En Babilonia, donde el vino era escaso, la Havdalá, al igual que el Kidush, se recitaba sobre el vino solamente en la sinagoga, con el propósito de dar cumplimiento así a la obligación de todos los presentes. La Havdalá se sigue diciendo en la sinagoga al concluir el servicio de Maariv del Shabat de noche. Tal como el Kidush, la Havdalá se ha convertido en una familiar ceremonia hogareña. Se dice en el hogar para dar cumplimiento a la obligación de todos los que se encuentran allí. Si bien el vino es la bebida preferida para la ceremonia, la Havdalá puede decirse sobre otros "liquidos importantes" (jamar mediná). Según muchas autoridades rabínicas, ello incluye cerveza, leche, café, té, y jugo de frutas.
El ritual de la Havdalá comprende los siguientes componentes:
a. Versiculos de introducción.
b. Bendición sobre el vino.
c. Bendición sobre las especias.
d. Bendición sobre las luminarias.
e. Bendición de la Havdalá (distinción), que es la oración principal de este ritual.
Los versículos de introducción
Se acostumbra recitar ciertos versiculos de Isaías, de los Salmos y del Libro de Ester antes del ritual de Havdalá. Estos versículos no son parte obligatoria de la Havdalá. En el siglo XVI Rabí Moshé Isserles mencionaba sólo tres de los ocho versículos que recitamos actualmente (Oraj jayim 296:1; Rabí Moshé Isserles). Todos estos versiculos expresan confianza en Dios y esperanzas por los días venideros. La recitación de estos versículos se considera un "buen signo" (Simán Tov). La "salvación" que se menciona en estos versiculos es la salvación de tribulaciones o peligros inmediatos. Los versiculos son los siguientes
:
temor; porque mifortaleza y mi canción es Dios, el Señor, el
cual se ha hecho mi salvación. (Isaías 12:2)
Y sacaréis agua con regocijo de las fuentes de salvación.(Isaías 12:3).
Del Señor es la salvación; sobre Tu pueblo (venga)
Tu bendición eternamente. (Salmos 3:9)
El Señor de los Ejércitos está con nosotros;
nuestra fortaleza es el Dios de jacob, eternamente. (Salmos 46:12)
¡Oh, Señor de los Ejércitos, bienaventurado el hombre que confía en Ti! (Salmos 84:13)
¡Señor, salva! ¡Oh, Rey, respóndenos el día que Te clamemos clamemos! (Salmos 20:10)
Para los judíos habia luz y regocijo, y alegría y honra. (Ester 8:16) Así sea con nosotros.
El caliz de salvación alzaré, y el Nombre del Señor invocaré. (Salmos 116:13)
La frase del Libro de Ester es el único lugar de todo el libro de oraciones donde se utiliza el término yehudim (judíos) para referirse al pueblo judío. En toda la Biblia y en el Sidur se utiliza solamente el nombre de Ysrael (Israel). Se acostumbra que todos los presentes digan en alta voz el versículo del Libro de Ester, y la esperanza intercalada de que "Así sea con nosotros."
La bendición sobre el vino
Los versiculos arriba mencionados sirven de introito a la bendición sobre el vino, que es el obligado comienzo de la Havdalá. Se acostumbra llenar la copa de Havdalá hasta que desborde. Un fundamento de esta costumbre es el versículo bíblico de que Dios "bendecirá tu pan y tus aguas" (Exodo 23:25). Una casa donde el vino corre como agua se considera incluida en esta bendición Divina (Eruvin 65a). De aquí la copa desbordante, que simboliza el bienestar y nuestra participación de la bendición Divina.
Las bendiciones sobre las especias y las luminarias
El uso de especias aromáticas y de luz en el recitado de la Havdalá comenzó alrededor del siglo II Antes de la Era Común. En aquel entonces los Sabios acostumbraban prolongar su tercera comida shabática (Seudá Shlishit), que suele tomarse el shabat por la tarde, hasta bien entrada la noche. Al final de la comida se traía fuego (que no puede encenderse en Shabat) e incienso (que no puede ser preparado en Shabat puesto que hay que calentarlo). Estos dos elementos y las bendiciones asociadas a su utilización se convirtieron con el tiempo en partes integrantes del ritual de la Havdalá.
Las dos bendiciones son las siguientes:
Bendito eres Tú, Señor, nuestro Dios, Rey del mundo, que has creado especias aromáticas.
Bendito eres Tú, Señor, nuestro Dios, Rey del mundo, que has creado las luces del fuego.
La bendición sobre las especias es una bendición de disfrute (Bircat Hanebeni-n) y por ende es de la misma categoría que las que se dicen por la comida y la bebida. En toda ocasión que se disfrute de los aromas de las especias se debe recitar esta bendición.
Una de las razones que se invocan para la utilización de las especias aromáticas, es el hecho de que el judio se entristece ante la partida del Shabat. Se supone que la elevación de espíritu que brinda la fragancia de las especias, habrá de compensar en algo la melancolía que produce la partida del Shabat. Los Sabios nos han enseñado que "tres cosas restablecen el buen ánimo del hombre: sonidos, vistas y aromas (gratos)" (Berajot 57b). La fragancia de las especias sirve para refrescar y reanimar el espiritu (Maimónides, Hiljot Shabat 29:29).
