viernes, 25 de junio de 2010

HISTORIAS PARA CONTAR EN FAMILIA (VIII)


28. El Verdadero Hogar

Una vez cuando el Sr. S. Z. Shragai (el alcalde de Jerusalem de esa época) acompañaba al Rab Arie Levin en un taxi por la ciudad vieja de Jerusalem, el conductor le preguntó a Rab Arie: "¿Dónde queda su casa? ¿Dónde usted vive?". Rab Arie no le contestó. Entonces el conductor le preguntó: "¿Dónde quiere bajarse?". Él le respondió "en tal y tal calle".

Cuando ellos bajaron del taxi, Reb Arie le dijo al Sr. Shragai: "Usted se habrá preguntado por qué yo no respondí cuando el conductor me preguntó en dónde queda mi casa. Usted sabe, desde que mi devota y piadosa esposa ha fallecido, mi casa no existe más. Nuestros Sabios han hablado con mucha verdad, cuando dijeron que la casa del hombre es, de hecho, su mujer (Iomá 2a). Es por eso que me quedé callado… Cuando él me preguntó dónde yo quería bajarme, entonces pude responder".

29. El Dueño del Guemaj

El Jafetz Jaim contó la siguiente historia. Había un hombre que tuvo algunos hijos, pero desafortunadamente, todos ellos murieron. El hombre fue a consultar a un rabino qué hacer para detener estos eventos trágicos.

El rabino le dijo: "yo no tengo ninguna cura secreta para esto. Pero mi consejo es que establezca un guemaj (centro de benevolencia). El razonamiento es simple. Puesto que usted estará haciendo jesed (bondad) con las personas, D'os hará jesed con usted".

El hombre tomó el consejo del rabino y estableció un guemaj en su ciudad. Él tenía un cuaderno especial en donde había escrito las reglas del guemaj. Entre ellas él escribió que una vez cada tres años, en la semana que se lee la parashá Mishpatim - la cual dice "Deberán prestar a mi pueblo" - todos aquellos que estaban relacionados con el guemaj, se juntarían y harían una seudá (banquete) en honor a la mitzvá.

Al final de los tres años, él fue bendecido con un hijo. Esto fue una clara señal del Cielo de que el bebé nació debido al guemaj, pues el día del brit milá fue exactamente el día en el cual debía tomar lugar la seudá en honor a la mitzvá! El hombre continuó con su guemaj, y tuvo más hijos e hijas.

Después de un tiempo, el hombre perdió la visión de la bondad de D'os, y fue a pedir al rabino que lo libere de su obligación con el guemaj y que ponga a otra persona en su lugar. Él explicó que estaba muy ocupado, pues el guemaj había crecido mucho y ahora requería mucho de su tiempo para atenderlo. Él también dijo que había personas que no confiaban en la manera en la que él manejaba el dinero del guemaj. El rabino rechazo el pedido, señalando que nadie podía hacer el trabajo mejor que él, con tanta devoción y éxito. Pero el hombre no estuvo de acuerdo y finalmente el rabino aceptó, diciendo que se debía hacer una elección para escoger a quien lo reemplazaría.

Las elecciones tomaron lugar una noche. Al día siguiente, el hombre llegó hasta lo del rabino llorando amargamente y le contó de la tragedia que había ocurrido la noche anterior. Su bebé había muerto ahogado. Es por eso que él le pidió al rabino si podía continuar ocupándose del guemaj. El Jafetz Jaim concluyó su historia con una moraleja: "uno puede ver claramente que en el mérito del jesed niños nacen, y cuando el jésed cesa, ocurre la tragedia".

30. El Veredicto del Juez

En sus jóvenes años, cuando el Rab Iosef Jaim Zonenfeld, el Rabino de Jerusalem, era el Juez principal de la corte del Rab Iehoshúa Leib Diskin, juzgó un amargo pleito entre una mujer y su marido, una semana antes de Rosh Hashaná. Después de escuchar los dos lados, él juzgó a favor del .

La familia de la mujer se sintió muy herida por la decisión, y varios hombres de la familia se negaron a aceptar la decisión. Entonces, un tiempo después ellos se juntaron y fueron a la casa del Rab Iosef Jaim Zonenfeld, gritando y maldiciendo. La mujer del Rab Iosef Jaim estaba muy asustada y comenzó a llorar.

Durante ese momento, el Rab estaba sentado en silencio en su lugar habitual y continuó estudiando Torá. Cuando los gritos se hicieron insoportables, él se levantó de su lugar y dirigiéndose a los intrusos, dijo con voz fuerte y firme: "Si ustedes tienen razón, y los otros jueces y yo hemos cometido un error en el juicio, entonces ustedes ya han elevado su queja a D'os, y Él con Su misericordia nos perdonará, puesto que un juez sólo puede juzgar basado en lo que ven sus ojos humanos. Pero, si nosotros tuvimos razón en el juicio, entonces…".

En ese momento, el Rab Iosef Jaim hizo una pausa. Las caras de los intrusos se empalidecieron, pues ellos anticiparon con temor la fuerte maldición que esperaban recibir de él.

"Entonces" - continuó el Rab Zonenfeld - "si nosotros somos los correctos, yo anuncio aquí que los perdono por todo el dolor y la angustia que me han causado a mí y a mi familia, y los bendigo para que sean inscriptos para la buena vida y la paz".

Asombrados y avergonzados, los intrusos se fueron de la casa rápidamente antes de que algún vecino descubra el atrevido comportamiento de ellos.

31. La Carta Perdida

Rab Nisan Alpert era un querido alumno del Rab Moshé Fainstein (1895 - 1986). Cuando Rab Alpert era aún un estudiante en la ieshivá, Rab Moshé le pidió un favor. Él había recibido una carta de una persona necesitada pidiendo ayuda económica antes de Pésaj, pero el Rab no sabía dónde había puesto la carta. Todo lo que él recordaba era que quien la envió era un judío que pertenecía a la jasidut de Belz que vivía en la calle Rivington. "Nisan, ven conmigo a la calle Rivington e intentemos encontrar a esta persona" - le pidió Rab Moshé. Sin embargo los esfuerzos no dieron frutos. Rab Moshé estaba muy preocupado pero no podía hacer nada.

El día anterior a la noche de Pesaj, Rab Moshé llegó al departamento de la familia Alpert y preguntó por Nisan. Gracias a D'os, había encontrado la carta y a pesar de que erev Pesaj es uno de los días más ocupados del año, él quería enviar el dinero inmediatamente. "El Iom Tov de una familia pobre será más festivo con un poco de dinero en la mano" - dijo el Rab. Rab Moshé y su alumno se dirigieron a la calle Rivington y cumplieron con la mitzvá.

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