Ieshaiahu (Isaías) 51:12 - 52:12
En la lectura de la haftará de esta semana leeremos la cuarta de las siete profecías de consuelo para el pueblo de Israel, extraídas del libro del profeta Ieshaiahu.
"Yo, Yo soy Quien os consuela.
¿Quién eres tú, que temes del ser humano que morirá
y del hijo del hombre que se asemeja a la hierba?"
(51:12)
"Yo soy el mismo, no cambié. Yo soy Quien os consuela, y deben saber que este consuelo es verdadero y duradero, pues proviene de Mí. Pero debo preguntarte a ti, pueblo de Israel: ¿Quién eres tú, que temes del ser humano que morirá y del hijo del hombre que se asemeja a la hierba? Tú eres quien ha cambiado. Ya no te reconozco. Cuando te saqué de la tierra de Egipto confiabas solamente en Mí y no temías de pueblo alguno, pero ahora tú temes del hombre, de un ser humano que su vida es tan efímera como la de un vegetal, que hoy está húmedo y con vida, pero mañana estará seco totalmente.
"Dos (desgracias) he aquí que te han ocurrido,
¿quién te consolará?,
el robo y el quebrantamiento, el hambre y la espada,
¿con quién te consolarás?
(51:19)
El profeta Ieshaiahu nos recuerda aquí los sufrimientos que padeció el pueblo de Israel, y le dice: "¿quién te consolará?", pues no quedó nadie que pueda consolar al pueblo, ya que todos se han levantado en su contra y él ha quedado solitario. Además, al final del versículo le dice: "¿con quién te consolarás?", porque no sólo que nadie puede venir a consolar a Israel, sino que ningún pueblo puede servir de consuelo para Israel, ya que ninguna otra nación ha sufrido las penurias que Israel vivió.
A pesar de que el profeta dice que dos cosas malas le han ocurrido al pueblo, vemos que en el versículo son recordadas cuatro cosas: "el robo y el quebrantamiento, el hambre y la espada". Los comentaristas nos explican que los conceptos "el hambre y la espada" son la explicación de "el robo y el quebrantamiento", pues el quebrantamiento fue la consecuencia del hambre, y el robo fue producido por la espada de los ejércitos que atacaron al pueblo.
Sin embargo, Rabí Iehonatán Aibshitz (1690 - 1764) en su libro "Ahavat Iehonatán", nos explica que en realidad el profeta está haciendo referencia a dos distintas clases de pecados.
El primer tipo de pecado viene como consecuencia de la riqueza, y tiene lugar cuando el hombre que acumula bienes se enaltece y se desvía en pos de lo vano y lo necio para satisfacer todos sus deseos. Y esta clase de pecado evidentemente no tiene relación con la gente pobre.
Pero hay otra clase de pecado que sí puede tener relación con el pobre, y tiene lugar cuando todos los pensamientos acerca de su situación lo llevan a pensar que la suerte en este mundo depende de los astros, olvidándose de que D'os dirige el mundo. Y por cuanto que esta clase de pensamientos son la base para la herejía, en consecuencia, él termina adorando algo que no es D'os.
Pero en una sola persona (o en un sólo pueblo) es ilógico que se encuentren estas dos clases de pecados, pues ellos son la consecuencia de dos situaciones distintas y opuestas.
Sin embargo, el pueblo de Israel en la época del Primer Templo de Jerusalem realmente cometió dos pecados que demuestran una contradicción: por un lado, ellos se desviaron del camino recto y mantuvieron relaciones sexuales con mujeres que les estaban prohibidas para satisfacer sus deseos - y como explicamos, este pecado tiene relación con los ricos - y por otra parte ellos transgredieron la prohibición de la idolatría - y este pecado tiene relación con los pobres - ¿y cómo puede ser que un pueblo (o una persona) tenga una conducta tan irracionalmente contradictoria?
Por eso, el profeta Ieshaiahu - en nombre de D'os - amonestó a los hijos de Israel diciéndoles: "Dos (desgracias) he aquí que te han ocurrido". Ieshaiahu les dijo a ellos que específicamente dos fueron las desgracias que les sobrevinieron, pues ellas fueron las consecuencias de sus dos clases de pecados.