Otra razón similar que se brinda, es la de compensar la partida de la neshamá yeteirá (alma adicional) que todo judío observante del Shabat adquiere con el advenimiento del mismo. Este alma adicional se define como la sensación de tranquilidad y de satisfacción que embarga a la persona en Shabat (Rashi, Beitzá 16a). A la partida del Shabat, la pérdida de esta serenidad espiritual es cubierta, de cierto modo, por la fragancia refrescante de las especias (Beitzá 33b, Tosafot sobre el término ki). La compensación de la pérdida del "alma adicional" mediante el aroma de las especias fue factible para los Rabies, porque ellos consideraban el aroma agradable como un deleite del alma más que del cuerpo (Berajot 43b). Y no olvidemos que en hebreo el verbo "respirar" (nashom) y el sustantivo "alma" (neshamá) provienen de la misma raíz.
La bendición sobre las luces del fuego no es de la misma categoría que la de las especias. No se la considera una bendición de disfrute, razón por la cual no tenemos obligación de recitarla cada vez que nos beneficiamos del fuego, ya sea en forma de la luz que nos permite ver, o del calor que nos entibia el ambiente, o de la llama para cocinar nuestros alimentos. Las Bircot Hanehenin fueron prescriptas solamente para los beneficios o disfrutes que son absorbidos directamente por el organismo (Pesajim 53b, Tosafot sobre el término ein).
La bendición sobre las luminarias, en la noche, a la conclusión del Shabat, está destinada a conmemorar el descubrimiento del fuego por el hombre. El Talmud enseña que Dios proporcionó a Adán inteligencia para tomar dos piedras y golpearlas a fin de producir así el fuego (y las luminarias), y que este descubrimiento tuvo lugar en la primera noche de conclusión del Shabat (Pesajim 54a). Además de ello, dado que está prohibido encender fuego en Shabat, es como si el fuego fuera renovado para nosotros después de la conclusión del Shabat, y por lo tanto agradecemos a Dios por ello.
La leyenda talmúdica podría despertar alguna leve reminiscencia de la antigua leyenda griega, de que el fuego fue dado a los hombres por Prometeo, quien lo robó del cielo. Cuando Zeus, el rey de los dioses, descubrió el robo, dispuso que Prometeo fuera encadenado y torturado. Contrastando con esto, la leyenda judia nos dice que fue el mismo Dios quien enseñó al hombre el modo de obtener el fuego. El Dios judio es un Dios que desea ayudar al hombre a descubrir la senda del progreso. La bendición por las luminarias expresa, pues, agradecimiento por este don Divino. Los Sabios deliberadamente eligieron la expresión en plural "meoré ha-esh" (las luces del fuego) para indicar que Dios ha dado al hombre inteligencia para elaborar diversas formas de iluminación. Con esta bendición reconocemos que Dios es la fuente de todas las luminarias, inclusive las desarrolladas por mano del hombre.
Para la Havdalá se utiliza una vela trenzada de varios pabilos, dado que se considera que una "antorcha", que derrama más luz, es la forma más adecuada para dar cumplimiento a esta mitzvá (Pesajim 103b). Si no se dispone de una vela trenzada, se pueden utilizar dos velas comunes que se sostienen juntas de modo que sus llamas se fusionen, y ello se considera equivalente a una "antorcha" (Oraj jayim 298:2, Rabi Moshé Isserles). A falta de velas, puede decirse la bendición por la luz sobre dos fósforos unidos, e incluso a la luz de una linterna eléctrica.
Al pronunciar la bendición se acostumbra extender una o ambas manos hacia la llama y examinar rápidamente las palmas de las manos o las uñas de los dedos. Ello se hace a fin de derivar alguna utilidad de la luz sobre la cual se recita la bendición. Por lo general la vela es sostenida por alguien de la familia, y se acostumbra asignar esta función a los niños de la casa.
Al concluir una festividad que no coincide con Shabat, se recita solamente la bendición sobre el vino y la bendición básica de Havdalá. En este caso no se dicen los versiculos preliminares, ni las bendiciones sobre las especias y sobre las luminarias. El simbolismo religioso de estas dos bendiciones se refiere exclusivamente a la conclusión del Shabat.
Si la conclusión del día de Shabat coincide con el comienzo de una festividad, se prescinde de la bendición sobre las especias. La fiesta, yom tov, tiene "aroma" más que suficiente para compensar la partida del Shabat (Pesajim 102b, sobre el término rav).
La Bendición de Havdalá
Bendito eres Tú, Señor, nuestro Dios, Rey del mundo,- que haces distinción entre lo sagrado y lo profano, entre la luz y las tinieblas, entre Israel y los (demás) pueblos, entre el séptimo día y los seis días de labor. Bendito eres Tú, Señor, que haces distinción entre lo sagrado y lo profano.
El texto de la bendición de Havdalá que aparece en el Talmud (Pesajim 103b) se basa en diversas distinciones (havdalot) mencionadas en las Escrituras:
"Entre lo sagrado y lo profano" procede de Levítico 10:10.
"Entre la luz y las tinieblas" deriva de Génesis 1:4.
"Entre Israel y las (demás) naciones " proviene de Levítico 20:26.
Estas "distinciones" significan diferentes niveles de santidad establecidos por el Santo, Bendito Sea. La Havdalá que se dice como parte de un Kidush de fiesta distingue, además, la mayor santidad del Shabat de la santidad de la festividad que comienza (Hulín 26b). Las festividades son de menor grado de santidad, porque en esos días se permite cocinar y hornear los alimentos para la fiesta.
Al hacer uso de todos nuestros sentidos: el del tacto, al tocar la copa; el del gusto, al saborear el vino; el del olfato, al oler el aroma de las especias; el de la vista, al contemplar las luces; y el del oído, al escuchar las bendiciones; y además, al aplicar la inteligencia que Dios nos dio para entender las distinciones que menciona la Havdalá, podemos considerar que este ritual y sus bendiciones representan la consagración a Dios de todos nuestros sentidos y capacidades al comienzo de cada nueva semana de nuestra vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario