PROFECIAS (II): Los acontecimientos no fueron predecibles
Los Acontecimientos que causaron la Primera Destrucción y su Galut Fueron Imposibles de Predecir
Hoy, a dos mil años de nuestra expulsión de la tierra, el galut (dispersión) se nos aparece como parte integrante de la vida judía, un componente más de la conciencia nacional, hasta el grado en que lo vemos como algo inevitable, consecuencia natural de la situación prevaleciente. Pero si examinamos la situación reinante en el momento en que por primera vez se pronunciaron estas profecías, veremos que el curso de los acontecimientos no fue de ningún modo directo o natural, y por cierto que no fue inevitable.
Los Acontecimientos que causaron la Primera Destrucción y su Galut Fueron Imposibles de Predecir
Hoy, a dos mil años de nuestra expulsión de la tierra, el galut (dispersión) se nos aparece como parte integrante de la vida judía, un componente más de la conciencia nacional, hasta el grado en que lo vemos como algo inevitable, consecuencia natural de la situación prevaleciente. Pero si examinamos la situación reinante en el momento en que por primera vez se pronunciaron estas profecías, veremos que el curso de los acontecimientos no fue de ningún modo directo o natural, y por cierto que no fue inevitable.
En el momento en que se predijo el exilio, todos los factores parecían indicar que, según el curso natural de los acontecimientos, el Pueblo Judío continuaría viviendo en su tierra indefinidamente, y jamás tendría por qué ser exiliado de allí. Hubo muchas otras naciones que sufrieron también períodos de decadencia, en que fueron conquistadas y subyugadas por potencias extranjeras, pero muy pocas debieron ser exiliadas de sus tierras. Existen muchos pueblos antiguos que siguen viviendo hasta el día de hoy en sus tierras nativas.
Además, en el momento en que Moshé escribió las profecías, la experiencia histórica no abarcaba el exilio de naciones enteras tras la derrota. ¿Quién pudo haber sabido que los judíos serían exiliados de su tierra? ¿Quién pudo haber predicho que Nevujadnetzar, rey de Babilonia, tomaría la decisión de exiliar a las naciones que habría de conquistar, incluyendo a los judíos? (Las otras naciones conquistadoras, tales como Persia, Grecia y Roma no lo hicieron). Y, cuando casi mil años más tarde el rey de Babilonia luchó con Judea y Jerusalén, capturándolas, esa victoria no tuvo por qué necesariamente conducir a la destrucción del Beit ha-Mikdash y al exilio del Pueblo Judío. Al principio, lo único que hizo Nevujadnetzar fue exigir un tributo de Israel, dictaminando que el rey de Judea debía dar un voto de alianza con él, tal como está escrito: "En sus días subió Nevujadnetzar, rey de Babilonia, y Yehoyakim fue siervo suyo durante tres años" (Melajim II 24:1).
Ni siquiera cuando Yehoyakim se rebeló contra el rey de Babilonia, y Nevujadnetzar montó un segundo ataque contra Jerusalén y la capturó, ni siquiera entonces expulsó al pueblo de su tierra, sino tan sólo al rey, sus ministros y líderes militares. La vasta mayoría del pueblo pudo permanecer en sus hogares, según leemos:
... Por entonces subieron a Jerusalén los siervos de Nevujadnetzar, rey de Babilonia, y la ciudad fue sitiada... Y se llevó a todo Jerusalén, y a todos los príncipes, y a todos los hombres valientes, diez mil cautivos en total, y a todos los artesanos y los herreros. Nadie quedó, salvo los más pobres del pueblo de la tierra... Y el rey de Babilonia hizo a Mataniahu, hermano de su padre, rey del lugar y cambió su nombre por el de Tzidkiahu. (Melajim 11 24:10-17)
Fue solo después de que Tzidkiahu, que a su vez también se rebeló contra Babilonia, y Nevujadnetzar había capturado la ciudad por tercera vez, que fue arrasada Jerusalén e incendiado el Beit ha-Mikdash. Recién entonces Nevujadnetzar exilió a toda la nación hacia Babilonia. ¿Quién podía haber anticipado esta cadena de acontecimientos que causó el exilio predicho por la Torá con tanta certeza y tanta claridad? Si tan sólo uno de los eslabones de la cadena no hubiera encajado como corresponde, el curso de la historia podría haber sido completamente diferente. De hecho, había suficientes factores naturales como para alterar la historia en forma radical.
Yirmiyahu le advirtió a Tzidkiahu, en el nombre de D-os, que se sometiera al mandato del rey de Babilonia: "Y yo le hablé a Tzidkiahu, rey de Judea, conforme a todas esas palabras, diciendo: "Inclinad vuestra cerviz bajo el yugo del rey de Babilonia, y servidle a él y a su pueblo, y vivid" (Yirmiyahu 27:12). Si Tzidkiahu hubiera escuchado al profeta, cuya voz era también la voz de la lógica y del sentido común, y no hubiera incitado a la rebelión contra Nevuiadnetzar -rebelión que estaba destinada al fracaso- entonces el Beit ha-Mikdash no se hubiera destruido y el pueblo no habría sido exiliado de su tierra.
El reino de Nevujadnetzar no duró mucho, ni tampoco Babilonia disfrutó del poder indefinidamente. El imperio cayó ante Ciro, rey de Persia, quien apoyaba a los judíos, a los que les permitió inclusive retomar a su tierra y reconstruir el Beit ha-Mikdash. Si el rey Tzidkiahu hubiera durado un poco más en el poder, todo el exilio con sus amargas consecuencias no habría tenido lugar.
Pero esto no debía suceder puesto que, tal como lo explica el Tanaj, se había dictado un decreto Celestial por el cual, si los judíos no se arrepentían, judea y Jerusalén serían destruidas "a causa del pecado de Menashe" (ver Yirmiyahu 15:4).
Fue así como ocurrió lo inesperado y lo imprevisto, y Tzidkiahu, rey de judea, se rebeló, según está escrito: "Debido a la ira del Eterno sucedió eso en Jerusalén y judea, hasta que la arrojó de Su presencia. Y rebelóse Tzidkiahu contra el rey de Babilonia" (Melajim 11 24:20). Y Rashi explica el versículo del modo siguiente: "D-os implantó en su corazón la idea de rebelarse, para que fuera exiliado".
El Mismo que describió en la Torá el advenimiento del galut también se aseguró luego de que tuviera lugar. Pues "El corazón del rey está en manos del Eterno" (Mishlei 21:1) y El hace inclinar sus decisiones en la dirección que El desee, a fin de que se cumplan Sus palabras.
Tras la destrucción del primer Beit ha-Mikdash, quedaba una última esperanza de que se mantuviera una imagen de normalidad y alguna medida de autonomía. El rey de Babilonia dejó un resto de nativos judíos paupérrimos para que trabajaran los viñedos y los campos, y designó a Gedalia ben Ajikam para que los supervisara. Había todavía una posibilidad de que la tierra pudiera recuperarse de las heridas de la batalla. Tal vez, con el tiempo hasta podrían haber regresado los exiliados. Pero se había dictado un decreto Celestial de que Eretz Israel debía quedar desolada. Gedalia ben Ajikam fue asesinado a manos de traidores, y el resto de gente que quedaba se dispersó en todas direcciones, y fue así como finalmente la Tierra Santa quedó totalmente abandonada.
Este fue el último eslabón de la cadena de acontecimientos que condujo al cumplimiento de las palabras de D-os. ¿Quién podía haber predicho tal fin en el curso natural y lógico de la historia?
La Influencia de D-os se Reveló Sobre la Historia en la Epoca del Segundo Exilio
Con la destrucción del segundo Beit ha-Mikdash y la expulsión del Pueblo judío a manos de los romanos, podemos ver con claridad cómo la Mano de la Providencia determinó el cumplimiento de las profecías de la Torá de que habría galut (exilio) y destrucción.
Los romanos, que arrasaron el segundo Beit ha-Mikdash, eran un imperio mundial. Habían conquistado muchos pueblos, imponiendo su mandato sobre muchas culturas y muchas lenguas, subyugaron a todas las naciones, mas desterraron a una sola: el Pueblo de Israel, la misma nación que mil años antes había sido advertida que sería desterrada de su tierra si no cumplía con la palabra de D-os. Esta nación fue la única en ser exiliada, así como su tierra fue la única en quedar desolada. ¿Quién, en el momento en que fue escrita la Torá, podía haber predicho que los romanos tomarían Eretz Israel? ¿Quién Podía haber sabido que este conquistador decidiría exiliar al Pueblo judío de su tierra? Cuando los romanos tomaron por primera vez Eretz Israel, no tenían la menor intención de tratar a los judíos en forma diferente de las demás naciones conquistadas.
En efecto, al principio instituyeron un gobierno ocupacional, similar al que impusieron en las demás naciones que subyugaron. No pensaron siquiera en arrasar la tierra o deportar a sus ciudadanos. Pero debido a los pecados de Israel, el decreto Celestial ya se había firmado y sellado. Como resultado, los acontecimientos fueron dirigidos de manera tal que "por coincidencia" los unos se encadenaron con los otros, culminando (unos 140 años después de que Pompeyo marchara a Palestina tras la invitación del rey judío hasmoneo) en una insurrección que fue escalando hasta convertirse en una guerra de gran envergadura. Josefo se refirió a esta guerra como la más terrible y sangrienta que el mundo había conocido (hasta ese entonces). La revuelta y la guerra subsiguiente fueron la causa directa de la destrucción del segundo Beit ha-Mikdash y de la desolación de Eretz Israel, y antesala del segundo Exilio.
Los acontecimientos que causaron esta guerra, donde los judíos sufrirían tan devastadora derrota, son muy conocidos y demasiado numerosos como para detallarlos aquí. Pero todo el que analice el curso de los acontecimientos en profundidad admitirá que no hubo factores determinantes que dictaran trágica derrota que constituyó su clímax. La más leve desviación del desarrollo de la historia podría haber alterado el resultado final en forma drástica. La revuelta y la guerra ni fueron históricamente inevitables; por el contrario, la serie de eventos que finalmente produjo la destrucción del Beit ha-Mikdash no fue predecible ni natural. Estos eventos sólo pueden explicarse como algo extraordinario, ilógico predeterminado desde el Cielo. Una Mano invisible cegó los judíos, para que no pudieran ver en qué dirección se dirigían, y así no pudieran buscar su propio beneficio ni actual según sus propios intereses.
Inclusive cuando la guerra ya había estallado, no era imposible evitar la destrucción total y el exilio. A lo largo del Imperio Romano hubo muchas escaramuzas y revueltas, que fueron aplacadas sin necesidad de arrasar con los territorios (excepto Cartago, a quien Roma consideraba su principal competidora por el control del Mediterráneo, y que fue arrasada hasta sus mismísimos cimientos). La rebelión de Eretz Israel también podría haberse reprimido desde el comienzo, sin destruir ciudades ni dejar a la tierra desolada. Pero por algún motivo los romanos no pudieron sofocar la rebelión judía en su inicio, y lo que en un principio fue una simple revuelta muy pronto se convirtió en una guerra de singulares proporciones.
De todos modos, la guerra podría haber tenido otro fin. La victoria romana no fue fácil. En muchas oportunidades durante el curso de la guerra los romanos se mostraron dispuestos a hacer las paces. Mas el decreto Divino ya había sido sellado, y cuando parecía que había más posibilidades de alcanzar la paz, "D-os implantó en sus corazones la idea obstinada de perseguir tenazmente el camino que conduce al daño y la calamidad, y así escogieron un destino mucho peor que el exilio y la exterminación" (Josefo, Las guerras de los judíos IV, 9:11).
Al tiempo que reinaba la lucha entre los extremistas y los moderados por el control de Jerusalén, fueron esos mismos moderados, que estaban a favor de la paz, los que llevaron a la ciudad a la violenta facción de Shimon bar Giora y sus seguidores. Estas brigadas (los birionim, como los llamaron los Sabios), que hasta entonces no eran más que una banda de ladrones y asesinos, alienados de la sociedad, se transformaron en los nuevos gobernantes de la ciudad. La vida dentro de Jerusalén se convirtió en un verdadero infierno. Y como resultado de esto, todos los esfuerzos de Rabí Yoianan ben Zakai y sus colegas por llegar a la paz y poner fin a la guerra fueron fútiles y en vano.
