jueves, 3 de septiembre de 2009

Rosh Hashana לשנה טובה ומתוקה תיכתבו(III): El Día del Juicio

En el Talmud Babilónico (Rosh Hashaná 16a) la Mishná nos enseña:

"En Rosh Hashaná todas las criaturas pasan delante de Él como miembros de un rebaño…".

De aquí aprendemos que el día de Rosh Hashaná no es simplemente el comienzo del año sino que también es un día en el cual D'os juzga al mundo, y es por eso que a este día se lo llama también: Iom Hadin - El Día del Juicio. Esto también está representado en el cielo, ya que el signo zodiacal del mes de Tishrí es el signo de Libra, que es una balanza con dos platos donde en uno D'os coloca los méritos de la persona - sus mitzvot y buenas acciones - y en el otro sus pecados y transgresiones. (Nótese que Rosh Hashaná siempre cae en los meses septiembre-octubre).

La pregunta que podemos formular es: ¿Por qué D'os decidió juzgar al mundo precisamente en Rosh Hashaná y no en cualquier otro día o momento del año?

En nuestro texto "¿Qué es Rosh Hashaná?" hemos explicado que, acorde a una opinión del Talmud, nosotros somos juzgados en Rosh Hashaná porque también Adam, el primer hombre, fue juzgado en Rosh Hashaná. Sin embargo, acorde con la otra opinión citada en el Talmud, que sostiene que el mundo no fue creado en el mes de Tishrí, todavía debemos explicar por qué D'os eligió precisamente este día para juzgar a las personas.

La Misericordia en el Juicio

Como todos sabemos, algunos días después de haber recibido la Torá en el monte Sinai, el pueblo de Israel, al pensar que Moshé había muerto en la montaña, construyó un becerro de oro. Entonces, Moshé Rabenu descendió con las tablas de piedra que contenían los Diez Mandamientos y las rompió a ojos del pueblo. En ese momento D'os quiso destruir al pueblo, y al ver esto, Moshé se abocó a rezar para que D'os los perdone. Finalmente, después de muchos días de rezos y súplicas, D'os perdonó al pueblo de Israel por el pecado del becerro de oro, en lo que fue el primer Iom Kipur de la historia, y ese día fue consagrado para todas las generaciones como un día de perdón para el pueblo de Israel.

El Rav Rabenu Nisim (España, 1308 - 1376) nos explica que de acuerdo con la opinión que sostiene que el mundo no fue creado en Tishrí, la razón por la cual D'os dispuso que precisamente en este día seamos juzgados, es porque D'os quiso que el pueblo de Israel tenga méritos en el juicio, y por eso decidió juzgarlos precisamente en una época que fue consagrada al perdón y la expiación.

Es por eso que D'os decretó que el hombre sea juzgado en Rosh Hashaná. En Rosh Hashaná los justos son inscriptos y sellados inmediatamente para la vida. Pero los intermedios - quienes poseen mitzvot pero también transgresiones - no son sellados en Rosh Hashaná, sino que su veredicto queda pendiente hasta Iom Kipur, que es un día de perdón y expiación. Y por eso es que la Torá les dió a los hijos de Israel un tiempo para que revisen sus acciones y hagan teshuvá antes de Iom Kipur: los diez días entre Rosh Hashaná y el día de Iom Kipur.

Cómo Hacer Para Ser Meritorios en el Juicio

Los Sabios en el Talmud nos enseñan que la persona siempre debe verse a sí mismo como si él fuera medio culpable y medio meritorio, como si su balanza estuviera equilibrada justo en el medio. Si hace una mitzvá, feliz es él!, pues inclinó la balanza para el lado del mérito; mas si transgrede una prohibición, pobre de él!, pues inclinó la balanza para el lado de la culpabilidad (Kidushín 40b).

Pero si nos quedamos sin hacer nada - ni una mitzvá ni una transgresión - esa pasividad no nos ayudará en el día del juicio ya que todavía no inclinamos la balanza hacia el lado de los méritos, y aún más, puede ser que esa pasividad sea considerada como indiferencia, y nos sea agregado un pecado más del lado opuesto, inclinando nuestra balanza hacia el lado de las transgresiones.

