jueves, 14 de enero de 2010

El amor de HaShem a su pueblo

En contraste de muchas religiones donde la dinámica principal de la experiencia religiosa, es el hombre buscando a D-s, en el judaísmo el mayor enfoque es la entrega de la Torá cuando dios se hizo conocer al hombre.

Este concepto de D-s “bajando” para estar con el hombre, es explorado en la Torá. Descripción del Mishkan, el Santuario portátil que contenía el Arca y las Tablas de los Diez Mandamientos. Respecto del Mishkan D-s le dice a Moshé: “Haz para Mí un tabernáculo y Yo moraré entre ellos”. D-s no es distante. El quiere residir entre los israelitas.

La residencia de D-s en el campamento del pueblo de Israel fue manifestada de muchas maneras. Por ejemplo: fue de entre los querubines (las figuras de oro que estaban arriba del Arca) que Moshé y Aharón escuchaban la voz del Creador. El Midrash que la presencia de D-s que descendió del Monte Sinai, luego se contrajo y se movió hacia el Mishkan en donde se posó sobre el Arca. De esta manera, el Mishkan fue una manifestación permanente de la revelación en el Sinai.

Esto es particularmente significativo después del pecado del becerro de oro. Después de este evento trágico, D-s se apartó del pueblo judío. Sin embargo, su retorno al Mishkan mostró una reconciliación entre los hijos de Israel y D-s.

Otro Midrash describe a un rey que amaba mucho a su única hija y no quiso separarse nunca de ella. Al dar a su hija en matrimonio, el rey puso una condición: que la joven pareja acepte construir una casa de invitados portátil, para que él pueda viajar con ellos a donde ellos viajen.

El Midrash explica que esta fue la intención que tenía la construcción del Mishkan. Ansiosos para mantener una cercanía con Su única hija, la Torá. D-s construyó un Mishkan en el cuál Él también podía residir.

Los matices de este Midrash son muchos, pero un punto esencial es que a través de la Torá, el Creador entregó toda esa sabiduría al pueblo de Israel que era el más preciado para Él.

Cuando D-s hizo al hombre, al Creador del Mundo, tenía un propósito. Si Adam, el primer hombre hubiese cumplido el deseo de D-s el mundo abría alcanzado el eterno y perfecto estado por el cuál D-s lo creó.

Adam falló y la humanidad fue aumentada su separación con D-s. Nueve generaciones pasaron hasta que Noaj retorno el enfoque de la Torá. El era bueno, justo, pero al final tampoco materializó el propósito de D-s en la Creación.

Así que D-s esperó hasta que apareció Abraham, en un vacío espiritual, Abraham redescubrió al Creador y lo que significaba Su creación.

¿Por qué eligió D-s a Abraham? La Torá no explica por que D-s lo eligió. ¿Qué tenía de especial Abraham?, ¿por qué fue destinado a ser el primer patriarca? ¿Cuáles fueron sus logros? La Torá escrita no habla sobre este tema.

Por supuesto el Midrash, llena este vacío relatando las pruebas y tribulaciones de Abraham, en sus eventuales investigaciones.

Consideremos la imagen de Abraham pintada por nuestros sabios. Abraham nació en un mundo politeísta. Su padre, de hecho, es descrito como un escultor y proveedor de ídolos. Cuando se le pide a Abraham que cuide el negocio, él entabla un debate teológico con varios clientes.

