Ieshaiahu (Isaías) 54:11 - 55:5
Esta semana leeremos la tercera de las siete profecías de consuelo al pueblo de Israel y a la tierra de santidad, extraídas del libro del profeta Ieshaiahu.
"Empobrecida, agitada, desconsolada;
he aquí que Yo asentaré con puj tus piedras,
y haré tus fundaciones de sapirim"
(54:11)
El profeta nos presenta aquí una turbia imagen de la ciudad sagrada. Jerusalem, se encuentra en un estado de empobrecimiento, como una mujer menesterosa cuyo corazón está convulsionado y agitado por todas las aflicciones que ha sufrido, por su destrucción y por el exilio de sus hijos. Pero la misericordia Divina jamás se alejará y D'os le asegura que reconstruirá las piedras de sus pisos con puj - una clase de piedra negra muy cara - además de fortalecer sus cimientos con sapirim - una clase de piedra rojiza, muy cara también.
Sin embargo, inmediatamente después de esta profecía, aparece otra que habla sobre la importancia del estudio de la Torá, como insinuándonos que el verdadero consuelo, necesariamente deberá estar acompañado de la dulzura de las palabras de nuestra Sagrada Torá.
"Oh! Todos los sedientos vayan al agua,
así como quien carece de dinero;
vayan, compren y coman;
vayan, compren sin dinero y sin precio
vino y leche"
(55:1)
En esta segunda profecía, el profeta Ieshaiahu convoca a todos los sedientos a acercarse a las dulces aguas de la Torá, diciendo que puede ir incluso quien carezca de medios económicos para comprar agua, pues podrá obtener las dulces aguas de la Torá gratuitamente. Quienes realmente tengan apetito por la palabra de D'os, podrán acercarse a los profetas para escuchar sus palabras - que valen más que el vino y la leche - sin tener que pagar por esas enseñanzas que encierran la gran sabiduría de la Torá.
"¿Por qué pagarán dinero sin (recibir) pan
y se esforzarán sin que sea para saciar;
escúchenme a Mí, y coman lo bueno,
y se deleitará con manjares vuestra alma"
(55:2)
Ieshaiahu le pregunta al pueblo por qué es que ellos pagan dinero para concurrir a toda clase de cursos, charlas y mesas redondas, donde se estudian o debaten distintas materias que nada tienen que ver con el judaísmo, y que en definitiva no sacian al oyente, ni calman su apetito espiritual. Ellos tienen un alimento sabroso y nutritivo que verdaderamente sacia a la persona, colmando todas sus expectativas y necesidades espirituales: la Torá de Israel.
"Presten oído y vengan a Mí,
escuchen y vivirá vuestra alma,
y concertaré con ustedes un pacto eterno:
las bondades de David, que son firmes"
(55:3)
Si el pueblo de Israel se acercaría a la Sagrada Torá, entonces D'os concertaría con ellos un pacto de amor eterno. Él haría que retorne el reinado de la dinastía de David ininterrumpidamente, hasta la venida del Mashíaj (Mesías), y así le retribuiría al rey David por todas las buenas acciones que él había hecho respecto de D'os.
Rabí Iosef Jaim (1834 - 1909) en su libro "Adéret Eliahu" nos explica que generalmente los alimentos son digeridos completamente por el cuerpo después de seis horas, y para quien los compró pagando dinero por ellos, es de alguna manera, como si no hubiera comprado nada, pues después de algunas horas ese alimento ingerido desaparece por completo. Por eso, en el versículo anterior, el profeta Ieshaiahu les dijo: "¿Por qué pagarán dinero sin (recibir) pan", pues un alimento es algo efímero.
Pero alguien le podría preguntar al profeta: "¿Cómo es que tú dices que el pueblo gastó dinero sin recibir nada a cambio, si ellos en realidad sí recibieron pan?". Y es por eso que Ieshaiahu se adelantó y les dijo: "se esforzarán sin que sea para saciar", pues el profeta les explicaría que su intensión es decirles que ellos se esforzaron trabajando duramente para ganar dinero para comprar alimento que no trae una saciedad permanente, ya que ellos nunca podrán saciarse más que algunas horas solamente.
Pero esto no es así con el alimento espiritual, es decir, la Torá y las mitzvot, ya que ese alimento sí es eterno, y por eso el mejor consejo que Ieshaiahu puede darles en nombre de D'os es: "escúchenme a Mí, y coman lo bueno" - es decir la Torá - "y se deleitará con manjares vuestra alma" - en el mundo venidero. "Presten oído, y vengan a Mí, escuchen y vivirá vuestra alma" - una vida eterna. Entonces, como recompensa por esto "concertaré con ustedes un pacto eterno: las bondades de David, que son firmes", pues la futura redención final, no será parcial y temporaria al concluir en otra esclavitud, sino que será una libertad eterna.
