jueves, 13 de enero de 2011

Parashá Shavua: Beshalaj - (Al dejar salir). 10 de Shevat 5771 (15 de Enero de 2011). Un Instante de Vida


Nuestra parashá nos relata cómo finalizaron los 210 años de esclavitud del pueblo judío.

Después de vivir los 10 milagros que D'os hizo en Egipto, el pueblo de Israel fue testigo del milagro más grande que jamás hubieran podido imaginar.Para poder escaparse y deshacerse de los egipcios, D'os provocó la apertura del Iam Suf (el Mar de los Juncos).

Mientras los últimos judíos terminaban de cruzar el mar, se oía el sonido de las miles de carrozas egipcias que corrían al alcance de ellos.El ejército egipcio no dudó en ingresar al mar por el camino de tierra que utilizó el pueblo de Israel, ya que ellos vieron que las aguas se habían abierto y solidificado como una pared de hielo.

Ellos golpeaban a sus caballos para aumentar la velocidad y así cruzar rápidamente y alcanzar al enemigo.El pueblo judío ya había terminado de cruzar y en ese momento, Moshé Rabenu levantó sus manos sobre el mar, así como le ordenó D'os, y las aguas volvieron a su curso normal, ahogando al imperio más poderoso de esa época.

Intentemos imaginar qué sintieron los egipcios en el momento en que las murallas de agua se derrumbaban sobre ellos y los sacudían sin cesar.

Obviamente, su único pensamiento era tratar de llegar otra vez a la superficie para respirar un poco de oxígeno.

Pero con los pulmones cada vez más llenos de agua, la desesperación por llegar a respirar un poco de aire aumentaba cada vez más, y la esperanza de salir con vida decrecía.
En esos últimos instantes de vida se cumplió el versículo que dice: "Y sabrá Egipto que Yo soy D'os".

Rabí Abraham Ibn Ezra (1089 -1164) nos explica que la intención de D'os no fue solamente que los ciudadanos egipcios, después de ver que todo su poderoso ejército se hundió en el mar, reconozcan la existencia y la grandeza de D'os.Explica el Rav que este versículo también se refiere a los egipcios que se estaban ahogando en el mar, ya que incluso ellos llegaron a ese conocimiento en sus últimos instantes de vida.

Estos soldados comenzaron a palpar la muerte, pero en sus últimos segundos de vida lograron reconocer fehacientemente que hay un solo D'os que es Quien maneja el mundo y a Él debemos servir.

Este comentario nos deja la gran enseñanza del valor que tiene cada segundo y segundo de vida.

Los egipcios, inmersos en una sociedad idólatra, lograron llegar a una conclusión que fue el fruto del trágico momento que estaban viviendo, pero que realmente les dio la posibilidad de irse de este mundo, por lo menos, con el mínimo fundamento al que debe aspirar llegar cada persona.

Si para los egipcios unos pocos instantes fueron fundamentales, aún más para los judíos que tienen la Torá y sus preceptos para cumplir en cada momento o situación de sus vidas, pues si así lo hacen, logran convertir cada instante en eternidad.

El motivo por el cual no le damos el valor adecuado al tiempo, es porque no nos detenemos a reflexionar sobre la finalidad por la cual fuimos traídos a este mundo, y en base a esa conclusión, utilizar el tiempo para alcanzar la meta.

En América hay un famoso refrán que dice "time is money" - "el tiempo es dinero".Todos entendemos que en cada instante se puede ganar dinero, esa es la intención del refrán, por lo tanto el valor del tiempo va a depender de cada persona.

Si un médico no va un día a su consultorio y por otro lado, un obrero no se presenta a trabajar una jornada, a pesar de que los dos perdieron un día de trabajo es obvio que el médico perdió más dinero, pues él gana en una jornada lo que el obrero gana en una semana.

Pero este análisis es correcto sólo si tomamos en cuenta la cantidad de dinero que perdió cada uno.Si tomáramos en cuenta la necesidad de cada uno, veríamos que el más perjudicado es el obrero, que a pesar de que recibe unas pocas monedas al final de su jornada, para él eso representa el pan del día.

Es por eso que el valor del tiempo no depende sólo del dinero que se gana, sino también de la necesidad de cada uno.

Podemos comprobar esto mediante el siguiente análisis:Si querríamos saber cuál es el valor de un año, preguntémosle a un joven que no pudo pasar su último año de liceo.Si quisiéramos saber el valor de un mes, preguntémosle a una madre que tuvo un hijo prematuramente.Podremos averiguar el valor de un día preguntándole a quien salió de la cárcel un día antes del final de la condena.Y para saber el valor de una hora o incluso de un minuto, alcanza con ver la expresión del rostro de quien perdió el avión.

Si quisiéramos saber qué valor tiene un segundo, deberíamos preguntarle a quien vuelve de los juegos olímpicos con la medalla de bronce.El valor de una milésima de segundo - a quien ganó la medalla de plata.