“R. Jiá dijo: Teraj, fue un fabricante de ídolos. Una vez salió y lo dejó a Abraham para que venda en su lugar. Un hombre vino porque quería comprar un ídolo. Abraham le preguntó: “¿Cuántos años tiene?”. Le contestó. “Cincuenta”. “¡Desgracia para semejante hombre!”, exclamó, “usted tiene cincuenta años y va a idolatrar un objeto de un día”. Al escuchar esto el hombre se avergonzó y partió. En otra ocasión vino una mujer con plato lleno de harina y le pidió: “tome esto y ofrézcalo a ellos”. Entonces, él tomó un palo, los rompió y puso el palo en la mano del más grande. Cuando su padre retornó le preguntó: “¿qué has hecho con ellos?” Él le dijo: “no puedo ocultártelo”. “vino una mujer con un plato lleno de harina fina y me pidió que se lo ofreciera a ellos. Uno clamó: ‘yo debo comer primero', mientras que el otro dijo: ‘yo debo comer primero'. Entonces el más grande se levantó, tomó el palo y los rompió a todos”, “¿por qué te burlas de mí?”, el padre le dijo; “¿tienen ellos algún conocimiento?” Abraham le respondió: “Que tus oídos escuchen lo que tus labios están diciendo” (Midrash Rabá – Génesis 38:13).

El desafío de Abraham es teológico, el cual indudablemente fue el resultado de muchas horas de un esmerado análisis y un pensamiento crítico. Se nos dice que Abraham consideró varias formas de culto que se practicaban en su parte del mundo (ver Talmud Shabat 156ª) rechazando una tras otra, por medio de un pensamiento crítico. Abraham usó pura lógica para concluir que el mundo debía tener un comienzo.

¿Tenía razón? Abraham estaba tan convencido de los méritos de su argumentación que él estaba literalmente preparado a morir por ellos. Él no estaba satisfecho con simplemente acaparar su nueva “adquisición” para sí mismo, él se esforzaba para enseñar e inspirar a otros a seguir el mismo camino. Lo que los Rabinos en el Midrash nos muestran, es una imagen de un gigante espiritual que llega a una conclusión basada en una cuidadosa y convincente lógica, de un hombre que es tan intelectualmente honesto que está dispuesto a morir por sus convicciones.

Quizás ahora podemos entender que la Torá comienza la historia de Abraham con una revelación. La Torá es un documento que describe el pacto entre D-s y Su pueblo, entre el pueblo y su D-s. Tal compromiso sólo puede estar basado en la Revelación. La lógica humana tiene sus límites, La revelación va más allá de la lógica, es metalógica. La Torá es repleta de mandamientos, pero esos mandamientos pueden existir sólo si hay una orden. La Revelación es el vehiculo mediante el cuál D-s nos ordena.

¿Por qué Abraham? Porque a través de él, D-s tenía una nueva manera de encausar a toda la humanidad hacia el cariño correcto.

Abraham fue el principio del pueblo judío, el primero de los tres padres elegidos por D-s para constituir la base de la pirámide del diseño que D-s tenía para reconstruir la humanidad.

Cierto es que, si Adam el primero hombre no hubiese pecado, seria el merecedor de todo esto, no hubiese necesidad de un pueblo elegido, de hecho toda la humanidad sería el pueblo elegido.

El pueblo de Israel inicio su existencia como una familia cuyos orígenes se remontan, a Abraham, el hebreo, que vivió hace aproximadamente 3.819 años, la fe monoteísta firmemente sostenida por Abraham y el pacto con D-s establecido por él y reafirmado por sus descendientes, identificó a esta familia como adherentes a una fe singular.

¿Por qué es tan importante la familia en el judaísmo?

El judío no se define solamente, por cuan judíos ella o él, puedan “sentirse”, por cuantas “mitzvot (preceptos) puedan cumplir, o por cuanto dinero aportan a las causas de la comunidad, sino por su capacidad de encarnar (literalmente) en sus hijos y transmitir judaísmo con tanta pasión para que sus hijos escojan seguir siendo judíos, y puedan a su vez, pasar esa chispa a sus propios hijos.

El judaísmo desarrolla la idea de la familia desde el principio del mundo.

El libro Breshit (Génesis) por ejemplo, es el libro por entero sobre familias, esposas estériles, rivalidades entre los hermanos, destrucciones por diluvio y fuego, amenazas constantes al proceso de transmisión y continuidad.

Las familias son el gran escenario de la pugna espiritual, tanto entonces como ahora, son los paradigmas de la conexión íntima y de la ambivalencia interna, los problemas de los héroes bíblicos son hondamente domésticos.

