lunes, 4 de junio de 2012

Las 613 Mitzvot de laTorá (II)

CORAZÓN CONTRA INTELECTO

Antes de recibir la Torá, los israelitas purificaron su esencia en el transcurso los días del Ómer. Su naturaleza física se había refinado a tal extremo que ahora eran capaces de forjar un lazo íntimo con el Creador, por así decirlo, en igualdad de condiciones.

Los dos aspectos del estado de debekut que lograron los israelitas durante la Entrega de la Torá se expresan en dos facetas: una se centra en el corazón y la otra se basa en el intelecto. El debekut de los pensamientos del corazón nos permite aferrarnos al Santísimo con "un amor ardiente, una flama de lo Divino". En este caso, las 613 mitzvot son instrucciones sobre cómo mantener vivo este vínculo etéreo. No obstante, cabe aclarar que sólo quien haya invertido largos años en el estudio de la Torá puede lograr este debekut del corazón y permanecer consciente de todos los matices involucrados en el cumplimiento de cada precepto.

Rabí Yosef Gikatilia (1248-1323), uno de los primeros cabalistas, explica que quien adquiere esta calidad de vinculación recibe la garantía de que seguirá creciendo más allá de la muerte física de su cuerpo. Los sabios talmúdicos preguntan: "¿Es acaso posible unirse al D-os Viviente? ¿Acaso D-os no es como un fuego que todo lo consume?"

Es ciertamente posible refinar el cuerpo físico hasta que adquiera la pureza del zafiro de las Segundas Tablas, sobre las que fueron tallados los Diez Mandamientos, aludiendo a los 613.9 Una vez que el cuerpo de la persona se ha convertido íntegramente en un recipiente sagrado, listo para contener la luz, le es posible aferrarse a su Creador. Para él, el "fuego consumidor" de D-os es el óneg, deleite extático, que se extiende por todas las partes de su cuerpo, trascendiendo el cuerpo hasta llegar al alma.

Éste es el debekut del alma por el Santísimo, en el cual la persona se consume de amor. La fusión de cuerpo y alma que viven quienes se sienten agobiados por una añoranza que quema como un fuego ardiente en su interior, es lo que puede llamarse "Paraíso Terrenal". Por cierto, ¿cuál es la noción del Jardín del Edén sino un espacio en el cual el goce del cuerpo es igual al del alma, donde puede escucharse el canto del ángel?
Sin embargo, no cualquiera merece lograr a plenitud el nivel de debekut de "mi alma está enferma por tu amor". [Les ruego que lean la nota correspondiente, al final de este libro].

De ahí que quien no siente el debekut del corazón a través de la forma en que cumple con los preceptos, tiene la opción de alcanzar el debekut del intelecto, recurriendo a sus estudios de Torá. En el debekut del intelecto, las personas cuya mente está ocupada en el estudio de la Torá día y noche se acercan al Creador por medio de apegarse a la sabiduría de la Torá y a los sabios y sus discípulos que la analizaron.

Cuando el estudio de la Torá forma la base de nuestro debekut, la persona se apega a la Torá en tanto fruto del intelecto Divino y, en consecuencia, se apega a D-os Mismo. Por ello, si bien todos los 613 son instrucciones sobre cómo mantener nuestro nivel de debekut, el estudio de la Torá constituye una meta en sí.

  Podemos estudiar Torá para adquirir conocimientos. Incluso si ese estudio no nos llevara a la dimensión interna de la Torá, aun así cumplimos con el precepto de estudiar. Sin embargo, si el estudio en sí lleva al debekut, disfrutamos del esfuerzo que conlleva entender la profundidad de la Torá, conscientes de que el fruto de esta batalla intelectual será un mayor apego a lo Divino.

Cuando los ángeles se percataron de que D-os quería entregar la Torá al hombre, se quejaron:
¿Qué es el hombre para que lo recuerdes, y el hijo del hombre para que lo tomes en cuenta?

Los ángeles arguyeron que la Torá, debido a su prístina esencia, era sólo apta para los ángeles, no para la insignificante humanidad. Moisés conocía la naturaleza intrínseca de su rebaño como sólo un pastor fiel podía hacerlo y estaba consciente de que la posibilidad de que ellos se desplomaran de nivel era muy real. Por ello, contestó las acusaciones de los ángeles mostrándoles que la Torá debía entregarse a los israelitas incluso si caían de su actual nivel de conciencia, pues sólo a través de la Torá podrían elevarse y aferrarse a la Fuente de la vida, retornando a su nivel de ángeles.

Si comprendemos bien las formas de debekut, podremos explicar la discrepancia entre la definición de Shabuot que encontramos en la Torá y aquélla del libro de rezos. Vimos que el nombre Shabuot, semanas, fue atribuido a la festividad como una forma de aludir a la cuenta de las siete semanas de pureza al cabo de las cuales Israel se convirtió en la Amada de D-os.

  Los sabios anticiparon que en generaciones posteriores el pueblo judío tendría cada vez mayores dificultades para lograr el nivel de debekut que se dio en el Sinaí y, por ello, identificaron a Shabuot como "la estación de la Entrega de la Torá" en la plegaria de la Amidá. Esta nueva definición de la festividad serviría de recordatorio para los israelitas, en el sentido de que profundizar en las complejidades de la Torá les ayudaría a recobrar su cercanía de otrora.
Simcha Benyosef
http://www.tora.org.ar

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