lunes, 3 de agosto de 2009

Tu BeAv (15 de Av) - Miercoles 5 de Agosto de 2009

Esta fecha -aunque desconocida por muchos- tiene un significado trascendental en el calendario Judío.


En el seno de las comunidades de Israel, se celebra este día con alegría y fervor. Nuestros santos sabios le otorgaron a esta conmemoración una resonancia singular, distinguiéndola del resto de las festividades del año.La compararon con el día más sagrado para el pueblo de Israel: "El día de Kipur". Ambas fechas, (Tu Beab y Yom Kipur) fueron catalogadas como: "Los días más significativos para el pueblo de Israel".

Así está testimoniado en el Talmud en el tratado de Taanit (26-2):

"Dijo Rabán Shimón Ben Gamliel, no hubo fechas tan significativas para Israel como Tu Beab y Yom Kipur".
"En ellas, las doncellas de Jerusalém salían a danzar en los viñedos de la ciudad vestidas con túnicas blancas, (todos los vestidos eran del mismo color, además se los intercambiaban para no avergonzar a aquellas que los pedían prestados)".
"Los jóvenes solteros se dirigían al lugar para observarlas, y concretar, de ser posible, el futuro matrimonio".
"Las que gozaban de apellido renombrado les decían: ¡Muchacho, fíjate bien qué eliges!, no pongas tu mirada en la belleza, sino en el linaje, pues, la finalidad de la mujer son los hijos".
"Las bellas decían: ¡Observa la belleza!, ya que la mujer se realza por su belleza".
"Las feas decían: Casense con nosotras con el único fin de cumplir con el precepto del matrimonio, pero con la condición, de que nos coronen con diamantes y piedras preciosas".

La explicación de esta cita es la siguiente:

Estos dos días fueron destinados, desde su creación, como "Días de perdón", "Días de misericordia".

En ellos, prevalece el atributo de la benevolencia Divina para todos aquellos que necesitan de una gracia especial o un "privilegio" excepcional. En Tu Beab D-os perdonó a Israel por el pecado de los espías (quienes hablaron maledicencia de la tierra santa), y en Kipur expía, y purifica a todo Judío que regrese a El con sinceridad y devoción. Siendo estos días tan sobresalientes en materia de santidad y pureza, consideraron nuestros sabios que, era la fecha indicada para que las doncellas bailaran frente a los jóvenes, con el fin de que se concretaran los futuros matrimonios. Nunca temieron (los Jajamím, sabios), que en ese ambiente de seriedad y dignidad se rompiera la barrera del recato y el pudor, pues, la solemnidad del día, los protegía para que no cayeran en el libertinaje. Ciertamente, la sutileza que emanaba de sus personas y la pulcritud de sus actos, hacían de esos momentos los más significativos para el pueblo de Israel. (Condensado del Sefer Hatodeá).

El tema nos llama a la siguiente reflexión.

Las exhortaciones que las doncellas dirigían a los jóvenes, no eran meras fanfarronerías, o medios de manipulación que empleaban para conquistarlos. En cada expresión, en cada frase, se encerraba un ideal; un concepto de vida, un mensaje profundo que ellos debían descifrar, para luego evaluarlo, si en realidad congeniaba con su sistema de vida e idiosincrasia. Corresponde entonces, examinar detalladamente sus palabras.

Analicemos: Las bellas y las de linaje superior gozaban de ciertos privilegios, que las distinguían de las demás danzantes. Estas últimas, (las de linaje superior), con el solo apellido de su familia y su alta posición dentro de la comunidad, convencían fácilmente a los jóvenes para que las desposaran. Asimismo las bonitas. El don natural que poseían, las colocaba como seguras candidatas para casarse con los mejores muchachos. Ellas pues, con su belleza y encanto, cautivaban a los jóvenes para que fueran tras ellas. No obstante, (aún contando con estas ventajas), no pedían de ellos -al momento del compromiso- posiciones cómodas ni modus vivendi de categoría. En cambio, las feas, no solo no ofrecían ninguna superioridad en relación con las demás, sino que también exigían que las coronaran con diamantes y piedras preciosas.

¿Cómo comprender esta extraña actitud?. No tienen, no ofrecen, ¿y aún exigen?.

