudieron superar la enorme dificultad que se presentaba gracias en gran medida al mérito del propio estudio de la Torá que les daba la base necesaria. Pero las jóvenes de Israel empezaron a tropezar con esa corriente extraña. Ellas no tenían el estudio necesario que las protegiera, ya que sólo existían hasta ese momento escuelas judías liberales o las escuelas oficiales del país. ¿Cómo se salvaron de asimilarse e ir por el mal camino?
La educación que las jóvenes recibían en sus hogares era muy débil como para poder enfrentar la nueva corriente que amenazaba. El resultado fue terrible: Hijas de Israel que se asimilaban entre las naciones y otras que perdían toda la base de cumplimiento aun de los preceptos más elementales. Los Sabios de la generación clamaron por el peligro que acechaba. Ellos entendieron que si la mujer de Israel no tenía su lugar en la educación judía, no habría futuro para el pueblo. Pero, lamentablemente, no había reacción y la epidemia de la asimilación llegaba a las casas incluso de los que más cumplían Torá. Hasta que una mujer, una madre de Israel llamada Sarah SchenirerZ”L, una mujer común y sencilla, pero con un alma especial y un corazón fervoroso lleno de entusiasmo y entrega, hizo una revolución que llegó hasta nuestros días y salvó a esa generación y a las posteriores del desastre. Ella fundó la cadena de seminarios “Bet Yaacob”, donde las jóvenes fueron educadas con los conceptos de Torá y temor a Di-s continuando así el legado recibido en el monte de Sinai. Su lema era precisamente: “Bet Yaacob (hijas de Israel) encamínense en la luz de Hashem” (Yeshaya 2).
Bajo esa bandera recibieron la educación pura de la Torá miles de alumnas, gracias a su fuego interno y convicción, pese a todas las dificultades que se le presentaron para poder conseguirlo.
Los cientos de “Baté Yaacob” que existen en la actualidad son testimonio de la llama encendida por Sarah Schenirer, Z”L, en sus cincuenta y dos años de vida y que sigue alumbrando e intensificándose día tras día.
Cuando comenzó la primera guerra mundial y el ejército alemán invadía Polonia, los yehudim de Kraca escapaban para Austria y muchos de ellos se radicaban en Viena. Entre ellos, estaba la familia de Sara Shnirer. En el Bet Hakenéset al que concurrieron en Janucá, el Rab del lugar, Rab Flesh, Z”L, comenzó a disertar con un lenguaje claro y puro que conmovía al público y sobre todo a esta tzadéket, que se encontraba en el sector femenino. En un momento, el Rab se refirió a la figura de Yehudit en relación con el milagro de Janucá. Se dirigió a las mujeres diciendo: Hijas de Israel, tomen como ejemplo a Yehudít, sigan sus pasos incluso en ésta época y devuelvan a su lugar la corona de las hijas de Israel.
Sara Shnirer sintió que las palabras estaban dirigidas a ella. Decidió levantar el guante y enseñar y transmitir los conceptos del judaísmo auténtico a las mujeres de Israel. A partir de ese instante, fue escuchando todas las clases del Rab y anotaba en sus cuadernos las futuras disertaciones que ella daría cuando regresara a Kraca.
Cuando la guerra concluyó y retornaron a Polonia, comenzó la obra que Hashem le había destinado. En principio citó a las madres, luego a las hijas, y la luz de la Torá comenzó a alumbrar el camino. Sus palabras profundas y claras penetraban en los corazones, pero ella sabía que no alcanzaba con disertaciones para cambiar las conductas equivocadas. Se debía llegar a un cumplimiento natural de las mitzvot y para eso había que empezar desde muy temprano, cuando aún la pureza de las pequeñas estaba intacta. Debía enseñarles el idioma hebreo y las letras para que pudieran desarrollarse solas en el futuro. El desafío era grande, pero ella lo aceptó. En su propia casa comenzó a enseñar a niñas los conceptos básicos del judaísmo, hasta que con la ayuda económica de dirigentes de la ciudad pudieron alquilar un lugar para formar la primera escuela para niñas “Bet Yaacob”. Temas tales como historia judía, tefilá, halajot y todo lo concerniente a una Bat Israel se enseñaban en la escuela, hasta que el número de alumnas creció cada vez más. No tuvo el zejut de tener hijos, pero todo su potencial lo dedicó a sus alumnas, a las que engrandeció con Torá y mitzvot.
No se conformó solamente con la ciudad de Braca: se encargaba de despertar la conciencia de nuestra Torá en todo lugar. Enviaba maestras a las que ella misma había enseñado para que los “Baté Yaacob” se abrieran por toda Europa.
Al estallar la segunda guerra mundial muchas alumnas del seminario Sara Shnirer, Z”L, se vieron obligadas a quedarse en Cracovia sin posibilidades de volver a sus casas. Las morot estimulaban a sus alumnas y las preparaban a entregar sus almas por Kidush Hashem.
