Su mujer preocupada le preguntó: -
¿por qué nuestro huésped llora tan amargamente en medio de la noche?, ¡algo le
debe suceder!
Berl, subió a la habitación del
huésped y encontró a un judío, vestido con ropas de granjero descalzo, sentado
en el suelo, llorando y con lágrimas en los ojos (esta persona era una de las
figuras más prestigiosas del mundo jasídico, que viajaba de incógnito para ver
de cerca la situación en la que se encontraba el mundo), y todas las noches (a
excepción de los sábados y días festivos) se levantaba a medianoche a llorar y
lamentarse por la destrucción del Sagrado Templo.
- ¿Por qué lloras?, ¿qué desgracia
te ha sucedido? - Le preguntó Berl.
- El huésped contestó: - lloro por la destrucción del Sagrado Templo y ruego al Santo bendito es, que traiga al Mashiaj para que nos lleva a Eretz Israel.
- El huésped contestó: - lloro por la destrucción del Sagrado Templo y ruego al Santo bendito es, que traiga al Mashiaj para que nos lleva a Eretz Israel.
Berl, tranquilizado dijo: - ¿es
todo?, por favor llora menos fuerte, para que no molestes a los otros huéspedes
y diciendo estas palabras volvió a su cuarto y explicó a su mujer la razón de
tal llanto.
Cinco minutos después se escuchó
que golpeaban en la puerta del huésped, era nuevamente Berl, quien le formuló la
siguiente pregunta: Mi esposa quiere saber, ¿Cuándo el Mashiaj venga, y nos
devuelva a Eretz Israel, nos permitirá llevarnos las gallinas?
El huésped se sorprendió por aquella pregunta ¿gallinas? respondió; según mis conocimientos no hay nada escrito sobre las gallinas. Puede que tendrá que dejarlas, cuando venga el Mashiaj.
También esta vez Berl transmitió la información a su mujer.
El huésped se sorprendió por aquella pregunta ¿gallinas? respondió; según mis conocimientos no hay nada escrito sobre las gallinas. Puede que tendrá que dejarlas, cuando venga el Mashiaj.
También esta vez Berl transmitió la información a su mujer.
No pasaron cinco minutos, cuando
nuevamente se escuchó que golpeaban en la puerta, al abrir vio a Berl quien le
dijo, mi esposa pregunta si puedes dejar de rezar, por favor, para que venga el
Mashiaj. Nosotros nos arreglamos aquí bastante bien y preferimos quedarnos con
las gallinas.
A estas alturas el huésped no se
pudo aguantar más y le respondió que significa “bastante bien”, ¿acaso tu no
sabes cuan peligroso es nuestro Galut, en el lugar donde vivimos? A cada momento
los cosacos pueden llegar, y tomar tus gallinas, tu mujer, todo tu dinero y
también tu vida. ¿No es mejor que dejemos este lugar y vayamos a la Tierra
Prometida?
Para Berl aquellas palabras eran bastantes lógicas, pero todavía tenía la obligación de informarle a su esposa.
Para Berl aquellas palabras eran bastantes lógicas, pero todavía tenía la obligación de informarle a su esposa.
Pasado varios minutos, se escucha
tocar la puerta, era nuevamente Berl quien dijo: Mi esposa dice, que mejor reces
para que venga el Mashiaj y lleve consigo a los cosacos a Israel, y así nos
podremos quedar aquí con las gallinas.
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