Inclusive cuando la guerra ya llegaba a su término, después de que los romanos penetraron en las murallas de la ciudad y la derrota era previsible, incluso entonces los brigadas de bar Giora se negaron a rendirse y así librar al Beit ha-Mikdash de una segura destrucción. Fue así como el Templo estalló en llamas a causa de una locura disparatada, obstinada e irracional.
Alusiones de la Torá a ambos exilios
En la Torá, y especialmente en los versículos de las Advertencias, hallamos referencias a los dos exilios que ha sufrido nuestro pueblo.
En la Torá, y especialmente en los versículos de las Advertencias, hallamos referencias a los dos exilios que ha sufrido nuestro pueblo.
El Ramban, en su comentario a la Torá (Vaikra 26:16) explica los versículos de la Tojajá, y demuestra que la Torá hace alusión a ambos exilios:
Debemos saber y comprender que estas promesas que hallamos en Vaikra aluden al primer exilio, pues todo lo que dice acerca del pacto, del galut y de la redención se aplican al primer Beit haMikdash... y el pacto de Devarim 28 alude al exilio actual (el segundo), y a la redención que aún aguardarnos...
Luego el Ramban demuestra cómo la Tojajá (advertencia) de Vaikra se refiere necesariamente al primer exilio, mientras que la de Devarim se refiere al segundo. Estos son sus argumentos principales: en la Tojajá de Vaikra, la Torá advierte precisamente contra los mismos pecados por los cuales se destruyó el primer Beit ha-Mikdash, mientras que en la de Devarim, habla de los pecados por los cuales tuvo lugar el segundo jurbán (destrucción).
En Vaikra 26:15 dice: "os burlarais de Mis preceptos y vuestra alma aborreciera Mis juicios" y "haciendo que Mi pacto quede nulo". El Ramban señala que en Vaikra la Torá menciona en forma explícita los altares idolátricos (bamot), las columnas de sol y otras tantas abominaciones similares, pues la gente servía a dioses foráneos y cometía muchos males... Pero en Devarim 28:15 no se menciona en absoluto que adoraran columnas de sol o dioses falsos. Lo único que dice es que "Y sucederá que si no obedecieras la voz del Eterno tu D-os observando todos Sus mandamientos y estatutos que hoy te prescribo... recaerán sobre ti todas estas maldiciones". En otras palabras, Israel sería castigado por transgredir ciertos mandamientos. Y, efectivamente, fue eso lo que ocurrió en la época del segundo Beit ha-Mikdash. Tal como dijeron los Sabios: "¿Por qué se destruyó el primer Beit ha-Mikdash? Por la idolatría, el adulterio y el derramamiento de sangre. ¿,Por qué se destruyó el segundo Beit haMikdash, considerando que mientras estuvo en pie los judíos estudiaron Torá y realizaron actos de bondad? Debido a que los judíos se odiaban los unos a los otros sin ninguna causa (sinat jinam)".
La Torá predijo que habría una diferencia entre los Acontecimientos que Precedieron a Ambas Destrucciones
Los castigos mencionados en Vaikra son: la espada, las bestias salvajes, la pestilencia, el hambre y, finalmente, el exilio. Y todo esto efectivamente ocurrió, tal como dice en forma explícita en Yirmiyahu 37-39. Por otro lado, en la Tojajá de Devarim 28:32-41 dice: "Tus hijos y tus hijas serán dados a otro pueblo ante tus ojos... Podrás engendrar hijos e hijas, pero no serán para ti, porque irán al cautiverio". No sería un galut en el que padres e hijos serían enviados al exilio conjuntamente. En Devarim, solamente los hijos serían tomados cautivos, mientras que los padres permanecerían en Eretz Israel. No hay mención de esto en las primeras Advertencias de Vaikra, porque en la época del primer exilio se exiliaban familias enteras. Recién en el segundo grupo de Advertencias que aparece en Devarim se habla de que los padres no irán al cautiverio junto con los hijos, pues cuando los romanos ocuparon la tierra tomaron a los jóvenes sin ningún tipo de restricciones. Además está escrito:
"Servirás a tus enemigos, a quienes el Eterno mandará contra ti, hambriento, desnudo y desprovisto de todo" (Devarim 28:48). Se trata precisamente de los trabajos forzados que tuvieron que hacer nuestros antepasados para los romanos en Eretz Israel, pues los romanos impusieron un yugo muy duro sobre sus habitantes, haciéndose dueños de sus cuerpos y de su dinero, y confiscando todos sus bienes.
