jueves, 14 de febrero de 2013

HISTORIAS PARA CONTAR EN SHABAT (XXV): Envia el pan al agua


Un judIo acostumbraba todos los Shabatot antes de la oration de la tarde a escuchar la predica del rabino de la ciudad. Este judio era bastante ignorante, pero intentaba cumplir todos los preceptos al pie de la letra, a pesar de no entender el sentido de le mayoria de los preceptos y la explication de las oraciones.

 Desde el comienzo de la predica hasta el final, el hombre prestaba toda su atencion a cada palabra del rabino.

 En uno de los Shabatot escucho que el rabino menciono en su predica las palabras del rey Shlomo: "Envia el pan sobre las aguas, dentro de un tiempo 10 encontraras" (Eclesiastes 11 — 9)

 Entendio el hombre que el rey Shlomo se refirio literalmente, es decir: hay que tirar pan al agua y luego de un tiempo es posible recuperarlo.

 ¿Que hizo el hombre?

 Le conto a su mujer, el consejo del rabino predicador y le orderno cocinar manjares y hornear varios panes crocantes, para arrojarlos al agua de acuerdo al consejo del hombre mas sabio de la humanidad.

 Se apresuro la mujer, que tambien era muy inocentc e ingenua, a preparar los manjares y los panes, entrcgandolos una vez terminados, a su marido.

 Caloco el hombre 10 preparado por su mujer en una canasta y se dirigio a la costa. Dejo la canasta sobre cl agua y las olas se encargaron de llevar la canasta el interior del mar.

 Asi comenzo a hacer diariamentc, su mujer preparaba panes y comida y cl las traia al mar. Todos los dias encontraba la canasta vacia flotando por las aguas.

 Tenia el hombre una fuerte confianza, que las palabras del rey Shlomo y del rabino eran ciertas y que despues de un breve periodo, se cumpliria le parte final del versiculo: "dentro de un tiempo 10 encontrards" y D-s le enviaria riqueza y abundancia.

En esos dias, un amargo suceso occurio en la corte real de ese pais. Vinieron testigos y acusaron al hijo del rey de un severo crimen, castigado con la pena de muerte. Investigo el rey en persona el asunto y encontro que el testimonio era verdadero.

 No pudo el rey justificar a su hijo y liberarlo del duro castigo, ya que debia juzgarlo objetivamente, de la misma manera que juzgaria a otra persona.

 Por otro lado, el rey que amaba en especial a su hijo, no podía presenciar su muerte y en ese pais habia una ley que el rey en persona debia estar presente y observar la ejecucidn del condenado a muerte.

 Pidid el rey a su Primer Ministro, hacer una exception con su hijo y le ordeno llevarlo a la costa y arrojarlo en la profundidad del mar.

 Tomo el Primer Ministro al principe condenado a muerte y navegaron juntos hasta una solitaria isla. El Primer Ministro decidio dejar al principe en la isla, al no contar con cl coraje de hundirlo y matarlo con sus manos, confiando que D-s LO salve y que no muera en el lugar de hombre a sed.

 Un dia el Primer Ministro debia organizar el casamiento de su hijo y fue a invitar al rey a la fiesta. Le dijo el rey a su ministro, lo siento mucho, pero no podre estar presente debido el pesado luto que llevo por mi hijo.

 Pero de todos modos, intenta convencer a la reina, si ella  acepta participar de la fiesta, yo la acompanare.

El primer ministro se encamino a ver a la reina, para invitarle al casamiento de su hijo.

 La reina se negd a participar de la fiesta, por la misma causa que su esposo, la gran tristeza por la desaparicion de su hijo no le permitiria presenciar ninguna alegria.

 Penso el ministro, en volver al lugar donde dejó al principe, para ver si todavia estaba vivo. Si asi fuera, su alegria seria completa y los monarcas aceptarian participar en el casamiento de su hijo.

 Grande fue su sorpresa al ver que el principe se encontraba sano y salvo, sin que se vea afectado, por lo menos exteriormente por el abandono. Pregunto el ministro: ¿Cómo pudiste sobrevivir sin contar con alimentos?

 — Desde el dia en el que me dejaste en la isla, tuve aprovisionamiento diario de comida — respondio el principe.

 — ,Quien proporciono el suministro? — siguió preguntando.

 
Todos los dias llego un canasto con pan fresco y todo tipo de manjares con los cuales pude deleitarme y sobrevivir — informo el hijo del rey.

 Se alegro mucho el ministro de lo ocurrido y se apresuro informar al rey sobre la buena noticia. Conto el ministro a los monarcas, que en su tiempo no pudo arrojar al joven al agua, para no provocar la muerte directa de vuestro hijo y lo deje en una isla.

 — Viendo la tristeza del rey y le reina, decidi volver a la isla, quizas el principe todavia estaba vivo — siguio con el relato y pude comprobar que gracias a D-s, el principe se encontraba vivo y en buen estado de salud. Conto tambien acerca de la "canasta maravillosa" con la que su hijo se alimento todos los dias de permanencia en la isla.

 Se dirigio el ministro a su casa como una flecha, cambio las ropas del hijo y lo trajo al palacio real. El rey y la reina lo abrazaron, lo besaron y hubo una gran alegria en el reencuentro.

 Despues del reencuentro, el rey mando a investigar quien arroja un canasto con comida al mar. Fue uno de los ministros a la playa y encontro al hombre, que inocentemente dejaba el canasto sobre la superficie del agua.

 Tomo al hombre por sorpresa del brazo y  lo condujo al palacio. Trajo al hombre asustado y tembloroso frente al rey y dijo:

“este es el hombre que arroja diariamente una canasta con panes y comida al mar.

Le pregunto el rey: ¿porque, hijo mio, arrojas tu dinero y "alimentas al mar, diariamente"?

 Contesto el hombre: Sepa Su Excelencia, que escuche del sabio predicador nuestro, que el rey Salomon dijo: "envia tu pan sobre las aguas, dentro de un tiempo lo encontraras." Por eso, desde hace un año dejo diariamente un canasto llena de ricos alimentos y confio que dentro de poco D-s me envie la recompensa como dijo el sabio en su predica.

Al escuchar el rey las palabras del hombre, comprendio con seguridad que gracias a sus envios de alimentos su hijo fue salvado.

 — Las palabras del rey Salomon son muy ciertas — proclamo el rey. Hoy te haras acreedor de gran riqueza y exito, como pago a la comida que diariamente arrojaste al agua.

 Se tranquilizo el hombre al escuchar las palabras del rey. El rey llamo al tesorero y ordeno entregar al hombre, mil monedas de oro con las cuales pueda ser rico y feliz todos sus dias.

 Agradecio el ingenuo judio al rey por el impresionante regalo y agradecio a D-s por todas Sus bondades.

 Al volver a su casa repitio varias veces el versiculo de Eclesiastes: "Envia tu pan sobre las aguas y dentro de un tiempo lo encontraras."

 Fuente: traducido del judeo-arabe del libro "Ohalei Shem" de Rabi Shimshon Maimon.

 

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