viernes, 20 de julio de 2012

La Tierra Prometida (2)

"Ve a la Tierra"

  Dios le dijo a Abram, "Ve a la tierra que te mostraré. Yo haré de ti una gran aación; te bendeciré y te haré grande... Todas las familias de la tierra serán bendecidas en ti" (Génesis 12:1-3).

La primera indicación en la Biblia de que la Tierra es especial se presenta cuando Dios le dice a Abram (más tarde llamado "Abraham") que vaya a la tierra que Él le mostrará. Es de notar que Dios no designó una Tierra específica. Él dijo simplemente, "la tierra que te mostraré", y dejó que Abraham reconociese el lugar.

El Zohar (I, 78a) afirma que cada país es controlado por un ángel guardián. Cuando Dios le dijo a Abraham "ve a la tierra que te mostraré", Abraham consideró los atributos de cada zona para determinar cuál era su dueño y la identidad de su ángel guardián. Pero cuando Abraham meditó sobre la tierra que estaba en el centro del mundo y que más tarde se volvería la Tierra de Israel, no pudo comprender sus atributos ni determinar cuál era su dueño. Aunque meditó profundamente en esto, se sintió confundido debido a la cualidad única de la Tierra de Israel. Pues a diferencia de otras tierras, ella no está gobernada por un ángel ni por un grupo de ángeles, sino sólo por la Providencia Divina.

Le llevó un tiempo a Abraham entender esta idea. Gradualmente llegó a comprender que esta Tierra no sólo era única, superior a todas las otras tierras y el cimiento y base de la cual emergieron todas las demás, sino que eventualmente también llegó a comprender que la fuerza Divina que la controlaba era el Fundamento y la Fuente de la cual emergían todas las otras fuerzas. Y de acuerdo con la Torá, "ellos partieron de Ur Kasdim, para ir a la tierra de Canaan, pero llegaron hasta Harán y allí se establecieron" (Génesis 11:31). Abraham había abandonado las prácticas y las creencias de los Kasdim (Caldeos) con la esperanza de que la proximidad con la Tierra le revelase su verdadero carácter. Cuando esto no ocurrió, llegó hasta Harán y allí se estableció.

Abraham temía entrar en la Tierra sin haber comprendido primero la naturaleza de Aquél que la gobernaba. Por lo tanto, esperó hasta que Dios Mismo le reveló la santidad de la Tierra, cuando Él reconoció el gran anhelo de Abraham por comprender su santidad.

Aunque otros pueblos habían habitado en la Tierra Santa, ellos consideraron que era igual a las otras tierras. Abraham fue el primero en apreciar la santidad de la Tierra Santa, enraizada en la Creación misma. Mediante su búsqueda de Dios y su permanente fe en Él, Abraham encontró finalmente la tierra. Debido a esta fe Dios le prometió a Abraham que la Tierra le sería dada a él y a sus descendientes como herencia (Génesis 15:18), como parte del pacto Divino entre Dios y Abraham. Desde ese momento la Tierra le perteneció a Abraham.

Luego del diluvio, Noé había dividido el mundo entre sus tres hijos. Shem recibió el área que incluiría la Tierra Santa y fue el rey de Jerusalén. Pero los Cananeos, quienes eran descendientes de Jam, otro hijo de Noé, conquistaron y ocuparon la Tierra. Así, cuando Dios le prometió la Tierra a Abraham, descendiente de Shem, Él se la estaba retornando a los herederos de su dueño original (Rashi, Génesis 12:6; ver también Rashi, Rambán, ibid. 14:18).

En ese día Dios hizo un pacto con Abraham, diciendo, "A tu descendencia Yo daré esta Tierra..." ( Génesis 15:18-20).

El pasaje describe entonces un área ocupada por diez naciones. Siete naciones habitaban la zona al oeste del Río Jordán y tres naciones ocupaban la orilla oriental. (Esta zona le fue prometida al pueblo de Israel como herencia durante la era mesiánica). Dios selló este pacto con Abraham y Su promesa de la Tierra a través del mandamiento de la circuncisión: "Cuida Mi pacto... Yo seré tu Dios y el Dios de tus descendientes. Yo te daré a ti y a tus descendientes la tierra en la cual habitas, toda la Tierra de Canaan, como herencia eterna..." (Génesis 17:7-8). Si aceptaba la mitzvá de la circuncisión, Abraham heredaría la Tierra (Rashi, Génesis 17:2).

El versículo mencionado arriba es la fuente del término, "la Tierra Prometida", que se originó con la Creación y fue cumplida a través de la fe de Abraham. Antes de Abraham, los Cananeos y otras naciones gobernaron la Tierra. Fue Abraham quien tuvo el privilegio de revelar la santidad de la Tierra debido a su inquebrantable fe en Dios. Dios entonces retiró la Tierra de sus conquistadores y se la entregó a los descendientes de Abraham, quienes eventualmente llegarían a ser el pueblo de Israel, el pueblo judío. Por lo tanto, si tenemos fe en Dios, la Tierra será nuestra, pues la Tierra no nos fue prometida por las Naciones Unidas ni por la generosidad de diversos estados y gobiernos soberanos, sino por Dios Mismo. Chaim Kramer

Extraído de Esta Tierra es Mi Tierra. Breslov Research Institute. Por Chaim Kramer

http://www.tora.org.ar

No hay comentarios:

Publicar un comentario