El llamado a Abraham era para que se convirtiera en una gran nación, no se trataba de un pacto privado con una única persona.

El pacto no se hizo con Abraham solamente, sino con todos sus descendientes, la familia que habría de desarrollarse en la nación que Moshé condujo a Sinai, y la revelación divina en Sinai, nuevamente fue colectiva, a todo un pueblo, no a un individuo.

La familia no se abrogó derecho de exclusividad sobre esta fe, sino que por el contrario se esforzó por atraer nuevos adherentes a ella como su ley divina.

Conforme a su origen los judíos siempre se consideraron por doquier como integrantes de una familia, una familia vasta, a menudo dispersa, más a pesar de todo, una familia.

De familia a Tribus.

Abraham tuvo dos hijos, Ishmael e itzjak, pero solo Itzjak siguió su camino, Itzjak tuvo dos hijos, Iaakov y Esav, solo Iaakov siguió el camino, de su padre Itzjak y de su abuelo Abraham.

Iaakov tuvo doce hijos.

En la parashá Vaieji, Iaakov se despide de sus doce hijos antes de fallecer. Iaakov tiene la dicha de saber que el pueblo de Israel se a conformar con la totalidad de sus hijos, siendo cada uno de ellos progenitor de una tribu, cosa que no ocurrió con Abraham o Itzjak, quienes no tuvieron aquella satisfacción. En ese momento, Iaakov bendijo a cada uno de ellos acorde a sus características particulares – como persona y como tribu. No había dos hijos iguales entre los hijos de Iaakov – ni en otra familia. Tampoco el futuro de las tribus sería similar, como lo vemos en la historia. Por ejemplo: Levy sería progenitor de los sacerdotes y Iehuda de los reyes. Zevulún mantendría a Isajar materialmente para que se dedicara al estudio y Gad iba a defender las fronteras. Así, cada uno de ellos tendría su rol, sin el cual el pueblo no estaría completo. Cada tribu le daría al pueblo de Israel su líder en el futuro, en el momento indicado.

Iaakov da a cada uno de sus hijos una misión, a unos en el plano espiritual y a otros en el plano material.

Iaakov nos enseña que “unidad” no significa la homogeneidad ideológica, no todos deben hacer y pensar de la misma manera. Todos los temas que tienen relación con la esencia de nuestro pueblo, serán relacionados por cada individuo que pertenece a nuestra nación, y juntos completarán el ideal.

El erudito de la Torá, el comerciante, el estadista, el agricultor, el científico y otros juntos construirán el libro “Olat Hareaiá” del gran Rabino Kuk sobre las palabras del Tanaita “Los sabios aumentan la paz del mundo” explican que el concepto de “Ribui” aumentar, es especial y significativo para la “paz” porque donde hay ideas y concepciones, hay perfección porque cada opinión nos revela un ángulo del tema y así las discusiones y divergencias de los sabios traen “paz y no querellas”

¿Y como terminan las bendiciones de Iaakov?

“Todas son las tribus de Israel, doce” (49:28)

Todas forman una sola unidad.

La unidad del pueblo hebreo no niega la particularidad de cada uno de los componentes y por eso termina el versículo diciendo “y bendijóles varón por su bendición, bendíjoles”

Como introducción a la bendición, Iaakov exigió a sus hijos “ser unidos y solidarios”. Aun si cada uno de ellos fuera distinto a los demás, no debería sentirse autárquico e independiente del resto. En muchas oportunidades, los versículos y las palabras de los sabios nos hacen saber la importancia de la unidad del pueblo. ¿Qué nos impide ser unidos?

Obviamente, que el sentimiento de solidaridad, como a su vez la omisión de animosidad por los logros ajenos, son requisitos imprescindibles. Sin embargo, debemos cuidarnos en primer lugar, del sentimiento de auto-suficiencia de un grupo de judíos. Esa sensación es equivocada. Todos, dependemos de todos, del mismo modo que cada miembro del cuerpo sufre dolor y la carencia en la ausencia del otro.