La respuesta a esta interrogante tiene un alto contenido anímico y una ilustración del concepto de la vida. Su mensaje nos ayudará a elevar el nivel de nuestra estima, a la vez que nos alentará a renunciar al sistema arcaico y deteriorado en que estamos inmersos, a fin de adoptar otro más pujante y alentador. Todas las doncellas: Las bellas, las adineradas, las de famosos apellidos, salían a bailar motivadas por el respaldo económico y natural que les aseguraba el futuro matrimonio. Con dinero, belleza y apellido renombrado, es fácil danzar y seducir a los muchachos. Mas las que carecían de estos recursos, ¿con qué fin salían a danzar?, al fin y al cabo, ¿qué les ofrecían para cautivarlos?. Bajo esas condiciones, ¿para qué se exponían al desprestigio?.

Aquí es donde se encierra el. secreto: Ellas ofrecían "La alegría de la vida".

Aún sabiendo a ciencia cierta que no poseían dinero, ni belleza ni reputación, aceptaban con alegría, modestia y conformismo lo que D-os les destinaba, y ello, las impulsaba a bailar al igual que las demás. Bien sabían que la felicidad no se adquiere ni se hace con todos los millones del mundo, la verdadera felicidad es la que brota del alma, la que se refleja en el rostro, la que nutre de ánimos y saciedad al espíritu.

"¿Quién es rico?, -quien es feliz con lo que tiene-" afanaron nuestros sabios en el tratado de Abot (4-1).

Ellas, a base de esmero y pujanza consiguieron vencer las adversidades que el destino les había deparado. No decayeron anímicamente frente a las compañeras que todo lo poseían. Por el contrario, remaron contra la corriente, alzaron su moral, escalaron posiciones hasta que lograron sonreírle a la vida. A partir de entonces, solo veían las maravillas que la vida les ofrecía diariamente. Gozaban del simple hecho de haber nacido, de tener el privilegio de diferenciarse de los animales y de disfrutar de un buen estado de salud. Los muchachos observaban esta gran virtud, veían cómo la alegría iluminaba sus rostros y sin envidias ni celos ni mucho menos con complejos de inferioridad, danzaban espontáneamente al tono de la composición musical. Era entonces, cuando se percataban del alto nivel moral que estas poseían. Por eso aceptaban sus condiciones y exigencias, pues, en realidad, "Coronarlas con diamantes y piedras preciosas" era todavía un precio bajo para recompensar lo que en esencia ellas les ofrecían.

Hoy día somos testigos del mal momento por el que está pasando nuestra juventud. Todo lo que quieren lo obtienen, y aún así no se satisfacen. Malgastan muchos años de su preciosa adolescencia, adoptando las malas costumbres y los nocivos vicios que merodean por las calles y que carcomen al género humano. El concepto que tienen de la vida es muy reducido, todo gira alrededor del materialismo, de las finanzas, y por lo mismo, en muchos casos, olvidan gozar y aprovechar los diversos beneficios que la vida en si les ofrece. La carrera desenfrenada de la ostentación, los lleva a perder la capacidad de asombro por las cosas que la bella naturaleza brinda diariamente y a cada momento. Desconocen la inmensa alegría que causa el contemplar el despunte del alba, el ayudar a un anciano, el asistir a un niño desamparado, el educar a los hijos, el admirar la belleza de una flor, de un paisaje, de la fauna silvestre. Olvidan reconocer y agradecer a D-os por su infinita misericordia al otorgarle la posibilidad de ver, oír, caminar, sonreír, compartir, amar y un sinfín de provechos que muchos otros no tienen o no pueden gozar.

Cuando el hombre comprenda profundamente lo que significan todos estos beneficios, entonces se dará cuenta de que la felicidad nace justamente de las cosas naturales que la vida ofrece. Ya nada perturbará su mente, solo dirigirá sus esfuerzos para conquistar esta felicidad que aún está lejos de él. Intentará recuperar el tiempo perdido. Buscará disfrutar al máximo cada día de su vida; cada momento; cada suceso y cada situación. Agradecerá a D-os desde lo más profundo de su alma por lo que posee, y entonces comenzará a sentir en una ínfima parte la "Alegría de la vida".

(Selección extraída del libro "Fechas y conmemoraciones" por Shlomo Sued, © Shlomo Sued)

¿Qué sucedió en Tu Beav?

Dijo Rabí Shimón ben Gamliél: No hubo festividades mayores para el pueblo de Israel que el 15 de Av y Iom Kipur. -- Talmud, Taanit 26b

El Talmud prosigue enumerando diversos sucesos felices que ocurrieron el día 15 del mes de Av:

Cesó la mortandad de la generación del Exodo. Algunos meses después de que el pueblo de Israel fuera liberado de la esclavitud egipcia, el incidente de los "Espías" [1] puso en evidencia su indisposición para la tarea de conquistar la tierra de Canaan y convertirla en la "Tierra Santa". Di-s decretó que toda aquella generación muriera en el desierto, y que serían sus hijos, en cambio, quienes entrarían a la Tierra Prometida. Tras 40 años de deambular por el desierto, la mortandad finalmente culminó, y una nueva generación de judíos estaba pronta para ingresar a la Tierra Santa. Era el 15 de Av del año 2487 desde la Creación (1274 antes de la era común).

Se permitió a las tribus de Israel casarse entre sí. A fin de asegurar la ordenada división de la Tierra Santa entre las doce tribus de Israel, se habían impuesto restricciones sobre los matrimonios entre miembros de tribus diferentes. Una mujer que había heredado de su padre tierras tribales tenía prohibido casarse con alguien que no fuera de su tribu, por temor a que sus hijos -miembros de la de su padre- provocaran el traspaso de la tierra de una tribu a otra al heredar su hacienda [2]. Esta ordenanza recaía sobre la generación que conquistó y colonizó la Tierra Santa; cuando la restricción fue levantada, el 15 de Av, el suceso fue considerado causa de celebración y festividad.

Se permitió a la tribu de Biniamín entrar en la comunidad. El 15 de Av también fue el día en el que la tribu de Biniamín, que había sido excomulgada por su comportamiento en el incidente de la "Concubina en Guivá" [3], fue readmitida en la comunidad de Israel.

Ioshúa ben Eilá abrió los caminos a Jerusalén. Tras la división de Tierra Santa en dos reinos luego de la muerte del Rey Salomón, Ieravám ben Nevat, regente del escindido Reino Norteño de Israel, estableció barricadas para impedir que sus ciudadanos hicieran el trianual peregrinaje al Gran Templo de Jerusalén, capital del Reino Sureño de Iehudá. Estas barricadas fueron finalmente eliminadas más de 200 años más tarde por Ioshúa ben Eilá, el último rey del Reino Norteño, el 15 de Av de 3187 (574 antes de la era común).

Se permitió que los muertos de Beitar recibieran sepultura. La fortaleza de Beitar fue el último bastión de la rebelión de Bar Kojbá. Cuando Beitar cayó el 9 de Av de 3893 (133 de la era común), Bar Kojbá y muchos miles de judíos fueron asesinados; los romanos masacraron a los supervivientes de la batalla con gran crueldad y ni siquiera estaban dispuestos a permitir que los judíos sepultaran a sus muertos. Cuando los muertos de Beitar finalmente fueron enterrados el 15 de Av de 3908 (148 de la era común), en conmemoración se agregó una bendición adicional (HaTov VehaMetiv) a la "Bendición de Gracias Después de las Comidas".

Día en que se quebró el hacha. Cuando el Gran Templo se alzaba en Jerusalén, la tala anual de leña para el altar se concluyó el 15 de Av. El suceso fue celebrado con banquetes y regocijo, como es costumbre hacerlo en la conclusión de cada emprendimiento sagrado [4], e incluyó un ceremonioso acto de rotura de las hachas que dio su nombre al día.

Aunque estos sucesos podrían ser perfectamente dignos de conmemoración y celebración, ¿cómo explican la asombrosa declaración de Rabí Shimón, que "no hubo festividades mayores para el pueblo de Israel"?

¿De qué manera es el 15 de Av más grande que Pesaj, el día de nuestro éxodo de Egipto, o Shavuot, el día en que recibimos la Torá? ¡Rabí Shimón hasta lo ubica antes de su otra "mayor festividad", Iom Kipur!

Tu Beav ¡¿más grande que Pesaj y Shavuot!?

¿De qué manera es el 15 de Av más grande que Pesaj, el día de nuestro éxodo de Egipto, o Shavuot, el día en que recibimos la Torá? ¡Rabí Shimón hasta lo ubica antes de su otra "mayor festividad", Iom Kipur!

