martes, 27 de octubre de 2009

SUPERSTICIONES (I)

¿Verdadero o falso?

Desde finales del siglo dieciocho, durante el siglo diecinueve y gran parte del siglo veinte prevalece, en el mundo desarrollado, el modelo racional. Especialmente, la ciencia es considerada como tema central y se relega lo espiritual.

En dicho período, todo lo que se consideraba irracional era descalificado. Sin embargo, en la época actual vuelven a tener auge los temas relacionados con el ocultismo, espiritismo y los poderes parapsicológicos.

En verdad, el hombre en ningún momento se ha alejado de esos asuntos, que siempre lo atraían a través de todo lo desconocido del mundo espiritual.

Así tenemos la demoniología, el ocultismo, la levitación, la magia, la brujería y otro tipo de disciplinas esotéricas que tienen entre nosotros una presencia más cotidiana.

Por supuesto que una cosa es el Occidente y otra distinta lo que aconece en otras partes del mundo. Si nos remitimos a los eventos que transcurren, por ejemplo, en el África podemos notar la diferencia.

Danza terapéutica

Una ceremonia muy común en algunas sociedades africanas, es el ritual en el que los negros africanos cantan y danzan alrededor de un hombre atado de pies y manos a un mástil. Éste tiene su cuerpo pintado con una sustancia extraña, grita y llora. Sus compañeros danzarines, van echando tierra hacia atrás y también ceniza sobre el cuerpo vivo del compañero atado al mástil.

Nuestra interpretación, la de los hombres occidentales, es que se está castigando y torturando a ese hombre. Sin embargo, no es así.

No actúan en contra de su voluntad, ni quieren hacerlo sufrir. Si indagamos en el significado de la ceremonia, sabremos que se lo hace sufrir sólo para extraerle un espíritu demoníaco que habría ingresado a su cuerpo.

La danza tiene la misma intención que cuando en el mundo altamente civilizado, un médico inyecta una sustancia en el cuerpo de un hombre con un padecimiento.

No sólo en el Africa

Hay costumbres milenarias, nacidas en la mesopotamia y trasladadas al África. Son incluso ceremonias que se originan en tiempos anteriores a la aparición del judaísmo.

Pero estos actos no sólo ocurren en el corazón de la jungla africana; también los podemos ver en pleno Occidente: en Nueva York, en Jerusalem o en Buenos Aires. Hoy los periódicos de nuestra ciudad tienen su sección que ofrece servicios de limpieza de demonios y de limpieza espiritual en nuestros propios hogares o en nuestros propios cuerpos.

Nos proponen quitarnos de encima presuntas influencias malignas. Es un servicio que tiene su costo: cada vez que nos lo prestan, nos lo cobran.

En una ocasión, un periodista norteamericano se propuso investigar para conocer de cerca el modo de trabajo de los distintos curanderos, magos y brujos. Así, llamó aproximadamente a una quincena de estos 'profesionales'. En todos los casos, le decían que aún quedaban resabios -en su cuerpo o en su casa- de influencias malignas. Se aseguraban así nuevas consultas y el correspondiente pago de honorarios.

Hay mucha gente que tiene problemas y estos individuos inescrupulosos se aprovechan de eso. Lo cierto es que cada día tenemos más estrés, más ansiedad y nuevos conflictos; anhelamos soluciones que tardan en llegar. Esto lleva a mucha gente a la búsqueda de soluciones mágicas.

En ocasiones, sucede frente a situaciones a gente, también en nuestro medio presuntamente racional y no de ideas animistas como el que prevalece en el medio africano que describimos más arriba.

La perspectiva judía

¿Qué dice el judaismo al respecto? ... ¿se puede o no confiar en ello? ... ¿es verdadero o falso? ... ¿está prohibido? Vamos a ver qué dice el punto de vista judío. Los temas del ocultismo, la magia y la brujería abarcan muchas áreas distintas.

