Todo el Klal
Israel debía santificarse. Sin embargo, los Kohanim debían cumplir
leyes de santidad que superaban a aquéllas que regían al resto de la nación
porque ellos efectuaban el servicio de Hashem en la Santa Casa, el Beit
Hamikdash.
Cuando el cocinero
jefe ingresaba al servicio del rey, se le advertía, "¡Eres responsable de la
preparación de todas las comidas que se sirvan en la mesa real. El rey está
acostumbrado a la comida más refinada preparada de la manera más estética. En
caso de que alguna vez tocases un cadáver mientras realizas las compras en el
mercado, su olor se impregnará. La esencia será perceptible en el palacio, y el
paladar sensible del rey la detectará en la comida. Por lo tanto, tenga cuidado
de tomar contacto alguna vez con un cadáver!
De manera similar, los
kohanim, quienes ofrendaban los sacrificios en el Beit Hamikdash,
deben estar puros de tumá (impurezas) de las que están impregnadas los
cadáveres. (Sin embargo, la tumá de los cadáveres no tiene un origen físico. Se
trata de impurezas espirituales ordenadas por el Todopoderoso).
El
mandamiento que les ordena preservarse ellos mismos libres de toda impureza
inherente a los cadáveres afecta a los kohanim en todas las generaciones.
Ellos no pueden tocar un cadáver o permanecer bajo un mismo techo con uno de
ellos.
Deberán educar aún a sus hijos pequeños para que eviten tumat
hamet, cadáveres.
Sin embargo, las leyes de pureza de los sacerdotes no
rigen para las mujeres; la esposa o hija de un kohén puede tocar un cadáver.
Para ello hay dos razones:
1- Las mujeres no realizan la avodá
(servicio) en el Beit Hamikdash, y, por lo tanto, no necesitan mantener
el alto nivel de pureza de los kohanim hombres que efectúan el
Servicio.
2- Desde Javá, la primera mujer, que causó la muerte a toda la
humanidad, las mujeres perdieron el privilegio de participar en la santidad que
se adquiere al protegerse uno mismo del contacto con los cadáveres. También
quedan excluídos de las leyes de pureza los jalalim, kohanim que nacieron
de uniones prohibidas. Sin embargo, a los kohanim con una impureza física
también se les prohibe tocar cadáveres, aunque no pueden efectuar servicios en
el Beit Hamikdash como explicaremos más adelante.
Un kohén no puede
siquiera tocar un trozo de carne u órgano de un cadáver. Si bien estas leyes son
difíciles de cumplir, los kohanim eran siempre meticulosos para hacerlo. Ello es
evidente teniendo en cuenta las dos situaciones que se mencionan a
continuación:El kohén Iosef ben Pikjín padecía un gran sufrimiento debido
a una herida infectada en su pierna. Los médicos decidieron amputarle la pierna
a fin de salvarle la vida. El hijo del kohén estuvo presente durante la
operación. El hombre enfermo dijo a los médicos, "No separen inmediatamente la
pierna del cuerpo. Déjenla conectada al cuerpo por medio de un hilo y háganme
saber cuando lleguen a tal punto en la operación."
Tan pronto como el médico
le hizo saber que su pierna estaba unida al cuerpo por sólo un hilo, el kohén,
que permanecía acostado sobre la camilla y que estaba sufriendo mucho, le pidió
a su hijo que abandonara la habitación. "No te quedes hasta el final de la
operación", le dijo. "La pierna amputada te va a impurificar!"Los Sabios
le aplicaron a aquel kohén el pasuk (versículo) (Kohelet 7:15),
"
Iesh tzadik oved betzidkó", cuya interpretación significa "Aunque un tzadik
sufra y su vida esté a punto de extinguirse, su rectitud y su fe permanecen en
él."
La Prohibición de
Jilul Hashem (La Profanación del Nombre Divino)
Ordenó Hashem, "Y tú no
deberás profanar Mi Nombre Sagrado!" (Vaikrá 22:32).
Todos los judios,
hombres y mujeres por igual, deben evitar la profanación del Nombre de Hashem en
cualquiera de las siguientes situaciones:
- Si alguien le ordena a un judío,
"O adoras a ídolos (o cometes un asesinato, o pecado con una de las relaciones
matrimoniales prohibidas), o bien Yo te mataré, " él debe permitir que lo maten
antes que transgredir la prohibición. Si él acepta violarla, profana el Nombre
del Todopoderoso.
Debe sacrificar su vida únicamente por las tres
prohibiciones antes mencionadas, a saber, matanza, adoración a los ídolos, e
inmoralidad ya que son considerados pecados capitales. En caso de que fuera
amenazado de muerte, salvo que transgreda otro mandamiento de la Torá, él está
obligado a cometerlos antes que sacrificar su vida (ya que la mitzvá de
preservar la vida propia está por encima del resto de las mitzvot excepto
estas tres).