Tiempo Lunar

Para comprender el significado del 15 de Av, debemos examinar primero el funcionamiento del calendario judío.El aspecto más básico de nuestro calendario es que primariamente es de carácter lunar: un calendario cuyos meses se fijan conforme las fases de la luna [5].

El Zohar [6] explica que el pueblo de Israel marca el tiempo según la luna porque nosotros somos la luna del mundo: tal como la luna, ascendemos y declinamos en el curso de las noches de la historia, conociendo épocas de crecimiento y disminución, alternando nuestros momentos de plenitud con momentos de tinieblas y oscuridad. Y, como la luna, cada una de nuestras regresiones y derrotas no es sino un preludio para un nuevo renacer, otra renovación.

La noche en que la luna es visible por vez primera al observador terrestre después de su ocultamiento marca el comienzo de un nuevo mes. Durante las siguientes dos semanas, el mes judío crece con la luna, alcanzando su clímax en la decimoquinta noche, la noche de luna llena. Luego siguen dos semanas de constante disminución de la luz lunar, hasta la noche en que la luna oscurece completamente y el mes mengua llegando a su conclusión. El renacimiento de la luna, 29 o 30 noches después de su nacimiento anterior, da la bienvenida al próximo mes: un nuevo ascenso a la plenitud, seguido por otro descenso al olvido, seguido por aún otro renacer.

En consonancia, el día 15 del mes judío marca el punto eminente de la contribución de ese mes particular a la vida judía. Por ejemplo: Nisán es el mes de la redención, y fue en el primer día de Nisán cuando comenzó el proceso de nuestra liberación de Egipto; pero los resultados de este proceso se manifestaron plenamente sólo el 15 de Nisán, con nuestro éxodo concreto de Egipto. De modo que es el 15 de Nisán cuando celebramos la festividad de Pesaj y experienciamos el regalo Divino de la libertad a través de las observancias del Séder.

Otro ejemplo es el mes de Tishrei. El 1 de Tishrei (Rosh HaShaná) coronamos a Di-s como rey del universo, rededicando la totalidad de la Creación al propósito para el que fuera creada y evocando en Di-s el deseo de continuar creándola y manteniéndola [7]. Pero la celebración de la coronación Divina es eclipsada por los días de solemnidad y temor que ocupan la primera parte de Tishrei, y cobra manifestación abierta en la gozosa festividad de Sucot, que comienza el día 15 del mes. (Este es el significado más profundo del versículo: "Haced sonar el shofar con la renovación de la luna, oculta hasta el día de nuestra festividad" [8]. El shofar, cuyo resonar atrompetado se hace eco de nuestra "coronación" del Omnipotente, se hace sonar el día 1 de Tishrei, el de la renovación de la luna; pero, tal como la luna misma, la experiencia perdura "oculta" y en gran medida inexpresada hasta "el día de nuestra festividad", Sucot, el 15 de Tishrei).

Lo mismo es cierto de cada uno de los doce meses del año judío. Cada mes posee un aporte y una cualidad singularmente propios, que experimenta un ciclo de disminución y crecimiento, ocultamiento y expresión, alcanzando su clímax el 15 del mes.

El Rebote

En ello radica la especialidad del 15 de Av.

Cuanto mayor el ímpetu de la zambullida de un objeto montaña abajo, tanto mayor el ímpetu que lo lleva cuesta arriba en la próxima montaña; cuanto más se jala hacia atrás una flecha sobre el arco, tanto más grande será la fuerza que la impulsará hacia adelante cuando se la deje volar. Esta ley básica de la naturaleza física rige también el flujo del tiempo lunar y las cualidades espirituales que despliega: cuanto más bajo el descenso, tanto más excelso el ascenso que le seguirá. En consecuencia, el mes de Av debe poseer, de hecho, el 15 más grande de todos ellos. ¿Pues qué eclipse más oscuro hay que el que precede a la luna llena de Av?

La segunda mitad de Tamuz y los primeros días de Av marcan una brecha en el corazón mismo del universo y la iniciación de un invierno espiritual del que aún debemos emerger.

El 17 de Tamuz del año 3829 desde la Creación (69 de la era común), la órbita lunar de la vida judía se balanceó al más empinado declive de su historia de 4000 años. En ese día, los muros de Jerusalén fueron quebrados por los ejércitos romanos; durante las siguientes tres semanas, desde el 17 de Tamuz al 9 de Av (observadas hasta el día de hoy como "Las Tres Semanas" de duelo), el enemigo avanzó firmemente por Jerusalén, invadió el Gran Templo y, el 9 de Av, le prendió fuego [9].