Vemos que para cada persona el valor del tiempo varía según su necesidad.

Pero nosotros, los judíos, no podemos decir que el tiempo es dinero, pues para un judío el tiempo no es dinero, sino que es "la eternidad".Todo judío que hace una mitzvá como la de ayudar al prójimo, ser honesto en los negocios, dar tzedaká (caridad), cumplir shabat, estudiar Torá, etc., está invirtiendo su tiempo de la mejor manera, pues no sólo disfruta en este mundo de sus acciones, sino que también tendrá una gran recompensa en el Mundo Venidero.

Cada instante que utilizamos para hacer la voluntad Divina elevamos nuestro nivel espiritual y la recompensa respectiva.

Podemos apreciar este concepto mediante una historia real que ocurrió en los Estados Unidos en el año 1982:
Habían transcurrido varios meses desde que Don Abraham había recibido la dura noticia de que tenía una enfermedad maligna.Sin rendirse y con la mayor de las esperanzas, seguía con sus tratamientos para poder vencer esa tan difícil situación.

Lamentablemente, el cuadro se fue complicando más y más, y tuvo que seguir sus tratamientos internado en el hospital.El cuerpo médico habló con su familia, y la conclusión fue que no había nada más que hacer mas que esperar la llegada del no tan esperado momento, pues ya habían intentado toda técnica existente y los resultados no fueron positivos.

La familia optó por no comentarle nada a Don Abraham por temor a perjudicarlo aún más.Pero Don Abraham, que intuía algo, mandó a llamar a su hijo."Soy consciente de que la situación está muy difícil, pero quiero pedirte un solo favor.Pregúntale al médico si ya agotaron todas las posibilidades o si quizás queda alguna" - le dijo.

El hijo le respondió que ya lo había hablado con el cuerpo médico y ellos dijeron que no había nada más que hacer.El padre insistió a su hijo y le dijo que hablara sólo con el jefe de los médicos.El hijo no lo dudó y pidió una cita urgente con él.Disculpándose por la reiterativa pregunta, el hijo le explicó al jefe que lo hizo para cumplir con la voluntad de su padre.

El médico le respondió que todas las alternativas que brinda la medicina fueron probadas excepto una operación que sólo podía alargarle la vida por un periodo de seis meses, pero a causa de la cirugía su padre sufriría muchos dolores durante ese tiempo.Por este motivo los médicos no se lo habían propuesto a la familia, ya que no había razón para agregar más sufrimiento al paciente.

La confusión del hijo era muy grande.Por un lado tenía que decir la verdad al padre y por el otro, no quería agregarle sufrimiento.Mientras golpeaba la puerta de la habitación, decidió ir con la verdad, y que su padre sea quien tome la decisión.

Al escuchar el informe del hijo, el hombre sintió que delante de él había una muy difícil decisión que tomar.El coraje para decidir no le era suficiente, por lo tanto le pidió a su familia que lo trasladen a la casa del Rabino Moshé Fainstein z"l, para aconsejarse con él.El encuentro duró aproximadamente 20 minutos.Nadie supo de qué hablaron.Lo que sí se podía ver, fue que el padre salió con las fuerzas renovadas y muy entusiasmado con la operación.

La familia le volvió a preguntar si realmente quería operarse, pues el sufrimiento que vendría después sería terrible.Don Abraham le dijo a su familia y al cuerpo médico que sólo después de que lo operen, él iba a explicarles cuál fue el motivo que lo llevó a tomar esa decisión.

Llegó el día de la operación y la familia tenía un sentimiento confuso ya que no sabían si estaban haciendo lo correcto o no.Pero lo que sabíanperfectamente era que estaban haciendo la voluntad de su padre.

Al finalizar la operación, que fue satisfactoria, el paciente llamó a sus familiares y les dijo:

"Seguramente quieren saber para qué me operé, si ahora mis sufrimientos se incrementarán de manera considerable.En realidad no fue una decisión fácil, por eso acudí a mi Rabino.El Rab me dijo que el único que podía tomar la decisión era yo, pero me explicó el valor que tiene cada segundo para un iehudí, y que es tanta la ganancia, que todo sufrimiento es poco en comparación al enorme tesoro que recibimos con cada mitzvá cumplida.A nadie le gusta sufrir en la vida, y menos aún sabiendo que este sufrimiento no beneficiará a su salud.Pero el costo de vivir 6 meses más vale la pena, pues se incrementará mi capital en el Mundo Venidero".

Con esta respuesta contundente los familiares entendieron que Don Abraham tomó una buena decisión.

Gracias a la operación, Don Abraham vivió casi 5 meses más, y a pesar de sus grandes dolores físicos, vivió contento, pues sabía que todo el dolor valía la pena para vivir un día más cumpliendo con la voluntad de D'os.

Esta historia real nos enseña que debemos aprender a valorar cada instante de la vida, aprovechándolo para apegarnos más a nuestro Creador mediante la Torá y sus mitzvot.

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