En la lectura de la haftará de esta semana leeremos la cuarta de las siete profecías de consuelo para el pueblo de Israel, extraídas del libro del profeta Ieshaiahu.
"Yo, Yo soy Quien os consuela.
¿Quién eres tú, que temes del ser humano que morirá
y del hijo del hombre que se asemeja a la hierba?"
(51:12)
"Yo soy el mismo, no cambié. Yo soy Quien os consuela, y deben saber que este consuelo es verdadero y duradero, pues proviene de Mí. Pero debo preguntarte a ti, pueblo de Israel: ¿Quién eres tú, que temes del ser humano que morirá y del hijo del hombre que se asemeja a la hierba? Tú eres quien ha cambiado. Ya no te reconozco. Cuando te saqué de la tierra de Egipto confiabas solamente en Mí y no temías de pueblo alguno, pero ahora tú temes del hombre, de un ser humano que su vida es tan efímera como la de un vegetal, que hoy está húmedo y con vida, pero mañana estará seco totalmente.
"Dos (desgracias) he aquí que te han ocurrido,
¿quién te consolará?,
el robo y el quebrantamiento, el hambre y la espada,
¿con quién te consolarás?
(51:19)
El profeta Ieshaiahu nos recuerda aquí los sufrimientos que padeció el pueblo de Israel, y le dice: "¿quién te consolará?", pues no quedó nadie que pueda consolar al pueblo, ya que todos se han levantado en su contra y él ha quedado solitario. Además, al final del versículo le dice: "¿con quién te consolarás?", porque no sólo que nadie puede venir a consolar a Israel, sino que ningún pueblo puede servir de consuelo para Israel, ya que ninguna otra nación ha sufrido las penurias que Israel vivió.
A pesar de que el profeta dice que dos cosas malas le han ocurrido al pueblo, vemos que en el versículo son recordadas cuatro cosas: "el robo y el quebrantamiento, el hambre y la espada". Los comentaristas nos explican que los conceptos "el hambre y la espada" son la explicación de "el robo y el quebrantamiento", pues el quebrantamiento fue la consecuencia del hambre, y el robo fue producido por la espada de los ejércitos que atacaron al pueblo.
Sin embargo, Rabí Iehonatán Aibshitz (1690 - 1764) en su libro "Ahavat Iehonatán", nos explica que en realidad el profeta está haciendo referencia a dos distintas clases de pecados.
El primer tipo de pecado viene como consecuencia de la riqueza, y tiene lugar cuando el hombre que acumula bienes se enaltece y se desvía en pos de lo vano y lo necio para satisfacer todos sus deseos. Y esta clase de pecado evidentemente no tiene relación con la gente pobre.
Pero hay otra clase de pecado que sí puede tener relación con el pobre, y tiene lugar cuando todos los pensamientos acerca de su situación lo llevan a pensar que la suerte en este mundo depende de los astros, olvidándose de que D'os dirige el mundo. Y por cuanto que esta clase de pensamientos son la base para la herejía, en consecuencia, él termina adorando algo que no es D'os.
Pero en una sola persona (o en un sólo pueblo) es ilógico que se encuentren estas dos clases de pecados, pues ellos son la consecuencia de dos situaciones distintas y opuestas.
Sin embargo, el pueblo de Israel en la época del Primer Templo de Jerusalem realmente cometió dos pecados que demuestran una contradicción: por un lado, ellos se desviaron del camino recto y mantuvieron relaciones sexuales con mujeres que les estaban prohibidas para satisfacer sus deseos - y como explicamos, este pecado tiene relación con los ricos - y por otra parte ellos transgredieron la prohibición de la idolatría - y este pecado tiene relación con los pobres - ¿y cómo puede ser que un pueblo (o una persona) tenga una conducta tan irracionalmente contradictoria?
Por eso, el profeta Ieshaiahu - en nombre de D'os - amonestó a los hijos de Israel diciéndoles: "Dos (desgracias) he aquí que te han ocurrido". Ieshaiahu les dijo a ellos que específicamente dos fueron las desgracias que les sobrevinieron, pues ellas fueron las consecuencias de sus dos clases de pecados.
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