La destrucción del Templo no fue sino la contraparte física de una pérdida espiritual más profunda. El Gran Templo de Jerusalén era el asiento de la presencia manifiesta de Di-s en nuestro mundo, la fuente de todo lo que es espiritual y Divino en nuestras vidas y el foco de nuestros esfuerzos por implementar el propósito Divino de la Creación, "hacer un lugar de morada para Di-s en el mundo físico"[10]. Su destrucción marcó el retiro de la directa y abierta relación entre Di-s y Su creación y el inicio de un estado de galut, un ocultamiento del Semblante Divino, un arropado de la genuina realidad subyacente en la Creación detrás de la máscara del mundo corpóreo y fragmentado que experimentamos hoy. Con todo, cuanto mayor el descenso, mayor el ascenso que se lanza de éste.

La terrible oscuridad de los últimos días de Tamuz y los primeros días de Av porta las semillas de una igualmente gloriosa "luna llena" el 15 de Av, una luna llena que representa el mundo armonioso y perfecto de Mashíaj que es producto y resultado de nuestro largo y amargo galut (exilio).

Los Sucesos

En ello radica el significado de los diversos sucesos alegres que el Talmud señala como ocurridos el 15 de Av: cada uno de ellos marca un paso en el ascenso que sale del descenso del 9 de Av.

La destrucción del Templo el 9 de Av fue precedida por otro suceso trágico en el mismísimo día muchos siglos antes. Fue en la víspera del 9 de Av que los doce espías enviados por Moshé regresaron de su inspección de la Tierra Santa y desaconsejaron al pueblo de Israel de radicarse en, y santificar, la tierra, haciendo que Di-s decretara que la generación del Exodo no entrara a la Tierra de Israel.

De hecho, ambos sucesos están hondamente relacionados: nuestros Sabios nos cuentan que si la generación de Moshé hubiera merecido entrar a la Tierra de Israel y construir el Gran Templo en Jerusalén, éste hubiera sido un edificio eterno, inviolable e indestructible. La meta de "un lugar de morada para Di-s en el mundo físico" hubiera sido total y perfectamente concretada, evitando la necesidad de cualquier descenso o regresión subsiguiente [11].

Así, los sucesos de ese 9 de Av fueron fuente y precursores de la destrucción y galut que eventualmente forjó el día. De modo que cuando la condenada generación del Exodo dejó de morir el 15 de Av [12], esto marcó también los comienzos del "ascenso" de Av. Una nueva generación se alzó pronta para entrar a la tierra y sentar los cimientos para la renovación y reconstrucción.

Y cuando las barreras entre las tribus fueron quitadas, permitiendo que sus miembros se unieran en matrimonio unos con otros, otro elemento del "descenso" se estaba rectificando. Nuestros Sabios nos cuentan que la causa primaria para la destrucción del Templo fue la desunión dentro de la comunidad de Israel. Por lo tanto, la clave para el ascenso de la redención está en fomentar la unidad y armonía entre nosotros. Ese es también el significado de otros dos de los sucesos especiales asociados al 15 de Av: la readmisión de la errante tribu de Biniamín en la comunidad, y la remoción de las barricadas que habían segado al pueblo de Israel en dos naciones y habían impedido que el Gran Templo sirviera de fuerza aglutinante entre hermanos separados por la desavenencia política.

La caída de Beitar el 9 de Av, que significó el fin del último esfuerzo significativo por liberar la Tierra de Israel de la hegemonía romana, fue la culminación de la tragedia de la destrucción del Gran Templo y el exilio de Israel en esa misma fecha una generación antes. El primer respiro de este golpe demoledor al pueblo judío -dar sepultura a los muertos de Beitar el 15 de Av quince años más tarde- es otro ejemplo de cómo el 15 de Av logra la redención y rectificación del 9 de Av.

Hierros Destrozados

La manera en que la conclusión del corte de madera para el servicio del Templo se celebró el 15 de Av es otra manifestación más del significado del día. Pues el quebrar de las hachas expresa el propósito máximo del Gran Templo, por cuya destrucción guardamos duelo el 9 de Av y cuya reconstrucción anunciará el armonioso mundo del Mashíaj.

