jueves, 27 de enero de 2011

Parashá Shavua: Mishpatim - (Leyes). 24 de Shevat 5771 (29 de Enero de 2011). La Importancia de Tener un Buen Sistema Legal

La Importancia de Tener un Buen Sistema Legal

"Y estas son las leyes que pondrás delante de ellos" (Shemot 21:1).Con estas palabras D'os comienza a ordenar a Moshé los cincuenta y tres preceptos que aparecen en esta parashá, y también las demás mitzvot que están escritas en el resto de la Torá.


Por cuanto que este versículo es el primero de la parashá, el texto podría haber dicho: "Estas son las leyes…", sin la letra "vav" en hebreo - "y" en español, al comienzo.


Rashí nos explica que cuando en la Torá está escrita la palabra "ele" - que significa "estos" o "estas" - la intención del texto es desconectar los versículos posteriores de los anteriores, para darle importancia a lo que será dicho posteriormente.Sin embargo, cuando el texto dice "veéle" - que significa "y estos" o "y estas" - como en nuestro caso, la intención es crear una conexión entre este capítulo y el anterior.


La parashá anterior nos había contado que D'os entregó los Diez Mandamientos al pueblo de Israel, y ahora, también en el monte Sinai, D'os le entrega estos nuevos preceptos a Moshé Rabenu.Es por eso que nuestra parashá comienza con la conjunción copulativa "y", para enseñarnos que todas las mitzvot que Moshé transmitió en esta parashá, también las recibió de D'os en el monte Sinai, y por ende no son menos importantes que los Diez Mandamientos.


Todas las mitzvot que figuran en nuestra parashá no son sólo leyes "religiosas" que hablan sobre la relación entre los hombres y D'os, sino también leyes civiles que están destinadas a regular la relación de las personas, unas con otras.


Analizando estos preceptos, encontramos una diferencia esencial entre las leyes civiles que fija la Torá y las que fijan los países en sus respectivas constituciones.El Rab Ierujam Leibovich, en su libro Daat Torá, comenta que las leyes constitucionales están basadas en la aprobación de los seres humanos, que están influenciados por la época en la que viven, el lugar en el que se encuentran y la situación social de quienes tendrán que cuidar las leyes pactadas.Estas reglas no están subordinadas a una Ley Suprema, y es por eso que frecuentemente ocurre que, a pesar de haber sido aprobadas por los congresos, con el transcurso del tiempo son anuladas.


Pero la Torá nos muestra lo contrario, ya que como explicó Rashí, D'os le ordenó a Moshé todas las leyes de la Torá - incluyendo las civiles - en el monte Sinai.Y es por este motivo que no se puede anular ninguna de ellas, pues D'os sabe exactamente qué leyes necesita cumplir cada judío individualmente, para formar una sociedad digna y ejemplar.


Este es un aspecto fundamental que nos mantuvo unidos y organizados como pueblo por más de 3300 años, pues siempre estuvimos aferrados a la Torá y sus preceptos, y todos nuestros valores, tanto sociales como individuales, están basados en ella.Es por eso que, aunque las épocas cambien y los valores sociales también, nosotros no cambiamos nuestros valores y leyes, pues D'os las dictó para todas las épocas y generaciones.


Otros de los beneficios de que las Cortes Rabínicas de Justicia del pueblo de Israel siempre se rigieron según las leyes de la Torá, y sus veredictos y sentencias siempre fueron acorde con lo ordenado por D'os en ella, es que los jueces no determinan el veredicto, guiados por sus intuiciones, sino sólo por los criterios de la Torá.


Una prueba que demuestra que las leyes de la Torá son inamovibles es que dentro del sistema judicial de la Torá no existe una Corte Suprema de Apelaciones.Todos los juzgados, tanto los que se ocupan de daños y perjuicios morales, como los que se ocupan de pleitos por razones de dinero, tienen la última palabra, ya que la sentencia solamente es fijada según el criterio de la Torá, que es la palabra de D'os, y sobre esto nadie puede apelar.