- En el supuesto de que
una persona que no es judía en presencia de otros diez hombres adultos judíos lo
desafía a violar cualquier mitzvá de la Torá, debe someterse él mismo a
muerte antes que transgredirla, ya que en estas circunstancias especiales, él
profanaría públicamente el Nombre del Todopoderoso si consintiera la petición
del no judío.
- Durante un período de
persecución religiosa, cuando se les prohibe a los judíos por edicto oficial
cumplir con la totalidad de la Torá o algunas mitzvot, un judío debe
sacrificar su vida para evitar cometer algún pecado, aún si diez judíos no se
encuentran presentes ( y por lo tanto su pecado no sería considerado público).
(Por ejemplo, cuando con posterioridad a la destrucción del Segundo Templo los
romanos prohibieron a los judíos la práctica de mitzvot o cuando los
tribunales de la Inquisición Española pidieron a un judío que transgrediera la
Torá, él tuvo que sacrificar su vida para evitar el jilul Hashem que
resultaría de la comisión del pecado).
Se incluyen dos transgresiones más en
la categoría de "profanación del Nombre del Cielo":
- Si un judío - aún en
privado - peca, no porque haya sido vencido por la tentación o porque se
beneficia personalmente, pero simplemente con el propósito de hacer enojar al
Creador y desafiar a Su Deseo, profana el Nombre del Cielo (degradó el honor de
Hashem en sus propios ojos.)
- Si alguien
públicamente actúa más allá de los niveles de piedad esperados, él profana el
nombre de Hashem, ya que la gente perderá su respeto por la Torá y las
mitzvot (o por una mitzvá determinada).
Cuanto más respetada y
conocida es la persona, más cuidadosamente debe evitar cualquier acción o
palabra que pueda causar una mala impresión y profanar el Nombre de Hashem en
los ojos de otros.
¿Con qué clase de acción
uno profana el Nombre del Todopoderoso? Depende de su lugar en la
sociedad.
El gran Sabio Rav explicó una vez, "Si yo comprara carne en la
carnicería y no pagara la cuenta de inmediato, yo profanaría el Nombre del
Todopoderoso".
Rav era una persona
famosa. Si se atrasaba en el pago, el carnicero podía sospechar que él estaba
tratando de evitar pagar todo junto, y así, su respeto por un talmid jajam
estaría disminuído.
Asimismo, el carnicero tendría un ejemplo para él mismo,
al pensar que no necesita ser meticuloso para evitar el robo si aún una gran
persona como Rav trató a la prohibición sin seriedad.
Rabi Iojanán explicó,
"Yo profanaría el Nombre Divino si alguna vez fuera visto caminando por ahí y no
estuviera comprometido con la Torá o no estuviera usando tefilin
(filacterias)." (La gente no se daría cuenta de que yo no me sentía bien, sin
embargo, concluirían que el estudio de la Torá no puede ser tan importante,
después de todo, si un Sabio de renombre como yo no estaba constantemente
ocupado con él.)
Cada persona debe
contemplar lo que constituye un jilul Hashem para él de acuerdo a su
posición en la sociedad. Alguien que estudia la Torá tiene una gran obligación
respecto de ella. Si el demuestra mal carácter o conducta poco refinada, profana
el honor de la Torá y por lo tanto de El quien nos la dio.
El pecado de
profanar el Honor de Hashem es tan severo que aún la teshuvá
(arrepentimiento) no puede reparalo por completo. Sólo la muerte puede exonerar
a una persona de su culpa.
Los hijos del gran
sacerdote Elí profanaron el honor del Mishkán al tratar de manera
irreverente al Servicio de los sacrificios. Ellos fueron castigados con la
muerte por causar un jilul Hashem. Ellos cayeron en la batalla, y se
ordenó que todos sus descendientes debían morir durante su juventud.
Si alguien profanaba el
Nombre de Hashem y deseaba hacer teshuvá, ¿cómo debía
expresarla?
Debía santificar al Gran Nombre en todas las maneras en las que
las profanó anteriormente. Por ejemplo, si habló lashón Hará (calumnias),
causó un jilul Hashem con sus labios, él debería, por lo tanto, usar sus
labios para hablar palabras de la Torá. Si él usó incorrectamente sus pies al
caminar en dirección a un destino pecaminoso, debería apurarse a realizar
mitzvot. Si empleaba sus manos con maldad, él debería ponerse
tefilin y dar caridad, etc.
El versículo que prohibe la profanación
del Gran Nombre de Hashem también ordena, "Y deberá ser santificado en el medio
de los Bnei Israel"(22:32). Las dos mitzvot se unen en la Torá
como para darnos a entender que debemos remediar un jilul Hashem con el
correspondiente kidush Hashem.