¿Por qué romper las hachas? ¿Por qué no almacenarlas para la tala del próximo año? Porque el hacha representa la antítesis misma de lo que el altar, y el Templo como un entero, abogaban.

Con respecto a la elaboración del altar, Di-s había instruido: "Cuando construyas un altar de piedra para Mí, no lo construyas de piedra tallada; pues si tu espada se ha levantado sobre él, lo has profanado" [13]; "no levantes hierro sobre él; El altar de Di-s se ha de construir con piedras enteras" [14]. Si cualquier implemento de metal siquiera tocaba una piedra, esa piedra se había vuelto inadecuada para usarse en la erección del altar.

Nuestros Sabios explican: "El hierro fue creado para acortar la vida del hombre, y el altar fue creado para extender la vida del hombre; por lo que no corresponde que aquello que acorta se alce sobre aquello que extiende" [15]. El hierro, el instrumento para la guerra y la destrucción, no tiene cabida en la elaboración del instrumento cuya función es traer armonía y paz eterna a la vida humana.

Aguardando la Luz

Por supuesto, estos sucesos fueron apenas los primeros fulgores de la luna llena del Mashíaj, una luna llena que aún debe emerger de la oscuridad que la envuelve. De modo que hoy, el 15 de Av es un suceso relativamente menor en nuestra experiencia del ciclo anual. Marcamos el día con ciertas observancias y costumbres, pero sin la grandeza de Pesaj, el regocijo de Sucot o la algarabía de Purím. Pues a diferencia de esas festividades, cuya "luna llena" ya hemos experimentado, la luminiscencia del 15 de Av aún queda por aparecer; todavía estamos en el galut, en la oscura extensión de este ciclo, escalando del descenso al que hemos sido arrojados por los sucesos de 17 de Tamuz al 9 de Av.

Pero la fecha ya ha sido fijada en nuestro calendario como el más grande "15" de todos ellos. Y con la inminente venida del Mashíaj, el genuino aporte del Día de Rotura del Hacha saldrá a gloriosa luz, y el 15 de Av se celebrará como nuestra mayor festividad.

Notas:

1. Registrado en Números 13-14.
2. Véase Números 36.
3. Jueces 19-21.
4. Comp. con el siúm, una comida festiva que se lleva a cabo al concluir el estudio de todo un tratado del Talmud.
5. Exodo 12:2; Mejilta sobre el versículo.
6. Parte I, 236b.
7. Véase "Desear un Mundo", en "El Rebe Enseña", Vol. 1, pág. 404.
8. Salmos 81:4, según Talmud, Rosh HaShaná 8a.
9. El 9 de Av es también la fecha de la destrucción del Primer Templo en el año 3338 (423 antes de la era común) y numerosas otras calamidades en la historia judía (véase más adelante en el texto).
10. Midrash Tanjumá, Nasó 16; Tania, Cap. 36.
11. Véase Talmud, Sotá 9a; Megalé Amukot, Ofán 185; Or HaJaím sobre Deuteronomio 1:37 y 3:25; Or HaTorá, Vaetjanán, págs. 65, 93 y 2201.
12. Según el Talmud de Jerusalén (Taanit 4), las muertes realmente cesaron el 9 de Av, pero el pueblo de Israel no se dio cuenta sino hasta el 15, razón por la cual el día 15 se convirtió en uno de celebración. Esto es consistente con el significado del día 15 como el clímax del mes: la luna, por supuesto, siempre está llena; la "luna llena" es el punto en su ciclo en el que es totalmente visible a nosotros y nosotros disfrutamos al máximo de su luz. En el mismo espíritu, los descensos y ascensos de la historia judía son descensos y ascensos sólo en nuestra percepción y experiencia de nuestra cercanía a Di-s. En esencia, sin embargo, no hay descenso, pues incluso el 9 de Av, en el momento mismo de la destrucción, nuestra relación con Di-s no se vio disminuida en lo más mínimo (véase "Distanciamiento Intimo", en "El Rebe Enseña" #186; "El Decimosexto Incremento", en "El Rebe Enseña", Vol. 2, pág. 361).
13. Exodo 20:22.
14. Deuteronomio 27:5-6.
15. Talmud, Midot 3:4.

(selección comentarios de R. M. M. Schneerson, (c) Edit. Kehot Lubavitch)

http://www.tora.org.ar/

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