Sin embargo, por cuanto que los juzgados de los goim están basados en las leyes que dictaminaron los seres humanos, hay muchas probabilidades de que los jueces fallen equivocadamente, y es por eso que se le da al culpable la posibilidad de apelar, y ver si la Corte Suprema discrepa con el juzgado.


El regirse por las leyes de la Torá también conlleva el beneficio de que sea cual sea la sentencia, los jueces no tienen en el momento de la decisión ningún remordimiento al pensar en la persona que salió perjudicada, ya que saben que todos sus veredictos fueron hechos según lo dictaminado por D'os.


Sin embargo, en los juzgados seculares, muchas veces el juez sí quisiese dar un fallo diferente a lo registrado en los libros de jurisprudencia, pero al no poder hacerlo su conciencia no lo deja tranquilo, pues sabe que él podía haber salvado al culpable, pero no puede debido a que las leyes fijadas por otras personas discrepan con su criterio.


El caso que presentaremos a continuación ha sido citado en el libro "Dilemas de la Medicina y su solución legal" (en hebreo):


En el año 1982, en Israel, un hombre que padecía de cáncer pulmonar y estaba internado en el hospital "Tel Hashomer", llegó a una situación tal que ni los remedios ni los tratamientos lograban ayudarlo.Incluso los doctores se resignaron.


Por esos días, los laboratorios farmacéuticos estaban en proceso de investigaciones en función de sacar al mercado un remedio que, según ellos, podría salvar a muchos enfermos que hasta ese momento no tenían esperanza.


Este hombre, desesperado por su situación, se dirigió al médico que estaba a cargo de la investigación, y le pidió que probara en él la efectividad de esa nueva medicina.


Aunque el remedio estaba todavía en el período de prueba y aún no había sido aprobado por el Ministerio de Salud, el médico aceptó llevar a cabo la prueba con su paciente, basado en su teoría de que seguramente el paciente saldría beneficiado y no perjudicado, y pidió al Ministerio una autorización especial para hacerlo.


Sin embargo, tanto el paciente como el doctor se vieron decepcionados, al enterarse de que el Viceministro de Salud prohibió realizar esta prueba en el enfermo.


Por cuanto que su enfermedad estaba muy avanzada, el paciente decidió apelar ante la Corte Suprema de Justicia para que le ordene al Viceministro que permita probar esta nueva droga con él.


La corte respondió que no aceptaba su pedido, y por consiguiente el médico tenía prohibido usar la droga con él.En su respuesta, la Corte le explicó a este hombre que según la ley, está prohibido utilizar remedios que todavía son "teóricos", y no está debidamente comprobada su eficacia.


Esta decisión está basada en los artículos que figuran en el "Reglamento de los Farmacéuticos", en la ley de "Salud Nacional", y en la "Declaración de Helsinki", de donde se deduce que "cuando no hay pruebas fehacientes sobre el beneficio de la droga a utilizar, y además hay dudas de que su uso pueda llegar a dañar al paciente, no se puede permitir el uso de esa droga".


Y en este caso, por los puntos anteriormente recordados, la Corte no permitió dicha prueba, ya que la eficacia de ese remedio no fue probada suficientemente como para usarlo en seres humanos, más aún estando compuesto por drogas que son venenosas, y sin tener garantía de que el paciente pueda resistirlas.


Otro motivo que explicó el fallo fue que si ellos aprobarían el uso de ese remedio no patentado todavía, aunque sea bajo la responsabilidad total del paciente, otras personas también, en su desesperación por curarse, usarían otras drogas no patentadas y las consecuencias podrían llegar a ser mortales.


Después del fallo, uno de los jueces que componía la Corte Suprema declaró en un reportaje lo siguiente:


"Reconozco que no tuve la libertad de dictaminar según mi sentimiento y mi entendimiento, ya que si hubiese sido así, hubiera aprobado el pedido de este pobre hombre y su sufrida familia.¿Quién sabe?Quizás con esta prueba, este paciente podría sobrevivir.El enfermo sabe y es consciente del peligro, pero en su desesperación está dispuesto a arriesgarse, ya que ningún tratamiento lo ayudó hasta el momento.¿Quiénes somos nosotros para privarlo de este derecho?La conciencia no me permite estar tranquilo, es una responsabilidad muy difícil de soportar.Me pregunto: ¿para qué entré a la Corte Suprema?En fin, para eso estamos los jueces, para juzgar, aunque sea necesario tomar decisiones difíciles como esta".

Ahora examinemos cuál es la postura de la Torá en una situación como esta.

Un daián (juez) que va a juzgar según las leyes de la Torá tiene que estar totalmente identificado tanto ética como moralmente con estas leyes.El juez que juzga según la Torá, aunque su fallo sea el más drástico y doloroso, no se va a preguntar: "¿Quién me puso aquí?".Tampoco discrepará con la ley, pues D'os fue el que la ordenó.Su conciencia estará siempre tranquila ya que el fallo que dictaminó estuvo basado en las leyes de la Torá, que fueron escritas por el Creador del mundo.Por lo tanto, su sentencia reflejará su pensamiento.

Según la Torá, el caso de este paciente se encuadra dentro de la categoría de "Quien quiere arriesgar el poco tiempo de vida que le queda (jaié shaá) para poder, tal vez, vivir más tiempo (jaié olam)".

Por lo avanzada que estaba la enfermedad, sus días eran contados, pero el remedio tenía un riesgo muy grande y le podía quitar incluso los pocos días de vida que le pronosticaron los médicos.Por otro lado, si todo salía bien, la vida de él se prolongaría.

Después de analizar en extenso este caso, el Rab Hagaón Iosef Shalom Eliashiv shlita (citado en el libro Asia tomo 14 página 62), determinó que la Torá solamente permitió arriesgar la vida del paciente cuando está comprobado que el remedio en general es efectivo, sólo que no sabemos cómo lo va a asimilar el paciente en cuestión.Puede ser que sobreviva o que no lo resista.Pero en el caso que citamos anteriormente, el paciente tiene prohibido arriesgarse, ya que la eficacia del remedio no estaba aún comprobada y las posibilidades de un agravamiento eran muy altas.

Aunque el fallo del Rab Eliashiv fue el mismo que el de aquella Corte Suprema, la diferencia entre ambos es abismal, pues la Corte basó su fallo en dos puntos: primero, en el hecho de que el paciente se estaría sometiendo a un gran riesgo, y segundo, que la aprobación de este pedido podría provocar un mal ejemplo para la sociedad.
http://www.judaismohoy.com/
El problema surge cuando estos dos puntos no pueden ir paralelamente.¿Cuál es el punto más importante para la Corte Suprema?Seguramente el interés por resguardar a la sociedad va a estar por sobre el interés particular de ese paciente.
Pero en el fallo del Rab Eliashiv, vemos que todo su análisis está basado únicamente en el interés particular del paciente, y en este caso el bien del paciente es no utilizar el remedio.La preocupación por el bienestar social respecto de no usar drogas no aprobadas por el Ministerio de Salud es algo que debe ser tomado en cuenta, pero para la Torá, este punto no es relevante cuando la vida del enfermo está pendiendo de un hilo.
Cabe notar que este fallo del Rab se enmarca dentro de un amplio conjunto de leyes que le dictaminan a la persona los pasos a seguir para conformar una sociedad ejemplar.La Torá sabe que todo judío va a cumplir sus leyes, y por lo tanto no desconfiamos de que surgirá un problema en el resto de la sociedad (como temió aquel juez), ya que cada judío tiene leyes que le indican cómo comportarse particularmente, y de esta manera conformar la sociedad que la Torá espera de nosotros.
Otra diferencia que encontramos entre el Rabino y la Corte, es que esta última dio un fallo que iba en contra de su sentimiento y moral.En cambio, el Rabino falló según lo escrito en la Torá y esa es su manera de pensar y su moral, razón por la cual nunca se quedará con ningún remordimiento.
Ahora entendemos la importancia que tiene el hecho de saber que también las leyes civiles están legisladas en la Torá y fueron entregadas por D'os a Moshé en el monte Sinai.

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