Entonces, ¿qué debemos hacer?

Debemos hacer teshuvá, es decir, arrepentirnos de nuestras malas acciones.

Hay tres componentes fundamentales dentro del proceso del arrepentimiento: primero se debe abandonar el pecado, luego la persona debe arrepentirse, y por último, él debe confesar sus culpas delante de D'os.

¿Qué significa "abandonar el pecado"? Que el pecador decida no cometer ese pecado nuevamente y que remueva totalmente el pecado de sus pensamientos.

¿Qué significa "arrepentirse"? Que entienda con todo su corazón que abandonar a D'os es amargo y malo para él; que el transgredir la voluntad de D'os conllevará un castigo, y por eso debe arrepentirse de lo que hizo.

¿Qué significa "confesarse"? Que admita verbalmente delante de D'os (no de otra persona) todo lo que ha hecho, diciendo: "Yo he pecado delante de Ti haciendo tal y tal cosa, pero yo me arrepiento de todo lo que hice; estoy avergonzado de ello, y nunca más haré esto nuevamente".

Sin embargo, arrepentirse solamente "delante de D'os" no alcanza. Nos ha sido enseñado que el arrepentimiento delante de D'os sólo es eficaz respecto de los pecados entre el hombre y D'os, ya que las faltas entre el hombre y su prójimo - como robar o hablar mal del otro causándole daño, etc. - no serán perdonadas por D'os hasta que uno no repare el daño que le causó a su prójimo, y también le pida perdón.

Por otro lado, a pesar de que es verdad que no alcanza con reparar la falta, sino que también es obligación pedirle perdón al prójimo, la persona a la cual le están pidiendo su perdón tiene prohibido endurecer su corazón y rechazar una reconciliación con la persona que le ha hecho algo. Debemos intentar perdonar rápidamente al otro, a la vez que también debemos tardar mucho en enojarnos. Además, cuando se nos pide perdón debemos perdonar de todo corazón, incluso si la otra persona nos ha causado mucha angustia, ya que no debemos ser vengativos ni guardar rencor.

Y si nosotros no seremos vengativos con nuestro prójimo o nuestros familiares, ni les guardaremos rencor, sino que les perdonaremos con todo nuestro corazón aunque ellos no se lo merezcan, entonces D'os, que siempre juzga a la personas midá kenégued midá - es decir, recompensando o castigando de manera similar a la buena acción o a la falta - como recompensa por esa buena acción de nuestra parte, también nos perdonará aunque nosotros no lo merezcamos. Amén.

El rol del individuo el Día del Juicio
En el día de Rosh Hashaná, primer día del año hebreo (15 de Tishrí), que conmemora el sexto día del Génesis en el cual D's creó a Adam, el primer hombre, el universo alcanzó su punto culminante. Por lo tanto, todos los años en ese día el hombre debe dar cuenta de sus actos ante el Tribunal Divino. Debe determinarse si ese hombre es realmente aquel ideado como objetivo final de la Creación o si no se han cumplido las expectativas divinas. Y el hombre será juzgado en ese momento en tanto hijo del Todopoderoso, o en tanto súbdito Suyo.

El hecho de ser considerado un súbdito incluye al hombre en la sociedad. Es un elemento en la gran máquina de la humanidad que también debe someterse en este día al Juicio del Rey de los Reyes, D's mismo. Así como un rey humano mantiene su soberanía en virtud de un sinnúmero de sirvientes leales, de los cuales ninguno es realmente indispensable dentro del esquema real, así también todo hombre deberá encontrar su propio lugar en el contexto de la humanidad.

Sin embargo, nuestros sabios nos enseñan que el ser parte de un todo (no importa cuan importante sea esa parte) no significa la suma de toda la experiencia y de toda la responsabilidad. El hombre es más que un soldado, mucho más que un general en el ejército de la humanidad leal al Señor. También es un hijo, podríamos incluso decir, un hijo único. Todo hijo de una familia, cualquiera sea al tamaño de ésta, no es considerado por un padre inteligente por lo que podrá aumentar el poder o prestigio de la familia, si no es aceptado como una finalidad en sí.