Si por ejemplo, nos remitimos al Tratado del Sanhedrín vemos que allí se comenta que para ser miembro de este antiguo supremo tribunal judío, había que ser un experto en todo lo que son las técnicas de la brujería y del ocultismo. Porque los jajamim -sabios-, tenían que juzgar a los que practicaban la brujería o la hechicería. Dado que uno no puede juzgar a alguien sin conocer las técnicas que utiliza. Nuestros sabios eran expertos en las técnicas que empleaban brujos y hechicheros; éstos eran los hombres que acudían a los espíritus de los muertos.

Este tema ha originado en algunos, una gran confusión. Por lo tanto, es preciso aclarar: por un lado la Biblia condena terminantemente la práctica de la brujería y de la hechicería, de la magia y de la adivinación. La Torá condena todo eso, y algunas de esas prácticas está incluso condenada con la muerte.

Pero por otro lado, se nos presenta un dilema. Hay gente en la práctica del judaísmo -incluso en Buenos Aires, pero sobre todo en Israel-, que pueden ser observantes o aun llamarse rabinos pero sugieren al visitante con problemas y conflictos, realizar actos de ocultismo. O le venden un amuleto. O le prescriben ciertas actitudes para curarse de una enfermedad, encontrar una pareja o mejorar sus asuntos comerciales.

Esto es una contradicción con lo que prescribe la Biblia. Especialmente de parte de aquellos que son rabinos o que se presentan como tales.

Hay temas parecidos, como la Kabalá, el mal de ojo o la reencarnación.

Invocando poderes

Es decir que, en el caso de estas personas con presunta autoridad en temas judaicos, invocan poderes especiales para lograr que los fieles que llegan con dolores y desesperanza, alcancen la mejoría anhelada.

Debemos dividir esto en dos partes: una es el ocultismo en general y la otra, la que hace a la preparación y utilización de amuletos de buena suerte.

De estos últimos se conoce cotidianamente que alguna gente utiliza una cintita roja en el auto, otros un ojo celeste en el bolsillo y algunos una tira de ajo ubicada en el ángulo del frente de su tienda. Son para erradicar los espíritus malignos y el mal de ojo, entre otras cosas.

A su vez, los judíos llaman Kemiot a los amuletos de buena suerte o de erradicacion de males. Y Segulot son los actos o ceremonias cuyo objetivo es provocar un beneficio o repeler un perjuicio que tememos.

Idolatría

¿De dónde surge todo esto?

En primer lugar, debemos situarnos en la época previa a la aparición del judaísmo. Había entonces, entre los primeros hombres que poblaban el planeta, una concepcion idólatra. Allí nacen los ritos que aun hoy perduran entre los africanos.

Antes de que Dios haya revelado su magnificencia al hombre a través del pueblo judío, el hombre se había descarrilado del sendero divino.

Búsqueda de la protección

No obstante, aun aquellos hombres tenían también la sensación de Dios incorporada dentro de sí. El hombre necesitaba creer en algo supremo. No podía vivir sin la concepción de un ser supremo o poderes que estaban sobre él. Esto es algo que de alguna manera perdura hasta hoy. Necesitamos siempre tener alguien que tenga sobre nosotros un efecto de protección. El niño necesita a su padre o a su madre, la madre necesita a su marido; marido y mujer juntos necesitan a sus suegros, su maestro, o su amigo.

El hombre que no puede volcarse en los brazos de alguien se siente desesperado, no tiene en quién confiar. Y estos últimos son los casos de hombres o mujeres que en los momentos de conflicto caen en la desesperación, porque no tienen con quién hablar y les falta quien los proteja y los cuide.

En este aspecto, aquel que confia en alguien superior -sea su padre, su maestro, su vecino o su abuela- puede, frente a un problema que siente que lo supera, volcarse en los brazos de quien considera su protector. En cambio, aquel que siempre decide y no tiene que consultar cuando tiene un problema corriente, frente a una situación que lo excede se siente desesperado porque no sabe a quién recurrir.

Nuestra psicología es en esto análoga a la de los africanos o a la de los hombres cercanos a adam HaRishón (el primer hombre).