Iaakov dice a sus hijos:

“Juntaos y les haré saber lo que os sucederá al fin de los días” (Breshit 49:1) ¿qué pretendió decirles cuando utilizó la expresión juntaos?

El autor del libro “Shnei Lujot HaBrit” escribe (tercera parte Vaiejí) “juntaos y os haré saber” – utilizó la expresión “juntaos”, ya que no es posible que llegue el momento de la Gueulá cuando ustedes se odian. Solo cuando ustedes se reúnan en una sola alianza. Iaakov lo dijo en base de la experiencia no tan lejana de su vida. Porque incluso si aceptamos la afirmación del Rambán que escribió: “En mi opinión – según la interpretación sencilla – nunca le fue dicho a Iaakov que los hermanos vendieron a Iosef”, ya antes de la venta de Iosef fue escrito: “no podían hablarle pacíficamente (los hermanos de Iosef. N. del T.)” (Breshit 37:4), y allí dice el versículo: “más su padre lo tomó en cuenta” (Breshit 37:11) Es cierto que el odio gratuito no era algo nuevo en la casa de Abraham. Comenzó cuando Ishmael “jugaba” con Itzjak – y según el Midrash, intentaba asesinarlo. Y respecto a Esav, Rivka le dijo a Iaakov: “he aquí que Esav, tu hermano, se consuela con la idea de matarte” (Breshit 27:42) pero en ambos caso, también si el odio y la controversia eran doloroso, no eran destructivos, porque Ishmael no tenía nada en común con Itzjak, y Eav no tenía ninguna relación con Iaakov. Pero con los hijos de Iaakov – que sólo de todos ellos juntos será edificada la Casa de Iaakov, y todos juntos son Am Israel – no se puede consentir con el odio y la controversia. Y en efecto, así escribió Rabí Ionatán Aibshitz en su libro “Ahavat Ionatán”: “La primera Galut (Egipto) y la última (Roma) luego de la destrucción del Segundo Beit Hamikdash (El Templo), fueron productos del odio gratuito, y por eso los previno su padre Iaakov, diciéndoles: “juntaos”, únanse, adhiéranse, porque de ello depende lo que sucederá en el futuro, al fin de los días”

No sólo nuestro patriarca Iaakov le ordena a Am Israel unirse. Esa misma idea le fue dicha a Am Israel por otro líder antes de su muerte: en la bendición de Moshé. También allí el bendice a cada tribu con una bendición particular, pero antes comienza diciendo: “y habrá Ieshurún ( = Israel) rey, cuando se junten las cabecillas del pueblo, reunidas en una sola tribu de Israel” (Devarim 33:5) ¿Qué quiso decir Moshé con ese prólogo? Dijeron en el Midrash (Sifri, allí) “Cuando Am Israel concuerda con una misma idea en el mundo terrenal, el Gran Nombre de D-s es alabado en lo alto, como dice el versículo: ‘Y habrá en Ieshurún rey', con la condición que ‘cuando se junten las cabecillas del pueblo' ‘reunidas en una sola tribu de Israel' – cuando conforma una sola alianza, y no cuando se divide en fracciones”

El patriarca Iaakov, antes de morir reunió a sus hijos y los exhortó a creer siempre en la Unicidad de D-s, y a marchar por Su camino, por donde habría transitado Abraham y su padre Itzjak, les preguntó: Hijos míos, ¿hay acaso alguna impureza entre ustedes?, ¿hay alguno que no este conmigo en sostener la unicidad de D-s? Todos ellos respondieron y dijeron “Shema Israel” (Oye Israel), “HaShem Elokenu”, (El Eterno es nuestro D-s) “HaShem Ejad” (El Eterno es uno)

Juntaos y juntos en cuerpo y alma.

Juntos llegaron a Egipto.