El grado que alcanzó la tiranía de los romanos puede apreciarse a partir de las descripciones de Josefo. En relación a Floro, el último comisionado romano, dice lo siguiente:
No les eran ajenos el robo, el asesinato ni tantas otras fecharías. Fue un déspota cruel y malvado, que no conocía la vergüenza en lo que a pecados se refiere. Explotó a ciudades enteras y destruyó muchísimas comunidades. Impuso sanciones a prácticamente todos los habitantes de la tierra para poder quedarse con sus bienes. En su avaricia, destruyó distritos enteros.
En su comentario de las Advertencias, el Ramban agrega lo siguiente:
... Más tarde, Agripas II volvió a ingresar a la tierra con el emisario del emperador de Roma y capturó ciudades de la tierra de judea. Entonces se cumplió lo que dijo Moshe Rabenu: "Servirás a tus enemigos, a quienes el Eterno mandará contra ti, hambriento, desnudo y desprovisto de todo" (Devarim 28:48). Luego la Torá dice: "El Eterno hará que venga contra ti un pueblo de muy lejos... Te asediará por todos tus portales hasta que los muros más altos y fortificados se desplomen, no obstante la confianza que tenías depositada en ellos... Y llegarás a comer el fruto de tu propia carne, la carne de los hijos y las hijas que el Eterno te dio..." (Devarim 28:49-53). Vespasiano y su hijo, Tito, llegaron con un enorme ejército y capturaron todas las ciudades fortificadas de judea, oprimiendo con crueldad a los judíos. Se sabe que después de que derribaron las murallas de Jerusalén y el Beit ha-Mikdash, sólo quedó en pie el muro del Templo y los sitiados se comieron la carne de sus hijos e hijas. Y cuando por fin cayó el santuario, se cumplió el versículo 63 de este capítulo: "Y seréis arrancados de la tierra". (Comentario del Ramban sobre Devarim 28)
Rabí Itzjak Abarbanel, en su comentario de la Torá (Devarim 28:49), señala que en las Advertencias de Devarim la Torá menciona el ataque gentil a Eretz Israel en tres oportunidades. Esto, comenta, alude a las tres ocasiones en que los romanos se alzaron contra Jerusalén antes de lograr su conquista, en que destruyeron la ciudad y exiliaron a su pueblo. Además agrega que hay muchas alusiones más de la Tojajá que corresponden con precisión a los acontecimientos históricos que tuvieron lugar en el curso del jurbán.
El Cese de los Sacrificios y la Destrucción del Beit Ha-mikdash
En su comentario de Vaikra 26:31, el Ramban afirma:
"Y haré de vuestros santuarios una desolación y no aspiraré más los olores de vuestros sacrificios": aquí D-os amenaza con destruir el primer Beit ha-Mikdash y con anular los sacrificios que hasta entonces El había aceptado en ese Beit ha-Mikdash. Por el contrario, en las Advertencias de Devarim, no hay mención del Mikdash o de la agradable fragancia de las ofrendas, ya que en el segundo Beit haMikdash no descendía más fuego del Cielo para consumir los sacrificios, como había ocurrido en el primero (ver Yoma 21b).
La Torá Predijo Como Sería el Invasor
El Ramban comenta sobre Devarim 28:4:
"El Eterno hará que venga contra ti un pueblo de muy lejos, desde el extremo de la tierra, rápido como el águila": esto hace alusión a la llegada de los romanos, que venían de muy lejos. Y luego dice: "un pueblo que no conoces; un pueblo cuya lengua no comprenderás" (28:36-49): como los romanos vivían tan lejos, no comprendíamos su idioma. En Vaikra no se hace mención de esta dificultad, porque la Tojajá se refiere al exilio a Babilonia y Asiria, que están cerca de Eretz Israel, y cuyas lenguas les resultaban familiares al Pueblo Judío.