En los tiempos primitivos, sin ciencia ni medicina ni tecnología, todo resultaba extraño y eso generaba miedo. Al vivir en un ambiente extraño, de la psicologia interior del ser humano comenzó a florecer la adoración a seres supremos.

Adorando astros

En un principio, cuando apenas fue creado el mundo, los hombres adoraban a D"s. Pero como D"s no se ve ni aparece ni se revela, como no habla y no se toca, fueron ganados por el desconcierto. ¿Qué era en cambio lo que se veía? ... Se veían las estrellas, el sol y la luna.

Y éstos fueron los primeros elementos idólatras y paganos que aparecen en el hombre. Los seres humanos se descarrilaron y comenzaron a adorar a los astros, a los que veían fuertes y grandes. Entendían que la tierra y el mundo dependían de ellos. Podían captar que el sol daba calor, hacía crecer las plantas, modificaba el clima de la tierra. Y empezaron a creer en los astros como dioses.

Comenta el Rambam en la Guía de los Perplejos, que a través de la imaginación comenzaron a invocar a esos dioses. En un principio realizaron sacrificios de seres humanos, luego de animales y plantas. Todo ello acompañado de ofrendas y ritos extraños.

Nació así el paganismo en la forma de la astrolatría -adoración de los astros.

La brujería, justamente, nace luego como derivación de ésta. Se trataba entonces de invocar a los seres supremos para erradicar el mal o atraer el bien. Pero estos seres supremos no tenían porqué ser buenos. En cambio hoy, cuando hablamos de D"s, nosotros pensamos que tiene que ser bueno o misericordioso.

El astro o la estrella que se adoraba no tenía porqué ser bueno a los ojos de los hombres. Entre los dioses griegos incluso, había dioses buenos y había dioses malos. Los dioses se casaban, cometían adulterios, tenían hijos. El Olimpo era una especie de sociedad contemporánea, pero con dioses que se engañaban, se mataban, entraban en guerra, etcétera.

Los malos vecinos

Entonces no solamente se invocaba a los dioses para que la próxima cosecha sea buena; la invocación y ritos a los dioses se hacían también, por ejemplo, para concluir con las osadías de un vecino molesto que por las noches hacía sonar un instrumento musical y no dejaba dormir. Si éste se negaba a deponer su fastidioso comportamiento, había también una razón para invocar a los dioses o seres supremos para que un mal caiga sobre ese molesto vecino.

Estas prácticas que nacieron aún antes de la aparición del judaísmo, tienen también vigencia hoy en día.

Así, hay gente que cree que recibió una maldición o que le han tirado un 'mal de ojo'. Una mujer puede suponer, por ejemplo, que su amiga -que no tiene hijos- la envidia porque ella sí los tiene ... Y que esa envidia se expresa en un 'mal de ojo' para el que debe organizar alguna forma de conjuro de espíritus.

Lo cierto es que los astros no son dioses ni tienen poder alguno. La brujería, el ocultismo y el espiritismo son tan falsos como los dioses que invocaban.

Origen (según Maimónides) de los tres poderes esotéricos:

1- Astrolatría
2- Excusa para el libertinaje
3- El 'shefa elokuí'

No existen otros dioses


1. Astrolatría

No es que en el judaísmo la idolatría exista pero está prohibida. Ni existe ni está autorizada. Lo mismo sucede con la brujería.

Pese a que ciertos pensadores judíos hablan de la brujería o del ocultismo como algo real, el judaísmo no los considera tal cosa.

Basados en el espíritu del pensamiento de Maimónides, aclararemos esto. La Torá es muy clara cuando prohibe adorar a otros dioses; hay quienes creen que de esto se puede inferir que existan otros dioses. Pero no es así. Solamente dice que está prohibida la adoración a otros dioses, que no existen.

No significa que el idolo exista, sino que el acto está prohibido.