Si hubo un período en la historia que más nos marcó a los judíos para todo el futuro, entonces fue la época cuando fuimos esclavizados en Egipto. Si tantas veces nos recuerda la Torá que no olvidemos nuestra pasada condición de esclavos, es para que esta marca no se borre en nuestras mentes y que, por siempre, seamos sensibles al dolor ajeno y a las injusticias que surgen a partir de adueñarse los unos de la vida de los demás y del aprovechamiento del más débil en manos de los más poderosos (Irmiahu Cáp. 34)

Libertad eterna

Un pueblo de esclavos se encuentra a punto de salir libre, luego de 210 años de terrible esclavización. No sólo su cuerpo fue esclavizado por el duro trabajo: El espíritu - del particular y de la sociedad - también fue esclavizado por el imperio egipcio y su cultura. Mientras sus pies se sumergían en la arcilla, el limo y los ladrillos, el espíritu de nuestros antepasados se sumergía en los 49 portones de la impureza de Egipto. Por ello, no alcanzaba con el consentimiento de Paró (El Faraón) de que sus cuerpos saliesen de Egipto: Hubo que esforzarse mucho por sacar al espíritu del confinamiento espiritual y cultural en el que se encontraba cautivo. Un proverbio jasídico famoso expresa con buen gusto esa doble salida a la libertad, diciendo: ¿Para qué llega el Meshiaj Ben Iosef (Redentor del linaje de Iosef)? Para sacar a los judíos de la galut (el exilio). Y ¿para qué llega el Meshiaj Ben David (Redentor del linaje de David)? Para sacar la galut de los judíos...
Un largo "curso" le es impartido a Am Israel (el Pueblo de Israel) en el proceso de la salida de Egipto. De esa forma podemos entender por qué era tan importante endurecer el corazón de Paró y hacer recaer sobre él diez plagas, antes de la salida de Am Israel de Egipto. El judío humillado, que asimiló su situación de inferioridad frente al opresor egipcio, tenía que ver una y otra vez a su amo siendo vencido frente a sus ojos por el D-s de Israel, hasta el punto que "y vio Am Israel a los egipcios muertos sobre la orilla del mar" (Shmot 14:30). Y eso se lo contará al hijo simple que le nacerá: "Con fuerte mano el Eterno nos sacó de Egipto, de la casa de servidumbre" (Shmot 13:14). Pero no alcanza con eso. Una revolución espiritual no puede lograrse sólo desde "afuera", mirando en forma pasiva lo que le ocurre a los demás.

La revolución de la libertad debe llegar a través de las acciones de los hijos de Israel mismos.

La primer Mitzvá que fueron ordenados los miembros de Am Israel - es el calendario judío . El ciclo anual es el que modela la identidad de cada persona y de cada pueblo. Cesar de utilizar el calendario egipcio, y adoptar el calendario nacional auténtico - es capaz de expresar profundamente la salida del pueblo a la libertad eterna. La cuenta de los años comenzará de nuevo, a partir de la salida de Egipto, y no del reinado de Paró . Los años de esclavitud anteriores serán sólo prehistoria, carentes de significado para la nueva identidad. Los meses serán enumerados de una nueva forma, y los nombres de los meses les serán dados en base al mes de la libertad, que "os será el primero de los meses del año" (Shmot 12:2).

