Contó Rabí Israel Meir HaCohen de Radin, autor del libro “Jafetz Jaim”, que había una vez un hombre rico que debía viajar a un lugar lejano por un tiempo prolongado. Antes de salir de su casa, le entregó a uno de sus sirvientes una lista donde detallaba las cosas que debía hacer durante su ausencia, advirtiéndole que no se olvide de leer cada día la lista para hacer lo que le pidió.
Cuando regresó de su viaje, llamó inmediatamente a su servidor y le preguntó: “¿Hiciste todo lo que te ordene?”. “¡Por supuesto, señor, contestó el sirviente, he leído todos los días la lista que me entregó!”.
Le preguntó entonces su señor: “¿Y obviamente has hecho lo que allí está escrito?”. “No señor, yo solamente leí la lista tal como usted me lo ordenó”.
Le dijo entonces el dueño de casa: “¿Es que acaso yo te entregué la lista para que la leyeras y nada más? Yo te di la lista para que la repases y te sirva como guía, para que de esa manera recordaras todas las cosas que tenías que hacer, sin olvidarte de ninguna de ellas. ¡Yo no te di la lista para que su lectura sustituya a lo que debías de hacer!”.
Luego de contar este cuento, comentó el “Jafetz Jaim”: Así también sucede con el estudio de la Torá y la conducta de muchos judíos: la Torá detalla todas las acciones que debemos de hacer en cada momento de nuestras vidas, y su sabiduría y su valor espiritual son inmensos. Sin embargo, muchos judíos solo la estudian de manera teórica, tal como el sirviente lo hizo con su lista, viviendo en la incoherencia de no traducir sus contenidos al terreno de la acción...
Cuando regresó de su viaje, llamó inmediatamente a su servidor y le preguntó: “¿Hiciste todo lo que te ordene?”. “¡Por supuesto, señor, contestó el sirviente, he leído todos los días la lista que me entregó!”.
Le preguntó entonces su señor: “¿Y obviamente has hecho lo que allí está escrito?”. “No señor, yo solamente leí la lista tal como usted me lo ordenó”.
Le dijo entonces el dueño de casa: “¿Es que acaso yo te entregué la lista para que la leyeras y nada más? Yo te di la lista para que la repases y te sirva como guía, para que de esa manera recordaras todas las cosas que tenías que hacer, sin olvidarte de ninguna de ellas. ¡Yo no te di la lista para que su lectura sustituya a lo que debías de hacer!”.
Luego de contar este cuento, comentó el “Jafetz Jaim”: Así también sucede con el estudio de la Torá y la conducta de muchos judíos: la Torá detalla todas las acciones que debemos de hacer en cada momento de nuestras vidas, y su sabiduría y su valor espiritual son inmensos. Sin embargo, muchos judíos solo la estudian de manera teórica, tal como el sirviente lo hizo con su lista, viviendo en la incoherencia de no traducir sus contenidos al terreno de la acción...
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