El Ramban podría haber mencionado otro detalle de la profecía, "rápido como el águila", que resulta especialmente apropiado para describir la invasión romana, pues los que portaban los estandartes de los ejércitos invasores llevaban el símbolo del águila romana en sus banderas. Josefo describe así la apariencia de las legiones romanas: "Y entonces aparecieron las banderas blasonadas con el águila. Y como el águila es el rey de todos los pájaros, y el más osado de todos ellos, para ellos es el símbolo del Imperio Romano" (Las guerras de los judíos 3:6)
La Torá Predijo la Duración del Exilio Babilónico
El Ramban comenta sobre Vaikra 26:34,35:
"Entonces gozará la tierra sus Shabat... por todo el tiempo que dure la desolación ha de descansar, por todos los Shabat que no respetasteis mientras morabas en ella": es decir, que la cantidad de años que duró el exilio babilónico es la misma cantidad de años que la gente no había cuidado las leyes del año sabático. Además la Biblia afirma (Divrei ha Iamim 11 36:21), en relación a aquel exilio, que fue "para cumplir la palabra de D-os por boca de Yirmiyahu, hasta que la tierra sea recompensada por todos sus Shabat; porque todo el tiempo que permaneció desolada, pudo descansar, en total setenta años". Así es advirtió D-os, y así fue como ocurrió. Pero las Advertencias de Devarim, que tratan de la segunda Destrucción y el segundo exilio, no hacen ninguna alusión ni a la iniciación ni a la duración del exilio. Ni tampoco promete D-os la redención, sino que la hace depender de nuestro arrepentimiento.
En su Carta a Yemen, el Rambam escribe que los Profetas advierten que el segundo exilio habrá de prolongarse. En Yeshayahu 24:22, dice: "Y al final de muchos días serán recordados", mientras que Javakuk 2:3 profetiza: "Por cuanto todavía no se cumplió el plazo señalado para la visión... aunque tarde en llegar, espérala".
La redención tras los dos exilios
La Torá Describe la Redención Tras los Dos Exilios
El Ramban prosigue:
Si se analiza más en profundidad la promesa de redención del primer Exilio Babilónico, se verá que D-os sólo le asegura a Israel que El recordará el pacto de los padres y de la tierra. No hay mención de que vaya a perdonar sus iniquidades y que los vuelva a amar como antes, o que vaya a reunir a todos los que se dispersaron. Y fue así exactamente como ocurrió. Pues cuando los judíos retomaron de Babilonia, solamente regresaron las tribus de Yehuda y de Biniamin, junto con una pequeña fracción de otras tribus. Además, regresaron pobres y como servidores de los reyes de Persia. Tampoco afirma D-os que ellos han de regresar a El con total arrepentimiento, sino solamente que "confesarán su iniquidad y la iniquidades de sus padres", que fue exactamente lo que ocurrió cuando regresaron del exilio. Por el contrario, la promesa de redención mencionada en Devarim, en la segunda Tojajá, será una redención completa, superior a cualquiera precedente. Así prometió Moshé: "Y será benévolo contigo y hará que te multipliques más que tus padres" (Devarim 30:5). Moisés nos prometió que D-os diezmaría y destruiría a quienes nos exiliaron, tal como está escrito: "Entonces el Eterno tu D-os volverá aquellas maldiciones contra tus enemigos y contra los que te aborrecen y contra los que te persiguieron..." (Devarim 30:7). Las dos expresiones de "tus enemigos" y "los que te aborrecen" hacen referencia a las dos religiones (los cristianos y los musulmanes), que continúan persiguiéndonos. (Ramban, Vaikra 26:16)
La Torá Predijo Acerca del Rey de Israel y su Destino
(En la Tojajá de Devarim, que se refiere a la destrucción del segundo Beit ha-Mikdash, dice la Torá:) "El Eterno te llevará, junto con el rey que hayas puesto sobre ti, al seno de un pueblo que no conociste ni tú ni tus padres" (Devarim 28:36)
El Ramban comenta sobre este versículo:
El rey Agripas fue a Roma hacia el final del período del segundo Beit ha-Mikdash, y mientras se encontraba allí, le dijo al Emperador Nerón que había habido un levantamiento judío en Eretz Israel. Como resultado, Nerón envió un ejército contra los judíos, y se destruyó el segundo Beit ha-Mikdash. Debemos notar que la Torá no dice "el rey que reinará sobre ti", sino "el rey que hayas puesto sobre ti". La Torá hace alusión a un rey que no sería elegible para reinar, pues la Ley Judía prohibía un rey como Agripas, que era descendiente de Herodes, hijo de Antipater, el edomita, pues la Torá dice: "No un varón extraño que no sea tu hermano" (Devarim 17:15). No obstante ellos "pusieron" a Agripas como rey suyo, en contra de lo que establece la ley (ver Sotá 41b).