Luego, será anunciada la rebelión religiosa . Cada familia de Am Israel tomará el ídolo del subyugador - el cordero - y lo atará por cuatro días a la pata de su cama. Y luego - lo degollará, y mojará con su sangre el dintel y las jambas de la puerta. No lo hará en secreto, sino que a los ojos de todos. No en la oscuridad de la noche, sino que a la luz del día. Y a la par de Su pueblo, dirá D-s: "Y sobre todos los dioses de Egipto ejecutaré juicios, Yo soy el Eterno" (Shmot 12:12).
La libertad no es sólo "dejar de hacer", no es sólo liberarse del yugo del opresor: La libertad exige que sea consolidada una identidad propia autónoma . Esa identidad nacional no se obtiene sólo a través de las acciones y los pensamientos, sino que también a través de la boca. Cada pueblo - tiene su comida nacional típica. Y aquí, D-s nos ordena el "menú de la libertad": El sacrificio de Pesaj , que debe ser comido "asado al fuego" (quizás esa es la razón - en forma inconciente - por la cual se acostumbra a comer carne asada en Iom HaAtzmaut ), acompañado de matzá (pan ácimo) y maror (hierbas amargas). Y más tarde, en el desierto, comenzará la disputa entre el "pan celestial" - el man - y la olla de la carne de Egipto, o los pescados, los cohombros, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos (Bamidbar 11:5). Hasta hoy en día, incluso en los lugares más alejados de la identidad judía, es cuidado cierto recuerdo de ella bajo la forma de las comidas típicas festivas: Kneidalaj de Pesaj , Oznei Aman de Purim , o las Sufganiot de Januca .
Pero no se puede basar la identidad propia en la comida. Justamente en ese momento en que "la matzá y el maror se encuentran frente a ti" (Hagadá de Pesaj ) - cuando la vista y el gusto se encuentran en su máxima actividad - cada miembro de Am Israel debe contar a sus hijos el relato que ellos expresan, el relato de la salida de Egipto. "Y en aquel día contarás a tu hijo, diciendo; es a causa de lo que hizo conmigo el Eterno cuando salí de Egipto" (Shmot 13:8). El relato de la salida de Egipto es mucho más que el relato de la bondad y los milagros que D-s nos hizo. Ese es el relato de la creación del pueblo como Pueblo de D-s , como un pueblo que la Providencia Divina lo acompaña en todo lugar, en todo momento. Y en contraste con Egipto - que basaban su identidad nacional en la capacidad tangible, representada por pirámides gigantescas, esfinges fabulosas y monumentos impresionantes - el pueblo eterno basa su identidad en algo mucho más abstracto, en el relato que es trasmitido siendo contado y escuchado de generación en generación. Un relato que ningún imperio podrá destruir o callar, ningún ladrón nos lo podrá robar, ni el pasaje del tiempo podrá dejar en él cicatrices.
Con la salida de Egipto fueron entregadas otras mitzvot , que profundizan la conciencia de la libertad y la identidad propia. Brit Milá (circuncisión) - como el sello de la libertad en el cuerpo del judío, y los Tfilin (filactelias) - que nos recuerdan los principios básicos de la fe y el relato de la salida de Egipto - que imprimen el sello de la libertad en su espíritu.

El camino a la libertad es largo, y muy complejo. Debe abarcar todos los campos de la vida, y todos los aspectos de la psicología individual y nacional. Ella exige un cambio envolvente y genérico, en el calendario, en la comida y en la salida de un lugar determinado, también en la economía y en la lengua, y sobre todo - en la conciencia, que su principal consolidación llegará al cabo de cincuenta días, el día en que será entregada la Torá en el Monte Sinai.

Y quién sabe, quizás todos los eventos de nuestros días tienen como objetivo volver a plantearnos la exigencia de "sacar la galut de los judíos...

Rav Azriel Ariel (Beahava Ubeemuna N o 495)

El pueblo judío no se formó así mismo, D-s nos ordenó como un solo pueblo, una sola nación en el horno de hierro del exilio, nos sacó de casa de servidumbre, nos llevó de la mano al Monte Sinai y nos comandó para siempre a seguir la Torá.

Sin lugar a dudas la historia más importante de nuestra fe, la fe judías es la revelación de D-s en el Monte Sinai y el recibimiento de la Torá por parte del pueblo de Israel.

Millones de judíos se juntaron al se juntaron al pie del Monte Sinai y dijeron SI con mayúscula “haremos y escucharemos los Diez Mandamientos”. Ciertamente los Diez Mandamientos son la parte más famosa de la Torá.

La experiencia del Sinai.