Lo mismo acontece con la brujeria. Cuando la Biblia dice que está prohibida, no significa que existan otros poderes. Pero sucede que hay pensadores dentro del judaísmo que están influenciados por otras religiones -el islam, el cristianismo-, por lo que plantean la existecia de las fuerzas del bien y de las fuerzas del mal. Pero es un error. Para el judaísmo no hay tal cosa. Hay una sola fuerza, que es la fuerza de D's. El mal está en nosotros: si nosotros queremos, hacemos el bien; cuando queremos, hacemos el mal.

Está prohibido el acto de la brujería. Éste no va a tener ningún resultado. Si alguien, por ejemplo, decide hacer un hechizo. Supogamos que toma un muñeco al que le da la forma de aquella persona a la que quiere perjudicar. Y pronuncia presuntas palabras mágicas -como la célebre 'abracadabra' y otras- para luego tomar un un cuchillo o una aguja y clavarlo al muñeco, esto no traerá ningún resultado.

Eso no hace ningun efecto, pero la realización de este acto está prohibida. ¿Porqué? Porque alguien puede decir que fue a un mago y lo curó. Toda enfermedad tiene dos resultados posibles: o se soluciona o no se soluciona. Cuando uno va a un curandero o mago, tiene también dos alternativas: o se soluciona o no se soluciona su problema.

Si se llega a solucionar uno atribuye la curación al acto de la brujería; pero no es así. Si se curó es independientemente del acto. El acto en sí está prohibido porque fomenta la idolatría. No porque sea un poder, sino porque a partir de ahi ese individuo comienza a creer en eso, es decir que se inicia en la idolatría.

2. Excusa para el libertinaje

Según el Rambam había otro elemento que fomentaba la idolatría. El Rambam leyó muchos los libros de ese género, y encontró en la descripción de un hechizo que los hombres se visten de mujeres y las mujeres se visten de guerreros. Eso tenía la intención de corromper carnalmente la ciudad. Pero como se hacía junto a la invocacion de los espíritus -a quienes se atribuía la transformación sexual- , era como un permiso obtenido para cometer todo tipo de orgías.

3- El 'shefa eloquí'

Todo ser humano tiene la posibilidad de recibir un 'shefa eloquí', o sea, una emanación divina. Es un mensaje divino, un código, un presentimiento, una sensación que no viene de nuestro interior sino que viene de arriba. Esa emanacion que eventualmente podemos recibir, tiene tres formas de ponerse de manifiesto. Eso va a depender de la capacidad intelectual y de la capacidad ética de quien la va a recibir.

La emanación divina es como una revelacion de D's hacia el ser humano (hombre o mujer); si el ser humano está preparado intelectual y éticamente en un 100%, esa emanación divina se convierte en profecía.

Nuestros profetas justamente recibían la emanación divina y podían comprenderla en su totalidad, porque su preparación era la adecuada. Es como volcar en su totalidad agua limpia en una fuente limpia. El agua queda tal cual como se recibió.

Si en cambio, en la persona que recibe la emanación divina, la preparación intelectual para la misma, no era adecuada, ya no era profecía.

A su vez, si estaba preparada intelectualmente pero no éticamente, esa persona recibía la emanación y ésta se transformaba en sabiduría, pero no en profecía.

Y cuando la emanación llegaba a una persona que no estaba preparada ni intelectual ni éticamente, dicha persona interpretaba la misma como brujería.

Es decir, que esa persona tiene una sensación particular. El ejemplo típico es el del hombre que sentía una revelación de D"s acerca del sistema de las lluvias. Lo que llegaba a su mente no era ni comprendido ni bien interpretado. Entonces creía que tuvo un presentimiento, que para hacer que caigan lluvias había que efectuar determinados pasos.

Los profetas judios se expresaban con metáforas y alegorías; Por ejemplo, cuando Jeremías habla de la caída de las estrellas, está aludiendo a la caída de las naciones que estaban hostigando al Pueblo de Israel.
Quien no estaba preparado para recibir el 'shefa ha eloquí' tergiversaba y desvirtuaba esta emanancion divina. No sabía que venía de D's. Y realizaba todo un código de normas en función de su incapacidad intelectual y ética.

Rabino Isaac A. Sacca

http://www.shabuatov.com/

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