En su comentario de la Tojajá de Devarim, el Ramban agrega:
También es posible que Moisés hubiera aludido a un rey que precedió a Agripas, llamado Aristóbulo hijo de Alejandro Yanai, a quien el general romano Pompeyo capturó y condujo hacia Roma junto con sus compañeros, engrillado. Los cautivos pasaron a estar en boca de todas las naciones, que no cabían en su asombro ante el hecho de que a pesar del enorme poderío de este rey, le hubiera ocurrido semejante calamidad. Se dice que estos pueblos decían: "¡Cómo caen los poderosos, y perecen las armas de guerra!"
El Ascenso del esclavo Edomita y otros forasteros
Rabí Y.A.Halevi comenta también el siguiente versículo de la Tojajá:
El forastero que estuviere contigo se elevará sobre ti muy alto, en tanto que tú descenderás muy bajo...El será cabez y tú serás cola (Devarim 28:43)
También esta profecía se cumplió al final de la era del segundo Beit ha-Mikdash. Herodes, que era un esclavo edomita, escaló posiciones, hasta convertirse en Rey de Israel. Este rey malvado y déspota oprimió a sus súbditos con gran crueldad, asesinándoles, saqueándolos, robándoles y dejándolos en la más absoluta pobreza. Pero en cuanto a los gentiles que habitaban la tierra, a ellos los ascendió de cargo y les mandó construir edificios magníficos y ciudades imponentes, llenándolos de la abundancia que había tomado de los judíos (Dorot ha Rishonim, ídem).
Josefo cita las palabras de judíos eminentes que se presentaron ante el emperador romano tras la muerte de Herodes, quejándose:
A decir verdad, todos los aspectos de su reinado fueron de una enorme crueldad, con el solo propósito de destruir y saquear a los judíos.Construyó todas las ciudades de nuestros vecinos, las ciudades gentiles, y las realzó con estructuras enormes y espléndidas, a fin de que, por comparación, empequeñecieran las ciudades de judea, y lo logró. Los habitantes de judea cuya situación económica era favorable al comienzo de su reinado, fueron pisoteados una y otra vez, hasta convertirse en simples mendigos.
Así se cumplió en su totalidad la amarga profecía del forastero que "se elevará sobre ti muy alto, en tanto que tú descenderás muy bajo".
La Maldición de la Mujer Comprometida que es Sometida por Otro Hombre
Y lo mismo ocurre con la profecía de Devarim 28:30:
Te comprometerás con una mujer, mas otro hombre se acostará con ella.
Esta maldición se cumplió cuando los griegos y los romanos reinaron en la tierra, tal como lo describe el Talmud (Ketubot 3b): "Durante el período de persecución, se firmó un decreto por el cual todas las vírgenes, al momento de casarse, debían acostarse primero con el gobernador". Este decreto malvado, el jus prima noctis, se mantuvo en efecto contra los judíos durante un lapso muy prolongado, en diferentes territorios, según lo demuestran los registros históricos.
Las Profecías de la Torá se Cumplen hasta en el Mas Mínimo Detalle
La Torá no se limitó a predecir el futuro en términos generales y vagos, sino que describió en detalle los acontecimientos que traerían la Destrucción y el Exilio. El cumplimiento de estas profecías, hasta en sus más mínimos detalles, es otro testimonio de la omnipotencia del Creador y de Su permanente control del curso de la historia. Obviamente, en la época en que fueron escritas estas profecías era humanamente imposible predecir los acontecimientos históricos del futuro. Solamente un Ser Supremo y Omnisciente podía adelantarse a lo que ocurriría más tarde. Fue El Quien dispuso que estos hechos ocurrieran del modo que ocurrieron, a fin de que Sus palabras se cumplieran al pie de la letra.
Por ejemplo, tomemos la profecía de Devarim 28:49: "El Eterno hará que venga contra ti un pueblo de muy lejos, desde el extremo de la tierra". La Biblia afirma en forma específica que la nación que enviaría a Israel al exilio vendría "de muy lejos, desde el extremo de la tierra". A primera vista, este dato no nos parece de tanta relevancia. Después de todo, dada la amarga agonía del galut, el origen geográfico del enemigo invasor no tendría por qué importarnos. ¿Para qué mencionarlo, entonces? ¿Acaso un país vecino no podría haber logrado lo mismo? Por cierto que Antioquías, el tirano helenista ubicado en la vecina Siria, había demostrado ser un tirano poderoso e inflexible con total dominio sobre sus súbditos. ¿Por qué no fue él quien habría de exiliar a Israel de su tierra?
Según nuestra perspectiva humana, no le faltaba poder ni control. Pero no era él el destinado a hacerlo. Varios siglos antes, D-os había advertido que vendría una nación "desde el extremo de la tierra".
Así es como Antioquías estaba destinado a ser expulsado de Eretz Israel, y las legiones de Roma estaban destinadas a cruzar los mares, destruir el segundo Beit ha-Mikdash y exiliar al Pueblo Judío, todo el tiempo con el estandarte del águila romana en alto, tal como había sido predicho hacía tanto tiempo: " ... rápido como el águila..." (Devarim 28:49)
Si analizamos las profecías de las Advertencias que describen el período que precedió al exilio del segundo Beit ha-Mikdash, vemos que la Torá describe ese período en detalle:
Tu buey será degollado ante tus ojos... tu asno te será quitado delante de tu rostro... tus hijos y tus hijas serán dados a otro pueblo... servirás a tus enemigos... Y él pondrá un yugo de hierro en tu cuello hasta exterminarle...(Devarim 28:31-48)
Estas advertencias proféticas de castigo Divino se cumplieron durante el período de esclavitud y de opresión que precedió al segundo Exilio. ¿Quién, sino un profeta de D-os, pudo haber predicho con mil años de anticipación que ocurrirían semejantes hechos? ¿Acaso los romanos no podrían haber exiliado a los judíos en forma inmediata, igual que los asirios y los babilonios, sin necesidad de empobrecerlos y esclavizarles antes? ¿Cómo fue posible predecir con tanta anticipación las tácticas que emplearían los romanos? Pero como la Torá advirtió a los judíos que si no cumplían con la palabra de D-os serían castigados con la esclavitud y la opresión, El dispuso que estos hechos precedieran al galut, según lo predicho.
Hay muchos otros detalles, tales como el exilio del rey, el envío de cautivos a Egipto y el enfrentamiento de los extranjeros contra los judíos en su propio país, así como muchas otras profecías que cita el Ramban, que se cumplieron tal como habían sido previstas. ¿Acaso estos hechos eran inevitables? ¿Hubo algún factor que los obligara a seguir el modelo predicho por la Torá? ¡Por cierto que no!
El cumplimiento de las profecías en torno al galut, cada una con sus detalles específicos, sirve para fortalecer nuestra fe y nuestra confianza. Porque así como se cumplieron todas estas profecías de sufrimientos, también habrán de cumplirse las de consuelo y reunión de los exiliados. Que muy pronto en nuestros días merezcamos el cumplimiento de las palabras que se han escrito:
He aquí que vendrán días, dice el Eterno, ... y haré tomar el cautiverio de Mi pueblo Israel y reconstruirán las ciudades asoladas, y las habitarán. Y plantarán viñedos... y comerán sus frutos. Y Yo plantaré en su propio suelo y no serán más arrancados de la tierra que les di, dice el Eterno su D-os. (Amos 9:13)
Entonces todo el mundo sabrá que fue D-os y solamente D-os Quien exilió a Su pueblo de su tierra, y que es El Quien los hará retomar a su país, tal como está escrito:
Por tanto así dice D-os el Eterno: "Ahora tomaré la cautividad de Jacob... Y sabrán que Yo soy el Eterno su D-os que les hice ir en cautiverio entre las naciones. Los reuniré a su propia tierra, y no dejaré más a ninguno de ellos". (Yejezkel 39:25-28)
(selección extraída del libro "Profecía y Providencia" por R. Meir Sokolovski, © Kest-lebovits)
R. Meir Sokolovski
http://www.tora.org.ar/
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