Cuando el pueblo judío estaba parado frente al Sinai, ellos incondicionalmente aceptaron cumplir los 613 preceptos. Para aquellos que recién comienzan, 613 suena como una horrible carga… Incluso ¡exagerada!

Si sólo hubiese una sola poderosa idea que podamos tomar, alguna que sintetice a todo el resto: Rabenu Bajaié explica que mientras que la Torá contiene 613 mitzvot, todo está finalmente contenido en el primer mandamiento: “yo soy D-s”. Todo se resume en está única oración. ¿Por qué? Porque es alrededor de este punto que todo lo otro gira. Una vez que nosotros sabemos que hay un D-s. El resto fluye desde allí – porque nosotros lo reconocemos como un sistema holístico unificado. ¿Qué fue exactamente el encuentro en el Monte Sinai? El Talmud dice: Todo judío experimentó la voz de D-s. Una voz tan poderosa que el pueblo no solo escuchó, sino que vio “el sonido de las ondas” surgiendo de la boca de D-s. Este fenómeno fisiológico es llamado “sinestesia” en el cual todos los sentidos son intensificados y unidos.

La tradición judía nos dice que cada una de las almas judías – pasadas, presentes y futuras, estuvieron el Monte Sinai aquel día. Cuando la voz atravesó los Siete Cielos, la Torá fue tallada en las tablas de piedra… pero primero fue tallada en el corazón de cada judío. La Voz habló y nosotros escuchamos.

En el Shema Israel nosotros comenzando diciendo la palabra Shemá – escucha. Cuidadosa y tranquilamente nosotros escucharemos. Así como escuchó Itró.

El Sefat Emet dice que para recibir la Torá, uno debe desear la verdad. Escucha cuidadosamente. Pues la Mitzvá de “Saber que hay un D-s” nos invita a redescubrir la verdad.

Ser judío, por lo tanto, es más que simplemente ser un humano. D-s hizo al hombre a Su imagen y semejanza. Pero hasta el Sinai, la humanidad no tenía obligación definida de servir a D-s de llevar a cabo esta labor majestuosa. Nada realmente impedía al hombre utilizar esta semejanza para su propio beneficio.

Un judío, por otro lado, es un ser humano descendiente de Abraham, Isaac, y Iaakov, nuestros padres a quienes D-s dijo que se distinguieran por si mismo en servirle. El libro de Breshit (Génesis) describe mucho este hecho. Al principio enfatiza sus características como individuos, después como una familia, y finalmente como una nación. D-s dirigió esta nación al Sinai y la hizo distinta; estableció con ellos, para siempre, una irrevocable relación muy especial con toda su descendencia.

Estamos en la víspera de Pesaj, momento en el cuál debemos reforzar nuestra comunión con D-s, la Torá y con todos nuestros hermanos hijos de Israel cuando debemos recordar que el judaísmo halla su base y fundamento en la memoria de largo plazo.

Esa memoria es la que vincula a judíos de distintas partes del mundo y los convierten en el único pueblo, en única familia y en un solo individuo.

Esa memoria se erigió como estandarte para nuestros ancestros, también para nosotros, y nos brindó la oportunidad de producir hombres elevados hasta el día de hoy.

Un hombre sin memoria es para siempre como un bebé recién nacido.
Un hombre sin memoria, no es en absoluto un hombre vivo. Porque si no consigue atesorar las experiencias de su vida cotidiana, no conseguirá ningún objetivo; simplemente no vivirá en el sentido llano de la palabra.

Un pueblo sin pasado carece también del presente y ¿quién puede predecir sobre su futuro?

Sin embargo hay algunas ocasiones en que todos recordamos nuestra identidad esencial.

Una de estas ocasiones y la más amada de todas es la de la noche del Seder.

En este evento el pueblo judío celebra su propio nacimiento.
Nuestro cumpleaños es un día para la memoria.

En Rosh Hashaná HaShem nos recuerda.

En Pesaj nos recordamos a nosotros mismos.

La memoria es la transmisión de generación en generación, sobre los eventos acontecidos.

La memoria crea la continuidad.

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