“Harás
vestiduras... para Gloria y Esplendor...” (Shemot 28:2)
En una generación donde los jóvenes raspan los vaqueros para que se
vean viejos y rotos, es difícil entender el precepto de hacer vestimentas para
Gloria y Esplendor.
La haftará de la parashá Jayé Sará comienza diciendo: "Y el Rey
David anciano avanzado en años, le cubrían con vestimentas y no se calentaba" y
sobre el particular preguntan nuestros Sabios, ¿cómo puede ser que no se
calentaba?, a lo que responden: "David fué castigado, midá kenegued midá" (con
la misma medida que él se relacionó). En la misma medida que el no respetó la
vestimenta del Rey Shaúl.
Cuando David se escapaba de la condena del Rey Shaúl, se escondió
en una cueva, donde más tarde entraría el propio Rey Shaúl para realizar sus
necesidades. David tuvo la oportunidad de vengarse del Rey Shaúl, pero se
retractó pensando: ¿Cómo levantaré mi mano al ungido de Hashem?
Mismo así, quiso David tener un recuerdo del momento y le corto un
pedazo de la esquina del manto del Rey Shaúl. Por un hecho tan insignicativo, ya
que nadie de la compañía del Rey Shaúl se dio cuenta del hecho, fue castigado el
Rey David años más tarde, con el hecho que sus vestimentas no cumplieran con su
finalidad de dar calor a quien las usa.
"Harás vestiduras… para Gloria y Esplendor". Mismo los objetos
fueron creados con función y objetivo, y en una generación como la nuestra en la
que todo se ha convertido en desechable es difícil hablar de valores, respeto,
aprecio…
Los sacerdotes "Cohanim" en su servicio en el Templo están
obligados a vestir cinco vestimentas y el Sumo Sacerdote "Cohen Gadol" ocho,
ninguna vestimenta usada fuera del Templo podía ser usada dentro, y así como
ninguna vestimenta usada dentro del mismo, podía ser usada fuera. Cada objeto
tenía un uso específico, un lugar y un tiempo.
Ocho vestimentas usaba el Sumo Sacerdote: Hoshen, pectoral
donde se encontraban incrustadas las doces piedras, también llamadas "Urim be
Tumim" por medio de las cuales el Sumo Sacerdote consultaba el deseo Divino;
Efod, vestimenta a manera de media falda que sostenía el Hoshen por medio
de dos correas, sobre las cuales iban incrustadas dos piedras con los nombres de
todas las tribus; Meil, manto; Ketonet, túnica de encaje;
Misnefet, sombrero a manera de cofia; Abnet, faja; Chis,
diadema frontal y Mijneshet Bad, pantalones. Mismo el Sacerdote en su
servicio usaba cinco de las vestimentas recordadas, cuando hasta los hilos
usados en la elaboración de las telas eran compuestos y hechos con intención y
pensamiento. Todo era estrictamente obligatorio y necesario hasta para el
servicio más sencillo realizado en el Santuario. ¡Qué seriedad e importancia
tenían que sentir los sacerdotes en su trabajo!.
Dijeron nuestros Sabios : "Desde la destrucción del Templo, nos
quedaron los rezos en reemplazo de los sacrificios". ¿No deberíamos sentir la
misma seriedad e importancia en nuestros hechos, así como los sacerdotes sobre
el Altar? Podríamos esperar que nuestras vestimentas "made in China" sean
fabricadas con la misma intención que tuvieron Betzalel y todos los Sabios en la
confección de las vestimentas.
Latas desechables, botellas descartables, platos, vasos,
cubiertos... dentro de poco camisas de un sólo uso...; tal vez esa es una de las
muchas razones que hasta las relaciones más verdaderas como las de padres-hijos,
marido-mujer... van perdiendo su valor. No estamos pidiendo volver a la plancha
de carbón ni al transporte en burros, pero sí volver a nuestros hogares, a dar
valor a lo propio, a lo existente y no vivir esperando lo nuevo, lo
desconocido.
Shabat Shalom.
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