Esta semana leeremos la tercera de las siete profecías de consuelo al pueblo de Israel y a la tierra de santidad, extraídas del libro del profeta Ieshaiahu.
"Empobrecida, agitada, desconsolada;
he aquí que Yo asentaré con puj tus piedras,
y haré tus fundaciones de sapirim"
(54:11)
El profeta nos presenta aquí una turbia imagen de la ciudad sagrada. Jerusalem, se encuentra en un estado de empobrecimiento, como una mujer menesterosa cuyo corazón está convulsionado y agitado por todas las aflicciones que ha sufrido, por su destrucción y por el exilio de sus hijos. Pero la misericordia Divina jamás se alejará y D'os le asegura que reconstruirá las piedras de sus pisos con puj - una clase de piedra negra muy cara - además de fortalecer sus cimientos con sapirim - una clase de piedra rojiza, muy cara también.
Sin embargo, inmediatamente después de esta profecía, aparece otra que habla sobre la importancia del estudio de la Torá, como insinuándonos que el verdadero consuelo, necesariamente deberá estar acompañado de la dulzura de las palabras de nuestra Sagrada Torá.
"Oh! Todos los sedientos vayan al agua,
así como quien carece de dinero;
vayan, compren y coman;
vayan, compren sin dinero y sin precio
vino y leche"
(55:1)
En esta segunda profecía, el profeta Ieshaiahu convoca a todos los sedientos a acercarse a las dulces aguas de la Torá, diciendo que puede ir incluso quien carezca de medios económicos para comprar agua, pues podrá obtener las dulces aguas de la Torá gratuitamente. Quienes realmente tengan apetito por la palabra de D'os, podrán acercarse a los profetas para escuchar sus palabras - que valen más que el vino y la leche - sin tener que pagar por esas enseñanzas que encierran la gran sabiduría de la Torá.
"¿Por qué pagarán dinero sin (recibir) pan
y se esforzarán sin que sea para saciar;
escúchenme a Mí, y coman lo bueno,
y se deleitará con manjares vuestra alma"
(55:2)
Ieshaiahu le pregunta al pueblo por qué es que ellos pagan dinero para concurrir a toda clase de cursos, charlas y mesas redondas, donde se estudian o debaten distintas materias que nada tienen que ver con el judaísmo, y que en definitiva no sacian al oyente, ni calman su apetito espiritual. Ellos tienen un alimento sabroso y nutritivo que verdaderamente sacia a la persona, colmando todas sus expectativas y necesidades espirituales: la Torá de Israel.
"Presten oído y vengan a Mí,
escuchen y vivirá vuestra alma,
y concertaré con ustedes un pacto eterno:
las bondades de David, que son firmes"
(55:3)
Si el pueblo de Israel se acercaría a la Sagrada Torá, entonces D'os concertaría con ellos un pacto de amor eterno. Él haría que retorne el reinado de la dinastía de David ininterrumpidamente, hasta la venida del Mashíaj (Mesías), y así le retribuiría al rey David por todas las buenas acciones que él había hecho respecto de D'os.
Rabí Iosef Jaim (1834 - 1909) en su libro "Adéret Eliahu" nos explica que generalmente los alimentos son digeridos completamente por el cuerpo después de seis horas, y para quien los compró pagando dinero por ellos, es de alguna manera, como si no hubiera comprado nada, pues después de algunas horas ese alimento ingerido desaparece por completo. Por eso, en el versículo anterior, el profeta Ieshaiahu les dijo: "¿Por qué pagarán dinero sin (recibir) pan", pues un alimento es algo efímero.
Pero alguien le podría preguntar al profeta: "¿Cómo es que tú dices que el pueblo gastó dinero sin recibir nada a cambio, si ellos en realidad sí recibieron pan?". Y es por eso que Ieshaiahu se adelantó y les dijo: "se esforzarán sin que sea para saciar", pues el profeta les explicaría que su intensión es decirles que ellos se esforzaron trabajando duramente para ganar dinero para comprar alimento que no trae una saciedad permanente, ya que ellos nunca podrán saciarse más que algunas horas solamente.
Pero esto no es así con el alimento espiritual, es decir, la Torá y las mitzvot, ya que ese alimento sí es eterno, y por eso el mejor consejo que Ieshaiahu puede darles en nombre de D'os es: "escúchenme a Mí, y coman lo bueno" - es decir la Torá - "y se deleitará con manjares vuestra alma" - en el mundo venidero. "Presten oído, y vengan a Mí, escuchen y vivirá vuestra alma" - una vida eterna. Entonces, como recompensa por esto "concertaré con ustedes un pacto eterno: las bondades de David, que son firmes", pues la futura redención final, no será parcial y temporaria al concluir en otra esclavitud, sino que será una libertad eterna.
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