Un rey puede perder a un soldado, una compañía o incluso una división. Puede sentirse entristecido por la pérdida, pero no ha perdido la guerra y su trono sigue en pie. Sin embargo, si un padre pierde a su hijo, el seguir teniendo á una familia no será consuelo para él; un mundo ha sido destruido. Ha desaparecido todo un mundo representado por ese niño, un mundo que no volverá jamás a existir.

El hombre fue creado como un individuo

Por ello D's creó un solo hombre para enseñar a la humanidad que quienquiera que destruya un alma de Israel, será considerado por la Tora como la destrucción de un mundo entero, y quien sustente a un alma de Israel, será considerado por la Tora como si hubiese sustentado a un mundo entero... Por lo tanto, todos deben decir, "¡El mundo fue creado para mí!" (Tratado del Talmud Sanhedrín 37a).

Según la tradición judía la raza humana desciende de un solo hombre. Por lo tanto, concluimos que no sólo todo hombre tiene el potencial de reproducir un mundo entero sino también que cada hombre es en sí un mundo íntegro. Yo, con mi estructura psicológica, mi capacidad intelectual, mis poderes espirituales, soy único. No hay otro como yo. Mi mundo no existe para otro, sólo para mí. Hasta cierto punto, soy uno del montón. Pero al trascender ese punto, soy único, estoy sólo con mi D's.

Es así, presentándose como una individualidad inimitable en su medio y en su verdad particular, como cada uno de nosotros debe presentarse ante la justicia divina en Rosh Hashaná y dar cuenta de sus actos como un hijo del Todopoderoso.

El secreto de un gran hombre radica en su habilidad para mantener un equilibrio perfecto entre su responsabilidad hacia su prójimo, como miembro y líder de la comunidad, y su responsabilidad para desarrollar su propio potencial como individuo.

El escenario judío contemporáneo ostenta importantes organizaciones; pero los grandes hombres son escasos. En la vida judía hay tendencia hacia una filantropía organizada, un trabajo social organizado, actividades organizadas en la sinagoga y una educación organizada. Los "líderes" de estas organizaciones judías son ejecutivos, hombres que a costo de una gran pericia técnica y astucia logran alcanzar la cumbre, así como lo hace cualquier ejecutivo en el ámbito empresarial. El progreso se mide en estadística: cantidad de dólares juntados, cantidad de estudiantes inscriptos, cantidad de miembros, tamaño de edificios, etc.

A nosotros, judíos, nuestros sabios nos enseñaron una vieja regla: "No hay más en un grupo que en un individuo."

Mil ceros seguirán siendo cero, aunque ocupen más espacio en el papel.

La Tora ve al Hombre como aquel que da personalmente limosna al pobre y siente sus angustias y necesidades; aquel que ayuda personalmente a su prójimo y comparte sus preocupaciones; aquel que reza personalmente y siente la cercanía de D's; aquel que aprende personalmente y experimenta la alegría que sólo el estudio de la Tora puede dar a un alma terrenal.

Es la necesidad del momento, la cual clama y llora: es preciso proporcionar ahora a nuestra juventud judía un esquema de referencia dentro del cual puedan desarrollarse como miembros útiles de la comunidad judía y como buenos ciudadanos dentro de la sociedad, sin perder por ello su identidad como individuos aprovechando todos los talentos y predisposiciones que D's les ha dado.

Cuando apartamos la religión de nuestros corazones y la relegamos a la sinagoga; cuando la caridad se convierte en una industria organizada; cuando se delega el estudio de la Tora a pequeños grupos; y cuando el Rabino ignora las necesidades espirituales individuales de los miembros de su comunidad y se dedica a hacer "justicia social", estamos en peligro y es hora de redescubrir nuestra individualidad.

Mientras nos preparamos para presentarnos ante el Tribunal Celestial en Rosh Hashaná, reflexionemos como individuos para poder determinar en qué punto estamos en nuestra propia relación con D's. El esplendor del pueblo judío sólo podrá restaurarse mediante esta introspección individual.

No hay comentarios:

Publicar un comentario