En el mes de Ab del año 5702, la directora del seminario reunió a sus 93 alumnas y les dijo: “Queridas hijas, todos los días pedimos a Hashem que no nos envíe pruebas, y que si las hay, las pasemos sin tropezar. Momentos difíciles vivimos. Debemos recordar las palabras de Moshé: “Hazur Taamim Paoló”, “Las obras de Hashem son íntegras”. Llegará el día en el cual tendrán que aplicar todo lo que estudiaron siendo fieles Benot Israel para Hakadosh Baruj Hú”.
A los pocos días, llegaron al seminario los soldados de la gestapo imaj shemam y ordenaron a las jóvenes que se bañaran y se vistieran con sus mejores ropas. Avisaron a la directora que al día siguiente, 93 soldados vendrían a buscarlas.Al escuchar estas palabras, la directora se dio cuenta de que llegaba el momento de la prueba. Enseguida ordenó la menhaélet a sus alumnas que fueran a bañarse y vistieran sus mejores ropas... Pero antes que llegaran los soldados, las reunió nuevamente y les dijo: “Queridas alumnas, yo sé que ustedes están preparadas para morir por Kidush Hashem, pero sepan que los soldados que en un rato vendrán, no sólo quieren exterminarnos físicamente, sino también, espiritualmente... Sus alumnas se estremecieron, y ella continuó: “... tengo en mis manos píldoras venenosas. Si alguno de los soldados, quiere tocarlas, deberán ustedes tragarlas, y no les permitan ensuciar sus neshamot.
Una luz de Emuná y fortaleza iluminó a las 93 jóvenes. De a una se iban acercando hacia la Menahélet y le extendían la mano. Al día siguiente, antes que llegaran los nazis al lugar, se reunieron todas en el salón del seminario y juntas pronunciaron: “He aquí que estamos dispuestas a entregar nuestras almas por Kidush Hashem”. Inmediatamente, tomaron cada una su pastilla y, junto con la Menahélet, alzaron sus voces, llegando hasta el Trono Celestial el“Shemá Israel...” y devolvieron sus almas a su Fuente Divina.
Para concluir este comentario, recordemos parte de la carta que la tzadéket Sarah Schenirer, Z”L, dejó no sólo a sus alumnas sino a todos nosotros también:
“Muchos son los pensamientos de la persona, pero sólo la idea de Hashem es la que se cumple” (Mishlé 19). Todo lo que Hashem hace es para el bien, Alabado sea Su Nombre. Yo, que toda mi vida me lamenté de no poder llorar en el momento de la tefilá, es difícil para mí contener las lágrimas en este momento, porque siento una unión espiritual hacia mis alumnas. Estoy segura de que ustedes también llorarán cuando lean mis palabras. Que sea la voluntad de nuestro Padre Celestial que nuestras lágrimas lleguen hasta Su Trono para pedir la salvación de Israel. Me dirijo a ustedes, hijas queridas, que salen al mundo para educar a las hijas de Israel y formar los hogares de Israel. Estoy segura de que ustedes saben bien su función, pero quiero advertirles sobre dos grandes peligros que se pueden presentar: cuídense, hijas mías, del orgullo y de la altivez que seducen a la persona haciéndole creer que es digna de respeto; pero por el otro lado, cuídense del extremo inverso, de creer que no tienen ningún valor porque eso trae tristeza, depresión e introduce dudas en el corazón de la persona sobre el éxito de su vida. La vida es difícil en muchas circunstancias, pero ustedes poseen los elementos claves que las ayudarán: Temor a Hashem, cariño a Hashem y el servicio a Hashem. Desde lo profundo de mi corazón, surge mi tefilá a Hashem: Señor del Mundo, ayuda a mis hijas en su difícil trabajo, no les presentes pruebas duras y que se cumpla en ellas el dicho de nuestros Sabios: “Quien desea purificarse, del Cielo lo ayudarán”. Fortalézcanse, hijas mías, en su trabajo sagrado, no debiliten sus manos ni se cansen en su entrega para servir a Hashem. Recuerdo ahora el suceso sobre aquel jasid que se presentó ante su Rab lleno de alegría: “¡Terminé el Shas íntegramente! El Rab lo miró con una sonrisa y le dijo: “¿Y a ti qué te enseñó el Shas?” Sí, hijas mías, disfruten del tesoro de la Torá que adquirieron, pero no olviden que no es el estudio lo principal sino el cumplimiento. Termino mis palabras con los versículos conocidos por ustedes: “Sirvan a Hashem con alegría” (Tehilim 100). “Puse a Hashem delante mío siempre” (Tehilim 16). “El comienzo de la sabiduría es el temor a Hashem” (Tehilim 111). “La Torá es íntegra y tranquiliza el alma” (Tehilim 19).
Que el ejemplo de esta tzadéket ilumine y guíe la vida de todas las hijas de Israel.
Amén.
Benot Israel Or Torá.Maasé Shehayá.Elías Askenazi
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